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En una entrevista publicada el 12 de agosto por El País, con motivo de su 90 cumpleaños, George Soros declaraba a Viktor Orbán en Hungría y a Jaroslaw Kaczynski en Polonia como enemigos de los valores de la Unión Europea. La aversión del especulador Soros por Orbán viene de 2018, cuando el gobierno húngaro decidió cortar de raíz las actividades del “filántropo” en Hungría. El 20 de junio de 2018, precisamente el Día Mundial de los Refugiados establecido por la ONU, el parlamento húngaro aprobó una ley para castigar a las personas o grupos que ayudasen a los inmigrantes ilegales, y para restringir el funcionamiento de todas aquellas organizaciones financiadas desde el extranjero. La votación fue aplastante, 160 votos a favor frente a solo 18 en contra. En palabras del ministro de exteriores, Péter Szijjártó: “Si alguien intenta frenar la protección en las fronteras o intenta ayudar a inmigrantes ilegales a entrar en el país, entonces tendrán que asumir las consecuencias”. Las medidas fueron denominadas por la prensa húngara como el “paquete Stop-Soros”. La aprobación de la ley provocó que las organizaciones de Soros, tanto la Open Society Fundations como la Universidad Centroeuropea, se trasladasen a Berlín y Viena respectivamente.
Desde entonces los ataques de la Unión Europea contra la política húngara son constantes, sobre todo en lo referido a la inmigración. Y en esta campaña, como no, Soros y sus organizaciones tienen un papel destacado. Por ejemplo, hace dos semanas el periódico más popular de Finlandia, Helsingin Sanomat, citaba a Viktor Orbán en un artículo sobre la naturaleza de las dictaduras, en donde se comparaba al presidente húngaro con Josif Stalin o Saddam Hussein. La base para este artículo fue una investigación de la ONG Freedom House, financiada por Soros. Otro caso reciente es el de Gerald Knaus, director de la European Stability Initiative (ESI), y que dirige una furibunda campaña para cortar los fondos europeos a Hungría. Por supuesto, su organización depende de Soros, según la prensa húngara la ESI recibió en 2015 un donativo de 300.000 euros de la Open Society Fundations. Hay que mencionar que Gerald Knaus dio una conferencia en un seminario impartido en Santander en agosto de 2018 bajo el título “¿Hacia una nueva primavera en Europa?”, donde coincidió con Josep Borrell y Cristina Narbona. Nada extraño toda vez que la primera reunión del presidente del gobierno Pedro Sánchez fue con George Soros.
Por su parte, el gobierno de Orbán no parece dispuesto a ceder. El pasado 10 de septiembre, Péter Szijjártó firmaba con Malta un acuerdo de cooperación con respecto a la inmigración y dejaba muy clara su postura respecto a que las ONGs que actúan en el Mediterráneo están aliadas con las redes de tráfico de personas y que lo único que hacen es chantajear a los europeos. Sin embargo, como el resto de Europa, Hungría tiene un serio problema demográfico y ha perdido un millón de habitantes desde 1980. Esta situación podría haber tentado al gobierno húngaro a aceptar una política más abierta con respecto a la inmigración, pero de nuevo Orbán es claro: “En toda Europa cada vez hay menos niños y la respuesta del Oeste a esto es la inmigración. Nosotros, los húngaros, pensamos de otra forma. En lugar de solo números, queremos niños húngaros. La inmigración es para nosotros una rendición”.
La política de natalidad húngara comenzó en 2010 con el objetivo de alcanzar un promedio de hijos por mujer en Hungría de 2,1 en el año 2030, actualmente es de 1,5 hijos, y recibió un fuerte impulso en 2019 de mano de la secretaria de Estado para las Familias, Katalin Novák. Novák de 43 años y madre de tres hijos es presidente de la Red Política por los Valores, una organización que cuestiona la ideología de género, y ponente en el Congreso Mundial de las Familias, y el 1 de octubre se convertirá en ministra de familia. En una conferencia a primeros de septiembre explicaba que el gobierno húngaro quería apoyar a las parejas que decidan tener hijos, para que tener hijos no suponga una desventaja financiera frente a las que no los tienen. En su opinión: “El apoyo a las familias no es simplemente un gasto, sino una inversión”.
Hungría emplea un 5% de su PIB a fomentar la natalidad. Entre las medidas a favor de la natalidad se encuentran la reducción de impuestos para las familias, la exención de impuestos para madres con cuatro hijos, subsidios para la vivienda familiar, subsidios por embarazos, nuevas guarderías (el gobierno húngaro se ha comprometido a crear 21.000 en los próximos tres años), exención de hipotecas, apoyo estatal para la compra de vehículos de 7 plazas para familias numerosas, cuidados de bebé gratuitos, y descuentos y gratuidad de comedores en la escuela. También se ofrecen prestamos de 30.000 euros sin intereses a las parejas jóvenes, que se cancelaran cuando tengan tres hijos. Todas estas medidas han comenzado a dar sus frutos, en los primeros seis meses de este año el número de nacimientos ha aumentado en un 5% con respecto al año anterior, no solo eso, el deseo de tener hijos ha aumentado en más de un 20% desde 2011, el número de matrimonios es el mayor en 40 años y el de divorcios el menor en los últimos 60 años. El aborto también ha disminuido en un 33% desde 2010. Hungría cree poder frenar la crisis demográfica de este modo, su éxito significará el final del mantra progresista de la inmigración masiva necesaria para sostener nuestras sociedades repetido una y mil veces por nuestros gobiernos y medios de comunicación. Como bien dice Novák, “confiamos en que más países nos sigan en esto, como dicta el sentido común”.
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