24/11/2024 00:12

El feminismo, esa plaga absurda, injustificada, destructiva y denigrante precisamente para la mujer, ha infectado también nuestras FFAA hasta gangrenarlas, porque ni han sabido, ni peor aún han querido, ponerle coto, remedio y curarse de tal enfermedad. Y ello por esa estúpida asunción de que están sometidas, hasta la más vergonzosa sumisión, al “poder político” (¿?), aún cuando éste desbarre.

La incorporación a las FFAA de mujeres sin ton ni son, en cualquier puesto, lugar y grado, sin tener en cuenta su real y verdadera idoneidad conforme a su ser y características inherentes a su condición femenina, en aras a esa otra estupidez que es una pretendida igualdad absoluta entre hombres y mujeres, es la primera sinrazón de este asunto. Y es que no somos iguales. Hombres y mujeres tenemos diferencias naturales que nos hacen más o menos idóneos según de qué se trate; entre otras cosas la principal es porque así nos ha querido el Creador. Por eso, la FFAA, que todo lo deben cifrar en conseguir la máxima operatividad para caso de guerra, que es lo suyo y lo que las diferencia de todo lo demás, a la hora de incorporar personal, así como medios, deben mirar sólo y exclusivamente porque sean, unos y otros, los más idóneos para conseguir el máximo de eficacia en combate, y nada más. Incorporar mujeres porque sí, para satisfacer modas, sean ideológicas o de intereses siempre espurios de cualquier clase, debió evitarse a toda costa; o sea, incluso a costa del cargo o el ascenso. ¿Son ahora más operativas y eficaces nuestras FFAA desde que las mujeres las han invadido? No, en absoluto, incluso todo lo contrario; ergo… Haber aceptado sin rechistar someterse a ese feminismo desorejado que nos destruye ha sido y sigue siendo cobardía y traición.

En los últimos conflictos armados desde que el feminismo impone su totalitarismo aberrante sobre nuestra sociedad -los Balcanes, Siria, Libia, Oriente Medio, Irak, Afganistán o Ucrania entre los principales-, hemos comprobado que en la primera línea de combate no aparece ni una sola hembra, ni siquiera de los ejércitos que desde hace más tiempo alardean de feminismo como el norteamericano o incluso el israelí. ¿Por qué?

En nuestro caso, las unidades que tienen mujeres y más aún las mandadas por ellas, vienen demostrando una considerable pérdida de operatividad porque físicamente no hay color e incluso intelectualmente, no por falta de intelecto o conocimientos de ellas, sino porque su pisque no funciona ni reacciona igual ante las incertidumbres y las tensiones operativas. Eso sí, en los desfiles lucen siempre muy monas, moviendo marcialmente sus armas delanteras y traseras, causando la admiración de las feministas, y el regocijo libidinoso de… los hombres; bueno, no siempre, porque hay cada una que… para qué hablar.

La igualdad no existe tampoco ni en las pruebas para su incorporación, ni en sus carreras. Aquéllas son más suaves. Éstas más prósperas. En el caso de nuestras FFAA, donde además hemos conseguido tener ya el mayor porcentaje de féminas de todo nuestro entorno –por cierto, que la mayoría de ellas nada femeninas–, la cosa es aún más vergonzosa, motivo por el cual ya se habla de los méritos vaginales como puntos extras para “hacer la carrera” o la causa de que cada vez sean más los militares que gestionan su pase a la acera femenina, lo que otra ley alucinante les permite, porque saben que con ello medrarán más; con el añadido de poder pasearse por los baños y duchas de Eva sin restricción alguna.

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Y para qué hablar de los graves problemas que la incorporación indiscriminada de la mujer ha creado en lo referente a la disciplina, camaradería, convivencia e incluso de la logística. Por un lado, porque, claro, nadie es de piedra, con el añadido de que la promiscuidad entre mandos y subordinados, y de éstos con aquéllos, así como entre iguales, genera no pocos ataques de cuernos siempre en detrimento del servicio. Por otro, porque las necesidades logísticas de todo tipo de las mujeres son muy diferentes a la de los hombres, otro aspecto que derriba aún más el mito de la igualdad.

Un caso que quiero resaltar, y que han traído las mujeres a las FFAA, es el inconcebible de la “conciliación”, por el cual el servicio debe supeditarse -le llaman conciliar, pero es vulgar eufemismo- a la vida personal, llegándose ya al extremo de que cuando la militar tiene un hijo, además de la esperpéntica imagen de ir con el “bombo” a la unidad durante unos meses, cuando ya le es imposible y se coge la baja, ésta se prolonga cuatro meses más, sí, cuatro, por maternidad, pero, y aquí rizamos el rizo, también lo hace el marido, esposo, pareja o apaño circunstancial, dejando su puesto, incluso el mando de la unidad si es el caso, por otros cuatro meses, permaneciendo en casa haciendo de todo menos darle el pecho al vástago porque en esto tampoco somos iguales hombres y mujeres. ¿Pueden ustedes imaginar lo que significa lo dicho para esa unidad, para el servicio, para las operatividad y eficacia de nuestras FFAA, en definitiva, para España?

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La incorporación de la mujer a las FFAA -siempre la hubo, que conste- debe serlo sólo, única y exclusivamente cuando y donde lo requiera, exija y beneficie palpablemente a su operatividad y eficacia, nunca, como se ha hecho, por una moda absurda y estúpida, ni menos aún para que el “poder político” (¿?) del momento, que en este asunto da igual su color pues todos son, aquí sí, iguales, alardee ante sus votantes femeninas o utilice dicha incorporación para aumentar el paro masculino o destruir un poco más a la familia, núcleo fundamental de la sociedad.

P.D.- En la Legión Extranjera francesa no hay ni una sola mujer, y no es que se prohíba por ley, sino que ya se encarga tan afamada unidad de ponérselo igual que a los hombres, con lo que no entra ni una. Por el contrario, en nuestra cada vez más afeminada Legión, las hay a rebosar, de forma que, si se fijan, los legionarios ya no se desbrochan la camisa hasta el ombligo, como era tradición, porque se les verían los pechos.

Autor

Francisco Bendala Ayuso
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Observador

Apreciado D. Francisco, considero que tiene usted razón en su exposición. Pero las fuerzas armadas están muertas no de ahora sino desde 1975. Comenzó en los mandos, en los altos mandos especialmente. Cuando se vio claro que Franco se moría, todos ellos corrieron a buscar una buena posición de salida con el principito, riéndome todas sus estupideces. Un principito, seguidamente rey, que era un siervo de los estados unidos. Y con el traídos a dos bandas (USA y URSS) de el masón Gutierrez Mellado ( con armario lleno, caso Gabaldon, por ejemplo). Solo así se entiende que Juanito calamidad se fuese al Aiun y de cara a los todavía patriotas que quedaban hiciese un discursitos de arenga (el primer español en derramar su sangre…bla bla bla) pero acto seguido reuniese al alto mando y les dijese aquello de «las tropas bien quietas que el Sáhara se va a entregar» le faltó decir que es «por orden de USA para que me reconozcan reyezuelo a su servicio». Pero «os prometo que alcanzaréis los primeros puestos militares y nuestras poltronas serán de p. madre». Y todos le hicieron la olay el principito cumplió y todos fueron bien apoltronados. Cambiaron el «todo por la Patria» por el nuevo lema «todo por la poltrona y mi sueldo». Si allí hubiese habido un solo español, osea, un hombre de honor, hubiese sacado su arma reglamentaria y hubiese ordenado su detención. Y ahí a jugársela porque para eso uno es militar, español y hombre de honor. Pero todos le aplaudieron. Desde entonces el ejército de la señorita pepis es un grupo de es siervos de USA con OTAN de por medio y toda España también. lo de ahora es solo un estadio más en la degeneración de las fuerzas armadas y no es el.ultimo escalon muchos otros llegaran que dejarán a este pálido. Pero claro, no se preocupe nadie, esto es solo una opinión personal. Sin embargo, bien podríamos volver a decir en España aquello que la publicistica decimonónica carlista decía alas reyezuelos hispanas: «anda niña anda que la masonería manda».

Alvar

Se aceptó la transición, que era la rendición a todos nuestros enemigos. Así nos va.
Desde que España no tiene un rey español el ejército es una tropa mercenaria del rey, no es un ejército español. Ya se vio en 1808.

Lúpulo

«Nuestra afeminada Legión: las hay a rebosar». ¿Y son españolas? ¿O moras/inmigrantes?

Carmen

Su comentario es horroroso

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