02/05/2024 05:20

Hay múltiples problemas en la sociedad española, cuyo abordaje debe realizarse. La actual situación, tomada por la confrontación de los dos extremos del espectro político y la labor sinuosa y criminal del separatismo, verifican el estado real de España. Siendo esta la situación, hay que rebajar la temperatura no solo para evitar una confrontación, sino para sugerir con firmeza las posibles vías de solución. Y si de solución hablamos, más que les pese a toda la canalla cainita, cuyo odio visceral no periclita porque va en su ADN, la solución nos la señaló Franco:

“… deponed, frente a los supremos intereses de la Patria y del pueblo español, toda mira personal” (Testamento de Franco a los españoles)

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El 1 de octubre de 1975 la historia se repetía, y los buenos españoles volvimos a estar a la altura (9 de diciembre de 1946) frente a otra perversa campaña que, disimulando las razones, pero con la misma motivación, se desataba contra España y contra Franco por sus seculares enemigos: el comunismo internacional y la masonería que no perdonaban a Francisco Franco que les hubiese hecho morder el polvo como Caudillo en la Cruzada de Liberación Nacional de 1936-39 y como Estadista de los 40 años de Paz y Prosperidad. Hoy esa misma motivación se repite.

Ahora bien, si la contestación de los españoles en las dos primeras ocasiones referidas fue impresionante, tanto, que el mundo comprendió que contra Franco no se podía ir de frente, cuarenta y cuatro después (29 de octubre de 2019) la profanación de sus restos mortales y la persecución de su persona, pensamiento y legado cubre de ignominia a esta generación de españoles.

Vale que vivamos un tiempo canalla, que la gran mayoría de los españoles sean unos malnacidos o que tengamos un monumento erigido a Satanás en el parque más bonito de España, pero el hecho de que se tenga que exigir no ya el respeto a la persona y a la Obra de Franco, sino el derecho a la libertad de expresión -derecho fundamental a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o informaciones- para “promover el estudio de la vida, el pensamiento y el legado del Franco, y difundir el estudio del Estado que rigió los destinos de España entre 1936 y 1975”, trasluce una evidencia que va mucho más allá del totalitarismo del Gobierno presidido por Pedro Sánchez. A menos, naturalmente, que se conceda al Gobierno actual, y particularmente a su presidente, un poder por encima del real…

¿Seguiremos cayendo en el absurdo de admitir este despropósito sin considerar la complicidad y cooperación de los poderes e instituciones del Estado, y de una gran parte de la sociedad española?

Se nos olvida algo fundamental. Se olvida que en el principio ya existió la tergiversación manipuladora de la verdad (la condena del Alzamiento del 18 de julio y del Régimen de la Victoria), y esa tergiversación estaba en el seno del régimen del 78 (la exoneración de toda culpa al genocida Santiago Carrillo, Pasionaria, Tarradellas y demás asesinos a los que la historia había sentenciado). Y que por medio de esa tergiversación se aprobó la actual ley de memoria histórica socialista. [1].

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Y se nos olvida algo mucho más concreto, el ignominioso proceder de quienes más obligados estaban en defender su memoria: 1º. Felipe VI, por cuanto representa una dinastía instaurada por Franco. 2º. La jerarquía eclesiástica al más alto nivel (el mismísimo Papa Francisco), y particularmente la jerarquía española, con quien fue distinguido por S. S. Pío XII con el Gran Collar de la Orden Suprema de Cristo, llegando al extremo de no manifestar protesta alguna por la profanación sus restos mortales de la Basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos o poner serias dificultades para oficiar una misa por su eterno descanso. 3º. Las Fuerzas Armadas hacia quien fue uno de los mejores soldados de España y Generalísimo de sus Ejércitos, consintiendo que se borre toda memoria de su legado militar. 4º. La justicia -la misma que ha legitimado a Bildu; la que archiva la querella del PP contra el fiscal general, pese a los indicios de delito por ascender a Dolores Delgado como fiscal de Sala en la Fiscalía Togada; la que indulta a Griñán y a otros penados en el mayor escándalo de corrupción política en España, los ERE-, no garantizando el derecho a la libertad de expresión de muchos españoles, vulnerado al mismo tiempo la libertad de cátedra. 5º. La Real Academia de la Historia no alzando su voz autorizada ante la tergiversación histórica que se hace de la República, el Alzamiento y, sobre todo, de la figura y la Obra de Franco. 6º. Los españoles en general, y muy particularmente los hijos de millones de españoles que, procediendo de los estratos más humildes de la sociedad, alcanzaron el estatus de clase media gracias al Régimen que acaudilló Franco, pudiendo gozar de un progreso social como nunca habían soñado.

Borraron todas tus huellas
negaron todos tus pasos,
aventaron tu semilla
y hasta tu nombre olvidaron.
[2]

Es cierto que el oscurecimiento en el que se ha instalado España, consiste en no reconocer la verdad de las cosas. Y más cierto todavía, es, que el miedo atenaza y que la valentía es un don escaso. Por eso hay que honrar a los valientes. Y si se trata de honrar a los valientes, desde estas líneas escritas a vuela pluma felicito muy sinceramente a don José Luis Corral, que, pese a la espada de Damocles (ley de memoria socialista) sobre su cabeza, ha seguido organizando públicamente los actos de tres fechas gloriosas: 18 de Julio, 1 de Abril y 20 de Noviembre. Que es por lo que ha sido un honor haber participado como orador en esos actos, en los que públicamente nos jugábamos lo que muchos temían.

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Así pues, si hoy exigimos el derecho a la libertad de expresión para “promover el estudio de la vida, pensamiento y legado de Franco, y difundir el estudio del Estado que rigió los designios de España entre 1936 y 1975”, es, no lo dude nadie, por la complicidad y cooperación de muchos en la saña de un Gobierno totalitario e ineficaz contra uno de los mejores hijos de España por su impresionante legado.

No descanses todavía
Capitán Francisco Franco,
aún te queda otra batalla
¡la Guerra no ha terminado!
[2]

No, la guerra no ha terminado hasta que los enemigos de España y de la civilización cristiana (el comunismo internacional, hoy disfrazado o travestido, y la masonería) no vuelva a morder el polvo de la derrota, y sus cómplices y cooperadores, todo ese atajo de indignos cobardes, sean humillados.

¡Franco, Franco, Franco!

(Aclamación de los españoles durante 40 años)

[1] Y esta defensa que se hace de un hecho histórico y del Régimen que surge tras la Victoria del 1 de abril de 1939, para nada implica menospreciar a los muertos del bando rojo, compatriotas a los que sentimos, la inmensa mayoría confundidos como consecuencia de un orden social y político injusto. Ni desprecio, ni exoneración de culpa en los crímenes que se cometieron de nuestro lado por parte de desalmados o como consecuencia del clima de violencia que se desató en España durante el periodo comprendido entre1936-1939.

[2] Estrofas del poema a “Francisco Franco” de José Luis Santiago.

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