28/04/2024 19:05
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No hay duda de que la alcaldesa socialista de La Coruña es una desmemoriada, más allá de activar su memoria tan solo para continuar con la labor de eliminación de la historia de la ciudad, al más rancio estilo de sus sectarios predecesores, acogiéndose a esa ley de desmemoria histórica con la que se pretende eliminar una parte fundamental del legado que recibimos de nuestros mayores. Por lo demás, ha perdido totalmente la memoria.

Recordamos cuando, al tomar posesión del cargo, se comprometió a ser la alcaldesa de todos los coruñeses sin distinción, como se suele decir, de credo, ideología, raza y sexo, algo que, por supuesto, dejó de cumplir al poco de asumir la alcaldía de la ciudad. Será que de casta le viene al galgo y eso de mentir es un mal endémico de los socialistas.

Hace unos días, anunció la retirada de un pequeño busto en honor al Alcalde Sanjurjo de Carricarte, situado en los jardines que se extienden a espaldas del Palacio Municipal, supongo que, simplemente, por el hecho de haber sido primer edil coruñés en los años de gobierno del General Franco. Es de imaginar que, tras esta sectaria medida, vendrá la de retirar las calles a otros grandes Alcaldes que tuvo la ciudad, aunque dudo mucho que se atreva con Alfonso Molina todavía presente en el sentir colectivo coruñés.

Sin embargo, si es docta para esto de volver a las andadas y borrar de un plumazo la parte de nuestra historia que no le gusta, no lo es tanto para recordar otros hechos de relevancia que si forman parte de la verdadera memoria histórica de la ciudad.

El pasado viernes, el Viernes de Dolores o de Pasión, salió, como cada año, de la iglesia parroquial de San Nicolás, la tradicional procesión de Nuestra Señora de los Dolores, de profunda devoción en La Coruña. Por supuesto, faltaría más, a imagen y semejanza de la malsana marea de negro chapapote que desgobernó la ciudad antes que ella, nadie del gobierno municipal concurrió a la citada procesión en cuya presidencia civil tan solo figuraban concejales del grupo popular en el Ayuntamiento.

Tal vez, esta señora ignore que la devoción que el pueblo coruñés le profesa a la Virgen de los Dolores tiene su origen en 1854, un año trágico para La Coruña asolada por una epidemia de cólera, de origen asiático, que, en el plazo de dos meses, se cebó con la ciudad, reduciendo su censo, en el más optimista de los balances, en más de un 12%.

Fue a partir del mes de septiembre, cuando la enfermedad alcanzó las cotas de mayor virulencia hasta el punto de que la cantidad de contagiados y fallecidos sigue, hoy en día, sin poder precisarse con exactitud y que oscila entre 3.000 y 8.000 víctimas mortales, en un universo de población de 24.000 almas que eran las residentes en La Coruña en aquel trágico 1854.

Fueron jornadas dantescas las vividas en la ciudad, especialmente entre los días 19 y 21 de octubre, registrándose cientos de fallecimientos diarios. Cadáveres hacinados en fosas comunes, tras ser recogidos de las calles y de los portales donde aguardaban a que fuesen retirados para darles cristiana sepultura. Médicos que no daban abasto atendiendo enfermos. Alaridos de dolor. Angustia y terror de una población que veía como cada día se iba diezmando, sin poder ponerle remedio.

La situación llegó a tal extremo que se prohibió que las campanas de las iglesias tocasen a muerto, cada vez que se tenía conocimiento de un fallecido en el ámbito parroquial, con el fin de evitar, en alguna medida, que el pánico se apoderase, todavía más, de la población al escuchar el toque de clamor, repetido de día y de noche, de forma incesante como el mejor pregonero de la muerte.

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Así las cosas, en la jornada del 22 de octubre de aquel año, el pueblo de La Coruña volvió la vista a la Virgen de los Dolores. Ya lo había hecho, con buen resultado, en 1589 cuando se recurrió a Nuestra Señora del Rosario para que mediase en la salvación de la ciudad, asediada por los ingleses. Ahora había que rogarle que nos librase de la epidemia de cólera.

Aquel día, más de 10.000 personas, lo que significa, cuando menos, la mitad de la población que aún quedaba viva, se congregaron en el atrio de la iglesia de San Nicolás para hacer sus piadosas rogativas a Nuestra Señora de los Dolores, venerada en dicho templo de la Pescadería coruñesa.

Se agotaron todas las velas en los comercios de la ciudad; muchos fieles acudieron descalzos a postrarse ante la imagen enlutada de Nuestra Señora para suplicarle que liberase a la ciudad de aquel tormento.

Y así fue, desde el día siguiente, la epidemia comenzó a remitir. Finalmente, en el mes de noviembre, todo regresó a la normalidad y la epidemia se fue por donde había venido, dejando, eso sí, un reguero de muerte y de ruina económica en la ciudad.

A partir de aquel 1854, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores, venerada en su camarín de San Nicolás, ha gozado de una gran devoción en La Coruña, hasta el punto de ser coronada canónicamente, en la plaza de María Pita, entre el fervor popular, en agosto de 1929.

Por lo tanto, señora, hablamos de una tradición que se ha ido transmitiendo de padres a hijos a lo largo de este más de siglo y medio que nos separa de aquel maldito 1854; un sentimiento que ha anidado en el alma coruñesa que acude, cada Viernes de Pasión, a agradecer a la imagen de Nuestra Señora los favores recibidos.

No se trata de ser creyente, ni tan siquiera profesar la fe católica, se trata de tener memoria y dar cumplimiento a una de las tradiciones inveteradas de la ciudad y usted, por muy laica que se manifieste, como alcaldesa de todos los coruñeses, cuyo cuantioso sueldo pagamos religiosamente entre todos, debería estar presente en un acto de estas características.

La prepotencia y la soberbia, defectos que tengo la impresión concurren en Vd., son malos consejeros para cualquiera que ostente el mando o dirección de una Institución o Entidad y mucho más un Ayuntamiento en el que los ciudadanos no nos debemos a una ideología política concreta y solo anhelamos el bien de la ciudad más allá de banderías políticas.

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El año que viene habrá elecciones municipales, yo no la voy a votar como tampoco la voté la vez anterior, incluso procuraré, en la medida de mis posibilidades, que todos los que me rodean tampoco lo hagan y lamentaré profundamente, no por mí, si no por La Coruña que puede usted repetir el mandato pues no se lo merece y eso que, como se dice vulgarmente, lo tuvo usted a huevo.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".