16/05/2024 18:42
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El “caso Petro” ha sido como un despertador que ha dejado en ridículo a los demócratas de toda la vida que abarrotan nuestras tertulias (las “bienpagás”) e incluso a los columnistas serios, como son Federico Jiménez Losantos y Jesús Cacho. Ambos, los dos, desde trincheras diferentes, han coincidido (y seguro que los dos con algo de dolor) en criticar los aplausos de Núñez Feijóo y los Populares y aplaudir el “portazo”  de Santiago Abascal y los suyos de VOX.

El primero, escribía el domingo: “El yugo del buey Petro” y decía, entre otras cosas:

Federico Jiménez Losantos

El yugo del buey Petro

El narcoterrorista Petro, miembro del M19, banda comunista cuya máxima acción militar fue asaltar el Palacio de Justicia de Bogotá y matar a un centenar de personas para robar el expediente de Pablo Escobar y evitar su extradición a los EEUU, ha pisado, pacido y pisoteado España. Una visita en la que su pésima educación sólo fue superada por su necedad. Ofendió a los españoles, pero más a los colombianos, víctimas de este buey, al parecer docto en yugos, que insistió en atacar el «yugo del feudalismo que llevó España a América».

Cuando España descubrió, conquistó y evangelizó América, que en la actual Colombia vivía en la barbarie, el feudalismo pertenecía al pasado, como en toda Europa. Los Reyes Católicos acabaron con los restos feudales cuya última razón de ser era la Reconquista que culminó en la toma de Granada. Colombia era parte del Virreinato de Nueva Granada. Lo menos que podía saber cualquier buey, lógicamente perito en yugos, era la historia de su país, sus pastos y sus costumbres.

Los mulos que le entrevistaron, epicenos como él, tampoco le sacaran los colores, y la burricie oficial española alcanzó niveles de frenopático en el Congreso, en el que etarras, golpistas, comunistas, sanchistas ¡y Feijóo! ovacionaron al contumaz defensor de Putin y Maduro. Éste correspondió al gesto no acudiendo a la cena en Palacio con frac por ser «elitista». Debió hacerlo descalzo, no a lo indio, sino como los secuestrados del M19 que su banda tenía bajo su yugo en la selva; o como los cientos de muertos, descalzos en la morgue, víctimas de sus crímenes. Claro que, tras el discurso del Rey, que podía ser de Ione Belarra, el nuevo código para cenar en Palacio puede admitir alpargatas y chanclas.

España no pudo exportar el feudalismo a America porque ya no existía, y porque el Testamento de Isabel la Católica, que debió recordar Felipe VI junto a las Leyes de Indias, eran lo contrario de la esclavitud que el buey figurado identifica con el «yugo». Esclavos, los hay bajo el comunismo, así los secuestrados, chantajeados y asesinados por el M19 de Petro. No los indios bajo la Corona de España. El Derecho de Gentes, hoy Derechos Humanos, es fruto intelectual del siglo de oro del pensamiento español, de Vives y Vitoria a Mariana. Como toda la Escuela de Salamanca, cuya universidad se ha enfangado al hacerlo «Doctor horroris causa», es la reflexión moral, jurídica y política tras el descubrimiento de América.

Por supuesto, debió recordarlo el Rey, también el Presidente del Gobierno y los miembros de la Oposición, salvo que considerasen, como hizo Vox, e hizo bien, que su mera presencia en el Parlamento era una ofensa a nuestra nación. El del yugo dijo que «se insultaba a Colombia». Abascal aclaró «ni Petro es Colombia, ni Sánchez, España».

Otro fallo de este magnífico rey que está siendo Felipe VI, que desde su coronación se ha identificado con el orden constitucional y lo defendió valerosamente frente al golpe de Estado en Cataluña, apoyado públicamente por Petro y sus amigos de Terra Lliure, fue no recordar la participación de los colombianos en la Constitución de Cádiz, que proclamó todos los derechos y prohibió todos los yugos, esclavitud incluida, de los «españoles de ambos hemisferios». Diputados de allí o representantes suyos participaron en los debates y votación de la Ley de Leyes que alcanzaba a todos, años antes de que la América Española estallara, sirviendo a la masonería inglesa y a la ambición de los caudillos criollos, sin grandeza ni visión histórica, hasta convertirse en un amasijo de repúblicas que, apenas nacer, se dedicaron a matarse y a masacrar los indígenas antes protegidos por la Corona. También les robaron las tierras comunales, herencia española, y se las repartieron como botín. ¡Y la yunta narco-comunista imputa «yugos» a España!

El fallido asalto y la durísima respuesta de la Justicia a Petro

No es de extrañar que Sánchez se identifique con Petro, que acaba de protagonizar un asalto a la Fiscalía del Estado como aquí. El bochorno para España es que el asalto a la fiscalía se perpetrase desde Madrid, mientras un Congreso envilecido aplaudía al tirano golpista ¡cuando daba el golpe! Pero bastó que Petro dijera, amenazante, que era el jefe del fiscal general, para que la Corte Suprema emitiera un documento que honra a Colombia. Lo transcribo en homenaje a los colombianos amigos de España, ultrajados como nosotros por este sórdido, siniestro y, ojalá, perecedero personaje:

Bogotá, D.C., viernes 5 de mayo de 2023. La Corte Suprema de Justicia registra con gran inquietud la errada interpretación del artículo 115 de la Constitución Política, realizada y difundida en las últimas horas por el señor presidente de la República, porque desconoce la autonomía e independencia judicial, cláusula fundacional de la democracia colombiana y pilar esencial del Estado social de Derecho.

La Administración de Justicia, de la cual forma parte la Fiscalía General de la Nación, es la función pública que cumple el Estado, para proteger los derechos, libertades y garantías de la población y, también, para hacer efectivas las obligaciones consagradas en el ordenamiento jurídico. Por ello, en cumplimiento de esta función del Estado, los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley, mientras los fiscales, además, están regidos por estrictos controles de legalidad en sus actuaciones.

El fiscal general de la Nación, quien ostenta calidades de magistrado de alta corte, no tiene superior jerárquico y es elegido por la Corte Suprema de Justicia de terna elaborada por el presidente de la República, es un funcionario cuya misión está claramente regulada por el orden jurídico y enmarcada en la autonomía e independencia de la Rama Judicial. Desconocer o malinterpretar las bases de nuestro Estado de Derecho crea incertidumbre, fragmentación e inestabilidad institucional.

La Corte Suprema de Justicia hace un llamado a la sensatez, respeto y cordura que deben prevalecer en el ámbito del principio de colaboración armónica que rige a los poderes públicos. La Justicia es un poder público patrimonio de Colombia.

La gravedad del envite se demostró horas después, cuando el fiscal general Barbosa dijo que su familia dejaba el país para no ser asesinada: «Petro no es un jefe de Oposición, es el jefe del Estado en Colombia». Y todos pensamos en el fiscal Nisman, asesinado, según varios informes y una serie de televisión, por Cristina Kirchner la víspera de que la inculpara por el encubrimiento de la masacre de la AMIA, obra de la embajada de Irán, ese socio estratégico de Fidel castro, Hugo Chávez y sus discípulos.

La víspera de venir a España, Petro depuró su Gobierno de los miembros moderados o no corrompidos. Su asalto a la Justicia es un paso lógico en la estrategia de todo tirano comunista. La miserable ovación del Parlamento español, con la honrosa excepción de Vox y la complicidad de Feijóo y de un PP que aplaudía junto a la ETA, es el sonido legitimador de fondo que las instituciones españolas han prestado al tirano rojo. No podía llegar «el Otegui colombiano» más alto ni caer nosotros más bajo. Letizia, dijo el Rey, irá pronto a Colombia. ¿A inaugurar cursos de macramé para presos políticos? ¿A funerales de jueces y fiscales independientes? ¿A qué?”

Jesús Cacho

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El segundo escribe “Petro y los aplausos” y por su interés lo reproduzco íntegro:

“El viaje de Gustavo Petro a Madrid ha puesto en evidencia al más alto nivel la actual posición de España en el tablero internacional. Nuestro país no está en la mesa donde se sientan las naciones prósperas, las que participan del sistema de valores que definen las democracias liberales, las que investigan, crecen y crean empleo. Las democracias merecedoras de general respeto. Nuestro país, de la mano del Gobierno social comunista de Pedro Sánchez, forma hoy parte de esa alianza bolivariana que se teje en el llamado Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla, ese inframundo en el que pululan cazadores de recompensas como Zapateros, Garzones, Monederos y compañía. De la mano de Sánchez, España ha abandonado el primer mundo para adentrarse en un territorio donde impera la pérdida de libertades y la pobreza. Somos aliados del peor populismo, algo que ha puesto en evidencia la visita de Petro y que diariamente ratifica la agenda de cambio de modelo socioeconómico puesta en marcha por este Gobierno.

Resulta ocioso insistir en el currículum del actual presidente de la República de Colombia, un tipo que esta semana repasaba sus obras completas en El País y parecía enorgullecerse de su pasado como miembro del M-19, grupo guerrillero especialista en asesinatos, violaciones y secuestros. El caballero lleva años arremetiendo contra España y los españoles con declaraciones pretendidamente ofensivas. “España se ha convertido en una dictadura en Cataluña. En este momento nos sobrevuelan helicópteros. ¿Se repetirá 1936?” (…) “El 12 de octubre se conmemora una invasión, un genocidio, una conquista, un saqueo. Jamás hubo un descubrimiento” (…) Tan cerca como este lunes, primero de mayo, víspera de su viaje a Madrid, el sujeto arremetía contra “el yugo español de la Corona”, lo que no fue óbice ni cortapisa para que horas después se colgara de la pechera el Collar de la Real Orden de Isabel la Católica, la más alta condecoración que nuestro país otorga a un mandatario extranjero. Cosas de comunistas y su falta de escrúpulos cuando se trata de acaparar lo ajeno. 

Resulta ocioso insistir en el currículum del actual presidente de la República de Colombia, un tipo que esta semana repasaba sus obras completas en El País y parecía enorgullecerse de su pasado como miembro del M-19, grupo guerrillero especialista en asesinatos, violaciones y secuestros

Tamaña exhibición de falta de tacto, siendo caritativos, por parte de un político que se permite zaherir al país que está a punto de visitar, no ha sido obstáculo para que España y sus instituciones le hayan recibido con la mayor de las pompas. Particularmente polémico ha sido su discurso en el Congreso de los Diputados, una intervención que vino precedida por el abandono del hemiciclo por parte de los diputados de Vox, y que la bancada del PP escuchó primero y aplaudió después, con Núñez Feijóo a la cabeza. Alguien tan entrado en razón como Carlos Martínez Gorriarán, articulista de este diario, ha escrito que “esto se llama cortesía parlamentaria a un Jefe de Estado extranjero invitado. Lo estrafalario y desorientado es confundirlo con un mitin local. Se hace con todos. No les invitas para insultarles. Y representan a su país aunque te chirríen. Aplauso obligatorio”.

Y uno se pregunta si la cortesía parlamentaria no hubiera quedado plenamente satisfecha con el silencio respetuoso, sin necesidad de aplauso postrero, tratándose de un individuo situado en las antípodas ideológicas de lo que el PP representa, alguien convertido en una seria amenaza para la democracia colombiana y las libertades de sus nacionales. Un marxista confeso, que en reciente entrevista televisada se despachaba de esta guisa con total desenfado: “Y cuando los pobres dejan de ser pobres y tienen, entonces se vuelven de derechas, y viene el problema… ¿Qué hacen esas personas que dejan de ser pobres? Comprarse un carro, y ahí se acaba la humanidad”. Ergo, la obligación de los Petros de este mundo es mantener a la gente en la miseria, porque si sale de ella dejarán de votarles y se acabarán sus garbanzos, que no la humanidad. Se entiende por qué Sánchez ha invitado a este personaje a visitar España. Lo que es seguro es que cuando Petro deje el poder, si lo deja, Colombia será mucho más pobre, el dinero habrá huido, los mejores profesionales habrán salido en busca de una mejor vida, y sus instituciones habrán quedado arrasadas, pero él será un hombre rico, un Pablo Iglesias más, otro marxista convertido en millonario merced a la estulticia de la pobre gente que cree que perseguir la riqueza acabará con su miseria. 

El episodio entero de la visita del mandatario colombiano no hubiera pasado de ser una más de las humillaciones –los Estados que no se respetan, no merecen ser respetados- que España está sufriendo con este Gobierno de extrema izquierda, de no ser por la moraleja que encierra en lo que al PP atañe de cara al inmediato futuro. Aplaudir, en efecto, a un ex guerrillero comunista abarloado al narcotráfico durante años, cuyo programa consisten en convertir Colombia en una corresponsalía de la Venezuela chavista, expande, cuando menos, la sombra de una decepción sobre la “calidad moral” de un partido llamado a gobernar España quizá en unos meses, y viene a certificar el tradicional desamparo ideológico en el que sigue viviendo el PP desde los tiempos de Rajoy. Es el viejo manido problema de la ausencia de referentes de un partido que un día optó por convertirse en un frío administrador del aparato del Estado, tras poner en la calle a liberales y conservadores. Una ausencia de referentes en cierto modo lógica, puesto que Génova sigue negándose a librar esa batalla cultural que sería obligada para contrarrestar la paranoia izquierdista que nos anega. Referentes ideológicos, valores cívicos y sólidos principios morales como armas que se antojan imprescindibles para acometer las reformas, muy dolorosas, que el PP tendrá que realizar si llega al poder y quiere convertirse en un partido útil para mejorar la vida de los ciudadanos.

El episodio entero de la visita del mandatario colombiano no hubiera pasado de ser una más de las humillaciones –los Estados que no se respetan, no merecen ser respetados- que España está sufriendo con este Gobierno de extrema izquierda, de no ser por la moraleja que encierra en lo que al PP atañe de cara al inmediato futuro

Casi al mismo tiempo que Petro se paseaba por Madrid exhibiendo su inicua doctrina, el diario El Mundo publicaba una entrevista con el presidente uruguayo Luis Lacalle, el hombre que ha hecho de la “libertad responsable” su lema (“La libertad no significa solamente que el individuo tiene la oportunidad y la carga de elegir; también significa que debe cargar con las consecuencias de sus actos, porque libertad y responsabilidad son inseparables”, que dijo Hayek en su “The Constitution of Liberty”), en la que se podía leer la siguiente respuesta a la pregunta de por qué su Gobierno ha bajado impuestos mientras la mayoría los suben: “Al país lo mueven los que todos los días empujan el carro, se levantan a emprender, arriesgar, pensar, el que trabaja ocho horas y hace horas extras. Tiene que haber un estímulo para esa gente, porque no puede ser que pagues más impuestos o que si ganas un poquito más te caiga otra franja de tributación y entonces te desestimulan. Tiene que haber un premio. Yo creo en la sociedad de los estímulos, y si el Estado se maneja bien, de forma austera, cumple con los fines esenciales a su cargo, no tiene por qué gastar de más. Y entonces puede darse vuelta y decirle a la sociedad que no tiene por qué volcar tanto dinero a las arcas del Estado”. He aquí, resumido, lo que cualquier ciudadano libre le pediría al Estado: que fije un marco legislativo y fiscal que anime el emprendimiento, que premie a quien arriesga y se esfuerza, que gaste lo justo y que no moleste. Que interfiera lo menos posible. 

Justo lo contrario de lo que hace Sánchez y su Gobierno. Vivimos estos días el paroxismo de las promesas falsas. Errejón ha anunciado la semana laboral de 4 días. Yolanda Díaz ha elevado la apuesta prometiendo 20.000 euros como “herencia universal” al cumplir los 18 años, y Sánchez, a quien no debe quedarle un colectivo sin intentar sobornar con dinero público, llegó ayer en Murcia al frenesí peronista de anunciar su intención de subvencionar este verano las vacaciones de los jóvenes de entre 18 y 30 años para que puedan “viajar por toda Europa”, además de prometer también la creación de «un interrail español» con ayudas de hasta un 90% en «aquellas infraestructuras ferroviarias y también de autobuses que sean competencia de la administración general del Estado» y, no hay dos sin tres, subvencionar también los viajes en AVE para los jóvenes en el mismo rango de edad. Todo con el dinero del contribuyente. Como si el Estado fuera el patio trasero de su casa. “Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir”, que dijo Quevedo

Vivimos en un medio ambiente moral contaminado. Estamos moralmente enfermos porque hemos tolerado que se nos mienta con el mayor descaro, hemos asumido sin rechistar que el presidente haga justamente lo contrario de lo que promete, aceptado como normal que diga una cosa y resulte otra. Porque nos ha enseñado a no creer en nada, a desconfiar de todo y de todos, a ignorarnos mutuamente, incluso a odiarnos, de modo que, en última instancia, hemos optado por refugiarnos en el santuario de nuestro “yo” más personal. Por eso esta es una sociedad a la deriva, contaminada por la desvergüenza infinita de quien ostenta el cargo de presidente. Esta es la enfermedad que hay que curar, señor Feijóo, el cáncer que hay que sanar, la batalla que hay que librar contra la labor de este Gobierno infame. Barrer de raíz el sanchismo y su herencia, la material y la moral, como una cuestión de salud pública. Y para abordar esa tan gigantesca como hermosa tarea no es buen principio dedicarse a aplaudir a tiranuelos vocacionales de visita por España. Porque Petro no es Colombia, de la misma forma que Sánchez no es España. Y porque, en el largo plazo, el interés público depende de la virtud privada. Espero, dicho sea con todo respeto, que haya sido un simple desliz. Por la cuenta que nos tiene.”

 

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Abascal: “Ni Petro es Colombia, ni Sánchez es Espña”.

Petro es el Otegui español… y el PP no puede aplaudir a un terrorista aunque sea Jefe de Estado.

Lo que demuestra que el señor Feijóo es, tal vez, más ambicioso que el mismísimo Pedro Sánchez y que por entrar en la Moncloa como Presidente es capaz de pactar con el diablo y sigue al pie de la letra lo del Rey Eteocles: “Madre, a cualquier precio el Poder jamás es caro”.

Y esto tienen que tenerlo en cuenta los que vayan a votar al señor Feijóo. Porque deben pensar que cuando le entreguen su voto no van a saber si su voto es para echar a Sánchez o para hacer vicepresidente del Gobierno al etarra Otegui o al independentista Puigdemont.

Por la transcripción

Julio MERINO

Autor

Julio Merino
Julio Merino
Periodista y Miembro de la REAL academia de Córdoba.

Nació en la localidad cordobesa de Nueva Carteya en 1940.

Fue redactor del diario Arriba, redactor-jefe del Diario SP, subdirector del diario Pueblo y director de la agencia de noticias Pyresa.

En 1978 adquirió una parte de las acciones del diario El Imparcial y pasó a ejercer como su director.

En julio de 1979 abandonó la redacción de El Imparcial junto a Fernando Latorre de Félez.

Unos meses después, en diciembre, fue nombrado director del Diario de Barcelona.

Fue fundador del semanario El Heraldo Español, cuyo primer número salió a la calle el 1 de abril de 1980 y del cual fue director.
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