23/05/2025 14:02

La ufanía sin medir la consecuencia de los actos se convierte en un mal que afecta a quien imprudentemente se deja llevar por los impulsos de lo interesado. En esta vida, cierto es, nada es lo que parece. A menudo la imagen que se da desde un escenario difiere de la verdadera inspiración que se mueve entre bambalinas. El actor es agradable ante el público y agrio, displicente o ingrato cuando no finge para complacer a la audiencia. En mi caso descubrí lo desabrido de variados actores del escenario mediático, seguro de que tanto engaño en la siembra posee con el paso del tiempo una recogida acorde al falsario. Y no me equivoqué con la actriz Begoña Gerpe, quien ahora denuncia estar amenazada de muerte por un desquiciado, supuestamente, advirtiendo de las deficiencias administrativas de la Justicia que la dejan en indefensión por incomprensibles dilaciones para abordar judicialmente su caso. Culpa a la Justicia si un día aparece su cuerpo sin vida en cualquier esquina… No llegará a tanto pero hace casi dos años le menté el karma.

 

Begoña Gerpe es una abogada que aprovechando el tirón de una España desajustada y trágica se montó al carro de la fama e intentó meter cabeza en todos los asuntos de trascendencia pública para beneficiarse personalmente con ello, no sólo por lo pecuniario que puede conllevar en lo profesional sino también por la nutrición del ego que parece traspasar las pantallas cuando suelta sus discursos acerca de esta España del desaguisado conveniente para tantos parásitos de la protesta interesada. Hipócritas. Cuanto peor mejor, son los efectos residuales de la catástrofe en aquellos que se benefician de la tragedia y el sufrimiento del prójimo, siendo intocables en sus burbujas de cobarde indiferencia por el dolor de los demás.

Así lo constaté en su momento:

Begoña Gerpe: Cuando lo desalmado se disfraza de discurso patriótico. Por Ignacio Fernández Candela

 

Son muchos los desaprensivos que aprovechando la tragedia ajena de la plandemia covid, un infernal aquelarre con decena de miles de ejecutados por sedación protocolaria, entre ellos mi padre y el padre de mi mujer, se montaron en el tren del arribismo para tomar impulso hacia la fama carentes de sensibilidad por el dolor de quienes afrontamos un año 2020 de pesadilla. Para más inri contemplamos asqueados a los buitres que se hicieron llamar influencers para soltar sus peroratas insensibles, seguros de que la oportunidad del estrellato llegaba cuanto más cruento fuese el panorama de la muerte, aupados por el dolor inmenso que causó tanta tragedia, eso sí, ellos bien seguros tras la barrera del oportunismo. Así surgieron como brotes de inmundicia otrora becarios como Josué Cárdenas y otros cuantos más enfrentados en competencias sucias para asomar las orejas, cuanto más mejor, en la plaza de las villanías en que Sánchez convirtió una  España abierta a la depredación y al parasitismo de los aprovechados de turno. Porque no se engañen con los discursos fingidamente nobles o patriotas: todas las víboras poseen colmillos y son acerados y ponzoñosos. Deberían observar tras las miradas frías de muertos inexpresivos, las intenciones de estos parásitos que se encumbran con el impulso de la falta de escrúpulos. Vine a comprobarlo por mí mismo con este Josué Cárdenas que asomó la patita de lobo y ventajista con la publicación de un libro de vergüenza ajena.  En él pretendía denunciar suciamente lo que se hace llamar fachosfera, con el objetivo de ganar la carrera competida del periodismo en España. Un sucio ardid de repugnancia editorial que, por cierto, parece haber fracasado porque es elemental nota asonante aquel que no duda en traspasar las líneas rojas de la decencia para ganar una carrera competitiva sacando trapos sucios que, sin duda, él mismo esconde para dar una falsa apariencia de santidad. Y a fe mía que de santo este Josué no tiene absolutamente nada. Victimizado si tercia y depredador en guardia permanente. Todo lo que alberga de joven lo tiene de rastrero; sólo se necesita la experiencia personal para calarlo y descubrir que el supuesto aliado puede ser el más carroñero de los traidores, como han podido comprobar los tantos que han trabajado con él. Los actuales tarde o temprano sabrán con quién tratan.

Retornando al lamento de la soberbia que encarna Begoña Gerpe, bien puede decirse que la fama buscada se ha convertido en una soga al cuello no sólo por la supuesta amenaza de un perturbado, sino también por la camisa de once varas que suele vestir al atacar sin ambages a la etnia gitana que se ha querellado contra ella por verter críticas acerbas contra todo un colectivo, presuntamente sin excepción. Cuestión aparte fue cuando con mísero tono doliente vino a justificarse en sus palabras con una espada de Damocles querellante en la identidad de la brillante abogada Séfora Vargas Martín.

Si bien los afanes de protagonismos sin la mínima humildad pueden revolverse contra el confiado que busca a toda costa la fama, siempre queda el aspecto positivo de la cura de humildad que la existencia propicia a modo de lección inolvidable que, además, sirve para el balance de la evolución del espíritu, cuestión nada desdeñable cuando estamos de paso por estos lares y todo es efímero en lo terrenal. La conciencia es un bien severo que tarde o temprano llama a las puertas de la responsabilidad personal e intransferible. Desde aquí le deseo a la afamada abogada que la sangre no llegue al río y pueda contar sus experiencias, incluso la de verse imputada por un delito de odio a causa de su lenguaraz ligereza para expresar pareceres que podrían brindar interpretaciones confusamente racistas.

Al día de hoy, la afamada abogada de estos tiempos oscuros podría preguntarse si vale la pena meterse en los fregados del egotismo para quedar en la evidencia lastimera de una expectativa sombría. El tiempo lo dirá.

En cuanto a Josué Cárdenas, el engañoso públicamente Josué Cárdenas, ese mismo tiempo escribirá su historia de traición. La oratoria del adalid de pacotilla es la taimada conveniencia, no se equivoquen. No es trigo limpio a pesar de la re-pública apariencia.

 

Autor

Ignacio Fernández Candela
Ignacio Fernández Candela
Editor de ÑTV ESPAÑA. Ensayista, novelista y poeta con quince libros publicados y cuatro más en ciernes. Crítico literario y pintor artístico de carácter profesional entre otras actividades. Ecléctico pero centrado. Prolífico columnista con miles de aportaciones en el campo sociopolítico que desarrolló en El Imparcial, Tribuna de España, Rambla Libre, DiarioAlicante, Levante, Informaciones, etc.
Dotado de una gran intuición analítica, es un damnificado directo de la tragedia del coronavirus al perder a su padre por eutanasia protocolaria sin poder velarlo y enterrado en soledad durante un confinamiento ilegal. En menos de un mes fue su mujer quien pasó por el mismo trance. Lleva pues consigo una inspiración crítica que abrasa las entrañas.
https://www.linkedin.com/in/ignacio-fern%C3%A1ndez-candela-59110419/
LEER MÁS:  Sobre el apagón: más que una hipótesis. Por Francisco Bendala Ayuso
Suscríbete
Avisáme de
guest
1 comentario
Anterior
Reciente Más votado
Feedback entre líneas
Leer todos los comentarios
Javier Marzal

Muy valiente este artículo contra una persona tan mediática. Está abogada invitó públicamente a las nuevas formaciones políticas a darlas voz en su canal, dos veces se lo pedí y no obtuve repuesta mientras entrevistaba a otros

1
0
Deja tu comentariox