19/05/2024 00:00
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Entrevista a Tigrane Yégavian, periodista e investigador en el Centro Francés de Investigación de Inteligencia (Centre Francais e Recherche sur le Renseignement). Yégvian ha publicado varios libros, entre otros, “Armenia a la sombra de la montaña sagrada”, “Misión”, “Minorías orientales, olvidadas por la historia” y “Geopolítica de Armenia”.

Un día antes del inicio de la guerra de 2020, en la que Azerbaiyán arrebató a Armenia una parte del territorio de Nagorno-Karabaj, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, se reunió en Moscú con el ministro Lavrov. ¿No cree que el resultado de esa guerra se pactó a priori entre Rusia, Azerbaiyán y Turquía?

Rusia y Azerbaiyán tienen una colaboración muy estrecha. En la víspera de la invasión a Ucrania, Aliyev firmó un acuerdo con Putin en Moscú para la exportación del gas ruso por el territorio de Azerbaiyán, en lo que representó una profundización de la relación estratégica entre ambos países. La cuestión es que no se puede ver este conflicto desde una escala local, porque Turquía también desempeña un papel muy importante en la región y participa de manera directa e indirecta. El ejército turco está en Azerbaiyán, el mando del ejército es mixto y sus unidades actúan conjuntamente. Rusia no puede evitar a Turquía porque es un socio esencial en el marco de las sanciones contra Rusia y es fundamental en la exportación de petróleo y cereales. Armenia es víctima de la geopolítica de los imperios. Rusia y Turquía actúan como imperios y dividen sus zonas de influencia y, como se sabe, los imperios no tienen fronteras, tienen frentes. Ahora Rusia está debilitada y esto es muy peligroso para Armenia, porque Armenia carece de recursos para lograr una alternativa para la alianza con Rusia.

¿Y qué busca Azerbaiyán con esta nueva agresión militar?

Los turcos y los azeríes, que son panturcos, consideran a Armenia un país debilitado y tienen dos objetivos. El primero es apropiarse de Artaj, de la república de Nagorno-Karabaj, lo que representa una terrible amenaza para los armenios de ese territorio porque pueden sufrir de nuevo una limpieza étnica. El segundo objetivo de los turcos es un corredor estratégico, el llamado corredor “Zangezur”, en el sur de Armenia hasta la provincia azerí de Najicheván. Este corredor permitiría la comunicación entre Azerbaiyán y Turquía, por su pequeña frontera de 13 kilómetros, y es mucho más importante a nivel global porque es la única carretera entre Rusia y Europa. El eje euroatlántico también está muy interesado en esta vía de comunicación porque puede debilitar más el papel de Rusia en la zona. Armenia no puede enfrentarse sola al eje panturco, y la relación con Rusia está muy debilitada porque ya no existe confianza mutua. Los armenios se quejan mucho, y con razón, porque los rusos no les protegen y no actúan como aliados. 

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se refiere a su alianza con Azerbaiyán con el lema, “Dos Estados, Una Nación”.

Sí, es la retorica clásica. Hay una relación más compleja, pero hay una gran interdependencia entre ellos. Azerbaiyán tiene muchas inversiones en Turquía y su ejército nunca habría iniciado una guerra en 2020, y más recientemente este septiembre pasado, sin el apoyo técnico, logístico y diplomático de Turquía. Además, Turquía es un actor importante en la OTAN, y ni los europeos ni Estados Unidos se atreven a condenar la política de Erdogan.

Para mí, el problema principal es de naturaleza ética. Estamos ante países como Turquía y Azerbaiyán que son regímenes autoritarios, que llevan a cabo crímenes contra la Humanidad. Turquía cometió un genocidio que no fue reconocido y que no fue castigado. Y Azerbaiyán también comete crímenes de guerra, como el uso en 2020 de armas prohibidas, y que utiliza la “armeniofobia”, el odio hacia los armenios, como un modo de movilizar a su sociedad y fomentar el nacionalismo. Y nadie condena este odio. Y los crímenes que comete Azerbaiyán son consecuencia de este odio.

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Se refiere al video de la ejecución de prisioneros armenios a manos de soldados azeríes.          

Sí, y a casos como la soldado armenia que fue violada y desmembrada. Y todo esto pasa sin que los europeos o las ONG manifiesten su indignación por estos crímenes. Esto crea una sensación de impunidad al gobierno de Azerbaiyán.

En julio Ursula von der Leyen firmó un acuerdo para comprar gas a Azerbaiyán, ¿no cree que ese es el motivo de la indiferencia europea?

Sí, pero el gas que Azerbaiyán va a suministrar a Europa sólo representa un 3% del consumo y es un gas que, en parte, procede de Rusia. Hay una cierta hipocresía por parte de las élites de Bruselas, que por un lado criminaliza a Putin, pero por otro legitima a Aliyev, que también es un dictador. Para los armenios es difícil de entender esta doble vara de medir de los europeos. Mientras que Ucrania se beneficia de un tratamiento mediático enorme, Armenia sufre una indiferencia absoluta ante una amenaza existencial. Los azeríes no sólo buscan apoderarse de Karabaj y del sur del país, sino la capitulación total de Armenia y reclaman nuevos territorios, incluso la capital Yerevan. Para Armenia es complicado buscar aliados, pero en mi opinión estos apoyos no se encuentran en Europa, sino en Asia, como India, con la que comparte intereses estratégicos, o países árabes como Irán. 

Irán sí parece estar dispuesta a ayudar a Armenia. ¿A qué se debe la postura iraní?

Irán tiene una importante comunidad de azeríes en el norte de su territorio, más de veinte millones, es decir, hay más azeríes en Irán que en Azerbaiyán. Durante la primera guerra de Nagorno-Karabaj, en los 90, Irán estaba muy preocupada por la posible aparición de movimientos separatistas azeríes y, por esa razón, mantuvo una neutralidad positiva hacia los armenios. Ahora Irán está preocupada por dos motivos. Por un lado, por la expansión del panturquismo en el norte del país y la posible perdida de su frontera con Armenia, lo que haría daño a su economía, sus exportaciones y sus intereses estratégicos. Por otro, por Israel, que es un socio estratégico y económico de Azerbaiyán, e incluso la utiliza como base como sus operaciones contra Irán. Israel importa petróleo de Azerbaiyán y exporta armamento tecnológico como los drones, que desempeñaron un papel muy importante durante la guerra. Eso explica la postura iraní en el conflicto.

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, la “OTAN” rusa, ha quedado en evidencia con este conflicto. El gobierno armenio ha denunciado que pagó 600 millones de dólares a Rusia y que no ha recibido las armas prometidas. ¿Cree que la sangría en Ucrania impide a Rusia ayudar a Armenia? 

Creo que Rusia está debilitada, pero sí tiene capacidad para imponerse a Azerbaiyán. El problema es que tiene demasiados intereses allí. Rusia mantiene dos bases en Armenia: una en el norte del país y una base aérea cerca de la capital, y también hay soldados rusos en la frontera con Turquía. El problema de Armenia es que es muy dependiente energética y estratégicamente de Rusia, y los occidentales no ofrecen una posible alternativa a esta alianza.

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En los últimos meses, incluso años, hay un sentimiento de rechazo cada vez mayor a Rusia en la población armenia que se siente traicionada. A esto hay que sumar que una parte de la oposición armenia considera que su país no puede ser independiente y que el único camino para mantener el territorio es unirse a Rusia. Esto ha llevado a una polarización de la sociedad en dos posturas: soberanía e independencia nacional o seguridad bajo el manto de Rusia. Esta aspiración por la soberanía fue la que llevó al poder a Nikol Pashinián en 2018, una revolución que no sólo buscaba la independencia de Rusia sino también de los oligarcas, que en su mayoría están ligados al Kremlin.

¿Cómo sucedía en Ucrania?

Así es. Rusia, a través de estos oligarcas y políticos del antiguo régimen, tiene aún mucho poder en Armenia. Por su parte, el gobierno armenio está intentando ganar tiempo porque no tiene recursos para proteger Karabaj, pero los azeríes no quieren esperar y están conquistando territorios para aumentar la presión y que Armenia ceda el territorio. El dilema de Armenia se puede resumir en una elección entre soberanía y seguridad. Pero no se puede tener seguridad sin soberanía, ni soberanía sin la seguridad que garantizan los rusos. Esto es lo que se plantea hoy día en Armenia.

Pero ¿puede Rusia garantizar seguridad vista su actuación en Ucrania?

Lo cierto es que el comportamiento de los rusos es muy irracional y su número de bajas es demasiado elevado. Si Rusia sale vencedor del conflicto, aunque cada vez es menos probable, Armenia perderá su soberanía, y si Rusia sale derrotada, Armenia perderá su seguridad y los turcos van a aprovechar esa debilidad para conquistar nuevos territorios.

¿Tiene Armenia alguna opción si no puede contar con Rusia?

Una opción importante es que Estados Unidos, que presionó para conseguir un alto el fuego en septiembre, imponga sanciones a Azerbaiyán si este país continúa con su política belicosa. Por tanto, la primera prioridad es sancionar. La segunda prioridad es la seguridad, y por eso Armenia está buscando nuevas fuentes para conseguir armamento. En ese sentido, India firmó un contrato de suministro militar con Armenia la semana pasada. Irán también garantiza un apoyo diplomático y político, y el pasado viernes abrió un consulado en la ciudad estratégica de Kapan, en donde Azerbaiyán pretende establecer su corredor “Zangezur”. Esta es una manera de enviar una señal de qué están presentes y que no lo van a permitir. Desgraciadamente, no se puede garantizar que Azerbaiyán vaya a abandonar su política agresiva, es decir, que trate de conseguir por la fuerza su corredor en el sur de Armenia y la conquista de Karabaj, que muy probablemente producirá una nueva limpieza étnica.