02/05/2024 09:56

Irán no pretende ir más allá de una represalia contra Israel por el ataque a Damasco, pero tanto va el cántaro a la fuente…Estrategias genocidas y pandémicas, manipulaciones morales, exterminio de los valores aparentemente conseguidos, los silos nucleares calentando y la intención de una hecatombe en el discurso bélico. Jesucristo comparaba a los hombres con los niñatos que se enrabietaban si no se les bailaba la flauta que tocaban o no se golpeaban el pecho en señal de duelo… Este mundo de mierda nunca me ha engañado. Se ha disimulado pero en la actualidad el balance de la condición humana es real y definitivamente detestable. Este es un orbe encantado, pero maldito por los habitantes que lo pueblan… una minoría cizañera, criminal y legalizada contra el resto de la humanidad.

Lo maravilloso escapa a la trascendencia destructiva del hombre, lo realmente hermoso de la vida huye de la influencia nefasta de la soberbia de ese hombre que lo afea todo. Cuando miro al cielo me alejo de la importancia terrena y la veo ridícula como a sus protagonistas apestosos de hoy en día.

El hombre y su obra es mierda, en general. Cotidiana y universalmente conforman un inmenso excremento que atufa en el siglo XXI después de esta defecación conjunta de religiones, sociedades, política y civilización que tiende a la auto desintegración porque al fin y al cabo, después de tanta magnificencia y cavilación, el ser racional es una excrecencia viva con destino de muerte, afortunadamente.

Codicia, avaricia, egoísmo, ventajismo, todo enterrado, polvo al polvo, dichosamente.

Cuesta imaginar este vertedero de tierra, sin el reciclaje natural que obliga a morir para que no quede amontonada tanta pestilencia viva. El inmenso basurero de las ideas se amontona por las calles en cadáveres con movimiento, estrambóticos, repelentes, odiosos, prescindibles, perecederos.

Cuando se leen los periódicos y desfila este conglomerado de noticias apocalípticas en el desorden universalizado de la inutilidad humana, se imagina el anuncio de una guerra con armas de destrucción masiva que alivie esta insoportable presión comandada por una gigantesca horda de gilipollas que lo copan todo. No valen nada. Sobran pero son millones. No por cantidad poseen otro valor que el  de sus horripilantes y nauseabundas presencias. Asco dan.

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El valor de una vida se relativiza observando el esperpento moral en que se ha convertido Occidente, con la imposición de los demonios arrollando el sentido común, anulando la preservación de los valores inherentes a la evolución con que finalizó el siglo XX. No todo exterminio debería ser malo. El XXI fue el inicio de una revolución de ignorantes alzando la voz y el rebuzno para volcar un resentimiento neurótico que hoy dispersa la inteligencia social.

Abanderados de la injusticia reclamando justicia transgresora, en realidad la defensa de los males custodiados por inútiles, acomplejados y abortos andantes en manifestaciones concurridas por zombis sin sesera. Siglo XXI donde muchos de estos imbéciles comenzaron a existir siendo abortados, escupidos por progenitores culpables de haberlos dejado nacer…. Todo se paga cuando se unifican en una plaga repelente estos fracasos humanos del tercer milenio.

Miro el cielo y en el silencio de esa inmensidad imagino otra existencia sin estos demonios prescindibles que dan razón al Apocalipsis con el anuncio de sus desapariciones. Tres cuartas partes a la basura eterna. Para lo que sirven. Miro el cielo y no tardaremos en ver volar misiles nucleares en esa fiesta de la soberbia a ver quién la tiene más grande. Los mandamases de este siglo XXI son una partida de miserables cuyas extinción salvaría millones de vidas inocentes.

¿De dónde sale esa camada de féminas sin identidad que vulgarizan la esencia de la mujer, hasta pulverizarla con hedores repugnantes de radicalidad primitiva? ¿Quién manipula el sentido de la caridad permitiendo que sociedades retrasadas impidan la sostenibilidad de sociedades otrora estabilizadas? ¿Qué clase de papa parece sacado del averno para manipular la fe cristiana?

¿Cuántos políticos han sido comprados para ejercer como estadistas la desintegración de los países que mal gobiernan? ¿Cómo es posible que la ignorancia, la estulticia, la inutilidad de engendros llamados políticos, estén decidiendo el futuro de millones de personas sodomizadas por muertos de hambre con ínfulas de gerifaltes, por la ceguera democrática de los forajidos que los han votado? En España , un canalla Pedro Sánchez reza a Satanás por el inicio de una guerra mundial que le salve de la hoguera de las vanidades donde ya se quema.

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Me cansa enumerar las arbitrariedades malignas de un mundo extraviado y abocado al canibalismo gracias a los gurús de mierda que preconizan el vuelco de los valores tradicionales para imponer contra natura el sesgo ideológico de una maldad artificiosa y estúpida, aceptada por prosélitos parasitarios carentes de lógica y elemental raciocinio.

Plaga de gilipollas, resentidos y consentidos, regurgitados como un vómito del mundo que después de haberlos escupido vuelve a trasegarlos. Repugnantes abocastros del siglo y la sigla veintiuna y veintiuno. Malparidos, malparidas, gilipollas todos.

Acaso lo único cierto y necesario está en el infinito microcosmos e inabarcable macrocosmos que tan ínfima supone  en su contemplación la existencia de la Humanidad. Pero el mundo en sí bajo el yugo de la condición humana es un inmenso vertedero de inconsciencia, estupidez, crueldad y constituye un espacio de mentira universal donde nada es lo que parece ser.

 Alzo la vista al cielo y doy gracias porque todo lo que se reproduce, muere. Solo hay que aguantar el ciclo de la imbecilidad en que está sumergido este milenio. Quizá se determine definitivamente con los misiles nucleares volando alto para finalizarlo y rasar el valor de lo humano convertido en polvo.
El justo precio para tanto malnacido en este apocalíptico siglo XXI en que han emergido todos los imbéciles de los avernos. Cuanto antes de vuelta y que  dejen mirar al cielo en paz a próximas generaciones de cabales, arrepentidos y regenerados aprendices de esta humana mierda financiada por filántropos como George Soros. No hay suficiente para la codicia en tiempos de paz que se prepara el negocio de la guerra mundial.
Cuando solo reste esta especie desalmada de humanidad falaz, la misantropía  llegará a ser una virtud.
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Hakenkreuz

Ya hemos sido advertidos de que oiremos hablar de guerras y de rumores de guerra, que no nos alarmásemos, pues todo eso es necesario que suceda, pero que no es más que el comienzo de los dolores del parto. Eso para los católicos que aguardan esperanzados pacientemente, como los santos. Pero para los que no lo sean, para los ateos y soberbios, que se alarmen hasta el extremo de morir de terror, porque el tiempo de la presente civilización se acaba, y ahora sí que cobra sentido aquello del hacha puesto a pie del árbol que no da fruto. Aterrorícese pues todo no fiel a Cristo, que se le acaba el tiempo abusar de la Misericordia de Dios con ellos.

Todos los líderes políticos, empresariales, financieros y militares del mundo saben que ni ellos sobrevivirían a una guerra, luego son los más interesados en que no estalle (y eso que a Soros le queda medio telediario para seguir haciendo el mal más abyecto antes de comparecer ante Dios a dar cuenta de su aparente «filantropía». Veremos si ante Dios es tan «poderoso», le valen sus mentiras y engaños y se jacta de igual manera que hasta ahora). Y desde luego que esos líderes empresariales, políticos, financieros y militares, todos esos poderosos de la tierra, por muy ateos que sean, tienen perfectamente claro que no van a tener otra vida como ésta, que se les acaba el tiempo, que su tiempo está ya muy contado y limitado, cada latido de su corazón mortal e impresionantemente débil, que Dios les espera para rendir cuentas, que de Dios no escapan, que si han vendido su alma a satanás, la muerte es irrevocable. Y no son precisamente ellos quienes quieren acortar el escaso tiempo que les queda, como si viviesen la vana ilusión de que van a vivir así para siempre, como vienen viviendo. Pobres ilusos. Lo que hace el engaño de satanás. Ya intuyen su final, ya intuyen su sentencia, ya no tienen paz ninguna por mucha «tranquilidad» que aparenten, ya no pueden disimular su completa y creciente desesperación. Les quedan pocos días y no quieren acortarlos, por eso no habrá guerra, no. Vaya tormento.

Los tiempos del diluvio universal de Noé, los de Sodoma y Gomorra, los de los castigos contra Egipto antes y durante el Éxodo, ya han pasado. Dios ya no obrará así como nos ha revelado, y sin su consentimiento no cae un pájaro de un árbol, por muy alarmados que estén los que han perdido la fe si alguna vez la tuvieron. Lógico que estén aterrados y llenos de temor.
Ahora la amenaza cae sobre las almas, que están en disputa, que son el «terreno» sobre el que se libra la gran Cruzada final entre las huestes celestiales y las infernales. Y o uno se acoge a la Infinita Misericordia de Dios a base de penitencia (durísima, fuera engaños) o padece su Justicia ante la que tiemblan todos los ángeles del cielo, no hay otra. Y Soros, huy Soros.. huy Soritos lo que te puede caer encima. Ya no ríes tanto Soros, ya no apareces tan sonriente en televisión, tan arrogante, tan jactancioso, tan sobrado, tan autosuficiente, tan profético de tus mentiras… ¿Qué has visto Soros, qué te atormenta día y noche?. De nada te servirá tu soberbia, tu poder inmenso, tus finanzas, tus ideas, tus engaños, tus manipulaciones y toda tu legión de aduladores (bien sabes que el Juicio que cuenta es el de Dios, no el de las turbas)…. Ay Soros, que cerquita se te ve de los Herodes, de los Iscariotes, de los Caifases y de los Nerones.

Son las almas lo que importan ahora, no las naciones, ni las armas, ni las guerras, pues la presente civilización toca a su fin por autodestrucción, como tantas otras veces ocurrió en la historia, por degeneración y corrupción moral de sus líderes y pueblos, alejados de Dios e incluso manifiestamente enemigos y contrarios. Y hoy, la degeneración es la mayor de la historia, sin ninguna duda, la más generalizada e intensa entre la población (vivimos en una democracia, es decir, un régimen de soberbia y vanidad en el que la responsabilidad no recae solo entre los falsos profetas políticos, antaño impuestos, sino sobre toda la población que ha tolerado y respaldado este sistema pudiendo haberlo evitado y que lo ha apuntalado con su voto, acto de apostasía voluntario, no forzado, a cambio de un plato de lentejas, prostitución generalizada). Ahora es cuando hay que comprender aquello de que «aquel día será más llevadero para Sodoma que para aquellas localidades» en referencia a los que no acogieron a los ministros de Dios, a los apóstoles que traen el mensaje de salvación del Señor, los santos Evangelios, a los que no se acogieron a la Infinita Bondad y Misericordia de Dios por su soberbia y cerrazón, especialmente los que tuvieron oportunidad en sus naciones de haber acogido la fe por la presencia en ellas de la Santa Iglesia Católica Apostólica, pues si Corozaín, Cafarnaum, etc., no hubiesen visto los milagros incontables que vieron sus ciudadanos, no tendrían tanto castigo. Así también, las naciones en las que su población tuvo cerca la Santa Iglesia Católica, tienen mayor condena por su rechazo al regalo inconmensurable de la fe en Cristo y los sacramentos, que las que apenas conocen a Cristo salvo por fieles misioneros que se juegan la vida en ellos por hacerles llegar la Buena Nueva del Señor. Llegará el día en que ya será tarde para volver a golpe de pecho y se rechinará los dientes de dolor por haber desperdiciado la vida tan insensatamente, por haber sido virgen negligente no preparada con aceite para las lámparas (insensatos a la llamada de ¡velad!), siervo inútil y perezoso (que diplomática y políticamente guardó su talento, pues celoso de su «buen nombre» y «reputación», rehusó hacer el ridículo por Dios), por haber sido un mayordomo infiel (maltratando a aquellos que le fueron encomendados para darles la Eucaristía, la penitencia y los sacramentos a su debido tiempo), por no haber aprovechado las gracias que Dios puso para nuestra salvación.

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