Continuando en la línea iniciada en mi escrito “Varón de deseos”, lamento no haber escrito aun un “Manual de conducción” de la Inteligencia Humana que ayudase a nuestros jóvenes a sacarle provecho a ese don especial de Dios al crearnos “seres racionales”. Me apena comprobar cómo la gran mayoría de seres humanos no lo aprovechan y viven sus vidas como si fueran irracionales malgastándolo neciamente Para entender esta especie de locura universal debemos reconocer que la causa principal es la falta absoluta de entrenamiento en su uso. No saben qué hacer con la inteligencia.
Nos informa la Biblia que en un momento dado, Dios se arrepintió de haber creado al hombre… Ahora bien, me van a permitir antes aclarar que este aserto es solo un modo de expresarse que no se ajusta a la realidad y sirve únicamente para manifestar, con lenguaje humano, las realidades divinas. El arrepentimiento sólo es posible en los seres imperfectos como nosotros. La sentencia bíblica nos da a entender, exclusivamente, la tremenda necedad del ser racional y libre, que le había conducido a olvidarse de su Creador y del fin por el que fue creado y Él, entonces, quiso escarmentarle para que rectificase, – empezando todo nuevamente desde Noé-. Y, ciertamente, nunca mejor que en este caso se cumple el refrán de “la cabra siempre tira al monte” pues nos demuestra que al hombre le atrae la “irracionalidad” y no saber sacarle todo el partido a su inteligencia.
De esta constatación surge en mí la idea de escribir un “Manual de conducción de la inteligencia” para uso de los humanos.
Y pensando en ello brotan espontáneas unas preguntas: ¿ qué debe tener ese instrumento, de “uso imprescindible” -por lo que vemos-? En primer lugar ha de iluminar al hombre sobre la “esencia misma del don” que lo hace infinitamente superior al resto de las criaturas irracionales. Definir su esencia nos sacaría del marco de un simple artículo y del tiempo y del espacio disponible; nos limitaremos a definirla por sus “frutos”: es la cualidad que nos permite pensar, razonar, analizar, sacar consecuencias, hacer proyectos, etc., y ser dueños del mundo.
Para sacarle todo su contenido lo más importante es averiguar que pretendió Dios al crear un ser distinto de los ángeles, dotado de un cuerpo físico y características palpables -ocupa espacio, tiene peso…-, pero animado por un alma espiritual inmortal. Conocer ese designio es fundamental, es absolutamente necesario pues condiciona la redacción del “Manual”.
Efectivamente, descubrir que si tú existes es porque el Creador te quiere feliz a su lado por los siglos de los siglos, -o sea, por toda la eternidad-, es para paralizarte en el acto y hacerte ver que sería la pura esencia de la locura, oírlo sin inmutarse como quien oye llover. Por el contrario habrías de preguntarte ¿Soy un ser racional o un perfecto idiota?, ¿Has pensado alguna vez lo que es la “eternidad”? (¿O eres de los que “no quieren pensar”?) Te hará mucho bien intentar comprender qué es la eternidad.
Deberías ver, -pienso yo—que has sido creado para disfrutar por toda esa eternidad de las infinitas maravillas que Él pondrá a tu disposición para hacerte feliz ; no lo malogres. Resultaría tétrico para ti, cambiar una eternidad dichosa por un tormento eterno. Solo pensarlo hizo cambiar de vida a muchos hombres que la vivían ajenos a lo importante de su existencia.
Hay gente que se cree listísima y vive convencida de que lo expuesto es una “invención de los curas” para engañar a pobres e incultos analfabetos y, así, sacarles más fácilmente, los cuartos; están convencidos además, de que solo es una visión de mentes infantiles y reaccionarias….
Aunque lo más triste es ver entre esos “superinteligente” que nos menosprecian, a demasiados titulados universitarios. Y peor aún encontrar en ese grupo a personajes con fama de científicos y sabios. No ha mucho, leyendo una entrevista a un investigador de cierta fama, me llamó la atención verle dedicar su última frase a la negación de estas verdades con una declaración de “fe absoluta” en su triste convicción. Hace medio siglo yo no tenía ese equilibrio que da la experiencia y la Fe más ilustrada, lo que me producía malestar. He ido comprendiendo mejor cuál es nuestro papel ante la ceguera generalizada, entendiendo mejor el Evangelio y nuestra misión de trabajadores en la Viña del Señor. “Dios sabe más” no es solo una frase bonita, es una realidad que se va comprendiendo mejor a medida que la vida te enseña a vivir la humildad y que tu obligación es “sembrar” y el resto lo hace Él.
“Dios sabe más”, sobre todo, da paz al alma, cuando finalmente logras entender lo poco que puedes hacer, por mucho que te esfuerces. Como ocurre cuando intentas que los que quieres aprendan a vivir el don de “ser racionales”. Espero haberme sabido explicar.
Autor
- GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
Pues tiempo ha tenido de sobra, pues creo que anda usted por los noventa y tantos años…