La insolidaridad entre españoles nos arrastrará a otra guerra civil. Por Editor

¡Qué exageración, otra guerra civil! ¿Exageración? Viendo los derroteros que toma nuestro país, un negro horizonte de confrontación asoma de entre las nieblas de una peligrosa inanidad.  ¿Somos conscientes de dónde nos estamos metiendo sin vuelta atrás? Y no hablo de esos que buscan independizarse por no sentirse ciudadanos de España; más fácil tirar de la codicia en un viaje que no llega a otra parte que la culminación de avaricias que empobrecerán a cuantos sigan los devaneos de la partición territorial; tampoco de esa siniestra maliciosa que aprovecha la tibieza de media España para protagonizar episodios de picaresca al margen de toda norma o ley que cambian a medida de la dimensión de sus corrupciones. No me refiero a esa parte de España frentepopulista que tarde o temprano, cuando dejen de saquear las arcas del estado, se echará a las calles para proclamar una revolución contra el fascismo del régimen del 78. No aludo a cuantos vean el momento de arrancar la Corona para imponer sin disimulos una democracia al estilo II República, sin descartar que salte a las calles un vandalismo generalizado , ondeando banderas extemporáneas del comunismo más liberticida. No, no cuento con ese lastre que pesa a España como si una soga amenazante se hubiese colgado del cuello. Eso lo doy por perdido, porque parecen reencarnaciones de los mismos demonios que no dudaron en llevar a la Guerra Civil a una España avasallada con la excusa de la revolución proletaria, hoy convertida en verdadera democracia contra la ultraderecha.

Nos han matado a nuestros padres, toda una generación de españoles, en un campo de concentración ilegal, permitido por la Justicia de Satanás y la propia española. El consuelo inexistente, la indiferencia rastrera, maligna, satánica, de esos que se hacen llamar patriotas… de sí mismos.

La Guerra Civil del mañana-no me pidan fecha, no soy adivino, sólo evidente-no será por las hordas de mamelucos que no se sienten españoles o las manadas carroñeras que usan la política para delinquir como criminales comunes, será por los propios españoles orgullosos, altaneros, insolidarios, expectantes del éxito ajeno para negar un aplauso de motivación. Serán los reyes de su casa que visten su propio sayo importándoles una mierda los esfuerzos y sacrificios de los afines si no se ven beneficiados; eso si el beneficio lo sacan del ninguneo, de la capacidad para ignorar así estiren sus españoles cuellos de vanidad hasta que se oiga el chasquido que se los parta. Altaneros y villanos, incapaces de reconocer los méritos si no son los propios por muy exiguos que sean. Prestos a arrimarse al triunfador por si les cae algo que como perros olisquean en las mesas de sus adorados amos. Cretinos de mierda.

La insolidaridad entre esos que se llaman patriotas y se echan las manos a la cabeza cuando son testigos de tropelías aberrantes, no es la que se mira en el espejo de las propias miserias. Son víctimas de futuras vorágines que alimentan dejando que se reúnan los lobos mientras muerden ufanos a corderos como ellos… corderos ellos, no, cabrones. Que venden el apoyo al precio caro de la indiferencia mientras otros tiran del carro del que ellos, sinvergüenzas, no se apean. Españoles de pacotilla, de himno recio y actitud indiferente que dejan pasar al gallinero a la zorra que es ese alter ego del orgullo que mata y que les asesinará por tibios hipócritas el día de mañana.

Obtusos, futuros ejecutados sin derecho a protesta, que al llamamiento por la solidaridad contestan con apestoso silencio; porque el silencio contiene ese hedor de azufre maligno cuando a la voz de auxilio no se descruzan los brazos y las piernas. Españoles insolidarios, sí , esos que os llamáis de derechas y presumís de España, tarde os llegará el impulso para correr despavoridos que en la confusión y sin descruzaros os meteréis la cabeza contra el suelo y casi inconscientes vendrán a remataros, por gilipollas. Muertos no os quejaréis, pero Dios quiera que os muestre ese alma roñosa y egoísta que por aquí paseáis como muertos vivientes sin sensibilidad ni emociones altruistas.

Sirva de paradigma el inútil Núñez Feijóo que ciñe sus esfuerzos de Estado en obstaculizar a VOX para que no tenga representación en la Mesa del Congreso. Un Congreso presidido por una canalla que ocultó la prostitución de menores tuteladas en Baleares con un jefe de estafadores sembrando la discordia y la cizaña que un día- a poco que la propia Europa debilitada tenga que defenderse de la invasión bárbara que facilita abriendo fronteras-, si no el tahúr , otro relevista, nos llevará a una confrontación civil… Pero no os engañéis españolitos todos que somos, pringados insolidarios que pisoteando al afín nos aplastamos la cabeza bajo la bota de nuestra propia intransigencia. Incapaces de autocrítica no hay lamento que valga ni ahora, salvo la reflexión, ni en el futuro…demasiado tarde.

Me dirán sosegados que ese alarmismo está fuera de lugar. Claro que sí, tranquilos. El problema es que todo conflicto se inicia con circunstancias cambiantes que suelen producirse cuando todo deriva hacia un estrecho cuello de botella sin retorno. Lo más parecido a lo que experimentamos en la España de hoy, plena de incertidumbre. Pero, calma, no hay de qué preocuparse repantingados en cómodo solaz de lo propio. Hasta puede que en la próxima guerra civil sólo haya un bando verdugo, cabestros.

Mirad el modo eficaz con que se aglutina como una piña esa siniestra que criticáis, y después examinaos. Seguid siendo insolidarios, continuad maltratando a quien mira por vosotros mismos. Luego no os quejéis si repetimos un 1936… si antes no nos lanza un petardo Putin, enteraos.

Quizá si recrudecemos las advertencias, España despierte… Y ni así.

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Editor ÑTV ESPAÑA

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