28/04/2024 06:28
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El sanchismo es básicamente un proyecto de poder que, dada la carencia de escrúpulos morales de su líder, es capaz de articularse con cualquier tipo de ideología. Este hecho explica el que, nada más conocerse los resultados de las pasadas elecciones generales de 2019, Pedro Sánchez pactara un Gobierno de coalición con la izquierda radical podemita y recabara el apoyo de los golpistas catalanes y los filoterroristas vascos. Esta política de pactos conllevaba inevitablemente poner a España en manos de sus seculares enemigos, los unos por internacionalistas e hispanófobos, los otros por separatistas y racistas. A su vez, el acuerdo con comunistas e independentistas suponía dotar al sanchismo de un “cuerpo doctrinal” fundamentalmente basado en el pensamiento woke, el neomarxismo identitario, el globalismo plutocrático y el rupturismo secesionista. Todo ello se ha ido concretando a lo largo de esta legislatura en un programa de gobierno vehiculizado a través de proclamas populistas carentes de contenido y plasmado en el asalto a la Justicia, la colonización de las instituciones del Estado, el ataque a la propiedad privada y la promulgación de un conjunto de leyes que atentan contra la salud democrática, moral, social y económica de la nación española.

Una de las piedras angulares del proyecto de poder sanchista es la “Ley de Memoria Democrática” (LMD), ya que no solo restringe la libertad de expresión, cátedra, reunión y asociación, sino que su formulación establece la existencia de españoles buenos, esto es, aquellos ideológicamente de izquierdas y defensores de la 2ª República, y españoles malos, es decir, aquellos ideológicamente de derechas y herederos del franquismo, sin permitir esta perversa dicotomía el más mínimo análisis racional de las luces y sombras que se dieron en ambos regímenes políticos. Más allá del manifiesto sectarismo de la LMD, el problema ha sido que buena parte de la derecha política, sociológica y mediática ha admitido dicho discurso maniqueo sin oponer resistencia alguna, cuando lo que debería haber hecho es poner en valor los logros del franquismo sin por ello restar importancia a sus fracasos, para, a continuación, contraponer todo ello a los desmanes llevados a cabo por el conjunto de la izquierda durante la 2ª República, entre los cuales cabe destacar la quema indiscriminada de iglesias y conventos, el asesinato de religiosos y falangistas, el “Golpe de Estado” de octubre de 1934, la violencia y el fraude en las elecciones generales de 1936 y la cruenta ejecución en julio de ese mismo año del político conservador José Calvo Sotelo por parte de un guardaespaldas del socialista Indalecio Prieto. Tal cúmulo de fechorías desembocó, como no podía ser de otra forma, en la “Guerra Civil Española”, cumpliéndose así el deseo explícito del líder socialista Francisco Largo Caballero, también conocido como “el Lenin español”. En consecuencia, el sanchismo con la promulgación de la LMD no ha hecho otra cosa que destruir por completo la paz social y el espíritu de concordia que hizo posible la llamada “transición española”, con la única y espuria intención de perpetuar su proyecto político de dominación social.

Otro de los pilares esenciales del sanchismo es la llamada “ideología de género”, la cual, desafiando a la ciencia, consagra que tanto el género como el sexo de las personas no depende de su biología sino de la percepción que de sí mismo tenga cada individuo, abogando, en consecuencia, por la autodeterminación de la propia identidad sexual. Este planteamiento teórico contranatural y anticientífico se ha visto reflejado en una serie de leyes ideológicas las cuales, en primer lugar, establecen una mayor condena a los hombres que a las mujeres por delitos de violencia en el ámbito de la familia, así como la inversión de la carga de la prueba en el caso de presuntas agresiones contra la mujer por parte de su cónyuge presente o pasado (“ley de violencia de género”), a su vez, permiten iniciar el cambio de sexo a partir de los 12 años, sin necesidad de contar con el permiso de los progenitores ni con un informe psicológico que lo justifique (“ley trans”) y finalmente, en el colmo de la infamia, en lugar de proteger a las mujeres disminuyen las penas para los delitos sexuales, de tal forma que más de 1.000 violadores y pederastas han visto rebajada su condena (“ley del solo sí es sí”). Todo ello se ve agravado por el desarrollo de una nueva forma de explotación de la mujer como es la gestación subrogada, a la que cada vez con más frecuencia recurren las parejas homosexuales dadas sus carencias procreativas. No satisfecho con tamaños atropellos a la razón y a la biología, el sanchismo ha impuesto el adoctrinamiento escolar en ideología de género, impidiendo de esta forma que los padres puedan ejercer su legítimo derecho a decidir el tipo de educación moral que reciben sus hijos, lo cual en la práctica supone un ataque frontal a la familia como núcleo básico de socialización y formación en valores. En definitiva, la ideología de género, elevada a la categoría de ley por el sanchismo, conceptualmente es un bodrio anticientífico por contravenir la propia biología del ser humano, jurídicamente conculca la Constitución española por suprimir la igualdad ante la ley entre hombres y mujeres y educativamente resulta profundamente perturbadora para las futuras generaciones.

A su vez, el sanchismo ha convertido a la “Agenda 2030” en otro de sus estandartes ideológicos, cayendo en un fanatismo climático de salón, ya que sus soflamas sobre el calentamiento global no se corresponden con el cuidado efectivo del medio ambiente. En cualquier caso, en este punto son varias las cuestiones que es necesario puntualizar. Así, en primer lugar, la Agenda 2030 presenta 17 “Objetivos de Desarrollo Sostenible” que son perfectamente asumibles, si bien, como se desliza subrepticiamente en el objetivo 17, su finalidad última es el establecimiento de un “Nuevo Orden Mundial” en el que la gobernanza del mundo, una vez eliminada la soberanía de las naciones, pasará a estar en manos de las élites globalistas financieras y tecnológicas, con lo cual el proyecto en su conjunto presenta una impronta estremecedoramente totalitaria. A su vez, en segundo lugar, el vertiginoso modo impuesto desde las más altas instancias de poder para llevar a cabo la transición energética tan solo perjudica a las capas más vulnerables de la sociedad, por ser éstas incapaces de asumir el coste del cambio de modelo productivo, lo cual explica que el propio lema del Foro Económico Mundial celebrado en Davos en 2016 fuera “En 2030 no tendrás nada y serás feliz”, anticipando de esta forma el gulag en el que quieren convertir al planeta entero. Por último,  es necesario tener en cuenta que tan solo Estados Unidos, China, India, Rusia y Japón emiten a la atmósfera el 60 % de los gases de efecto invernadero, mientras que España tan solo emite el 0,4% del CO2, razón por la cual no está justificado de ninguna manera el profundo y vertiginoso cambio de paradigma en el sector energético que se está llevando a cabo por parte del sanchismo, salvo que lo entendamos en clave de sumisión a los postulados globalistas. De hecho, dando muestras de su desmesurada hipocresía, más allá del discurso ecofriendly el psicópata monclovita no ha hecho otra cosa que viajar en el Falcon con la consiguiente emisión masiva de gases de efecto invernadero, destruir más de 100 embalses poniendo en peligro el abastecimiento de agua a la población e impedir la prevención de incendios forestales mediante el desbrozamiento de los bosques a través del pastoreo, entre otras cuestiones de no menor importancia. En definitiva, la entusiasta adhesión del sanchismo a los planteamientos de la Agenda 2030 solo puede responder a oscuros intereses globalistas, ya que sus políticas conllevan indefectiblemente la progresiva eliminación del sector primario y la imposibilidad de explotar los propios recursos energéticos existentes, condenando así a España a la dependencia alimentaria y energética como antesala de la depauperación económica de gran parte de la población.

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Por último, otro bastión ideológico del sanchismo es “la defensa del multiculturalismo” y la consecuente permisividad con la inmigración ilegal. Así, nos encontramos con unos controles fronterizos absolutamente ineficaces debido a la escasa dotación de medios policiales dedicados a la lucha contra las mafias de tráfico de personas, a su vez existe una pasividad absoluta a la hora de proceder a la deportación de los inmigrantes afectados por una orden judicial de expulsión y, por último, existe un “efecto llamada” debido a la equiparación de derechos de los inmigrantes ilegales con las personas que residen legalmente en España y pagan sus impuestos. Como consecuencia de todo ello el número de inmigrantes ilegales ha crecido de forma exponencial durante la presidencia de P. Sánchez, lo cual no ha hecho otra cosa que aumentar la delincuencia y la economía sumergida. Todo ello se ve agravado por la dilución de la identidad cultural española como consecuencia de la proliferación de guetos musulmanes donde rige la sharia, esto es, el sistema legal islámico, algo que desgraciadamente estamos viendo en Francia, con los actos vandálicos protagonizados por la población musulmana de origen inmigrante que no se siente francesa ni respeta el marco de convivencia que la modernidad ha propiciado. Ante esta situación y teniendo en cuenta los deseos de la izquierda de regularizar inmediatamente a todos los inmigrantes ilegales residentes en España, solo cabe inducir que estamos ante un intento por parte de la izquierda de crear una nueva red clientelar de voto cautivo que la permita perpetuarse en el poder.

En conclusión, el sanchismo es un proyecto totalitario basado en la mentira compulsiva, la manipulación ideológica, la tergiversación de la historia, el falseamiento de la realidad y la subordinación a los postulados populistas y separatistas, todo lo cual obviamente solo puede traer consigo el tenebroso imperio de la opresión y la miseria, acompañado de la deconstrucción de la nación española. Por todo ello la derogación del sanchismo no solo resulta de extrema necesidad para el mantenimiento de una sociedad unida, libre y próspera, sino que también se ha convertido para todos y cada uno de los ciudadanos de este país en un imperativo moral en el sentido más kantiano del término.

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Autor

Rafael García Alonso
Rafael García Alonso
Rafael García Alonso.

Doctor en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, Especialista en Medicina Preventiva, Máster en Salud Pública y Máster en Psicología Médica.
Ha trabajado como Técnico de Salud Pública responsable de Programas y Cartera de Servicios en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria, llegando a desarrollar funciones de Asesor Técnico de la Subdirección General de Atención Primaria del Insalud. Actualmente desempeña labores asistenciales como Médico de Urgencias en el Servicio de Salud de la Comunidad de Madrid.
Ha impartido cursos de postgrado en relación con técnicas de investigación en la Escuela Nacional de Sanidad.
Autor del libro “Las Huellas de la evolución. Una historia en el límite del caos” y coautor del libro “Evaluación de Programas Sociales”, también ha publicado numerosos artículos de investigación clínica y planificación sanitaria en revistas de ámbito nacional e internacional.
Comenzó su andadura en El Correo de España y sigue haciéndolo en ÑTV España para defender la unidad de España y el Estado de Derecho ante la amenaza socialcomunista e independentista.
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JoseAntonio1

Buen artículo que describe bien al oportunista Pedro Sánchez y toda la dinámica destructiva que ha generado y que generará si nadie  lo impide. Pedro Sánchez y partidos afines han actuado como un potente imán de todo lo malo que uno pueda imaginar para España, por pura amoralidad , parcialidad e incompetencia. Vencido el sanchismo, a partir del 23J se debiera empezar la reconstrucción nacional del erial que ha dejado , empezando por la verdadera separación de los tres poderes del Estado, Ejecutivo , Legislativo y JUDICIAL.

Aliena

No se adornen tanto, el «sanchismo» no es más que el socialismo correspondiente a este momento preciso, pero no es ni mejor ni peor que el «zapaterismo» o el «felipismo». Y no sean beatones con la cuestión de la «inmigración irregular», como si esta misma inmigración, si cualquier día estuviera amparada por una ley ( «sanchista», diría usted, o no «sanchista» ), se fuese a convertir, por arte de magia, en benéfica.

Geppetto

El Sanchismo NO se va a derogar como no se derogo el Zapaterismo
El regimen del 77 tras el 11m dio paso a un regimen socialdemocrata que ha asentado el socialismo como régimen politico.
El PP se limitara a manejar el presupuesto dejando intactas todas las leyes socialistas que estan configurando el nuevo regimen del que el forma parte.

Ramiro

Pienso, exactamente, lo mismo que usted.
Si el PP llega al poder y espero que sí, será EL GOBIERNO DE LOS CONTABLES, que lo cifrarán todo a la mejora económica, como hizo Rajoy, obviando la verdadera batalla,. que es la cultural e ideológica.
El PP ya hace décadas que se ha pasado al enemigo, y sólo hay que ver su cúpula actual, llena de inútiles, avergonzados de ser «de derechas»…

Ramiro

Don Rafael, no vendamos la piel del oso antes de cazarlo…
El PSOE no está todavía derrotado. Ni mucho menos.
Y es más, su «sucesor natural», el PP, será más de lo mismo, y no derogará prácticamente nada, como siempre ha hecho el PP…, un partido siempre al servicio de los partidos -y las ideas- de izquierdas.
Podríamos decir que son la marca blanca del PSOE…

JCrespo

El Sanchismo seguirá aun cuando el Pinocho se haya ido. Porque los que le sigan harán que la barbarie dejada permanezca. Es el cuento de nunca acabar de este Régimen partitocrático que sigue siempre la misma ruta.
Sobre todo en esta etapa condicionada por los efectos políticos de una Plandemia, una guerra europea y otros condicionamientos globales económicos y sociales. Sánchez sólo ha sido el vehículo aquí.

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