30/04/2024 14:16
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A resultas de la continuada edificación del relato del pasado conforme a los dictados de la ideología de género, del lobby LGTBI…, de la memoria histórica y del palo a Franco, he andado revisando las notas que se han publicado sobre el cantante Luis Mariano.

Probablemente pocos sepan hoy quién fue el tenor vasco Luis Mariano (Mariano Eusebio González García).

La biografía de Luis Mariano se ha prestado, en esa reconstrucción falsaria de la memoria, a la fácil manipulación por parte de tertulianos-periodistas-activistas. Así se le llega a presentar como ejemplo del artista que, por su debatida homosexualidad, tuvo que vivir en el exilio durante la oscura noche del régimen de Franco y que no gozó del éxito que merecía en España al ser marginado por la larga mano de don Francisco -homófobo de manual- que estaba en todo.

En realidad, la familia de Luis Mariano -él tenía 22 años- se marchó de Irún al iniciarse la guerra en 1936. Los nacionales entraron en la localidad en agosto y, además de las  razones políticas, parece evidente que sus padres trataron de evitar que su hijo tuviera que ir a la guerra; lo que quedaría avalado por el hecho de que falsificaran su edad para no ser movilizado en el exilio. Durante la guerra española estuvo en coro vasco que actuaba por Francia participando en actos a favor de la República.

En Francia inició sus estudios para convertirse, merced a su portentosa voz y a su tesitura, en cantante de ópera. Debutó en 1943 en el París ocupado por los alemanes y allí siguió actuando, es de suponer que ante la habitual presencia de los invasores que eran la autoridad. Según se cuenta, sin actividad importante, pertenecía a un grupo de la resistencia formado por sus compañeros de estudios en Burdeos o en París (hay dudas). Tras la II Guerra Mundial decide seguir el camino de la opereta, y actuará en funciones benéficas a favor de los republicanos exilados.

A partir de 1945-1948 se convertiría en el rey de la opereta, género a veces despreciado por los amantes de la ópera, pero triunfante en los años 40-50. A pesar de ello, Luis Mariano llegó a contar con el reconocimiento de la mismísima María Callas, siendo capaz de vender millones de discos en varios países, incluida la España de Franco. Su éxito se derivaba de su capacidad a la hora de aplicar el bel canto a composiciones ligeras, y en usar sabiamente su gran dominio técnico (les recomiendo escuchar su grabación de la canción “María Luisa”).  Hoy es reivindicado por cantantes de la talla de Juan Diego Flores o la virtuosa Cecilia Bartoli.

A finales de los 40 Luis Mariano era un ídolo en Francia, pero en España era, según nos cuentan, injustamente tratado por su supuesta homosexualidad y por sus opiniones antifranquistas.

Cualquiera, como es mi caso, que tenga memoria familiar, por haber nacido a principios de los sesenta, conoce la enorme popularidad y éxito de Luis Mariano en España y lo habitual que era escucharlo en la radio o tener el lujo de contar con un disco suyo.

Pronto comenzaría a incluir España en sus giras. El cine catapultó a Luis Mariano en España, más allá de que llegará al país como una estrella, como un divo con increíbles y ostentosos coches, con su cuidado estilo, acorde con el Paris de alta comedia artística en que él vivía, y su perrito. En 1951 se presentaba en el Teatro Arriaga de Bilbao en 2 recitales acompañado de Carmen Sevilla. En 1952 se publicaba uno de esos cuadernillos con las letras de sus canciones que se vendían en los kioskos y que prueban su popularidad. Además resulta que Luis Mariano grabó con Gloria Lasso una de las canciones más populares, vendidas y difundidas de finales de los cincuenta y principios de los 60, “Canastos”. En 1961, en plena popularidad, fue la gran estrella de I Festival de la Canción de Madrid y en la gala del Festival de Benidorm. Después vendrían sus actuaciones en TVE, que era la única tele en España, llegando al popular programa de “Esta noche con..” (yo recuerdo esa actuación siendo niño con el tenor cantándole a una foto de Carmen Sevilla). Pero la Dictadura ocultaba sus éxitos sin que EFE pareciera enterarse. ¡Hay que ser majadero!

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Pero retrocedamos en la cronología.

Así pues, cuando aún andábamos en los estertores del bloqueo internacional, Luis Mariano se presentaba para actuar en territorio hispano. ¡Qué cosas!

En 1950 rueda “El sueño de Andalucía”, pero se plantea el problema de su pasaporte que es inmediatamente solventado por la embajada española en París. Un rodaje en el que se enamoró de Carmen Sevilla (además de un enamoramiento juvenil fracasado la aparición de la española puso fin a los rumores de noviazgo con otra actriz).

Luis Mariano se convirtió en una estrella de la pantalla en Francia y en España. El éxito de sus películas en el suelo patrio ya lo quisiera cualquier cinta hispana de los últimos 50 años. El marginado con ocultos éxitos rodó tres películas con Carmen Sevilla, de la que según sabemos se enamoró (la cantante Gloria Lasso negó su homosexualidad al igual que alguno de sus músicos) hasta pedirle matrimonio  (después se le relacionaría con Anny Cordi que fue su amiga hasta su muerte).  Al saltar los rumores de boda, contaba Luis Mariano, le llegaron miles de cartas de fans protestando. En su libro “Mi vida y mis amores”, que no pocos borran de su trabajo, anotó: “Desde la primera vez que vi su rostro no me pude contener de decir, como en los cuentos de hadas: he aquí la chica ideal… Carmen no ha sido para mí, por desgracia, más que una camarada”.

Volvamos al cine. Conviene en este punto recordar que estas películas eran coproducciones hispanofrancesas, pese al proverbial aislamiento español. Entre ellas uno de sus grandes éxitos en Francia, España e Hispanoamérica,  la mítica “Violetas Imperiales”; pero también “El sueño de Andalucía” (1951), “La bella de Cádiz” (1953) o “El cantor de México”.

¿Y Franco? Pues resulta que a don Francisco, al que gustaba la zarzuela (sobre todo “Marina”, que es musicalmente una ópera, y “El rey que rabió”, que es una opereta), también el cine, debía gustarle Luis Mariano. Así que le invitaron a actuar, pese a su pedigrí de “republicano y presunto maricón o al menos amanerado”, en los actos que realizaba en La Granja con motivo del 18 de julio, aniversario del glorioso alzamiento nacional, según se decía en la época. Y Luis Mariano actuó ante Franco, su gobierno, autoridades y cuerpo diplomático. Ni corto ni perezoso, en una ocasión, le comentó a Franco la situación de su familia en el exilio y la falta de pasaporte por lo que no podían volver. Ni que decir tiene que ello se solucionó de inmediato. Me imagino, con esa forma peculiar que tenía Franco de ordenar, diciéndole a quien fuera: “Que bien canta Luis Mariano, creo que la familia tiene algún problema con su documentación”.

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No fue suficiente, y al “republicano y maricón”, que dirían con mala baba o intención insultante algunos, le otorgó la Cruz de la Orden de Isabel la Católica. La concedió, según avezados autores actuales, al injustamente marginado actor y cantante, seguro de que así ocultaba sus éxitos; a quién, según otro autor, era “poco considerado en España” (prefiero no citar los nombres, pero ¿de dónde saldrá tanto ilecto?).

Curiosa marginación, censura, ocultación y falta de reconocimiento que choca con el relato de quienes hablan de Luis Mariano más por su forzada conversión en icono homosexual que por su talento como artista (anuncian una obra titulada “El novio de España” sobre el “romance” interesado para presentarse como hetero  con Carmen Sevilla, pero vistas las patadas a conveniencia de una obra anterior de los autores, “En tierra extraña”, todo cabe para transmutar la realidad en la ficción interesada). A Franco, visto lo visto, solo debió  importarle  el talento por encima de los chismes y los rumores. Un artista que siempre se sintió orgulloso de su tierra y de ser español, pese a que el propio De Gaulle quiso hacerlo francés.

PD.Muchísimos años después de su muerte, en 2017, se volvió a estrenar en España, en su versión teatral, “El cantor de México” en homenaje a Luis Mariano. Coincidieron en las butacas Carmen Franco y Pedro Almodóvar. Carmen confesó su nostalgia por el cantante.

PD2. Luis Mariano, en pleno régimen de Franco, desfiló con la compañía de la Real Unión en el Alarde de San Marcial en su natal Irún. Como en el caso de su actuación en el teatro Arriaga se corrió después el rumor que le llamaron maricón y que, es esta ocasión, sus compañeros desfilaban con la mano en el trasero. Nada confirma que esto último fuera cierto, aunque sí parece que alguien lo gritó cerca de la Iglesia fuera del desfile, imbéciles siempre hay. Más allá de ello, los reportajes fotográficos muestran el calor popular en torno a su famoso paisano.

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Aliena

Es curioso que todos estos petardos no examinen la gran cantidad de películas españolas que, lamentablemente ( en mi opinión ), rodó el sujeto, con esos discutibles gorgoritos y cara de bobalicón, fuera homosexual, hetero, bi o todo lo contrario. Y es que el cine español, y se ve en los años 40, pudo llegar a ser un cine glorioso y todo eso se echó abajo con tanta folclórica, flamenco, Cármenes Sevillas, Luises Marianos, Joselitos… y tanta crítica social, pobres de solemnidad y pícaros. En cuanto a los actores, he llegado a la conclusión de que el Régimen no es que fuera bastante ecuánime, sino que pecó de ingrato. En fin.

Última edición: 9 meses hace por Aliena
Alberto Mallofré

Aliena, otras veces dice usted cosas sensatas, pero esta vez no.
El cine español de los años 40, 50, 60 y primeros 70 fue un cine de gran calidad en su conjunto, y en él había películas folklóricas, sí – y algunas muy buenas; no hay por qué despreciarlas – , y «de pícaros» (como la magistral Los tramposos, una de las mejores películas de nuestro cine), pero también de otros géneros. Y figuras como Luis Mariano, la recientemente fallecida Carmen Sevilla o Joselito merecen un respeto. Si no le gustan esas películas, no las vea, pero no se meta con ellas. A muchos nos gustan. Y el Régimen de Franco no fue «ingrato»; los ingratos han sido muchos actores (no todos), que con ese Régimen trabajaron y vivieron muy bien y luego se han dedicado a criticarlo. Por favor, tengamos la fiesta en paz y no tiremos piedras contra nuestro propio tejado.

Ramiro

En tiempos de Franco, al menos en la última etapa, que fué la que yo conocí, los homosexuales y las lesbianas hacían su vida tranquilamente, y nadie se metía con ellos.
Ahora bien, lo que no había es la «exaltación» de esas «aficiones» sexuales, como sucede actualmente.

Geppetto

La sociedad salda de la guerra civil no estaba para mandangas y mariconadas
Habia que currar para sacar a la familia o lo que es igual a España adelante.

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