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CUATRO JOYAS DEL PATRIMONIO BURGALÉS

Nos hallamos en Olmillos de Sasamón, al oeste de la provincia de Burgos; la antigua Sesgisama Julia romana, sede de la Legio IV Macedónica durante las guerras cántabras1 y estratégico cruce de caminos. No en vano, Segisama fue una mansio –hito o parada en la red de calzadas romanas– de la ruta XXXIV Ab Asturica Burdigalam que comunicaba Astorga y Burdeos2.

Allí se erige, magnífica, la Colegiata de Santa María la Real y a ella dirigimos nuestros pasos. En sus inmediaciones trabajan actualmente un grupo de arqueólogos que amablemente nos muestran su “zanja de expolio” y los hallazgos, avances e indicios3 en relación con un reciente y extraordinario descubrimiento: los restos milenarios de una iglesia visigoda. Sin embargo, aunque sin duda lo merecería, no nos detendremos en esta notable prospección arqueológica cuyos resultados empiezan a ser publicados en revistas especializadas.

Muy próximo al citado yacimiento, como decimos, se levanta la Iglesia de Santa María la Real. Por sus dimensiones, el tercer templo más grande de la provincia de Burgos, después de la Catedral y de la Iglesia de la Asunción de Melgar de Fernamental. Pero su importancia se manifiesta no sólo en su tamaño, sino en la semejanza del Pórtico gótico del Transepto de la Epístola con la Puerta del Sarmental de la Catedral de Burgos y con el pórtico sur de la Catedral de León. Bajo un rosetón, el portal se divide en dos por un parteluz de piedra que acoge la figura de la Virgen y el Niño. Enmarcado por arquivoltas apuntadas que contienen figuras de ángeles, arpías, los Ancianos del Apocalipsis y las Artes, el tímpano está presidido por Cristo sedente4 rodeado del Tetramorfos y los cuatro evangelistas; y debajo, en una calle horizontal cubiertos por una sucesión de doseles trilobulados sobre el recto dintel, los doce apóstoles.

En su interior podemos admirar una escultura recién restaurada del Arcángel San Miguel realizada hacia 1520 por Diego Siloé y un púlpito octogonal de piedra decorado en sus caras visibles, bajo doseletes conopiales angrelados5, por las figuras de los cuatro Padres de la Iglesia Occidental (San Agustín, San Ambrosio, San Jerónimo y San Gregorio Magno).

A pesar de los siglos y los daños causados por la invasión francesa, gracias al empeño de tantos en su recuperación, el visitante puede disfrutar hoy de la luz y el silencio de su mágico claustro –atribuido a Juan de Colonia–, las ménsulas labradas en los muros interiores de sus pandas6 y los singulares y bellísimos arcos ojivales cuatripartitos.

Después de reponer fuerzas, y abastecernos de otros tesoros más terrenales en la famosa fábrica de quesos de la localidad7, abandonamos ésta con rumbo sur.

A 27 kilómetros de Sasamón, a orillas del río Arlanzón, visitamos Pampliega, donde el godo Chindasvinto se proclamó rey en el 642, y a donde se retiró Wamba para morir, pacíficamente8, en el 688.

Accedemos a la Iglesia de San Pedro, ejemplo señero de la arquitectura renacentista, reconocible por su torre-campanario, erigida en dos fases por Juan de Vallejo y Juan de Salas respectivamente. En este punto hay que subrayar su notable similitud con la torre del Hospital del Rey, y con las iglesias de la Asunción de Melgar de Fernamental y de Villahoz –en Burgos todas ellas– con las que comparte la presencia de “ojos” sobre las ventanas dobles del campanario y las balaustradas entre los pináculos que rematan sus cuatro vértices.

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En el interior destaca el retablo mayor, profusamente ilustrado con relieves realizados por Domingo de Amberes entre los años 1552 y 1558 y la magnífica sillería de nogal del coro, obra de Martín de Ochoa.

Ocho kilómetros más al sur, hallamos Santa María del Campo, cabeza de las behetrías9 de Castilla, donde visitamos la extraordinaria Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción. Reconocible en la distancia por su imponente torre-campanario, obra de Diego de Siloé y rematada por un tambor octogonal de Juan de Salas. De factura renacentista, está adornada por pilastras, estatuas, medallones, guirnaldas, grutescos y gárgolas.

En su interior, bajo unas hermosas bóvedas de terceletes, podemos apreciar el virtuoso trabajo en piedra de las escaleras que conducen al presbiterio, así como la delicadeza en la talla del púlpito y de los sepulcros10. Así mismo, cabe destacar las extraordinarias pinturas de Pedro Berruguete en el trascoro y en uno de los retablos: Cristo resucitado; Bautismo de Jesús con cordero pascual; La decapitación del Bautista; El Bautismo de Cristo

Mención aparte merecen, igualmente, por su espléndida factura, los tapices flamencos del siglo XVI, la espléndida sillería del coro y los relieves que adornan las puertas de los armarios de la sacristía bajo el altar, donde, por cierto, se guarda una maravillosa custodia gótico-renacentista.

Continuando nuestra travesía nos dirigimos a la última parada: Villahoz, donde nos acompaña, para mostrarnos la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, don Luis Araus Ballesteros, director del Museo de Burgos.

Antes de entrar, nos detenemos en el conopio en forma de cruz sobre la puerta, similar a los de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora en Melgar de Fernamental, y don Luis nos hace reparar en las bandas horizontales que recorren la torre-campanario, recordándonos las franjas de arenisca11 roja de la fachada del Monasterio de San Pedro de Cardeña.

Traspasado el umbral de la entrada, lo primero que nos llama la atención es la amplitud de la planta de salón12, que otorga igual altura a las tres naves, y en las que la iluminación lateral sin obstáculos baña toda la estancia. Una tipología arquitectónica frecuente en Castilla, por ejemplo, en la también burgalesa Iglesia de San Juan, en Castrojeriz, en la Iglesia de Santiago de los Caballeros, en la vallisoletana Medina de Rioseco, o en la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, en la alcarreña Sacedón.

Por supuesto, siendo muchos los tesoros que esta bella tierra cargada de Historia nos ofrece, no quiero finalizar estas líneas sin acordarme de sus amabilísimas gentes, y en particular de quienes me guiaron en este periplo burgalés: los profesores Ignacio Hernández, Eduardo Arconada e Itzíar Ibáñez, y por su mediación, Teodoro Peña (“Lolo”), Teresa Santiuste y Luis Araus. Personas generosas que conocen, aman, cuidan y enseñan con cariño y paciencia el inmenso patrimonio de Castilla.

Santiago Prieto Pérez 01-10-2023

Claustro de la Iglesia de Santa María la Real, en Sasamón, Burgos

Una de las galerías del claustro de Santa María la Real, en Sasamón (Burgos). Nótese la decoración de las ménsulas donde apoyan los arcos.

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Iglesia de San Pedro, en Pampliega, Burgos.

Detalle del retablo realizado por Domingo de Amberes en la Iglesia de San Pedro, en Pampliega, Burgos.

Detalle de los relieves que adornan las puertas de los armarios de la sacristía, bajo el altar.

A la derecha, detalle de la sillería gótica del coro. Nótense los cairelados bajo los arcos.

Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Villahoz, Burgos. A la derecha, detalle del interior: pueden apreciarse las bóvedas de terceletes y la iluminación natural de la planta de salón.

1 Larga campaña contra cántabros y astures entre el 29 y el 19 a.C. dirigida personalmente por el emperador Octavio Augusto. Supuso el último gran episodio de resistencia a la romanización en Hispania.

2 La Via Asturica Augusta –Astorga– enlazaba con la Via Domitia –que unía Perpiñán y Turín– y ésta con la Via Aquitania –desde Narbona hasta Burdeos–.

3 Véanse las noticias publicadas por El Norte de Castilla o esta Tribuna de Salamanca del 1 de septiembre:

https://www.tribunasalamanca.com/noticias/342158/arqueologos-de-la-usal-descubren-en-olmillos-de-sasamon-una-iglesia-visigoda-inedita

4 Cristo en Majestad o Maiestas. Sentado en un trono, bendice con la mano derecha mientras con la izquierda muestra, abierto, el Libro Sagrado.

5 Rematado por picos o dientes. Referido a los vértices donde convergen arcos contiguos yuxtapuestos con un fin decorativo. Semejante al festoneado del intradós de una puerta o ventana, con la diferencia de que en el festoneado los arcos se suceden sin cruzarse.

6 Cada una de las cuatro galerías de un claustro.

7 Nos referimos a los célebres quesos tierno y semicurado “Sasamón” y al curado “Peña Amaya”. Aunque también cabe elogiar el salchichón de jabalí y al chorizo de ciervo de la localidad.

8 El llamado “morbus gothorum” o “mal de los godos” fue un concepto acuñado por el obispo Gregorio de Tours para aludir, precisamente, a su mala “costumbre” de morir asesinados. No obstante, hay que decir que el porcentaje de gobernantes romanos que murieron de forma violenta fue todavía mayor.

9 Fórmula de gobierno castellana en la Edad Media. Población cuyos vecinos tenían derecho a elegir su señor. No confundir behetrías con merindades, que son divisiones geográfico-administrativas intermedias entre el poder central y los señoríos o villas. La Merindad Mayor de Castilla se dividía en 20 merindades menores que acogían poblaciones de distinto tipo: encartaciones, behetrías, de realengo, de abadengo y de solariego o señorío.

10 Si bien por tamaño y ubicación privilegiada destacan las figuras yacentes de Don Francisco de Barahona y Doña María de Herrera, cabe señalar que los sepulcros laterales exhiben algunos detalles de maestría excepcional, empezando por los cairelados que ornamentan el intradós de los arcos que albergan las figuras de los difuntos y siguiendo por los florones calados que rematan los conopios de dichos arcos.

11 Roca sedimentaria muy común compuesta principalmente por cuarzo y feldespato. El tono rojizo se debe a la presencia de óxido de hierro.

12 De origen alemán, Hallenkirche o iglesia de salón.

 

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