Bendala
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VOX ha rizado el rizo. Ha jugado a ser aprendiz de brujo. Ha olvidado que los experimentos se hacen con gaseosa. También, que no todo vale. Que se debía a los que le votaron, a los que convencidos o a medio convencer, porque ya son muchas las decepciones a lo largo de las últimas cuatro décadas, se subieron a su tren en la estación de las últimas elecciones generales, pero por las mismas se van a bajar en la siguiente; y es que las estaciones están tanto para subirse como para bajarse.
Una moción de censura no se presenta sólo cuando se va a ganar, sino también y casi más para dejar en total evidencia al Gobierno cuyo desbarre sea evidente hasta para no pocos de los que le votaron. Sabiendo cómo es el PP, no debió ni siquiera avisarle, mucho menos mendigar su apoyo, como lo ha hecho, que nunca ni iba a tener ni tendrá salvo que no le quede otra; y aún así una vez metido olvidará lo prometido. Porque el PP (UCD-AP-PP) es el verdadero, único y gran problema de España por ser la parte esencial, la piedra angular del “Sistema”, de la alternancia (de Cánovas a Sagasta y viceversa), que no alternativa. Nunca, además, ha ganado unas elecciones, sino que es el PSOE quien por simple desgaste coyuntural las ha perdido.
Asumir la ocurrencia de Sánchez Dragó (de trayectoria repugnante hasta vomitar) de que sea Ramón Tamames (otro si cabe más repugnante que él) quien defienda la moción de censura, lo que le convierte de facto y de repente, aunque sea sólo por unos minutos, en líder de VOX y su candidato a la presidencia, sólo cabe en cabezas desvariadas ¿por los efectos de algún tripi? Defender tal despropósito con argumentos tan insulsos, infantiles o estúpidos como pretenden, es también un insulto a la inteligencia de aquellos de sus votantes que la tengan; es, incluso, pura traición. Es obligatorio para el líder del partido que presenta una moción de censura defenderla; es su indelegable e irrenunciable obligación. Es el momento cumbre que sirve para que propios, contrarios y ajenos comprueben su categoría, su nivel y su calidad en todo. Es, además, el escaparate del partido, la prueba del algodón de lo que, al menos con palabras, es y defiende. También de lo que caso de ganarla, o si llegara al Gobierno, defendería y, mejor aún, haría.
Nada tiene que ver Tamames con los votantes de VOX, ni con lo que este partido venía diciendo defender hasta ahora, sino todo lo contrario. Por eso es imposible que defienda en la moción los ideales que, hasta el momento, y aunque no siempre con hechos, decía defender VOX. Su discurso, filtrado por uno de sus amigos (¿o él mismo?) a un medio de desinformación tan sectario como antiespañol, no sólo ha dejado la moción hueca y dado a los demás la oportunidad de preparar los suyos de respuesta (o no prepararlos y ni siquiera contestar pues no hay mayor desprecio que la falta de aprecio), sino que a los votantes de VOX que no se dejen contaminar por el borreguismo de los de otros partidos –a los cuales permiten todo tipo de dislates sin que siquiera se cuestionen no volver a votarlos–, les queda claro que dicho discurso lo podría firmar y leer Feijóo porque el discurso de Tamames es de cabo a rabo cien por cien pepero. Además, no tener a nadie en VOX capaz de asumir la responsabilidad que Abascal no ha querido da mucho que pensar.
La perorata que va a soltar Tamames, salvo que por la filtración –¿interesada?– cambie y en mucho, se limita, tras darse vaselina a sí mismo hasta no poder más, a decir lo que todos sabemos, lo que dicen los medios todos los días, no aportando nada nuevo, y mucho menos propuestas porque no se moja ni debajo del agua. Es tan “academicista”, o sea, tan políticamente correcto, que aburre hasta a las ovejas. Tanto, que no sólo no llama a las cosas por su nombre, sino que incluso las maquilla; ni una sola vez se utilizan vocablos como aborto, crimen, eutanasia, adoctrinamiento, degeneración, depravación, anti-España, inconstitucional, dictadura, traición, robo, corrupción, y cualesquiera otros que en cada caso son los únicos posibles en estos momentos para definir lo que viene haciendo este desGobierno marxista, revolucionario, nostálgico de las chekas y de los “tribunales populares”, es decir, este redivivo Frente Popular idéntico o incluso peor que aquel otro (palabra y concepto que tampoco utiliza). Incluye, además, falsedades históricas monumentales como son que en nuestra contienda 1936-39 no hubo ni buenos ni malos, que todos cometieron atrocidades (¿?), que la Tra(ns)ición fue y sigue siendo el modelo, que estamos en una democracia, que… ¿Y por qué estamos entonces como estamos y peor que vamos a estar?
En el momento actual, para más inri, esta moción debe serlo, debería aprovecharse, no tanto contra el gobierno del nuevo Frente Popular, sino sobre todo contra el Partido Popular. Sí, como lo leen. El discurso debería centrarse en poner en evidencia a los Fraga, Aznar, Rajoy, Casado “el breve” y Feijóo, porque son ellos y sus votantes la causa; el PSOE y sus aliados de siempre son sólo el efecto. El discurso debería ir contra ese contubernio que el PP tiene desde que nació con los enemigos de España entre los cuales, a la vista de las pruebas fehacientes que ya existen, está él y además en lugar destacado.
VOX, si es que de verdad defiende lo que hasta el ya conocido discurso de Tamames decía defender –si no lo cambia radicalmente– debería, al menos, haber aprendido de los enemigos a los cuales hay que reconocer la coherencia de mantenerse siempre en sus trece sin tapujos, con valor e incluso desvergüenza, sin complejos, tanto cuando los vientos les fueron contrarios como cuando les son favorables. Cuando se tienen, si es que se tienen, unos valores, unos principios y más aún una fe, ni por una vulgar moción de censura se les puede traicionar, porque de hacerlo en lo más mínimo a partir de ese momento se pierden para siempre y sin remedio.
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Desenmascarada la satánica política, sea del signo que sea, ahora hay que combatirla con valentía. Insumisión fiscal y a tomar por saco sus recursos para sus latrocinios y salvajadas. La insumisión fiscal no exime la caridad cristiana. Que no dejarse robar por asesinos y delincuentes no es pecado en absoluto, el pecado es robar, es decir, los impuestos. Combatir la tiranía no es pecado. No se debe obedecer una ley que va contra la conciencia y si la fe no se impone, los políticos tampoco, aunque les voten muchos prostituídos a ellos.
¿Qué necesidad hay de empezar el título de un artículo con una copulativa? Esto ya se está convirtiendo en una (mala) costumbre.
Buena parrafada pero en política hay que liarse con el mismo diablo para acabar con la maldad establecida y hay que jugar con las mismas cartas que tu enemigo si no vas de culo!!
Exacto. Es lo que se llama «tarzanismo», y a mí me tiene hasta los mismísimos. Pero una cosa no quita la otra.