09/05/2024 09:34

Despleguemos breve antología del disparate y el horror. «Aquí estamos, nosotras no violamos», «Tranquila, hermana, esta es tu manada». Y vuelta de tuerca: «Hetero muerto, abono pa mi huerto». Más: «No nos duele la cabeza, es que no sabéis follar», «La Inmaculada Concepción es una violación», «La talla 38 me oprime el chocho». Subidón: «No quiero tu piropo, quiero que te mueras». «En invierno y en otoño, hago lo que me sale del coño». Enternecedoras: “Manolo, te haces la cena solo» y, me encanta la verdad: «La talla 38 me oprime el chocho». Pues lo dicho, moza, te compras una 40 y dejas de marcar raja y, sobre todo, de dar la puta barrila, coño.

¿Feminazis?

Feministas que saludan puño en alto, que se rebozan en banderas (tan inconstitucionales/ilegales como la del Águila de San Juan) republicanas (de la Segunda), que se engalanan con hoces y martillos, que votan en masa a los partidos de la depravada zurda y que odian todo lo que ellas consideran hombre blanco, hetero y “derechista”. Pero he aquí que casi todo el mundo las denomina femifascistas o, sobre todo, feminazis.

Desconcertante epíteto, vive Dios, pues la concepción nacionalsocialistas de la mujer –no inventada por Hitler, evidentemente, sino heredada de siglos y milenios anteriores– se compendió en aquellas tres kaes que encarnaban, desde su forja en tiempos guillerminos, las responsabilidades que les estaban destinadas: Kinder, Küche, Kirche (niños, cocina e iglesia), exactamente lo contrario de lo que representan estas aguerridas mamarrachas que abominan de la Iglesia («Arderéis como en el 36»), de los niños («Os beberéis la sangre de nuestros abortos») y de la cocina («Si quieres cenar, me comes el coño»).

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Muy pocos las denominamos lo que en puridad representan y son: femicomunistas, femirrojas, femibolches, a fuer de femilerdas, femihienas y femiorcos. Ya saben: los que cortan el bacalao en los cruciales y axiales asuntos de Programación Neuro lingüística/ideológica han decidido, una vez más, que hay que transferir la culpa llamándolas feminazis. Error. Craso.

Palabrita de antinazi. En fin.

Autor

Luys Coleto
Luys Coleto
Nacido en Bilbao, vive en Madrid, tierra de todos los transterrados de España. Escaqueado de la existencia, el periodismo, amor de juventud, representa para él lo contrario a las hodiernas hordas de amanuenses poseídos por el miedo y la ideología. Amante, también, de disquisiciones teológicas y filosóficas diversas, pluma y la espada le sirven para mitigar, entre otros menesteres, dentro de lo que cabe, la gramsciana y apabullante hegemonía cultural de los socialismos liberticidas, de derechas y de izquierdas.
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Daniel Antonio Jaimen Navarrete

Toda loca del coño, en su estado espontáneo o silvestre, es una feaminista avant la lettre. Las ideologías feaministas sólo han venido para darles un pretexto que, aunque inauténtico, les sirve mal que bien para vehicular un mecanismo de defensa psicológico; el de verse como víctimas de un tercero o de un «sistema» en lugar de reconocer su contrahecho predicamento. Además de dicha protección de su maltrecho ego, relegando al subconsciente su dolorosa realidad, dichas ideologías sirven también de coartada para dar rienda suelta a sus vehemencias más desmadradas, a su violencia más irracional o a su perfidia más obscura. En definitiva, el feaminismo, el feaminismo rockerfelleriano, el sorosiano, el de Bernays (mirar «antorchas de libertad»), el sociatista no es sino manipulación psicológica de masas de manual y la explotación política descarada de los sentimientos de inferioridad y de resentimiento de los millones y millones de chaladas y desdichadas. La opción de las oligarquías mafiosas for el feaminismo y el irracionalismo en general de debe a y se vale del hecho de que los hombres, incluso las hordas más bestias de ellos, no responden igual o tanto a la manipulación de sentimientos por los medios o las figuras públicas de un ámbito u otro.

Daniel Antonio Jaimen Navarrete
Hakenkreuz

Pues el caso es que en la Alemania de Hitler, la del III Reich, de idéntico modo a la España de Franco, un esperpento circense como el del satánico movimiento feminista en el día de san Juan de Dios (altísimamente improbable entonces en una sociedad sana, trabajadora, ordenada y cabal como aquella cuyo empleo y riqueza crecía como la espuma, especialmente entre los más desfavorecidos, como el parado de larguísima duración Adolf) hubiese acabado con un tren de ganado cargado de feministas rapadas, moradas amoratadas pero a porrazos y rojas de sangre chorreando, rumbo a Auschwitz o cualquier otro campo de concentración y trabajo, por doble motivo: uno, por incitar a la prostitución y la depravación de las mujeres alemanas (y a los hombres) contra la pureza de la raza (y de la castidad, no se niegue esto) y con escándalo público (incluso sobre menores) y siembra de odio y cizaña, y dos, por tratarse de un movimiento evidentemente marxista (socialista comunista), claramente satánico (Fátima y Sta. Faustina Kowalska para los que apelen a la «moralidad» del marxismo. Dios nunca se equivoca, siempre tiene razón) y con eso Hitler no transigía ni un milímetro, pues las mujeres de otras ideas, especialmente las mujeres normales, las católicas apostólicas, que entonces abundaban tanto en España como en Alemania, las que no son prostitutas o lesbianas, las que no tienen bigote y piernas peludas sin depilar, las marimachos comunistas aspirantes a mineras, las que son concubinas de muchos y esposas de nadie y por eso odian a todos y a todo, y demás degeneradas, las mujeres normales cristianas pues, solo han cometido la insensata reivindicación de solicitar el voto femenino (como si no fueran conscientes de lo que supone votar ante Dios mismo y su juicio insoslayable. En fin. Como si Dios, que ve en lo secreto, no supiese a quién se vota y quién vota), cayendo en el mismo error feminista de equiparar todo en lo malo y lo peor.

El feminismo, rama del marxismo que persigue la socialización de la mujer como objeto-medio de producción de placer para la sociedad de obreros comunistas o prostitución generalizada de la misma sin coste para el proletario (el verdadero valor que para la izquierda tiene una mujer, nada de eso de «esposa te dí, que no esclava»), supone:

1- Odio a Dios, que hizo a la mujer, a su Hijo Jesucristo, que la Redimió y Salvó, además de dignificarla como nadie, a la Santísima Virgen María, a la que odian, como a todas las santas de todo tiempo y a la Santa Iglesia Católica Apostólica y sus mujeres consagradas.
2- Odio a la condición femenina, a la mujer misma, criatura de Dios hecha a imagen y semejanza de Dios, tomada de la costilla del hombre porque no es bueno que el hombre esté solo. El feminismo es misógeno. Lo es en sus precursoras, que llevan décadas acusando con odio a las mujeres amas de casa y madres, incluso las profesionales, especialmente a las casadas, de traidoras al «género» feminista.
3- Odio al hombre, ¡cómo no!, al que consideran esclavista «patriarcal» porque la naturaleza femenina es la que Dios ha otorgado. Las feministas no aceptan que un hombre las domine, son el «no serviam» con tetas, eso sí, pretenden imponer el feminismo con sangre, terror y cárcel en todo ámbito. Pobre del o de la que se enfrente a ellas. Su poder multiplica por un millón el de la satánica inquisición protestante con sus hogueras.
4- Odio al matrimonio. El feminismo pretende destruir todo vínculo de amor entre hombres y mujeres. Su carácter satánico es evidente, como el de los movimientos lgtbi+ y demás movimientos de la ideología de género.
5- Odio a la familia. Por supuesto que el feminismo no puede tolerar la familia. Para los y las feministas solo hay el yo, el me, el conmigo, el «hago con mi vida lo que me apetece», «lo que me da la gana», «yo lo valgo y yo decido», etc. Incapacidad total para darse a otro, para amar. Rechazo soberbio y enfermo al amor.
6- Odio a los hijos. Los niños especialmente, aunque también las niñas, suelen ser víctimas en las que se ensañan especialmente. Pobrecillos los que caigan bajo la tiranía de una madre o padre feminista. Que Dios se apiade de las criaturas. El feminismo ya no es solo furibundamente abortera, sino infanticida y corruptor de menores hasta el extremo. Una de las fuentes más intensas de perversión transexual.
7- Odio al «capitalismo» (economía de mercado) y a la derecha (aunque a éstos es pura fachada, como la de la derecha por los feministas, pues trabajan en las mismas empresas y tienen los mismos empleados o jefes que los propios y propias feministas consideran «fachas», «retrógrados», «reaccionarios», «franquistas», «nazis», «fascistas», y demás retahíla de etiquetas de rojos trasnochados o drogados. Feministas y derechistas comparten negocios y empresas, luego su enemistad es pura fachada, como la de Churchill, Eisenhower y Roosevelt con Stalin o como la de Trump con Xi Lin Ping, por poner un par de ejemplos solo).
8- Odio a la felicidad conyugal (evidentemente ajena al feminismo y los y las feministas). No pueden soportar ver formar una familia tradicional. Es como si les torturase oír de lunas de miel felices o de alegría por esperar un hijo. De hecho, procurarán convertir en un infierno laboral el ambiente donde compartan labores con mujeres casadas. Si las feministas ven a una mujer embarazada, que ésta piense en tomar precaución si esto sigue así. Ojo, que la advertencia es muy seria.
9- Odio a todo aquel o aquella que se oponga a su demanda de consideración privilegiada en todo ámbito, a su promoción incluso inmerecida o a su propaganda feminista, incluso con amenazas de persecución policial con su característico victimismo.
10- Odio a la castidad. El feminismo aboga por la «libertad sexual» entendida como si el sexo se tratase de un mero divertimento con quien se quiera cuando se quiera y sin ningún tipo de vínculo o compromiso de unión o de fidelidad, vamos, por pura búsqueda de sí mismo utilizando al otro o la otra como mero instrumento de placer para la entrepierna. Entiende el feminismo la «libertad» como la esclavitud de los impulsos y las apetencias egoístas de la feminista de turno, como quien se acuesta con otro u otra (las hay lesbianas) por el puro placer que obtiene en su entrepierna, talmente a como si se compra unos zapatos de moda o una camisa que le guste o que esté de moda. Reducción de la persona a mero objeto de uso y disfrute egoísta de la búsqueda de sí mismo, esclavización del otro para placer propio. Luego se quejan de la violencia…
11- Odio al amor, a la donación, al anteponer la felicidad ajena a la propia, incluso la vida, odio a todo sentir mínimamente cristiano, pues el feminismo es salvajemente egoísta y desconsiderado hasta con la propia persona feminista. ¿Cómo se puede exigir respeto y dignidad si la propia se ha echado a una fosa séptica con el mayor desprecio?.
12- Odio a la dignidad de la persona humana. Cuando el feminismo, que ha reducido a la mujer feminista a mero objeto o usuaria de otros objetos, no puede haber amor alguno por el otro. Y cuando no hay amor, cuando todo es puro objeto para el uso egoísta de uno, pues claro, la violencia no es algo extraño. Cuando uno se cabrea con un aparato electrónico que funciona mal y ha tratado de que funcionase durante tiempo y con gran esfuerzo de modo infructuoso, puede, por efecto del enfado, estrellarlo contra el suelo enfadado. Eso es algo que jamás se haría con una persona amada, aunque se discutiese con ella, sería impensable. Pero cuando no hay amor, la violencia es totalmente normal. Lo extraño es que no la hubiera. Por tanto, el feminismo fomenta intensamente la violencia que contra la mujer tantas décadas lleva sembrando.
13- Odio a la verdad. El feminismo, movimiento marxista, no se olvide esto, lleva décadas promoviendo lo que ellos llaman con engaño «libertad» (en realidad esclavitud de la más abyecta), es decir, la pornografía, pues considera la sociedad tradicional como «represora». Al promover la pornografía, el adulterio, la promiscuidad, el feminismo acaba socavando la felicidad de sus miembros, arrojándoles a ese mismo torrente de violencia que tanto denuncian ahora y que tanto han fomentado con su conducta. ¿Pretende alguien ser tratado humanamente cuando lo que ha fomentado siempre es la cosificación de la mujer?
14- Odio a la verdad, pues afirman las feministas que el divorcio es un logro feminista (el divorcio ya existía en tiempos de Cristo, así que ojo a su engaño) que «liberó» a las mujeres del yugo del matrimonio (al que equiparan al maltrato femenino. A tal grado llega su locura). Lo cierto es que la inmensa mayoría de las mujeres casadas de toda la historia en occidente, en la Cristiandad, al igual que sus maridos, todo ello durante siglos, han sido, dentro del sufrimiento inherente a la vida, razonablemente felices, han tenido respeto y veneración de abuelos, padre, hermanos, esposo, hijos, nietos, sobrinos, tíos, etc. De hecho, la norma ha sido el matrimonio, la familia y los hijos, lo anómalo el feminismo a lo largo de toda la historia. Ni siquiera las mejores mujeres, las santas, se han quejado del matrimonio y de la familia, todo lo contrario. Tampoco emperatrices, reinas y grandes mujeres de la historia casadas. ¿No será que la anomalía es el feminismo?
15- Odio a la verdad. Porque el divorcio, que ha sido la desgraciada excepción en la historia, incluso muy excepcional hasta no hace muchas décadas, ha conducido a lo largo de toda la historia a incontables suicidios, depresiones y enfermedades de los divorciados y los hijos, con daños perdurables en los miembros familiares y con desdicha grande no solo de hombres, sino, sobre todo, de mujeres. ¿Es eso lo que reivindica el feminismo o lo que trata de ocultar a sus seguidoras?
16- Odio a la verdad, porque las feministas reivindican con judío escándalo fariseo que nuestras madres y abuelas y antepasadas (de modo idéntico nuestros padres, abuelos y predecesores) llegaban, nada menos, que vírgenes, es decir, célibes al matrimonio, vaya escándalo para las feministas que se rasgan sus escasas vestiduras ante tamaño «atraso cavernícola». ¿Y qué?¿Acaso resulta una humillación, un «atraso», una «cavernícola costumbre», una «marcianada», una «rareza», para un matrimonio recién bendecido en misa el comenzar a conocerse íntimamente después de la boda? Que se sepan, nuestros antepasados fueron mucho más felices que actualmente sus descendientes, tuvieron más hijos y resultaron ser mucho más sanos moralmente.
¿Por qué enferma, degenerada, pervertida y satánica razón es mejor «perder la virginidad» en un prostíbulo o en una fiesta del insti o de la uni con compañeros a los que luego se les despide para siempre, en lugar de hacerlo de modo santo y natural con la persona con la que Dios ha unido en amor conyugal a hombre y mujer?¿Es que es un trauma o una horrible lacra social eso de «llegar célibe o virgen al matrimonio»?¿A tal grado de suprema estupidez enferma y diabólica se ha llegado?¿Pero qué cojones pasa aquí con la mierda del femisatanismo este? Dan ganas ya no de hacer la mili de nuevo, no, sino de levantar otro 18 de julio ametralladora en mano…Pensar que a nuestras hijas, a las pobres niñas de nuestra familia las puedan pervertir de esta manera y quedarse sin hacer nada…
¿Es que ya no se tiene ni el más mínimo respeto, consideración y amor, no ya por las monjas (que Dios las premie con la Gloria Eterna. Ellas sí que valen y son buenas), sino por nuestras antepasadas, abuelas y madres (como antepasados, abuelos y padres, que el caso de los hombres es idéntico) que con toda ilusión y amor comenzaron a darse santa y recíprocamente puras con sus amantes y amados esposos puros en la intimidad (de donde nunca jamás debió salir el sexo conyugal ni para fines políticos ni para los comerciales) a partir de la bendición de la boda, aprendiendo a acariciarse de modo natural en la intimidad, como se hizo desde Adán y Eva hasta el feminismo satánico durante generaciones y generaciones de matrimonios como Dios manda, normales, sanos y de Dios, para el nacimiento de las generaciones venideras, incluso hoy de las feministas zumbadas como un panal de avispas, por lo que se ve, sin un hilo siquiera de cordura?
A ver si lo entendemos bien. El feminismo propone como «normal» y deseable para las niñas y muchachas el «aprender a tener gozo en el sexo» fuera del matrimonio, como si fuera un entrenamiento de fútbol, es decir, buscándose a sí mismo utilizando a otro u otra como objeto de placer de entrepierna, que a eso se reduce el sexo feminista, como un «derecho» de la «mujer» que el represor «patriarca» impide y que, por tanto, se debe impedir que las mujeres les ocurra la «horrible» experiencia de nuestras antepasadas de llegar vírgenes al matrimonio, cosa totalmente contraria al feminismo «libertador» de no se qué tipo de mujeres si son tal.
Mira, era como para que a las feministas las cogieran de los pelos las mujeres sanas de verdad que quedan y las arrastrasen a todas por todos los pueblos y ciudades de España expulsándolas como a la peste. Mantened a vuestras hijas (e hijos) alejados del feminismo o preparaos para sufrir lo que no está escrito cuando os vuelvan a casa feministizados….si es que realmente los amáis y os preocupan. Vaya lepra mental, física y espiritual que azota este mundo. Por cierto, el 8 de marzo es la santa festividad de san Juan de Dios. Las fiestas han de santificarse, los aquelarres satánicos para nada.

Geppeto

Su comentario es nauseabundo

Surreal

Dios nos libre de caer en las garras de estas fanáticas unidas por su adiestramiento de odio intenso a los hombres, presuntos causantes de todos sus meles

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