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La jerarquía social en los primates «pogres» puede cambiar con el tiempo, ya que los individuos pueden subir o bajar en la jerarquía en función de cambios en su comportamiento, posición social o las órdenes de su adiestrador (el amo del circo).
Existe una subespecie -o variedad- de macacos zurdos, tan curiosa y peculiar como peligrosa por las infecciones que acarrean.
De apariencia casi humana, estos primates de aptitud cognitiva deficiente no tienen origen conocido ni bien definido. Pertenecen a la jungla del internacionalismo y su casa está en las ramas de los árboles.
Los puedes encontrar en muchos hábitats del planeta, aunque pertenecen a la misma subespecie de mandrilones (Mandrillus perturbatus).

En argentina están los «PO» (partido Obrero), los «PTS» (partido de los trabajadores socialistas), y los de la «IS» (izquierda socialista), en el poder, esta el nefasto «risitas», Albertito «Fernande-hez».
De cuba podríamos afirmar que es el planeta de los simios en versión isla, ya que el «PCC» controla todo el país mediante un grupo de «Alouattas guariba cubensis» (monos aulladores) desbocados.
En Venezuela nos encontramos también a un «capo» de la variedad tropical «cheveremongi», pero además tienen otros clanes de simietes histéricos como los «PSUV», «PTT», «PCV», «MAS».
En Italia esta el «PCI» y el «Si», de la neurasténica judeoucraniana y lesbiana Elli Schlein.
En EEUU los «demonio ratas» capitaneados por un mandril con mandil y demencia senil. Y cada país tiene su propia colección de especímenes abyectos del mismo índole.

Todos tienen algo en común, el «comunismo» y que deben ser tratados con cautela y precaución porque son imprevisibles, muy agresivos e incompetentes para todo menos para la destrucción.

En España no ha tocado el gordo. Contamos con los más viles y pendencieros, los «podemongers» que en su versión española darían protagonismo a esta fauna de escasa agudeza mental e infames intenciones.

Los marxistas más esperpénticos del planeta. Los feministos más aberrantes de la historia y los mentirosos, narcisistas e ignorantes más descarados de esta parte del universo, gobiernan.

Estas criaturitas no suelen tener padre conocido o en el mejor de los casos, encierran poderosas dudas de quien pudiera ser su progenitor.

La explicación es muy simple, ya que debido a una malformación genética cerebral – quizás congénita -, su comportamiento es muy libertino y lascivo. Como los promiscuos «bonobos», estos aficionados al cariño indiscriminado son adictos a una actividad sexual desenfadada por decirlo suave.

Este comportamiento tan «progre» ocasiona familias desestructuradas y poco o muy mal organizadas. Curiosamente, también ocasiona pocas crías, ya que tienen la afición de asesinarlas en sus propios vientres mientras se gestan.

Los incompetentes podemongers suelen cohabitar en zoológicos poco cuidados y les apasiona estar hacinados. Es habitual encontrar piojos entre sus componentes y parece que esto no les molesta, incluso les complace y les atrae.

Podríamos decir, que sus hábitos de limpieza son tan escasos como sus burdos e inexistentes modales. En la mayoría de los especímenes que hemos estudiado, parece bastante obvio que tienen alguna clase de hidrofobia.

Para decirlo de una manera más especifica y concreta, podemos afirmar que el jabón es a un «podemonger», lo que un crucifijo, una estaca, el ajo o La Luz del sol a un Vampiro. Los podría matar – o eso creen ellos -.

Esto explicaría su apariencia y su afición a ciertos comportamientos insalubres y lúgubres.

A nivel psicológico es aún más preocupante, ya que parece que estos animalitos de la noche tienen una incapacidad manifiesta por la más básica lógica.

Tras algunos experimentos científicos, hemos podido comprobar que no solo son inmunes a cualquier explicación, sino que, además, parecen disfrutar con su propia torpeza e incapacidad.

De mirada bobalicona y sonrisilla fácil, estos primates de pequeño tamaño son amantes de la desidia, la intoxicación y la estulticia más terca.

Les gusta mucho agarrarse a la litrona de cerveza como si se tratara de una liana. A estos «titis» les encanta balancearse todo el día con esa característica expresión obtusa y ausente que los define.

Desconocemos a ciencia cierta si es un trastorno neurodegenerativo o simplemente llegan así de serie.

También son aficionados a cualquier sustancia que se les ponga a tiro – de nariz -, y no tienen reparos en probar cualquier elemento que puede abstraerlos de su encefalograma tan plano y carente de variedad como el desierto de Atacama (chile).

Cuando no están colgados, suelen quejarse de manera continua y desmedida, como si fuera alguna especie de comportamiento compulsivo ritual.

Gruñen y protestan, se golpean su pecho cuáles caricaturas de gorilas versión AliExpress. Estos eslabones de» sabe quien o que», se preocupan por temas tan carentes de interés como el impacto de las carreteras desde la perspectiva de la ideología de género y chorradas del género – estúpido -.

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Pero también tienen su lado artístico, hay que reconocerlo. Su color favorito es el rosa y el morado, aunque también les encanta todo lo que este pintarrajeado como el arcoíris. Son muy aficionados a las pinturas y siempre que tienen ocasión garabatean todo lo que tengan cerca de esas nerviosas manitas de simio.

En su versión femenina, les gusta pintarse el pelaje de la cocorota de colores creativos, en especial del azul más chillón.

Es ciertamente difícil diferenciar sus sexos -generos -, ya que el macho suele tener unos genitales del tamaño de una «canica» y la hembra actúa como si fuera ella la de las gónadas.

Sus comportamientos están entremezclados y parece ser que no establecen diferencias entre un género y el otro. De hecho, estos «macacos trepadores» son igual de vulgares y groseros indistintamente y parece que están completamente confundidos. Su desorientación es tan galopante que no sabrían ni definir lo que ellos mismos son.

A semejanza de los bonobos, estos orangutanes parafilicos son una especie de simios muy adictos al sexo. Fornican unos con otros sin motivo aparente y por cualquier circunstancia.
No sabemos si es por una carencia intelectual crónica o por mero aburrimiento, pero la penetración y la masturbación es el centro de su existencia.

Toda apunta que las hembras son las dominantes y los machos las sirven como manginas (hombre con vagina). Según parece, las hembras -que son poco agraciadas y muy escandalosas-, los tienen controlados por algún tipo de sortilegio primitivo. ¿Miedo?

Algunos científicos apuntan que es por miedo a dejar de tener acceso al sexo, aunque la mayoría de los machos es más aficionado al sexo anal con los de su mismo género.

El onanismo, el lesbianismo y otras formas de sexo rarote, es muy común entre los componentes de esta subespecie tan grotesca como simiesca.

Esa sería la razón principal porque no tienen crías. Las pocas que las tienen, suelen cuidarlas en soledad, ya que -o no saben quién fue el padre-, o este se largó a otra rama con otra ramera.
Además de pasarlo bien en sus orgías multitudinarias, también disfrutan de buenos ratos haciendo otras cosas.

Por ejemplo, se divierten desenterrando a humanos. Lo hacen continuamente y lo celebran con chillidos de júbilo instintivo, como si vencieran una batalla contra alguien superior.

Según hemos observado, sienten gran odio hacia los humanos y muy probablemente sea por la envidia que les ocasiona la capacidad de estos últimos.
Los podemongers son vagos y además de no servir para nada, ni lo intentan, ni se lo plantean.
Su manera de subsistir la tienen muy clara y no pasa por sus propios medios sino a través de otras especies.

Ellos, los sucietes detritivoros, quieren lo de los demás y si no lo tienen, se enfadan y patalean.

Dentro de su desorganización y caos, son capaces de elegir un jefecillo. Aunque esencialmente es un matriarcado, por alguna razón ponen a la cabeza de la manada a un espécimen que supuestamente sería macho.
Los podemongers eligieron a un «lémur rata» de cola revoltosa y de pelaje rojizo fuego.

No es el más hábil, ni el más inteligente del grupo, pero según podemos apreciar, es el más fanfarrón, falaz y devoto del gamberrismo más vulgar. El enano revoltosito se sube al roble (Roure en Catalán) y da la chapa contenta – o contento, ya no se -.
Les debe faltar una tuerca a los mequetrefes monitos que lo escuchan arrobados.

Sabemos que esta subespecie de micos, tiene un fallo en el hemisferio izquierdo del cerebro – el de la lógica -, pero hemos podido comprobar que en algunos casos podrían responder con cierto comportamiento medianamente inteligente.

Por ejemplo, los mandriles podemongers saben contar y sumar. Cuentan mentiras y suman riqueza. Y normalmente por este orden y uno como generador del otro.

El resto de babuinos braquicéfalos de la manada aplaude torpe, pero alegremente, como les roban las bananas.

Algunos estudiosos apuntan que estos mandrilones son narcisistas y se creen sus propias mentiras. Una especie de patología que los une en pro de la misma fantasía carmesí.

Como sus primos hermanos, los «titi emperador» (Saguinus imperator), una raza de monitos rojizos, no tan brutos, pero tan mentirosos y más ladrones si cabe. El jefecito de esta raza de simios revoltosos y farsantes, Antontonio, es muy poderoso. Sería como el rey de los monos en el planeta bermellón de los simios del PSOE.

Los podemongers – segundos en categoría tras los monos araña escarlata de la selva de moncloaca – son optimistas dentro de su incapacidad.

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Ellos mismos se jalean y afirman que pueden. Algunos lingüistas han podido comprobar que además de autoconsiderarse todos «hembras», repiten un mantra muy extraño donde afirman «poder».

Se desconoce si es una especie de religión incipiente donde los componentes repiten la letanía sin descanso para ver si logran que se concrete en algo, o es otra cosa.

Ahora parece que ha salido una versión «light» «chulísima» de esta tribu de primates del bosque color cereza violácea. Como un sucedáneo del clan podemonger, se autoperciben como «sumar». Todo apunta que es una escisión de la tribu «poder-mitad».

Ahora ya saben que pueden «sumar».
Algo es algo. Quizás en 10,000 años puedan aprender a multiplicar, aunque no sé si sería positivo, ya que multiplicar sus capacidades destructivas sería sin duda el Armagedón.

Según algunos científicos, han podido verificar que estos grupos o clanes, abogan por las mismas costumbres y comportamientos incoherentes. PSOE (soez), Mas (mas-tuerzos) y Podemos (potemos), son la misma panda, distintos tamaños de rabo y de pelaje.

Aficionados al desatino, al fraude y al absurdo, pretenden que los gusanos y las larvas sean el alimento de todos los humanos.
Mientras ellos, los subalternos de Davos, invocan un solomillo al Cabrales regado con un buen vinapio.

Estos monitos titiriteros son muy aficionados a subirse a sitios altos y gruñir con fuerza.
Señalan hacia la civilización y con gran agitación parece que se enervan de manera agresiva.
Cogen piedras y garrotes, y tras la arenga del macaco chepudo (che, pudo?), salen todos en tropel y al trote hacia todo lo que brille y esté limpio.

Estas criaturas olorosas hacen incursiones mal intencionadas para – además de robar – destruir todo lo que sea bello y organizado a su paso.

La «jauría del caos» dice poder y desde luego que puede; destruir todo lo que toca.

Los monos afeminados y odiadores de la verdad pululan por la ciudad con su galopar – de Galapagar -inmundo.
Quieren y pretenden convertir toda sociedad en una tribu de simietes pervertidos y porculizados.

Se huelen sus «upites» y se mean donde sea. Una de las capitanas de esta banda de chimpancés mequetrefes se hace llamar «Ada» (ada ada…). Es la baranda de una muchedumbre de rufianes que existe en el noreste de la península y que tiene acojonada a la población humana de esa zona.

La monita gordinflona y bravucona, la coordinadora de los cuadrúpedos separatistas, es famosa por su afición a marcar el terreno con una vulgar meadilla.

En todas partes de nuestra España, han procreado estas bestiecillas de sesera poco – y mal – evolucionada. Aunque muchos apuntan que no son naturales, sino creados en algún laboratorio social.
Algunos estudiosos sostienen que han sido diseñados y concebidos en algún oscuro antro de ingeniería social extranjero.
Otros afirman que se escaparon de algún zooilogico ilegal y otros más, que siempre han estado ahí escondidos y al acecho.

No conociendo muy bien de donde procede esta rebelión de los agresivos «Pan troglodytes» (podemongers), podemos concluir que también existen en otros países variantes de la misma estirpe piojosa.

La peligrosidad de esta primitiva especie radica no solo en su agresividad y dentellada brutal, sino en la infección que puede acarrear en la sociedad.

Al ser tan poco amigos del agua y menos aún del jabón, tampoco lo son de la pasta dentífrica y menos aún del cepillo.
De sus infectas fauces, además de salir salivajos y sonidos guturales desagradables, pueden salir enfermedades mortales.

Si uno de estos mariprogres mongoloides, te llegara a morder, puede ocasionarte daños duraderos.

Lo diremos de la siguiente manera: El dragón de Comodo que es famoso por tener una saliva venenosa y letal, a su lado, es la deliciosa boca recién lavada con enjuague bucal de menta, de una linda princesita virgen.
Y si aún no queda clara la definición, añadiré que la princesita era adolescente y llevaba una semana comiendo tan solo fresas silvestres no modificadas genéticamente…

Lo dicho. Esas bestiecillas de la horda roja de monos lelos, cuanto más lejos, mejor.

Pido disculpas a los pobres primates. Creo que me he excedido con ellos en esta comparativa satírica. Los podemongers – en todas sus versiones – no llegan a macacos, se quedan en ratas.

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