09/05/2024 18:34
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Santiago Alejandro Marquina Molinero. Diseñador gráfico. Aficionado a la historia, lleva ya 4 años estudiando a la División Azul por sus apasionantes hechos. En esta entrevista analiza brevemente su libro Guía visual de la División Azul (SND).

¿Qué le ha animado a escribir esta Guía visual?

La historia de la División Azul es impresionante, solo por eso merece la pena ser estudiada. Personalmente, es la experiencia en el GULAG de los divisionarios lo que robó mi atención. Algunos voluntarios de la División Azul fueron hechos prisioneros por los soviéticos y fueron llevados a campos de concentración, en donde se encontraron con otros españoles de ideología contraria a la suya (comunistas y republicanos exiliados de la Guerra Civil).

A pesar de que pocos años antes se habían estado matando entre ellos, supieron dejar sus ideologías aparte y apoyase entre ellos en aquel momento. Y finalmente, tras más de una década de cautiverio, volverían hermanados a España.

Yo veo una gran moraleja en el testimonio de hermandad de estos prisioneros españoles en Rusia y de cómo los valores son más importantes que las ideologías. Siento que para nuestra sociedad actual es fundamental recordar esto. Especialmente a día de hoy, cuando parece imposible ir a tomarse unas cervezas con los amigos sin acabar a gritos porque no pensamos igual. Ya sea porque uno sea un progre o un facha. Por ello, me gustaría invitar a mis lectores a meditar sobre esto y animarles a que sepan ir del brazo de los que no piensan como ellos. Por supuesto, sin perder jamás sus propios valores. Solo así podremos vivir en sociedad.

¿En qué consiste realmente su libro?

Se trata de un breve libro ilustrado que resume la historia de la División Azul, un producto sencillo y estético con una fórmula que democratiza la Historia para todos. También quiero pensar que he conseguido darle un estilo moderno que anime a quien piense que la historia ya no merece atención.

Ha incluido usted numerosa documentación original, ¿no es así?

Es cierto. Como no podría ser de otra manera, he buceado en los documentos históricos para poder presentar un libro que mantenga un rigor histórico como una de sus principales cualidades. Algo que no hubiera podido conseguir de no ser por el apoyo y la ayuda desinteresada de varios eruditos y expertos en el tema. Me siento muy agradecido por la asistencia que me dieron Fernando Garrido y Carlos Caballero Jurado.

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También bucea usted en las motivaciones de los Voluntarios para ir a Rusia, ¿por qué cree que es importante hacerlo?

Personalmente, es la cosmovisión de cada época y sus respectivos problemas sociales lo que más disfruto cuando estudio la Historia. Me gusta entender las cosas en su contexto. Es por eso, por lo que mi obra de forma breve trata de explicar al lector de hoy día como un español pudo irse a luchar al peor frente de la II Guerra Mundial. Sobre todo si tenemos en cuenta su realidad, después de haber sufrido una devastadora guerra en España, previamente.

¿Por qué su libro podría considerarse como una obra ideal para alguien que quiera iniciarse en el conocimiento de lo que fue la División?

Vivimos un poco en Matrix. Las nuevas generaciones, por supuesto la mía y las que siguen viniendo, son nativas del mundo digital. Y esto es algo bueno que puede terminar siendo perjudicial. Aunque tampoco nos alarmemos, es lo que pasa con cualquier herramienta creada por el hombre.

Ante esta realidad, y más que nunca, es sustancial incentivar la lectura. Es hasta sano diría yo. También es verdad que cada vez estamos más acostumbrados a estar pendientes de mucha cosas a la vez. El multitasking es una capacidad propia de nuestro tiempo que, entre otras, hemos tenido que desarrollar para poder adaptarnos al frenético ritmo de vida.

Justo por eso creo que debemos diseñar más libros que entren por los ojos y apetezcan ser leídos. No digo que toda la literatura deba ser así, digo que sería muy interesante diseñar más libros divulgativos que enganchen al lector.

¿Por qué incluye abundante material gráfico?

Soy licenciado en Diseño y trabajo en ello a diario. No creo que hubiera otra forma de hacerlo, que no incluyera material gráfico. Al mismo tiempo, me reafirmo en mi anterior respuesta. En definitiva, una imagen dice más que mil palabras.

Parece especialmente relevante que aparezca también una enfermera española en la portada. Los ángeles de la División, como se las ha llamado, son junto con los médicos de la División, miembros imprescindibles y esenciales de la gran aventura que fue la División Azul.

Hace un par de años la mujer pasó a ser la protagonista del foco mediático. En el caso de la División Azul, las mujeres tuvieron un par de papeles muy concretos pero de gran importancia. Siguiendo la tónica general, en los últimos años se han escrito y reeditado varias obras sobre estas enfermeras. Mi propósito era escribir un libro que presentara la historia de la División Azul, y por lo tanto, tenía que dedicarles una mención especial a estos ángeles de la División.

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Se trata de la División de la Segunda Guerra Mundial, que sigue cautivando al público, no sólo en España, como dice usted. ¿Podría explicarnos este aspecto más en detalle?

Por supuesto. La División Azul es una rara avis. Y eso es algo que siempre despierta curiosidad. Sobre todo para el que descubre una gran aventura en las memorias divisionarias o para quien piensa el qué narices hacían unos españoles en Rusia en el gélido contexto de la segunda mayor guerra de la historia de la humanidad. Si cada vez se editan más libros sobre la División Azul, será porque el tema interesa cada vez más. Será porque interesa el hecho de que una persona sea capaz de dar la vida por la defensa de unos valores.

Autor

Javier Navascués
Javier Navascués
Subdirector de Ñ TV España. Presentador de radio y TV, speaker y guionista.

Ha sido redactor deportivo de El Periódico de Aragón y Canal 44. Ha colaborado en medios como EWTN, Radio María, NSE, y Canal Sant Josep y Agnus Dei Prod. Actor en el documental del Cura de Ars y en otro trabajo contra el marxismo cultural, John Navasco. Tiene vídeos virales como El Master Plan o El Valle no se toca.

Tiene un blog en InfoCatólica y participa en medios como Somatemps, Tradición Viva, Ahora Información, Gloria TV, Español Digital y Radio Reconquista en Dallas, Texas. Colaboró con Javier Cárdenas en su podcast de OKDIARIO.
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Geppetto

¿Que en la blau division o division azul se dio un ejemplo de hermandad de españoles de ambos bandos?
¿De que bandos hablas chico?
En los campos hubo españoles, rojos y comunistas españoles que fueron los traductores imprescindibles que utilizaron los soviéticos para interrogar a los soldados españoles prisioneros…y poco mas.
Quiza algún imbécil comunista renegado habría tambien internado en el campo, pero esos estaban detenidos por renegados a la famelica legion y eran unos tios despreciables.
Vamos a dejarnos de hacer historia ficcion mas cercana a la memoria democratica que a la historia real
Los soldados, los militares españoles son eso y nada mas, españoles que defienden hasta la muerte a su patria, no ángeles redentores de cuanto cabrón tienen cerca.
Los rojos defendían y defienden a los de la famélica legion y solo son camaradas de otros como ellos.

Hakenkreuz

En la URSS, en el tiempo en el que llegó allí la División Azul (250 división de infantería de la Wehrmacht) en octubre de 1941, a luchar, como voluntarios de más de 20 países (incluida la propia Alemania), contra el comunismo, había miles de españoles comunistas huidos con sus familias y 2000 niños deportados allí por los rojos en su campaña propagandística infanticida criminal (no igualada después por ningún contendiente europeo con sus niños a pesar de que los bombardeos fueron incomparablemente más destructores en la guerra mundial) para atraer ayuda militar (otros 2000, según el comunista ministro de Stalin, Hernández, habían muerto de miseria, frio, terror y hambre en las escuelas del komsomol antes de empezar la guerra mundial) so pretexto de huir de la guerra en España (todo falso, por supuesto. Y para meterles de lleno en una guerra incomparablemente peor. Y criminal infanticida por ser los niños las víctimas de esa propaganda infernal roja, no pocos hijos de padres católicos asesinados en chekas, paseos y fosas masivas. Niños que no fueron devueltos por Stalin a España y que más tarde acusaron a la Pasionaria por retenerlos en el infierno soviético no dejándoles regresar a su patria).

De esos comunistas españoles en la URSS (vueltos en su inmensa mayoría a España tras las amnistías generales que sucedieron a la llegada del Semiramis con presos de la División Azul y otros presos españoles del gulag soviético), una gran mayoría sufrió la reclusión en gulags y trabajos forzados, desengañados del terror rojo ahora que lo sentían en sus propias carnes o la de sus parientes, muriendo en no poco número como los demás ciudadanos disidentes o sospechosos de serlo de allí, no pudiendo decirse, a tenor de sus propias memorias y recuerdos, que incluso los líderes comunistas (Hernández, Líster, Modesto, Castro, Tagüeña, el Campesino, etc.) viviesen con bienestar y libertad el ideal que ellos mismos, engañados por el veneno de la serpiente satánica marxista, es decir, engañados por la ideología del odio, habían creído (una persona sin fe en Cristo es un pelele mucho más fácilmente sugestionable por el demonio. Por eso la fe verdadera es el mejor escudo contra la asechanza marxista de satanás).

Fueron pilotos de la aviación roja hispano-soviética que allí estaban siendo instruidos y allí les sorprendió la victoria nacional en 1939. Fueron marinos de la flota mercante que requisaron los soviéticos en Odessa. Fueron innumerables afiliados al PCE que, «aliviados» como Carrillo llegaron a la URSS en 1939, y allí quedaron presos de aquel infierno de terror, miseria, hambre y muerte en masa en cuerpo y alma, sin poder huir a Hispanoamérica o a Europa occidental de post guerra. La inmensa mayoría de estos comunistas, quedaron tan profundamente asqueados y arrepentidos del comunismo («el peor de los infiernos» lo llegaría a calificar el fundador del 5º Regimiento comunista, Castro. Ni siquiera Carrillo y la Pasionaria hablaron bien de la URSS), que no dudaron en volver a la España de su anteriormente enemigo Franco por muy «fascista» que este les pareciese, tomando el primer barco que pudiesen hacia las costas españolas en aquella década de los cincuenta. Incluso algunos trajeron a sus esposas e hijos nacidos en la URSS. Así que, ¡cómo debería ser la vida en la URSS!. Desgraciadamente esto es algo de lo que poco se investiga por el terror censor pro soviético académico democrático imperante en la actualidad, que incluso pretende censurar las obras del demócrata Pío Moa por atreverse a expresar buena parte de la verdad del régimen católico de Franco (algo inédito en un no creyente y demócrata declarado). Y esto es algo que los demócratas de hoy no quieren que se sepa bajo ningún concepto. Que hubo un masivo arrepentimiento entre los que inicialmente habían combatido a Franco, rechazando profundamente todo credo marxista o izquierdista, especialmente los que tenían vivo recuerdo de lo que aquí supuso la experiencia revolucionaria colectivista de hambre masiva y terror (muy poco tratada por historiadores de la economía serios o bien muy censurada) en zona roja/antiespañola y, no digamos, de los que acudieron a Rusia buscando el «paraíso proletario», encontrándose en su lugar el mismo infierno del que ya fue prevenida la humanidad entera desde el Cielo y la localidad portuguesa de Fátima. Tuvieron que ser los miembros de una generación posterior, más materialista, menos acostumbrada a la pobreza, más hedonista y menos devota, que abandonó el culto gradualmente, una generación que no vivió el comunismo ni soportaba a sus mayores oyéndoles hablar de él, una generación rebelde que accedió a la universidad en masa (ensoberbecida de modo creciente), una generación que no escuchaba a los que vivieron el comunismo en Rusia o en España, los que trajesen el actual régimen democrático.

Teniendo en cuenta todo esto, no hubo tal «hermandad», sino vuelta de muchos hijos pródigos arrepentidos, inicialmente engañados o aterrorizados por el demonio del marxismo, que sabiamente rechazaron precisamente vivir más en el infierno al que sus líderes identificaban como el «paraíso del proletariado mundial» al que nadie quería ir en cuanto se supo de él (y hoy, por increíble que parezca, se sabe todavía menos). Y arrepentidos, no dudaron en acompañar a los divisionarios de vuelta a su patria, alegres por volver a saber lo que es la libertad, la que está indisolublemente unida a la verdad, que es Cristo, Rey de España.

Geppetto

«De esos comunistas españoles en la URSS (vueltos en su inmensa mayoría a España tras las amnistías generales que sucedieron a la llegada del Semiramis con presos de la División Azul y otros presos españoles del gulag soviético), una gran mayoría sufrió la reclusión en gulags y trabajos forzados, desengañados del terror rojo ahora que lo sentían en sus propias carnes o la de sus parientes, muriendo en no poco número como los demás ciudadanos disidentes o sospechosos de serlo de allí»

NO es cierto y a las pruebas me remito.

En el año 1984 los Reyes de España fueron a la URRSS en viaje oficial y dieron una recepcion a la comunidad española que alli residia, los niños de la guerra y los viejecitos que aun moraban en el» paraiso soviético» y eran muchos, lloraban a moco tendeido mirando arrobados a S.M el Rey
Ellos explicaban a todo aquel que queria oirles que sirvieron de carne de cañon en las tropas sovieticas que combatieron a los alemanes y que casi ninguno dejo de ser un buen comunista que, a las ordenes de la puta Dolores, se dejo la piel en la lucha «antifascista»
En los campos donde terminaron Palacios, Oroquieta y tantos otros hubo algun rojo español renegado, pero fueron la excepcion

Hakenkreuz

SÍ, es verdad. Sí hubo una enorme cantidad de españoles rojos en gulags y trabajos forzados.

Uno muy célebre fue, por ejemplo, Valentín González, conocido por «El Campesino», mayor de milicias en la Cruzada 36/39. Pero hubo pilotos rojos y marinos españoles en gulags y campos de trabajo. Aunque no lo crea. Eso sí, si nos atenemos a los que Alexander Solzenytsin nos enseñó, y creo que él tenía autoridad sobre el asunto, había cientos de gulags por toda la URSS, por lo que no es de esperar que a todos los españoles los recluyesen en los mismos gulags. Por todo ello, Palacios y demás, no tuvieron porqué coincidir en su reclusión con muchos otros españoles del PCE, como El Campesino, por ejemplo.

Por otra parte, no hay ni un solo buen comunista. Ser comunista es ser perverso y siervo de satanás a más no poder, a no ser que se considere desde un punto de vista anticristiano y ateo. Y si se es bueno, no se puede ser comunista. Es totalmente incompatible. El comunismo es la ideología del odio, especialmente a todo lo bueno y santo. Creo que a lo que ud. se refiere por «buen» comunista es a que son fieles al comunismo tal como lo concibió Marx, Engels, Lenin y Stalin o cualquier otro líder mundial como Dolores Ibárruri o Carrillo. Es dudoso que algún español inicialmente comunista pudiese ya a comienzos de los cuarenta, exiliados en la URSS y, por lo tanto viviendo en sus propias carnes aquel infierno, permanecer verdaderamente fieles a esos ideales tan satánicos y sí muchos con ganas de huir de allí y renegar para siempre de toda ideología marxista asqueado por la propia experiencia vital. Tenga ud. en cuenta que la ventaja del demonio es que la gente no cree en él ni le conoce ni sabe cómo actúa (la gente, por desgracia, no medita el capítulo 4 de Mateo ni el 4 de Lucas, que nos desenmascaran al demonio tal cual es, un ególatra sin límite), luego poco prevenida, poco en vela está con él. Así ocurre con el régimen soviético y con el chino actual, que la gente no los conoce. Y las democracias bien que se ocupan en ocultarlos de la «indiscreción» inteligente, incluso recurriendo a la propaganda embustera satánica de los nazis y los seis millones de gaseados. Si la población conociera de verdad el comunismo por sus frutos (más allá de las ideas satánicas del Manifiesto de Marx), no existiría la izquierda sobre la faz de la tierra, porque nadie querría tal cosa para su nación, su familia, sus seres amados y para el mundo. El demonio y sus vástagos ganan con la mentira, las tinieblas y la ignorancia generalizada (que no se combate con ilustración y la «diosa» razón, sino con fe, que anida en el alma. La sabiduría es don del Espíritu Santo, no cualidad que se adquieren en universidad, laboratorio o escuela alguna).

Los españoles del PCE que no volvieron fue porque se lo impidieron, estaban en gulags, cárceles, trabajos forzados, etc., y porque las mujeres españolas (niñas de la guerra) casadas con rusos allí no pudieron hacerlo dejando allí a sus maridos e hijos. Aquí llegaron mayoritariamente hombres españoles con o sin familia de allí, quedándose la inmensa mayoría en España y, volviendo algunos por inadaptación rechazados por el Régimen de Franco como posibles espías soviéticos. Y todo ello tras tener que soportar una campaña propagandística soviética sobre el «infierno fascista español» que casi nadie se tragó siquiera allí. Y menos los españoles del PCE, que son los que más conocen la mentira propagandística por su propia experiencia.

Por otra parte, si aquellos niños de la guerra, en 1984 ya ancianos, miraban con lágrimas en los ojos y arrobados al Rey Juan Carlos I, difícilmente podían tener el más mínimo aprecio por la ideología comunista, furibundamente antimonárquica, tanto en 1931, en 1936, en 1939, como en 1984. Otra cosa es que entonces, bajo Chernenko, todavía tenían que guardar las apariencias por el bien de su exigua «libertad», es decir, por evitar terminar en comisarías, celdas o deportados a ese lugar de trabajo sovietico-sindical y de refresco severo llamado Siberia. Y esto aún en 1984, cuando aún se reprimía allí con toda contundencia la más mínima de las disidencias (y sino que se lo digan a Sajarov, que de los laboratorios soviéticos de física, sufrió la reclusión «prescriptiva» en las cámaras de tortura psiquiátricas soviéticas por oponerse tenuemente al comunismo).

Por último, los soldados españoles comunistas ex combatientes, en efecto, fueron llevados a los frentes de batalla. Por ejemplo, Rubén Ibárruri, hijo de la infame Pasionaria, murió en la batalla de Stalingrado a comienzos de septiembre de 1942. Carne de cañón para el satánico ejército rojo era cualquier hombre no ruso, empezando por reclusos de gulags y cárceles, españoles incluidos, campesinos, especialmente ucranianos y bielorrusos, incluso adolescentes y ancianos, que habían vivido bajo dominio alemán, soldados rendidos al ejército rojo de países del este excluida Alemania, Italia, España, Finlandia, Hungría y pocos más, etc. El ejército rojo luchó no con disciplina, sino con terror sanguinario ejercido incluso sobre los parientes de los soldados en retaguardia. Algo totalmente inédito en la historia de las guerras hasta entonces. De otro modo, los alemanes hubiesen ganado la guerra en pocos meses. Algo parecido le pasó a USA en Vietnam con los kamikazes que el Vietcong le enviaba bajo terror de Ho Chi Min. El terror que se aplicaba en la paz, no iba a dejarse de aplicar en la guerra. Y menos por el demócrata Stalin.

Geppetto

NO
y los militares que estuvieron en los campos y minas de sal o de cualquier otro mineral lo decian.
Eso si, los que estuvieron se encontraron con el apoyo que un español da a otro en dificultades

Hakenkreuz

¿NO QUÉ? ¿NO SIN MÁS, SIN ARGUMENTOS? VAYA «RAZONAMIENTO».
Los militares españoles capturados en la URSS, le vuelvo a repetir, estuvieron en varios gulags, no en TODOS, que eran muchísimos. A Alexander Solzenytsin me remito respecto a su elevado número. Si coincidieron o no, no implica que no estuviesen en gualgs también los rojos allí escapados tras nuestra guerra, incluidos muchos de esos niños de la guerra que recibieron a JC I según lo que ud. dice. Y fíjese si es extraño que José Díaz, secretario general del PCE, su máxima autoridad, muriera «suicidado» cayendo desde un balcón de un hotel en 1942. Extraño no, lo siguiente. Y ni Pasionaria, ni Antonio Mije, ni Jesús Hernández, ni Enrique Líster, ni Modesto, ni Tagüeña, ni muchos otros líderes comunistas prestaron ni el más mínimo apoyo a los niños y niñas españoles allí deportados desde 1937, ni a los pilotos rojos ni a los marinos españoles allí retenidos, sino más bien lo contrario, les impidieron salir de aquel infierno. No digamos ya el trato que dispensaron a los divisionarios. Ningún rojo hizo nada por sus compatriotas. La nobleza y valentía allí vino, en exclusiva, de los del capitán Palacios.

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