30/04/2024 03:01
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Dentro de los estándares normativos en la fijación del precio de las obras de arte, predominan dos criterios antitéticos en la tasación: de una parte, los objetivos, o concordantes con una lógica especulativa basada en los parámetros de calidad comprobables; de la otra, los subjetivos, fundados en supuestos falibles que, en muchas ocasiones, ocultan fines apenas aireados, del arco que va del blanqueo de capitales al siniestro proceso sinárquico de la reescritura de la Historia del Arte y, con él, la creación de nuevos paradigmas de significado.

La mayoría de los galeristas dicen justificar la tasación de las obras de arte en base a la “Ley de la oferta y la demanda”, puesto que si no hay demanda de uno u otro autor, los precios se estancan y llegan a bajar, devaluando las obras de arte. Sin embargo, la valoración casi siempre suele ser arbitraria, especialmente cuando se pretenden fijar los precios de las producciones del arte más reciente.

Factor muy importante es el del valor intrínseco de los materiales. Así, el valor pecuniario de una serie de obras fluctúa menos (caso de la orfebrería y las artes decorativas) al estar creadas con materiales de por sí valiosos (por ejemplo, el oro). Algunas, que además de adornar, tienen un uso práctico (relojes, joyas, etc.) acopian un valor material más alto, amén de que son utilizadas según el gusto de la época.

No obstante estos presupuestos, sí podemos hablar de unos parámetros objetivos para una valoración, los cuales dependen de los siguientes ítems (por orden de importancia):

1)      el autor,

2)      la calidad técnico-artística,

3)      la iconografía o el asunto tratado, y

4)      su estado de conservación.

A estos puntos, puede sumarse la historia de la pieza o su condición de rareza, lo cual confiere cierto valor adicional en la tasación.

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Del autor, se estimará sobre todo si es “un grande” (p. ej. Goya), apreciando especialmente sus mejores etapas. Los autores vivos resultarán, al poder tener potencial proyección de continuidad en el tiempo, más baratos que los fallecidos, cuya obra ya está cerrada/terminada (aspecto bien distinto es el relativo a las falsificaciones, tema complejo como pocos). Que la obra venga firmada o no, influirá con decisión en su valoración.

Respecto a la calidad técnico-artística, hasta hace no muchos años se centraba en sus elementos objetivos (es decir, todo lo relativo a la composición, la técnica, el dibujo, etc.): de esto dependerá, presumiblemente, que la obra sea más o menos cara, aunque hoy por hoy estos presupuestos han sido dinamitados.

Así y todo, se preguntarán, ¿qué tipo de piezas de arte cotizan más alto actualmente? De más a menos, he aquí las preferencias:

1) pintura al óleo,

2) escultura,

3) acuarela,

4) dibujo,

5) grabado –siendo el más valioso el aguafuerte –.

En cuanto a la iconografía o asunto tratado, se valorará por su temática más comercial o adaptada “al gusto actual” (si puede acaso hablarse de tal cosa), siendo, de más a menos cotizados, los siguientes asuntos:

1) paisaje –marinas en calma sobre todo–,

2) composiciones con figuras,

3) desnudos –sin atrevimientos, generalmente femeninos–,

4) bodegones –en especial de flores, pero sin animales muertos–.

Por contra, los retratos anónimos, los cuadros de tema religioso (católico), como los martirios de santos, y gran parte del arte abstracto (ínfimo o execrable en su mayor parte) apenas atraen la atención de los compradores característicos, que suelen guiarse las más de las veces por criterios estéticos personales (entre figurativos y simbólicos, con una sombra de entidad arquetípica de la que el arte abstracto carece) si bien fraguados a la luz de la secularización y la apostasía imperantes, las cuales repelen todo pretexto edificante, con el consiguiente descrédito del arte religioso.

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En otro orden de cosas, si la obra se puede restaurar, su estado de conservación no importará tanto.

Sea como fuere, todas las obras atienden a un determinado grado de interés, y con la excepción de los grandes maestros, la clasificación del interés se funda sobre los siguientes condicionantes geográficos:

  1. nacional,
  2. regional, y
  3. local

La cantidad de falsificaciones o atribuciones dudosas de un autor es hoy por hoy enorme, lo cual dificulta su compra y merma la valoración de su obra.

 

Los dos mercados básicos son el internacional, cuyos precios están por encima de su valor real, y encubren presumiblemente el consabido (al tiempo que oscuro) blanqueo de capitales; y el nacional, en el que oscilan mucho menos y se ciñen a una escala de valor más realista, pero no por ello más transparente. Los ejemplos de irregularidades podrían enumerarse largo y tendido, pero por discreción haremos mejor en poner punto y final aquí.

 

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José Ignacio Herrera Badía

Picasso, Tapies, etc. = timadores!

Surreal

Los autores de izquierda siempre han sido promovidos especialmente por los amos del mundo en la sombra por motivos propagandísticos ya que su objetivo es que aceptemos la dictadura tecnocomunista de la Agenda 2030 y para ello vienen usando con maestría desde hace siglos la ingeniería social

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