07/05/2024 08:40

Nota de autor: Es un honor para mí  brindar este artículo a Don Javier García Miralles

Su autor, Toni Fornés, lo ha titulado “El sometimiento”. “El sometimiento” ha sido el ninot que, aunque no ha resultado indultado, sí ha sido el que ha logrado el estrellato ante la hilarante atención de las gentes.

El sometimiento” representa a Carlos Puigdemont sodomizando a Pedro Sánchez.

Como el lector conoce sobradamente Carlos Puigdemont es el Presidente de hecho del partido `político Junts per Cataluña, actualmente prófugo de la justicia española, y Pedro Sánchez es el presidente del Gobierno de España.

De igual forma el lector también sabe que Pedro Sánchez, para conservar su puesto, necesita del apoyo parlamentario del partido político que, de hecho, preside Carlos Puigdemont. Esta circunstancia obliga a Pedro Sánchez a actuar al disciplinado dictado de las querencias que la voluntad de Carlos Puigdemont señala.

Todos los de mi edad recordamos a Joaquin Bernadó, el elegantisimo matador de toros catalán. Aquel toreo suyo a la verónica con los pies juntos. Su toreo de porcelana con la muleta. Todo suavidad. Todo armonía. Todo finura. Todo elegancia. Fue una pena que Joaquin Bernadó no anduviera apañado con la espada. Cuantas magníficas faenas atropelló por esta causa.

Bueno, pues lo mismo que Joaquín Bernadó llevaba a los toros prendidos al hilo de los engaños, así torea Carlos Puigdemont a Pedro Sánchez. Le cita dándole distancias. Le deja llegar. Al toque, le mete en el engaño, y tirando muy suavecito con su muñeca prodigiosa se lo enrolla a la faja, para dejar al burel justo atrás, en los terrenos adecuados para, cruzadito, dar comienzo a una nueva serie.

Y lo asombroso es que Carlos Puigdemont no solo torea prodigiosamente, sino que también lidia. Es un diestro que conoce al “ganao”, como pocos toreros lo han hecho en la Historia de la Tauromaquia. Los viejos aficionados hablan de Pepe Bienvenida, que solo viendo a un toro, era como si al pobre animalito le hubiera pasado el test de Rorschach.

Recuerde el lector aquel festejo que se celebró en el Congreso de los Diputados con motivo de la votación de la ley de amnistía a los encausados por el golpe de estado producido en Cataluña. Ley dictada, con susurros muy melosos y calladitos, por Puigdemont, al atento y receptivo oído del cameladito Pedro Sánchez.

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No acudió Puigdemont al coso aquel día. Aquella faena, “sobrao” como estaba de facultades, se permitió el lujo de realizarla por teléfono. A la plaza solo mandó a su cuadrilla. Y su cuadrilla fue la que, bajo las pautas recibidas del maestro, llevó a término la soberbia y poderosísima faena.

Llegado el trance votacional se plantaron los miembros de aquella extraordinaria cuadrilla en los medios del anillo, conocedores de los terrenos y de las querencias, y ya justo en la boca de riego, lanzaron a los tendidos un sonoro, rotundo y radical ¡Noooo!

¡Que poderío! ¡Cuanta torería!

Las gentes quedaron suspensas en una atmósfera de asombrado estremecimiento.

¡Eso sí que es lidiar por bajo a un toro!, exclamaban unos . Otros, entusiasmados, con gestos afirmativos gritaban: ¡Ni Domingo Ortega! ¡Ni Domingo Ortega! Traían a colación a Domingo Ortega porque cuentan las crónicas que cuando doblaba a un toro por bajo aquel extraordinario lidiador, se oían en el tendido los “crujíos” de los huesos del bicho. ¡Si señor! ¡Si señor! ¡Así se lidia a un toro¡ Proclamaban muchos llenos de admiración. ¡Que maravilla! ¡Que forma de ahormar la embestida¡ ¡Y solo con la cuadrilla!.

Un macero metido en años, que daba escolta a la mesa de la presidencia del Congreso de los Diputados, con los ojos humedecidos de emoción, mascullaba para sus adentros aquellos versos de Lorca que dicen:

Uno, dos y tres

Tres banderilleros en el redondel

Sin las banderillas, tres banderilleros

Solo tres monteras tras los burladeros.

Y es que Carlos Puigdemont es muy buen torero. Además se gusta y en el lance se abandona. Por otro lado, sus adornos en la cara del toro rebosan torería, derrochando su toreo arte, empaque, garbo, gracia y salero. Sin duda, la calidad de este magnífico diestro ha sido la fuente inspiradora en la que ha bebido Toni Fornés para dar a luz su divertidísimo ninot. Ninot que ha denominado “El sometimiento” y que habrá de arder la noche de fallas, el día de San José.

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Sí. La sodomización de Pedro Sánchez por Carlos Puigdemont, en madera, cartón y pintura será pasto del fuego en fallas.

Son las fallas esa magnifica fiesta en la que el fuego limpia las almas. Cuando las infinitas lenguas ardientes, con sus lamidos, entregan a la nada oscura de la noche toda la realidad que los ojos humanos contemplan, lloran las gentes. Lloran las gentes porque en sus entretelas también quieren soñar que las llamas queman, devorándola, toda la basura que, almacenada, colma sus adentros. Y por esto lloran las gentes. Las gentes lloran de alegría.

Pero cuando pasadas las fallas el ninot creado por Toni Fornés haya desaparecido convertido en humo que ya se ha ido, las gentes habrán de llegar al convencimiento de que Pedro Sánchez y Carlos Puigdemont no son las meras partes de un ninot, sino entidades reales. Cuando pasadas las fallas el convulso ritual sodomita fallero haya traspasado las puertas de la nada, las gentes deberán admitir que Carlos Puigdemont y Pedro Sánchez son entidades vitales aunque contingentes. Cuando pasadas las fallas se muestren los amores desnudos y apasionados de Pedro Sánchez y Carlos Puigdemont como meros recuerdos jocosos de una desdibujada cremá, habrán de tomar conciencias las gentes de que ambos personajes son seres humanos que gozan de una existencia plena.

Y entonces, en esos momentos, habrán de preguntarse las gentes, si existe algún varón español que pueda estar seguro de su honra y de su virtud.

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