19/05/2024 10:15

Ha pasado a la Historia como “el sendero de las lágrimas” . En virtud del Indian Removal Act de 1830 se acordó por parte de las autoridades estadounidenses la limpieza étnica de las tierras situadas al este del rio Misisipi. La totalidad de los indígenas debían abandonar sus tierras habitadas por ellos durante siglos para que, en las mismas se asentaran los colonos blancos procedentes de Europa. Decenas de miles de cherokee, seminola, chickasaw, muscogee, choctaw murieron de frio, enfermedad y hambre en aquella horrorosa y macabra maniobra de los poderes blancos de la nación anglo-norteamericana.

El pasado mes de febrero se aprobó en la Unión Europea la ley de Restauración de la Naturaleza. Leyendo su articulado nos viene a la mente el recuerdo de la Indian Removal Act. Sí. La Indian Removal Act proyectó sobre los indígenas estadounidenses el horror criminal y genocida engendrado en las mentes dirigentes anglosajonas. La Ley de Restauración de la Naturaleza aprobada en la Unión Europea, parece emular aquel comportamiento, pero ahora llevado a término sobre los campesinos europeos.

La ley de Restauración de la Naturaleza ordena que para el año 2030, quede prohibida toda actividad productiva rentable en el 40% de las distintas zonas tanto terrestres como acuáticas en el seno de la Unión Europea. Esta tiránica medida implica, como es lógico, la muerte de la agricultura en muchas de las naciones europeas. España, como el lector fácilmente puede conjeturar se hallará en el grupo de las naciones más perjudicadas.

De esta medida quedan exentas aquellas actividades dirigidas a la producción de energías renovables ya que estas son consideradas de interés público. Como si aplacar el hambre no fuera de interés público. La consecuencia directa es que se destruirán masivamente campos de cultivo para ser sustituidos por plantas de generación de energías renovables de origen fotovoltaico o eólico, las cuales contribuirán al enriquecimiento de las grandes multinacionales energéticas y a la miserialización de los sectores campesinos (agricultores, ganaderos, pescadores,,,)

Igual les ocurrió a los indios en Estados Unidos. Les quitaron sus tierras para dársela a los colonos blancos. Los agricultores europeos lo saben y, lógicamente tiene miedo a que a ellos les ocurra lo mismo. Protestan, pero tiene miedo. Es lógico. Recuerdan atemorizados lo que estipulaba la Ley para el Gobierno y la Protección de los Indios, del Estado de California, cuando dicho estado le fue arrebatado a Méjico por EEUU: “Cuando ocurre un brote de violencia india, el exterminio es el remedio más rápido, económico y efectivo de prevenir todas las demás dificultades”. Y lógicamente los campesinos europeos se acongojan.

La Ley de Reforma de la Naturaleza se vale de ciertos indicadores para llevar a término un diagnóstico del estado de la Naturaleza. Uno de estos indicadores es la densidad de mariposas existentes en un entorno. Los insectos son los agentes de los cuales la Naturaleza se vale para la polinización, y por lo tanto para el mantenimiento de la vida en su seno. Es curioso observar como la Ley de Restauración de la Naturaleza protege, fomenta e incentiva tanto a las centrales de energía eólica como a aquellas otras de carácter fotovoltaico. No importa que el zumbido producido por las primeras vuelva locas a las abejas y otros insectos huyendo del lugar, interrumpiendo de este modo el proceso polinizador sembrando de muerte el escenario circundante. Por otro lado, se constituyen en barreras mortales para las aves durante el día, y para los murciélagos durante la noche. Mas de trescientos mil de estos mamíferos voladores se calcula que mueren por esta causa todos los años en España; las segundas -las centrales fotovoltaicas- constituyen la causa de un aumento de la temperatura en dos o tres grados en los entornos donde son ubicadas. ocasionado perturbaciones medioambientales de inconmensurables consecuencias. Pero es lo mismo, los campesinos tienen la culpa de todos los males que los entornos naturales padecen.

Para explicar el por qué actividades tan extraordinariamente dañinas para la Naturaleza son fomentadas a costa de los intereses agrarios, deberíamos penetrar en los ámbitos de la criminología, ciencia que nos es ajena. Pero el lector puede, simplemente acudiendo a GOOGLE, comprobar las múltiples ramas, con corrupta hojarasca, a cuya sombra dan asiento las grandes multinacionales de las energías renovables a los políticos, sobre cuyos hombros habrá de caer la carga de genocidio campesino. Si ahora estamos viviendo la fiebre de las energías renovables y ello exige el genocidio de los labriegos en Europa, durante el siglo XIX se vivio en California la fiebre del oro lo cual habría de originar el holocausto indígena en aquellas tierras. Son procesos a los cuales su similitud les hace comparables.

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La Ley de Restauración de la Naturaleza establece la destrucción de presas y azudes en los ríos. Esta medida implica que la sequía devorará las explotaciones agrícolas europeas. Los españoles contemplamos con pesadumbre como ya han sido más de seiscientas instalaciones de este tipo las derribadas. Los secarrales invadirán los ecosistemas surgidos al abrigo de los embalses. La vida surgida a la vera de los pantanos morirá. La sed eliminará los regadíos que daban de beber a plantas y animales. La labranza perecerá y los agricultores y ganaderos bailaran con la pobreza a los sones que la miseria marque.

Igual se hizo en EEUU de América durante el genocidio indígena. “Mata a todos los bisontes que puedas. Cada bisonte muerto es un indio menos”, dijo en 1867 el coronel Richard Irving Dodge. Los indios comían la carne del bisonte, vestían con la piel del bisonte, con los tendones del bisonte hacían las cuerdas de sus arcos, incluso de las vejigas del bisonte hacían sus cantimploras. La desaparición de las manadas de bisontes, fue el tiro de gracia para ellos, en especial para sioux o lakotas. Igual les pasará a los campesinos europeos. Sin agua para sus riegos perecerán. Igual que a los indios a los que no llegaron a asesinar los anglosajones a los que les encerraron en reservas raquíticas a expensas de las miserables ayudas que el gobierno les proporcionaba tarde en el tiempo, mal en la gestión y nunca suficiente para una existencia digna. Igual se pretende hacer con los agricultores, ganaderos y pescadores europeos. Las ayudas que los gobiernos les ofrezcan serán las paladas de tierra con las que se cubran sus cuerpos en lo profundo de sus sepulturas.

El General Sherman decía en 1883 que el éxito contra los indios en el Oeste dependía más del tren que de los esfuerzos del ejército. Matar bisontes era un divertimento para los pasajeros del nuevo ferrocarril transcontinental. Los viajeros “no tenían más que abrir la ventanilla, asomar el rifle y apretar el gatillo”, nos relata el biólogo Alex Richter-Boix en “El primate que cambió el mundo”.

La caza del bisonte fue un arma de guerra, de conquista. Las consecuencias fueron desastrosas para los últimos nativos americanos libres, condenados irremisiblemente a depender de los suministros de las reservas y a despedirse de su forma tradicional de vida. Igual les pasará a los campesinos europeos. Empezó su ruina aceptando las subvenciones que les daban por dejar sus tierras baldías. Ahora se enfrentan al genocidio. Las gentes en Europa solo podremos comer lo que los políticos corrompidos y al servicio de las grandes multinacionales determinen.

La Ley de Restauración de la Naturaleza obliga a que las naciones presenten informes cada tres años mostrando en los mismos la sumisa obediencia a la normativa genocida. Las repercusiones de la aplicación de la Ley no se estudiarán hasta 2033, cuando ya sea imposible toda labor de recuperación de los desmanes realizados.

Los redactores de la Ley para la Restauración de la Naturaleza y los políticos europeos que con su voto la aprobaron colman de estúpida desfachatez su conducta cuando eximen de toda observancia ecológica y medioambiental en el cultivo a los proveedores extranjeros , cuyos productos habrán de sustituir a los originados por los labriegos europeos arruinados por los deberes a los que son obligados y exhaustos por las exigencias a las que son sometidos.

Este es otro aspecto cuya comprensión exige profundos conocimientos criminológicos, y obligados por nuestra ignorancia en este campo, nos atrevemos a sugerir al lector que buscando en GOOGLE logre información de los intensos y corruptos caudales que fluyen desde los lobbies norteafricanos a los responsables de las instituciones de la Unión Europea.

Los agricultores europeos tiene miedo. Recuerdan como se definía a los indios americanos en la declaración de independencia de las trece colonias ( 4 de julio de 1776) con ocasión del nacimiento de los Estados Unidos de América y se acongojan. Los despiadados indios salvajes, cuya conocida regla de lucha es la destrucción sin distinción de edad sexo y condición” se decía en aquella declaración, y todo para justificar el proyecto de exterminio genocida que ya anidaba en la mente de aquellos padres de la patria anglo-americana. Lo mismo se les dice a los agricultores europeos en los medios de comunicación cuando se da noticia de sus manifestaciones y protestas. ¡Fascistas! ¡Antisistema! ¡Antidemócratas! Se les dice y se les moteja. Cuando lo único que pretenden es poder seguir comiendo del trabajo que durante siglos han realizado. Lo mismo que les ocurría a los indios en EEUU. Y este fue el motivo de su perdición. Y esto lo intuyen los agricultores y ganaderos europeos. Y por eso tiene miedo. Ven que la maldad tiránica tiende su negro velo sobre sus cabezas al objeto único del latrocinio.

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Dice la Ley de Restauración de la Naturaleza que los suelos de los bosques habrán de ser enriquecidos con menudeo astillado de árboles muertos. ¡Si amigo lector!, tal y como podrá usted observar en las macetas del mobiliario urbano y en los bellos rincones ajardinados de su ciudad. Claro que esta medida enriquecerá la capacidad germinadora del suelo de los bosques. Esto es evidente. Pero lo que también es cierto que esta medida contribuirá de modo decisivo en la proliferación del fuego en el seno de los bosques europeos. Sobre todo, en los bosques mediterráneos. Pobres bosques portugueses. Adiós bosques españoles. Olvidémonos de los bosques italianos. Abandonemos los recuerdos de los bosque chipriotas, malteses y griegos.

Claro que metiendo herbívoros en los bosques se lograría su limpieza y al mismo tiempo su abonado. Pero ¡vade retro Satanás! Si es de los ganaderos de quienes nos intentamos librar. ¡Que se quemen los bosques! Y así se apañen nuestras venturas y riquezas. Váyanse al carajo caballos, gamos, vacas, ciervos, burros, corzos, ovejas y demás raleas que al cargo lejano y distante de guardas, vaqueros y mayorales harían el trabajo que la Naturaleza les encomendó cuando los parió. ¡Pero bueno! Y entonces los progres p´aqué estamos. Y si no destruimos ¿de qué vamos a comer?.

Es cierto que cuando se aprobó la Ley de Restauración de la Naturaleza el campo europeo se alzó en protestas. Las ciudades fueron invadidas por miles de tractores conducidos por agricultores. Algunos ganaderos mostraban a sus compatriotas en largas caravanas, los animales de cuyos congéneres proceden las chuletas que en su casa devoran. Muchos ciudadanos europeos, gracias a aquellas manifestaciones, aprendieron que los filetes de riñonada no están hechos de petróleo, y que la carne de falda no está fabricada en un laboratorio de bioquímica que unos extranjeros han instalado en el polígono industrial de Alcorcón.

Fueron muy provechosas aquellas manifestaciones. Fueron tan abundantes y multitudinarias en toda Europa que los políticos se asustaron. Por parte de Bruselas se declaró en suspenso la aplicación de la Ley, más bien se aplazó. Claro está que ya en ese momento los políticos españoles, borrachos de progresismo, habían destruidos seiscientas presas y azudes fluviales. P´a dar ejemplo a “Uropa” se dijo la hispana progresía. ¿P´a qué er agua? Habiendo horchata importada de Beijing (Pekín para los que no hemos hecho el master) que mola un huevo, se decían los progres. Mientras, el Ministro de Cultura de España, que es el colmo de progre decía que había que descolonizar el Museo de Prado, y un portero de un prostíbulo de mucho postín daba forma a los movimientos dinerarios de la élite política progresista. Élite progresista política, eso sí, llena de empaque y de tronío.

En junio habrá Elecciones Europeas. No sabemos qué saldrá de las urnas. Por mi parte me atrevo a recordar a los agricultores europeos que el año 1862 el Presidente de los Estados Unidos de América Abraham Lincoln ordenó la ejecución masiva más grande que se ha producido en la historia de EEUU. Fueron treinta y dos los ejecutados por ahorcamiento. Pendieron todos del mismo palo horizontal al cual las sogas estaban atadas. Allí, colgados del palo, entre tétricos espasmos, agonizaron y murieron. Allí colgados de aquel palo quedaron expuestos sus cadáveres a la multitud satisfecha. Aquellos treinta y dos ahorcados eran treinta y dos jefes sioux.

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