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1936 Cárcel-checa de la Calle de Porlier de Madrid. Dos ilustres coruñeses antagónicos con el mismo destino: la Muerte. Gerardo Abad Conde y Luis Pareja Aycuéns.

El Colegio Calasancio situado en la calle del General Porlier 54, se convertiría en una de las cárceles más conocidas del Madrid frente populista. Al fracasar el Alzamiento Militar en Madrid, la horda roja campa a sus anchas por toda la ciudad, por medio del crimen y del terror. El colegio será incautado a los Padres Escolapios y comenzará, a partir del mes de agosto de 1936,  a funcionar como cárcel, donde se hacinarán centenares de presos, acusados de ser enemigos del Frente Popular. En sus instalaciones también funcionaría una checa.

En ese siniestro lugar al que fueron conducidos sin juicio y en infinidad de casos sin cargos, militares, políticos, policías, falangistas, sacerdotes, republicanos de derechas y a todos los que no se alinearon con aquellos enemigos de España y la civilización cristiana, se perpetraron numerosos asesinatos de forma injustificada.

Con la llegada de las tropas de Franco a los arrabales de Madrid, el paso de “la pasarela de la muerte” y el asalto de Legionarios y Regulares  a la ciudad Universitaria, el gobierno del socialista Francisco Largo Caballero, huye a  Valencia, dejando en Madrid una Junta de Defensa, presidida por el general Miaja Menat y el también general Sebastián Pozas Perea.

En esa junta de defensa van a  tomar parte entre otros, Manuel Rascón Ramírez, Manuel Ramos Martínez, Ramón Torrecilla Guijarro, Santiago Álvarez Santiago, Félix Vega, Arturo García La Rosa y Juan Alcántara, muchos de ellos, como Santiago Álvarez, destacado asesino y chequista de las checas de San Bernardo y calle de la Princesa, y al que ya no habíamos referido, en una anterior artículo sobre la Checa de la calle de San Bernardo, publicado en este Correo de España, el pasado 18 de noviembre de 2020.

La Consejería de Orden Público de la Junta de Defensa, recayó en un joven de las Juventudes Socialistas Unificadas, llamado Santiago Carrillo Solares. Otro joven, Segundo Serrano Poncela, redactor del diario socialista “Claridad”, se haría cargo de la Delegación de Orden Público, con plena facultades equivalentes  a las que tenía  el Director General de Seguridad del huido gobierno.

En la cárcel de Porlier, como en los demás centros penitenciarios, se crearía un Comité con representantes de todos los partidos políticos y entidades sindicales del Frente Popular, quedando encomendado el orden en el interior de las prisiones a  milicianos y guardias de Asalto.

En aquella cárcel-checa, que dirigía Simón Gracia Martin del Val, imperó el terror, funcionando incluso más como checa que como cárcel, algo que llenaba de pánico a los internos allí recluidos.

Se produjeron numerosos asesinatos, entre ellos los de Alfredo Mateo Guerrero. El diputado republicano Fernando Rey Mora, el religioso Leandro Arce Urrutia.  O el del comandante de caballería destinado en el Cuerpo de Seguridad, Juan Camps de la Peña, acaecido el día 16 octubre de 1936.

1936 Milicianos en la Puerta de Sol de Madrid.

Los milicianos que se hicieron con el control de aquella prisión–checa fueron  Santos de la Fuente alias “El Lechuga” Manuel Lázaro Ramos, Mariano Gutiérrez Albadalejo “El Balas” y Avelino Pavía. Cometerían tantos desmanes y asesinatos en la cárcel de Porlier, que con la llegada de Melchor Rodríguez a la Junta de defensa de Madrid, el 2 de diciembre de 1936, serán detenidos y enviados a la espera de juicio a la cárcel de San Antón. El 13 de mayo de 1938 serían condenados a 10 años de cárcel 

En los primeros meses del Movimiento, durante el verano de 1936, se sucedieron sacas individuales de presos que, con pretexto de ser puestos en libertad, eran entregados a los agentes de la checa de Fomento o a otros milicianos, que los asesinaban a la salida.

Los internos comían arroz tres veces al día, dormían en el suelo. Eran insultados y agredidos constantemente. A las noches, y ante el temor de los bombardeos de la aviación nacional, la cárcel de Porlier, quedaba en completa oscuridad, obligando a los presos a mantener un férreo silencio.   Los milicianos se incautaban de todas las pertenecías de los detenidos, así como del dinero, comestibles u objetos de aseo, que les llevaban sus familias. 

A las seis y media de la mañana del día 3 de noviembre, con el Ejército Nacional muy cerca de Madrid, una partida de milicianos armados, al mando del  responsable de la siniestra checa de la calle de Fomento, el ya mencionada en numerosas ocasiones Antonio Ariño “El catalán” registraron las galerías de la cárcel de Porlier. En la segunda, donde se hallaban numerosos militares detenidos, el grupo se detuvo con la intención de incorporar a militares profesionales al ejército rojo, amenazándoles de muerte si no atendían el llamamiento.

Se les formó en filas en posición de firmes y en silencio. Se les tomó el nombre y graduación. Eran en total 162 mandos los que se hallaban detenidos en aquellos instantes en la cárcel de Porlier. Ariño les habla alto y claro: “La Patria invadida por el fascismo está en peligro, todos deben defenderla”. “Un paso al frente los que quieran defenderla”. El silencio se corta con un chuchillo. Todos permanecen en su puesto con la excepción de  un coronel, un capitán de la Guardia Civil, otro de Oficinas y un cadete que dan un paso al frente. Indignado Ariño grita ¿Nadie más? ¿Os negáis a luchar en defensa de la patria?

1936, Nutrido grupo de milicianos madrileños armados.

Ariño entonces se fija en un soldado llamado Arsenio Yelves al que se dirige: “¡Eh tu soldado!, ¡hijo del pueblo!, ¿por qué te quedas con esos canallas? ¿Te han coaccionado?”. Arsenio da un paso al frente y sin dudar le contesta: ¿Y tú hijo del pueblo, has participado en muchos combates? “Vete tú que yo no voy a luchar contra los míos”. Ariño queda enmudecido ante la gallarda respuesta del soldado. Al ver tan ejemplar comportamiento, el capitán de la Guardia Civil y el cadete se vuelven con sus compañeros. Ariño, fuera si, ordena que les den una brutal paliza. Tras ello, todos los reclusos militares que se han negado a luchar contra el bando nacional, son fichados y listados, cuyas listas se entregaron a la dirección General de Seguridad, algo que valdrá al comité de defensa de Madrid para autorizar las sacas, sin intervención de tribunal alguno, que se realizarán desde el día 6 de noviembre hasta  primeros de diciembre y que finalizaran en los asesinatos en masa de Paracuellos del Jarama, Soto de Aldovea, Rivas Vacía Madrid, pretextando en algunos casos la libertad de los mismos, y en otros, su traslado.

A pesar de que la delegación de orden público, mantuvo una reunión bajo lo presidencia de Segundo Serrano Poncela, siguiendo órdenes de Santiago Carrillo,  el día 10 de noviembre, donde se acordaron los métodos que habían de emplearse en la desaparición, exterminio  y asesinato de miembros de lo que llamaban la “quinta columna”, en la noche del día 4 de noviembre, milicianos pertenecientes  al Comité de Investigación Publica, la conocida como Checa de Fomento, arrancaron de la cárcel de Porlier, a un numeroso grupo de presos, que fueron asesinados en Rivas Vaciamadrid, tras dispararles por la espalda.  La delegación de Orden público fijó, en aquella reunión, a la que asistieron representantes de todos los partidos izquierdistas, como se  haría la selección para las mortales sacas.  En primer lugar  militares con graduación superior a la de Capitán; en segundo, falangistas, y en tercero, el resto de los sospechosos, sacados de los listados de  suscriptores de los periódicos de derechas y de  listas de las congregaciones de las iglesias asaltadas. La delegación designó unos representantes que actuarían con plenos poderes en las diferentes presiones. En la de Porlier. fue nombrado el militante de partido Comunista Andrés Urrésola Ochoa, que tendría como misión,  interrogar y  hacerse cargo de los presos que debían ser asesinados, llevar a la cárcel la orden de libertad o traslado y dirigir las salidas de las  expediciones.  

El 6 de noviembre de 1936, se presentaron en la cárcel de Porlier, policías, adscritos a la Dirección general de Seguridad, y milicianos de Vigilancia de Retaguardia, al mando del Inspector General, Federico Manzano Govantes, con una orden de libertad de presos, sin indicación de nombres ni de número, anunciandoles con engaño,  ante la inminente llegada de las tropas Nacionales, que iban a ser trasladados a cárceles  más seguras fuera de Madrid.  

Los presos fueron reunidos en las galerías. Un miliciano armado leyó, a voz en grito,  los nombres de los internos, que figuraban en la macabra lista. A los nominados se les mandaba recoger sus exiguas pertenencias. Puestos en filas, entre insultos, empujones, y bofetadas, tras robarles lo poco que llevaban encima, eran entregados a las Milicias de Vigilancia de retaguardia, que se harían cargo de su traslado. Atadas sus muñecas a la espalda, con hilo de bramante, cable eléctrico, o alambre, de dos en dos, fueron obligados a subir a unos  autobuses de la Sociedad Madrileña de Tranvías y a camiones, que les trasladarian, pretendidamente, a las carceles  de Alcalá de Henares y Valencia, y a las que no llegarian nunca, pues serian asesinados en las cercanias de  Paracuellos del Jarama, Soto de Aldovea,  Torrejón de Ardoz, en el arroyo San José, muy cerca del rio Jarama y en un canal de riego, fuera de uso,situado en al vega del rio Henares.

Daba comienzo así la gran matanza de la guerra de Liberación Española, de más de siete mil españoles inocentes,  bajo los auspicios del embajador soviético en Madrid Marcel Rosemberg y sus asesores,  coordinada por el secretario general del Partido Comunista Pedro Fernández Checa y del consejero del orden público, el también comunista Santiago carrillo Solares. 

De aquella cárcel de Porlier partirían sacas masivas de presos de todas las edades, condiciones y oficios, los días 17, 24 25, 26, 28 y 29 de noviembre. En una de ellas sería asesinada toda una familia madrileña. La del notario Alejandro Arizcun Moreno, de 56 años, y  sus cuatro hijos: Ramón, de 28 años, ingeniero de profesión; Francisco, de 26, abogado; Luis, de 24 médico; y Carlos, de 17, estudiante.

Unas inicuas y vengativas matanzas que las autoridades rojas y sus medios de comunicación, se empeñaron en negar sistemáticamente de forma engañosa, cobarde, mentirosa y desvergonzada. Baste como ejemplo lo que publicaba el diario  Madrid Política, órgano de Izquierda Republicana, en su edición del sábado día 14 de noviembre de 1936: «Saliendo al paso de una infamia. Todos los presos son juzgados dentro de la Ley, y ni son víctimas de malos tratos ni deben temer por sus vidas. A la Junta de Defensa de Madrid han llegado noticias de que las emisoras facciosas han lanzado informaciones recogidas de periódicos extranjeros sobre malos tratos a los detenidos fascistas. En vista del conato de campaña que con ello se ha comenzado a realizar, se han visto obligados los Consejeros a declarar ante España y ante las naciones extranjeras que cuanto se diga de este asunto es completamente falso. Ni los presos son víctimas de malos tratos ni menos deben temer por su vida. Todos serán juzgados dentro de la legalidad de cada caso”. Conocían  de sobra lo que  estaba sucediendo.

A primeros de diciembre, con la llegada del anarquista Melchor Rodríguez a la delegación de prisiones de Madrid, tras denodada lucha contra el partido comunista y las  otras autoridades de Madrid rojo, lograría parar las criminales matanzas. “El ángel rojo” como así será conocido Melchor, demostró con su gallardo y humanitario proceder, que aquellas criminales acciones habrían podido evitarse, si quienes las organizaron hubiesen intentado impedirlas, algo que de ninguna de las maneras se propusieron, pues su única y malvada acción era la de asesinar a aquellos miles de patriotas, a los que consideraban enemigos,  incluidos 276 jóvenes, con edades comprendidas entre los 13 y los 17 años.  

Entre aquellos siniestros muros de la cárcel de Porlier, encontrarían la muerte dos  ilustres coruñeses. Uno de ellos muy significado con el ideal republicano, Gerardo Abad Conde. El otro, un ilustre militar, un patriota de una pieza, con un comportamiento heroico en la guerra de Marruecos, Luis Pareja Aycuéns. Los milicianos marxistas, en su afán de asesinar, no se detenían ante nada ni ante nadie. Fuesen enemigos o incluso partidarios de aquella funesta II república.

Gerardo Abad Conde, nació el día 8 de agosto de 1881, en el pueblo coruñés de Órdenes, donde su padre, sargento de la Guardia Civil, estaba destinado. Cursó los primeros estudios en Cuba, de donde regresó a La Coruña en 1889, licenciándose en Derecho por la Universidad de Madrid.  De regreso a La Coruña, ejerció de catedrático de Legislación Mercantil y Marítima en la Escuela de Comercio, y posteriormente se haría cargo de la dirección de la Escuela Náutica.

   

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Gerardo Abad Conde.

Vinculado desde joven al republicanismo, dotado de una gran oratoria, en 1908 se afianzó  como líder y secretario del Partido Republicano Autónomo, En 1910 se afilia al partido radical de Alejandro Lerroux, consiguiendo ser el jefe del partido en la provincia de la Coruña, cargo que ejercería hasta el estallido del guerra de liberación española.

En 1917, con motivo de la salvaje huelga contra el gobierno de Eduardo Dato, Abad será detenido y pasará una corta temporada en la cárcel. Concejal del ayuntamiento de La Coruña, el uno de enero de 1918 será nombrado alcalde de la ciudad, cargo que detentará hasta abril de 1919. Durante ese periodo se iniciará el enfrentamiento agrio que mantendrá hasta su asesinato, con otro republicano coruñés  Santiago Casares Quiroga.

En su época de alcalde de La Coruña, se inauguró el majestuoso palacio municipal. También durante su mandato,  se inauguraron las escuelas parroquiales  de Santa Lucia,  el patronato de la Caridad; la creación del banco de la Coruña y la  prolongación de la línea del tranvía La Coruña-Sada. No pudo evitar la marcha de la ciudad  del Museo de Romero Ortiz. Y tuvo que pechar con la llegada a la ciudad de la famosa “gripe española” que dejó numerosos fallecidos. Reconocido masón se inició en la Masonería en la logia “Hispano-Americana nº 379” de Madrid, en 1920.   En 1930, logrará el grado 33º de la sociedad secreta. En la ciudad de La Coruña formó parte de la logia “Suevia nº 4” y fundó  las logias “Curros Enríquez” (La Coruña) y “Libredón” (Santiago de Compostela). En agosto de 1931, apareció como miembro suplente en la Comisión Permanente del “Gran Consejo Federal Simbólico del Gran Oriente Español”. En 1933 formará parte de la logia “La Unión nº 9” de Madrid y participara también en el Soberano Capítulo Rosa-Cruz de la logia “Esperanza nº 8”. En mayo de 1933 solicita a las logias “Unión” y “Esperanza” la columna de retiro y plancha de quite, pasando a “sueño masónico”.

Con la llegada de la II república, Abad Conde saldrá diputado por Lugo, al verse privado del acta por la Coruña, debido a intrigas de miembros de su propio partido. Subsecretario dl ministerio de  Comunicaciones, ejerciendo incluso como ministro de forma interina. En 1933 ocupa el puesto de vocal del Tribunal de Garantías Constitucionales y un año y medio después, en diciembre de 1934, fue designado presidente del Consejo de Estado. Alejandro Lerroux, en su tercer gabinete, que duraría del 4 de octubre de 1934 al 3 de abril de 1935, lo nombraría Ministro de Marina, cargo que ocuparía del  23 de enero de 1935 al 3 de abril del ese mismo año. En 1936 se presenta a las elecciones generales de febrero por el Partido Radical, pero no resulta elegido.

Gerardo Abad Conde tras su brutal asesinato.

Tras el fracaso del alzamiento en Madrid y el armamento del pueblo por parte del gobierno presidido por el boticario Giral, las milicias se hacen dueñas de Madrid. Gerardo Abad Conde será detenido en su domicilio de Madrid y trasladado a la cárcel de Porlier. En la noche del 10 de septiembre, un grupo de milicianos y Guardias de Asalto, le sacaron a golpes de la cárcel, en compañía de otro antiguo diputado republicano Fernando Rey Mora. En sus conocidos diarios, Manuel Azaña, dejará un comentario displicente, acerca de Gerardo Abad Conde, al que tachará de cursi.

Luis Pareja Aycuéns nació en la Coruña  el día 11 de septiembre de 1892. Procedía de una familia de militares. En 1906 ingresó en la Academia de Infantería a la temprana edad de trece años, formando parte de la XIII Promoción de la 2ª época, a la que también perteneció su hermano Federico.

 

Con las dos estrellas de teniente en su uniforme, es destinado al Regimiento de Pavía, para pasar con posterioridad al del Serrallo de guarnición en Ceuta. En 1911 se incorpora, tras solicita plaza, en las Fuerzas Regulares Indígenas de Malilla, creadas ese año por el Teniente Coronel de Caballería, Dámaso Berenguer Fusté, entrado de seguido en combate , logrando en 1912, una Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo.

 

El 19 de junio de 1913, el Teniente Pareja, operando en la columna que manda Berenguer, acuden en socorro de la posición de Laucien, donde el capitán Fernando Torres Martínez, al mando de la 2ª compañía del Batallón de Cazadores de Barbastro, se defiende heroicamente, tras innumerables bajas en sus hombres, logrado incluso con tan solo cinco  soldados, realizar una acción ofensiva, en la cual será herido y su cuerpo abandonado, ante la proximidad del enemigo a merced de él. Con inusitado valor, y tras ser herido gravemente en la espalda, el Teniente Pareja, recuperaría el cuerpo del Teniente Torres y ordenaría el repliegue de los soldados supervivientes. Por su heroico comportamiento, Luis Pareja, sería ascendido empleo de capitán por méritos de guerra, sin haber cumplido los 20 años. El capitán Torres Martínez sería recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando.

Luis Pareja Aycuéns.

 

Dos meses después, el capitán Pareja, completamente recuperado de su herida, recibe el mando de una compañía, que en octubre de 1914 ocupa la posición de Izarduy, que manda el capitán Ayuso. Uno de los tenientes Frenando Montilla, al mando de una sección,  se verá forzado a realizar una descubierta contra el enemigo, sufriendo una emboscada. El capitán Pareja acudirá presto en su ayuda, consiguiendo rechazar a los moros emboscados pero no pudiendo salvar la vida del Teniente Montilla y Pérez Escrich, que será recompensado, por su heroica acción, con la Cruz Laureada de San Fernando. Pareja, en la acción, resultará gravemente herido en ambas piernas, teniendo que convalecer durante un año y medio  

Tras su valeroso comportamiento, Luis Pareja es ascendido a Comandante por méritos de guerra, cuando contaba tal solo veintidós años de edad De esa forma Luis Pareja se convertía en el comandante más joven del ejército, con una brillantísima ejecutoria militar, ascendiendo incluso antes que Francisco Franco, que lograría su ascenso a comandante en 1916, al cumplir veintitrés años de edad.

En 1920, Luis Pareja  es destinado al grupo de Regulares de Ceuta, Allí junto a su jefe, el Laureado Teniente Coronel González Tablas, va a realizar una meritoria labor al mando del Tercer Tábor. Participará, en octubre de ese año de 1920, formando parte de una columna, al mando del Teniente Coronel Alberto Castro Girona, compuesta por el Tercer Tabor de Ceuta, que manda el propio Pareja y uno Tabor de la Mehal-la Jalifiana, en la toma de Xauen, recibiendo por ello una Cruz Roja al Mérito Militar.

La Bandera de España es izada en la ciudad santa de Xauen.

Ascendido a Teniente Coronel, en marzo de 1922, es destinado al Regimiento de Gravelinas de guarnición en Badajoz. Al año siguiente, se le confiere el mando del grupo de Regulares de Larache con sede en Alcazarquivir.

En 1924, y tras mostrase en completo descuerdo con el plan de repliegue del Ejército, que diseñó y ordenó el presidente del consejo de ministros, General Primo de Rivera, el Teniente Coronel Pareja, pide destino fuera de Marruecos y se incorpora al Regimiento de Tetuán, de guarnición en Castellón de la Plana, Sin embargo, con su regimiento regresa de inmediato al teatro de operaciones de guerra en el protectorado marroquí.

En 1925, coincidiendo con el desembarco de Alhucemas, el Teniente Coronel Pareja participa en él, a bordo del Acorazado Jaime I, colaborando con las baterías del Acorazado como vigía señalador. Su acertado trabajo le valdría ser condecorado con la Cruz al Mérito naval.

Una vez puesto el pie en las playas de Alhucemas  de Ixdain  y la Cebadilla, por los legionarios del coronel Franco, el teniente Coronel Pareja con su batallón de Cazadores de África, avanza y enlaza con las tropas francesas. Luis Pareja será el primer jefe del ejército español que entre en la tienda que había ocupado el líder rebelde   Abd el Krim, que con el empuje de las tropas españolas, escapará y  preferirá entregarse a las autoridades francesas que le capturarían.  El mariscal francés Philippe Pétain, le concederá la Legión de Honor, solicitando al presidente del gobierno español General Primo de Rivera, el  ascenso de Luis Pareja a coronel, algo a lo que accederá Don Miguel.

Como coronel mandará sucesivamente los regimientos de Melilla y de Álava. En 1928 el Rey Alfonso XIII le nombrará  gentilhombre de Cámara.

Con la marcha del Rey Alfonso XIII al exilio, el día 14 de abril de 1931, y recogido el poder, tirado en medio de la calle, por los osados miembros del comité revolucionario, que se constituirán en gobierno de la II república española, el coronel Pareja se haya destinado en Málaga, al frente del Regimiento de Álava. Participará, activamente, ante la desidia del gobernador militar, general Juan García Gómez-Caminero, en sofocar los gravísimos disturbios acaecidos en la bellísima ciudad andaluza, que se saldaron con la quema de Palacio Arzobispal, numerosas iglesias con la consiguiente  pérdida de valiosísimas imágenes como la del Cristo de Mena, Protector de la Legión Española.

El gobernador militar, Gómez–Caminero, ordenó retirar a  las fuerzas de la Guardia Civil al inicio de los incendios provocados por extremistas de izquierda. No contento con eso, remitió un telegrama al presidente del Gobierno Manuel Azaña con el siguiente texto:” Ha comenzado el incendio de iglesias. Mañana continuará». Azaña, al ver que aquella situación se le escapaba de las manos decidió dar orden de intervenir al Regimiento de Álava, que declaró el toque de queda en la ciudad y acabaría con los desmanes, cuando ya habían sido pasto de las llamas más de cuarenta iglesias y otros edificios religiosos.  El presidente Azaña felicitaría  al coronel Pareja y le otorgaría la Encomienda de la República, Sin embargo,  al haber  anulado el gobierno de la II república los ascensos por méritos de guerra, el coronel Pareja, que figuraba en el puesto número tres para el ascenso a general, será relegado a los últimos lugares del escalafón de coroneles. Por su parte  el general Gómez-Caminero será destituido. Pero en vez de ser procesado, aquella república de sectarios anticatólicos, le premiaría con el ascenso  a general y su posterior nombramiento como Inspector general del Ejército.

Al estallar la revolución socialista de Asturias, en octubre de 1934, el coronel Pareja, que se hallaba destinado  en Madrid, en el Centro de Movilización y Reserva nº 1, es reclamado por el general Francisco Franco Bahamonde, que por orden del ministro de la guerra, Diego Hidalgo, dirigirá desde el ministerio las operaciones de Asturias contra los revolucionarios marxistas. El coronel Pareja será nombrado jefe de personal del ministerio y delgado de orden público en Madrid, distinguiéndose al sofocar la huelga general revolucionaria y mantener los principales servicios en la capital.

 

Tropas Regulares desfilan por las calles de Oviedo, una vez derrotada la revolución socialista de Asturias.

En 1935, el General Franco, nombrado Jefe del Estado Mayor Central, le premia con su confianza y le designa director de  la Escuela de Aplicación de Infantería, de cuyo puesto será destituido, tras las fraudulentas y violentas elecciones del 16 de febrero de 1936, que darían el triunfo, tras un robo masivo de votos, a las candidaturas del frente popular.

El Alzamiento Nacional de julio del 36, sorprenderá al coronel Pareja de veraneo en el pueblo  murciano de Águilas. Detenido por las milicias de la localidad, será trasladado a Madrid y enviado a la cárcel de Porlier.

En  la madrugada del  cinco de noviembre, milicianos de la checa de Fomento, como hemos mencionado anteriormente, sacaran de la cárcel de Porlier a un nutrido grupo de militares, entre los que se encontraba el coronel Pareja. Tras atarlos de dos en dos y obligarlos a subir a unos camiones pertenecientes al quinto regimiento de filiación comunista, con el engaño de trasladarlos al penal de Chichilla, serían fusilados por la espalda, en el término de Rivas Vaciamadrid, dejando sus cadáveres abandonados, siendo enterrados por vecinos de la zona, en una fosa común del  cementerio de Rivas. Finalizada la guerra de Liberación Española, los restos mortales del coronel Luis Pareja serían trasladaos al Valle de los Caídos, donde reposan en la actualidad.

En un alarde de cinismo y maldad, el gobierno del Frente Popular, al ser buscado por sus familiares, alegó que el coronel Pareja había huido para pasarse al bando Nacional.  

 

Imagen del Divino Cautivo. Madrid    

Finalizada la guerra de Liberación española, el colegio de Porlier continuó siendo prisión hasta el año de 1944, en que fue  devuelto a los padres Escolapios, que reanudaron su labor pedagógica y docente. Un año después, un grupo de antiguos presos miembros del bando Nacional, que habían sufrido todo tipo de penalidades en  aquella cárcel, crearon la Cofradía del Divino Cautivo, cuyo titular, una imagen magnifica de gran escultor Mariano Benlliure, es a día de hoy, la única que sale en procesión dos veces durante la Semana Santa de Madrid; el jueves y Viernes Santos.

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