30/04/2024 13:28

Leyendo “La Leyenda Negra” de Julián Juderías, “Imperiofobia y leyenda negra” de Elvira Roca y las trilogía de Marcelo Gullo, se llega a conocer la enorme injusticia y el enorme asedio que ha sufrido la labor realizada por España en el vasto territorio americano.

Uno de los problemas que la actuación española ha padecido viene de la manipulación del lenguaje. Sabido es que se piensa con palabras y, consecuentemente, manipulando el lenguaje se manipula el pensamiento. Así al enorme territorio del reino de España, no se le denomina “Hispanoamérica” sino que se introduce el neologismo “Latinoamérica”, que desgraciadamente se usa de forma habitual en nuestra patria y que tiene una aviesa derivada en los Estados Unidos donde se refieren a los inmigrantes hispanoamericanos con el peyorativo “hispanos”, olvidando sorprendentemente el término “latinos”. Otra palabra que lleva dentro una idea falsa es llamar “Imperio” al Reino de España, aunque personas de lo más limpias argumentan que en el “Imperio español”, tan español era un nacido en Burgos que uno nacido en Lima o en Méjico, porque ambos eran súbditos del rey de España. Más sutil es la diferencia entre el “colonialismo comercial de los puertos de mar” que practicaron los imperialismos europeos y la “colonización cultural” que englobaban ciudades levantadas en el interior, con Catedrales, Iglesias, Hospitales, Universidades, Audiencias y demás instrumentos de gobierno que hizo España.

Pero la cuestión que me parece que requiere una nueva atención y juicio crítico es la referente a lo ocurrido en el siglo XIX. El proceso de independencia de la corona de España llevadas a cabo por las repúblicas americanas, está lleno de sentido. En primer lugar la situación en la península e islas españolas sufría los efectos antirreligiosos de la Ilustración y las ideas que habían dado lugar a la Revolución francesa. Esta situación facilitó y en buena medida provocó una división social en la América española, a donde se trasvasaron los problemas y males que aquejaban a la España europea. Así se trasvasó la división de los partidos políticos, que recibieron distintas denominaciones moderados, exaltados, liberales, conservadores, tradicionalistas, etc. En España y en las repúblicas americanas hubo guerras civiles, y en los dos sitios se asesinó a Presidentes del Gobierno y también se produjo la disgregación territorial, con el conocido cantonalismo peninsular, y las fragmentaciones en repúblicas, aunque conviene considerar la voluntad de continuar unidos que se manifestó en la constitución de “Provincias Unidas del Centro de América”, con significativa denominación, y que posteriormente se denominó “República Federal de Centroamérica” incluyendo Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica (1823-1838). Análogamente intentaron unirse formando la “Gran Colombia” Colombia, Ecuador, Panamá y Venezuela desde 1821 a 1831. Más efímera fue la Confederación Perú–Boliviana que sólo duro de 1836 a 1839. Singular fue la reincorporación a España de la República Dominicana que tras la independencia en 1821 sufrió una invasión por parte de Haití, de la que se liberó en 1840, y pidió volver a ser de España siéndolo desde 1861 a 1865.

Los españoles solemos ser muy críticos con los líderes de la independencia la mayoría de los cuales eran “criollos”, es decir descendientes de españoles que ya habían nacido en tierras americanas, y militares formado en la España europea, pero la mirada sobre el siglo XIX hay que hacerla tanto a España como a los territorios de las repúblicas americanas, no vayamos caer en ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. Y resulta significativo para apreciar la repercusión de las ideas de la Ilustración en España, el que se extendiera la moda del afrancesamiento, que influyó sobre todo en la alta sociedad donde se dejó de llamar a sus progenitores “papa y mama” (sin acento) y empezándose a utilizar “papá y mamá”, imitando la entonación aguda francesa. ¿Puede extrañarle a alguien que esta moda, junto con la presencia del inglés, afectase a las nacientes repúblicas?

Un elemento poderoso para acabar con la influencia española en América se produjo con la expulsión de los jesuitas en el reinado de Carlos III (1767), donde el Virrey recibió esta orden terminante: si después de que embarquen se encontrase en ese distrito un solo jesuita, aun enfermo o moribundo, sufriréis la pena de muerte. Yo el rey. Este texto pone en evidencia lo que movía el interior de los que participaron de esta decisión.

Mirando al futuro sobresale la figura de Menéndez Pelayo, quien al escribir la “Antología de los poetas líricos hispano-americanos”, y la “Historia de la poesía hispanoamericanaacogió las obras de autores hispanoamericanos de alto nivel cultural y a través de esta ingente obra generó unas relaciones de amistad y unidad con todos los poetas hispanoamericanos, muchos de ellos, criollos. España y las veinte Repúblicas que en su día fueron territorio del reino, tienen que reconocer su ascendencia compartida como compartieron la sangre en un inédito mestizaje humano y cultural, y un buen síntoma sería ver desaparecer los casos de nombres de origen anglosajón con apellidos de raíz española; este reconocimiento permitiría encarar el futuro reforzando los lazos de todo aquello que nos une: catolicismo protegido por la Virgen de Guadalupe, la lengua española que impulsó la y castellana Isabel La Católica y el puente cultural, tal como lo hizo Doña Marina, las tres figuras femeninas definitivas claves para comprender la Hispanidad, como ha señalado el excelente documental “Hispanoamérica”.

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José Luis Montero Casado de Amezúa.

Autor

Jose Luis Montero Casado de Amezúa
Jose Luis Montero Casado de Amezúa
Ingeniero Agrónomo.
A lo largo de su trayectoria profesional, Montero Casado de Amezúa ha desempeñado diferentes puestos de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, como jefe provincial del IRYDA en Cáceres (1981-1985), subdirector general de Coordinación Institucional (2002-2004), director general de SEIASA (2012-2014) o vocal asesor en la Dirección General de Desarrollo Rural (2014-2020), entre otros.
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