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Hace dos días, el 19 de enero, los cristianos ortodoxos celebraron la Epifanía y el bautismo de Cristo. Un buen amigo ucraniano publicaba unas fotos en redes sociales en las que se “bautizaba” en el Dnieper con una temperatura de -10 grados (una costumbre que también se celebra en Rusia, cuyo presidente, Vladimir Putin, se sumergía en el agua helada a -20ºC). En el año 988, el rey Vladimir se convirtió al cristianismo. Cuando regresó a su capital, Kiev, bautizó a sus hijos y destruyó las efigies de madera de los dioses paganos. Después, animó a los ciudadanos de la capital a que se bautizasen en masa en el río Dnieper, lo que se considera el inicio de la cristianización del Rus de Kiev. El cristianismo goza de buena salud en los países que formaron parte de la antigua Unión Soviética, pero, durante la dictadura del proletariado, estas y otras celebraciones fueron eliminadas o sustituidas por nuevas celebraciones comunistas. 

Después de la toma del poder por los bolcheviques en 1917, el nuevo gobierno comunista puso todo su empeño en eliminar cualquier resquicio de resistencia “burguesa” al nuevo paraíso de los trabajadores. Las celebraciones religiosas fueron uno de sus principales objetivos, sobre todo su festividad más importante, la Navidad, prohibida oficialmente en 1918 porque había que “liberar a las masas obreras de los prejuicios religiosos”. El 22º Congreso del Partido Comunista, celebrado en abril de 1923, adoptó una resolución sobre el inicio de una “campaña de agitación y propaganda antireligiosa”, para la erradicación de las costumbres populares relacionadas con las tradiciones religiosas.

Bajo esta campaña de agitación y propaganda el árbol de navidad fue prohibido y declarado antisoviético y clerical, y se enseñó a los niños que la Navidad era un periodo peligroso en el que aumentaba la criminalidad y la embriaguez. También se crearon bautismos civiles y entierros antireligiosos, en donde la estrella roja sustituía a la cruz. Muchas iglesias fueron destruidas o convertidas en establos, almacenes o incluso en “museos del ateísmo”. En 1929 se eliminaron todos los días festivos religiosos con el eslogan “abajo los días festivos de la iglesia”. La represión contra la iglesia se intensificó y al menos 100.000 personas fueron ejecutadas en la década de 1930. No obstante, la eliminación de las celebraciones religiosas no consiguió su erradicación, por lo que las autoridades comunistas cambiaron sutilmente de táctica.

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Manifestación de niños en una escuela soviética: «Padres, no celebréis la navidad ni el árbol de navidad»

De la mano del dirigente comunista Pavel Postyshev, uno de los organizadores del Holodomor, el 28 de diciembre de 1935 el diario Pravda publicaba en portada “¡Preparemos un buen abeto para los niños por el Año Nuevo!”. El árbol de navidad era rehabilitado para ser convertido en un “árbol comunista” y celebrar el “año nuevo soviético” (que sería el único día festivo no político a partir de 1948). La estrella roja reemplazaba a la estrella de Belén y el árbol estaba decorado con imágenes de destacados comunistas y de Lenin, Stalin, Marx y Engels. El año 1937 vio el nacimiento del Papá Noel ateo y comunista. Los niños soviéticos no recibirían sus regalos del reaccionario San Nicolas, sino de Did Moroz (Abuelo Escarcha), una especie de hombre del saco de la religión eslava pagana rehabilitado por el Kremlin. La hija de Did Moroz en la mitología pagana, Snihuronka, se convirtió en una trabajadora representada como una militante del Komsomol (juventudes comunistas).

Sin embargo, el cambio más surrealista fue el de los villancicos. El texto de las canciones fue modificado para eliminar todas las referencias religiosas y alabar el comunismo y la lucha del proletariado. Sirvan como ejemplos las letras de estos dos “villancicos”: 

¡Buenas noches, proletario libre!

Ha ocurrido una nueva e impensable alegría:

La esperada estrella de la libertad brilló en octubre.

Donde el Zar se había asentado y arraigado con la nobleza,

Allí, junto con los mendigos comunes, ¡apareció Lenin!

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Noche generosa, buena noche

¡Que dure toda la noche!

La revolución se estaba alzando

Llamaba a los pobres:

Oh, alzaos, alzaos, mendigos,

Atravesad la puerta,

Atacaremos al enemigo,

¡Liberad a los trabajadores!

La Segunda Guerra Mundial vio un cambio en la política de Stalin hacia la iglesia ortodoxa y cierta permisividad con sus actividades desde 1943. Pero la represión volvería en la década de 1960 con Nikita Jrushchov. Desde la década de 1970 hasta prácticamente la caída del régimen comunista se crearon varias comisiones especiales en las tradiciones soviéticas para promover las nuevas costumbres. Pero todas estas medidas no tuvieron ningún éxito. Incluso en los momentos de mayor persecución y terror, los ritos religiosos pervivieron en la intimidad, a puerta cerrada en el interior de las casas. El ateísmo del régimen comunista no pudo acabar con el misterio de la Navidad. Después de más de 70 años de “socialismo real”, la navidad roja volvió a ser blanca. 

Autor

Álvaro Peñas