04/05/2024 08:42

Usemos la lógica, la irreductible coherencia que no ha de dejar de asistirnos ante la apariencia de las circunstancias: ¿de verdad el conjunto de la sociedad es tan ingenuo para creer que Pedro Sánchez ha llegado tan lejos en su ominosa misión de iluminado, para desplomarse por una investigación judicial a su mujer que además achaca al lawfare y a la ultraderecha? No es prudente confiarse en quien ha hecho de la política un juego sucio de amaños, trapisondas, manipulaciones macabras y mentiras atacando a las instituciones  y a la propia Jefatura del Estado; en quien ha condicionado los réditos de estrategias infames con la alianza de los enemigos que desean el mal de España. No se ha de olvidar el constante exabrupto durante cinco años con una miserable planificación de desintegración del Estado de Derecho en aras de una modificación integral de la convivencia entre ciudadanos, extrema y cainita, liberando los rencores para sacar beneficio a río revuelto. Son tantos los rastros de la ignominiosa manera de colapsar con la marrullería el funcionamiento interno y la influencia externa de España, que haríamos mal en pensar que el derrotismo cabe en una mente tildada por expertos de psicopática siendo lo inesperado, traspasando las líneas de la ley, un modus operandi que calibra fríamente los mayores destrozos propiciados desde el pedestal de la invulnerabilidad de la que ha presumido con burlesca confrontación y permanente desafío. Quien desentierra  a los muertos no está dispuesto a cavar su propia tumba desde el olimpo de la intransigencia, blindado con toda ausencia de escrúpulo moral.

No es creíble que después de atacar a todos los órganos judiciales, la nota disonante de un juez imparcial y libre de la podredumbre que asola las más altas instancias de la judicatura, con asalto expreso al tribunal de garantías mediante torticeras ejecuciones contra la separación de poderes, pudriendo desde sus bases la razón de ser de la Justicia en libertad, sea causa para plantearse una dimisión que comunica con victimismo a través de una carta dirigida a los ciudadanos. Detrás de las palabras de Pedro Sánchez subyace la intencionalidad de encubrir los innúmeros gajes de la corrupción política y personal que ha practicado con la insolencia propia de un soberano ventajista, consciente de que cada iniciativa ha procurado una transformación desintegradora en un ambicioso plan de reversión con instinto totalitario, retrotrayendo la España del siglo XXI a los prolegómenos frentepopulistas de la imposición de un desnaturalizado régimen, demonizando lo construido durante décadas.

Y si para no confiarse acerca de la intencionalidad escondida en un golpe de efecto increíble por sorpresivo, cuando las profundas transformaciones impuestas han sido una constante oscurantista poniendo en jaque hasta la Seguridad Nacional con una política exterior sospechosa de alta traición, hay que desdeñar cualquier reflexión supuestamente honesta del monclovita apegado a la poltrona del despotismo y a la tiranía del gobierno contra el pueblo, deberíamos recordar el enfermizo placer por la ostentación, el oportunismo y el abuso de las prebendas gubernamentales que con Sánchez se han elevado a la décima potencia de lo indecente y asaz ridículo; tal es el hambre de codicias demostrado, siempre lejos de saciar con la honra y la dignidad que se le requiere para un cargo del que ha hecho su propiedad.

Con todo lo experimentado al mayor nivel de lo miserable desde que alcanzó el poder con una moción de censura a propósito para engañar a los ciudadanos y a los propios representantes, con acoso y derribo a la oposición, al disidente, al crítico, o plantado desafiante frente al pueblo denunciante que ha mostrado el hartazgo por las fullerías de un partido socialista inmerso en corruptelas ilimitadas, no es bueno confiarse en que Pedro Sánchez acepta el destino del derrotismo como si ello fuera la recogida de una siembra que tarde o temprano le iba a llegar. La cizaña es una semilla que se planta para dejar que crezca hasta las últimas consecuencias. Cuidado pues con el próximo movimiento.

No cabe ningún triunfalismo que no sea la prudencia sostenida con los antecedentes que no se deberían olvidar. Pedro Sánchez es un maestro experimentado en maniobrar desde las más oscuras sombras, ausente de conciencia. No es una percepción arbitraria, sus obras lo definen. Cuidado con el aparente derrotismo de un consumado ventajista, inasequible al desaliento por guardarse todos los ases en la manga de la inmoralidad. Pedro Sánchez está armado hasta los dientes, con pactos y alianzas ocultas; la rendición moral no es creíble y menos una reivindicación de inocencia, escenificando un victimismo insultante con la mochila cargada de corrupción y los muertos escondidos bajo las alfombras monclovitas. ¿Qué es lo que pretende verdaderamente? ¿Movilizar a las huestes agradecidas-alimentadas multimillonariamente con sopa boba a costa del saqueo de las arcas del Estado-contra la  inexistente ultraderecha y echar el resto? En breve lo sabremos.

LEER MÁS:  ¿Quién ha dicho que Madrid es un paraíso de libertad? Por Carlos Navarro Arribas

 

Pura clarividencia de hace 9 años, cuando nadie imaginaba lo que sería Pedro Sánchez para España…:

https://www.elimparcial.es/noticia/140211/opinion/las-orejas-de-pedro-sanchez.html

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JCrespo

Los dictadores no se van por motivos de corrupción. Así que a sufrirlo mucho tiempo más!

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