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El 9 de febrero de 1934 sobre las 14:30 h. de la tarde, y cuando Matías estaba a punto de llegar a su domicilio, un miembro socialista del grupo «Vindicación» le disparó por la espalda dos tiros que le atravesaron el corazón, y cuando cayó al suelo le remató de tres tiros en el vientre. Así moría uno de los baluartes del nuevo sindicato universitario falangista, el SEU, que desde su nacimiento ya estuvo obligado a mantener una lucha continua con los universitarios izquierdistas de la FUE.
Matías Montero fue el quinto falangista y primer estudiante al que mataron las izquierdas. El día de su muerte todavía no había cumplido los 21 años. Huérfano de padre y madre, vivía con sus dos hermanos en la casa de su abuela materna junto con dos tías suyas, en la calle Marqués de Urquijo nº 21, 3ª piso, en pleno centro del barrio madrileño de Argüelles, estudió el Bachillerato en un colegio religioso muy cercano a su domicilio.
A Matías desde pequeño le gustaba la carrera militar y especialmente sentía un misterioso influjo por el mar y los buques de guerra, pero a pesar de su brillante expediente escolar no pudo ingresar en la Academia Militar Naval debido a su incipiente miopía. Se matriculó en la Facultad de Medicina de «San Carlos» de la Universidad Central de Madrid, y al poco tiempo se afilió a la FUE (sindicato de estudiantes de clara tendencia izquierdista).
En 1932 se une a las JONS de Ramiro Ledesma, siendo uno de los primeros estudiantes madrileños que levanta la bandera de la revolución nacional-sindicalista, mientras continúa con sus estudios de Medicina de forma muy satisfactoria. El 29 de octubre de 1933, Matías junto con otros estudiantes de las JONS, asiste al mitin del Teatro de la Comedia para oír a José Antonio, desde la salida del acto la nueva Falange cuenta en sus filas con uno de los primeros afiliados, Matías se alista sin dudarlo ni un momento.
Su inquietud intelectual y su vasto conocimiento de la Historia le llevan a ser redactor del nuevo periódico de la Falange, el «FE», y además forma parte del grupo que diseña y redacta los estatutos del SEU, del que pronto es nombrado para su primer Triunvirato de mando. En el mes de enero de 1934, los estudiantes del SEU de la Facultad de Medicina, al mando de Agustín Aznar, asaltan el local de la FUE que existía dentro del recinto universitario, les han dicho que los izquierdistas tienen un depósito de armas allí escondido y además en días anteriores los todavía escasos estudiantes falangistas han sido amenazados por la FUE.
El asalto se produce con la intervención de Matías Montero, hay intercambio de golpes y de tiros, un universitario izquierdista resulta herido de bala, Agustín Aznar recibe un impacto de bala en su reloj de pulsera, lo que milagrosamente le salva la muñeca. Como quiera que el asalto ha sido realizado por los falangistas a cara descubierta, pronto son expedientados académicamente y además juzgados por los Tribunales de Justicia, José Antonio que actúa como Abogado defensor de los mismos consigue su libre absolución.
Pero los estudiantes socialistas no olvidan el asalto ni pueden permitir que un nuevo sindicato de falangistas les arrebate su predominio en la Universidad, por eso deciden atentar contra uno de los falangistas que estudian Medicina, y fijan el objetivo: Matías Montero. En la mañana del 9 de febrero de 1934, Matías había estado voceando y vendiendo el periódico «FE» por las calles del centro de Madrid, al acabar su servicio y en compañía de otros camaradas que vivían por Argüelles-Moncloa, se dirige hacia su casa de la calle Marqués de Urquijo, van despidiéndose los camaradas y el último que deja solo a Matías, vecino suyo, es un camarada apellidado Bonet, del cual se despide en la calle Mendizábal esquina con la calle Quintana.
Matías sigue por la calle Álvarez de Mendizábal en dirección a su domicilio, y cuando le quedan escasamente veinte metros para doblar la esquina y subir por la calle Marqués de Urquijo, el pistolero Francisco Tello Tortajada, que iba acompañado de otro socialista, le dispara por la espalda y a bocajarro rematándolo en el suelo. Los dos agresores inician una carrera para escapar del lugar de los hechos pero Tello es detenido por un inspector de Policía que pasaba por el lugar llamado Justino Arenillas, encontrando en su chaqueta un revólver en cuyo tambor faltaban cinco balas.
El cuerpo de Matías fue recogido por unos transeúntes y le llevaron a la Casa de Socorro de Palacio, donde ya ingresó cadáver. Al socialista agresor se le encontró por la Policía una relación de nombres de falangistas y de otras personas «peligrosas para el proletariado», así como el número de la matrícula del vehículo de José Antonio. Sin titubear lo más mínimo, Francisco Tello cuando fue preguntado por ese listado de nombres y la matrícula del vehículo, contestó a la Policía que se había juramentado para dar muerte a cualquier falangista, si algún compañero suyo del PSOE hubiera sido agredido.
Francisco Tello era un militante de las Juventudes Socialistas a pesar de tener más de 30 años y estaba afiliado al sindicato socialista de la UGT, cuando le detienen consta su procesamiento por otro delito de tenencia ilícita de armas y además se le consideraba como «muy peligroso». Matías Montero fue enterrado al día siguiente sobre las 4:00 h. de la tarde, toda la Falange de Madrid se encontraba presente en el Cementerio de la «Sacramental de Santa María», también le despidieron universitarios monárquicos y tradicionalistas, al paso de su féretro los asistentes brazo en alto cantaron el «Yo tenía un camarada», canción poco conocida por entonces y que prácticamente algunos solo tararearon.
José Antonio, que como Jefe Nacional de la Falange presidía el entierro, visiblemente afectado por la muerte de Matías y por haber llegado tarde, pues se encontraba cazando fuera de Madrid, circunstancia esta que le habían reprochado alguno de los asistentes, al pie de la sepultura con una voz rota y casi gritando, dijo: «Hermano y camarada Matías Montero y Rodríguez de Trujillo. Gracias por tu ejemplo. Que Dios te dé su eterno descanso y a nosotros nos lo niegue hasta que sepamos ganar para España la cosecha que siembra tu muerte.»
A los pocos días, se detuvo a otro socialista de apellido Mellado al que se acusaba de ser el acompañante de Tello en el momento del asesinato de Matías Montero, pero no se pudo probar dicha circunstancia. El 19 de febrero un Tribunal de Urgencia juzgó en la propia Cárcel Modelo al socialista Tello, actuando José Antonio como Abogado de la acusación particular. En el Juicio, Francisco Tello reconoció pertenecer a una organización clandestina socialista denominada «Vindicación», la que estaba lista y preparada para cometer todo tipo de atentados contra la Falange, igualmente reconoció conocer a los compañeros socialistas que habían asesinado en fechas anteriores a Francisco de Paula Sampol por comprar un periódico de Falange y a Vicente Pérez que había sido encargado en un principio de la venta del periódico falangista.
Estaba claro que Tello formaba parte de ese grupo armado de socialistas que ya habían matado anteriormente a otros falangistas. El Tribunal dictó Sentencia condenando a Tello a 21 años y 6 meses por el asesinato y otros dos años más por tenencia ilícita de armas, pero poco tiempo cumplió de su condena, pues como consecuencia de la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36, fue amnistiado. A partir de ese momento, en la Falange se consideraba la muerte como un acto más de servicio. Matías Montero, desde entonces, fue considerado el primer caído del sindicato falangista SEU, y la fecha de su muerte, el 9 de febrero, se ha venido recordando y conmemorando desde entonces hasta ahora.
«MATÍAS MONTERO»
¡¡¡ GRACIAS POR TU EJEMPLO !!!

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REDACCIÓN
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