28/04/2024 09:42

Doscientos años de historia corporativa dan para mucho. A lo largo de dos siglos hemos estado ahí, defendiendo a España y a los españoles, sus derechos y libertades, siempre donde hemos hecho falta, donde nos han llamado.

Hemos combatido a la delincuencia en todas sus formas de manifestarse; a la lacra terrorista que tantas vidas de compañeros ejemplares se ha llevado por delante; hemos estado siempre dispuestos al sacrificio, incluso al de la propia vida, cuando las tragedias naturales han hecho acto de presencia; hemos defendido la Ley y la justicia; hemos sabido ser fieles a los juramentos que empeñamos; hemos apoyado a todo aquel que demandó nuestros servicios sin importarnos nada más que la necesidad de prestar ayuda a quien la necesitaba. Siempre hemos estado ahí.

Incluso cuando los sujetos activos de los sucesos parecían no ser de este mundo, sin embargo, los ciudadanos sufrían sus efectos, también hemos estado ahí.

A lo largo de nuestra dilatada historia, nos hemos tenido que enfrentar con hechos de difícil explicación, hechos que escapaban a la comprensión de los actuantes, pero a los que, de alguna forma, teníamos que dar respuesta.

Esta es una pequeña muestra de algunos casos, interpretados como fenómenos paranormales, con los que tuvimos que enfrentarnos a lo largo de estos doscientos años de historia.

El caso del “Duende la plaza del Esparto”

Nuestro buen amigo Manuel Carballal, en su interesantísimo libro “Causa de denuncia. Poltergeist. Intervenciones policiales en supuestas casas embrujadas”, refiere el caso que pasó a la historia con el sobrenombre de “el duende de la plaza del Esparto”, “la casa de los ruidos”, “la casa de los misterios” o incluso, “la casa de tócame roque”. 

Guardias de Seguridad ante la puerta del nº 7 de la plaza del Esparto

Estos hechos acaecieron en el inmueble nº 7 de la plaza del Esparto de Valencia, entre los meses de mayo y julio de 1915 y en su intento de resolución, tomó parte activa la Policía Española. 

Antes de proseguir, conviene señalar que, a la vista de lo que hemos podido leer sobre estos extraños sucesos, creemos que hay un error de apreciación, toda vez que el grueso de la investigación y de la intervención lo llevaron a cabo, fundamentalmente, efectivos de los Cuerpos de Vigilancia y Seguridad y no de la Guardia Civil como algunos señalan, pese a que este Cuerpo si pudo intervenir, para mantener el orden, en algún momento del desarrollo de los hechos. 

Por lo que sabemos, las primeras manifestaciones de este extraño suceso se produjeron a principios del mes de mayo de 1915, teniendo como escenario el entresuelo del inmueble nº 7 de la plaza del Esparto de Valencia, ocupado por la familia Colomero, integrada por el cabeza de familia, un militar retirado -algunos lo señalan como miembro de la Guardia Civil- y sus dos hijas. 

Desde el principio, esta familia, comenzó a percibir una serie de ruidos extraños, golpes y otros fenómenos, sin explicación aparente, que comenzaron a privarlos del sueño, pese a que los ruidos se producían igualmente en horario diurno. 

Sospechando que tales ruidos y golpes podían proceder del piso principal del inmueble, se dirigieron a sus ocupantes para quejarse enérgicamente; sin embargo, pudieron comprobar que no solo aquellos ruidos no procedían de aquel piso ni sus vecinos eran los causantes, sino que ellos también percibían los mismos fenómenos, incluso los que habitaban edificios colindantes. 

El inmueble nº 7 de la plaza del Esparto

Sin poder encontrar una explicación razonable a semejantes sucesos, comenzó a dejarse sentir un estado de alarma y temor entre el vecindario y la noticia de aquellos fenómenos extraños se propagó, como reguero de pólvora, por toda Valencia, comenzando a llenarse la zona de curiosos. 

Alertada la prensa por estos hechos, pronto los bautizó como “el duende de esparto”, lo que provocó, al aparecer destacado en sus páginas, que se incrementase la curiosidad de la población. 

Incluso, este suceso trascendió de los límites de la capital levantina y así, el “Heraldo de Madrid”, en su página dos, correspondiente a la edición del 7 de julio, se hace eco de la noticia, titulándola “Duende doméstico”. 

Como quiera que los golpes y ruidos no cesaban, unas veces en forma de golpes secos, y otras, como si de un repiqueteo se tratase, a los que no eran ajenos la vecindad del barrio, se hicieron plegarias por si su causa fuese sobrenatural, provocada por el trasiego terrenal de un alma en pena en demanda de misas. 

A la vista de lo que estaba sucediendo, el Gobernador Civil ordenó, por una parte, al Cuerpo de Vigilancia que abriese una investigación sobre estos hechos, y de otra, al Cuerpo de Seguridad que se desplegase en la citada plaza del Esparto para evitar desórdenes públicos que, pese a todo, comenzaron a sucederse. De hecho, la fuerza pública tuvo que intervenir para impedir que las masas ocupasen una casa limítrofe que se hallaba desocupada o en respuesta a una agresión de la que fue objeto cuando algunos de los reunidos lanzaron piedras sobre ella. 

El día 6 de julio, por orden del Gobernador, se presentaron en el inmueble un importante número de Agentes del Cuerpo de Vigilancia y Guardias de Seguridad, a cuyo frente se encontraban el Jefe de Policía -suponemos que se refiere al Cuerpo de Vigilancia- Oliveras y el Capitán del Cuerpo de Seguridad, José Alicart España, en unión del juez municipal y del arquitecto del Ayuntamiento de Valencia. 

Una vez en el lugar de los hechos, se acordonó la zona, despejándola de curiosos; todos los pisos del edificio fueron ocupados por efectivos policiales e incluso se dispuso de micrófonos para captar los ruidos, además de iniciar una minuciosa inspección ocular en el inmueble, así como diferentes interrogatorios y registros. 

Por medio de esta diligencia, se pudo determinar, de acuerdo con el informe policial, que “a las diez de la noche comenzaron los ruidos. Estos eran más perceptibles en los tabiques ligeros que en las paredes llamadas vulgarmente maestras”. Si bien no se pudo establecer su origen ni su procedencia exacta. 

Por medio de la prensa que, cada día se hacía eco del suceso, el Gobernador Civil, ofreció la explicación oficial “He aquí la causa: Dos camas, un armario que antes no lo era, una pared mediera que divide dos casas, un tabique vibrante, o que debe vibrar. Todo esto produce los ruidos seguramente”. 

Pese a que las concentraciones prosiguieron y que se mantuvo vigilancia policial en la zona, nadie se pudo explicar aquel extraño fenómeno que cesó, de la misma forma que se había iniciado, el 13 de julio, sin que hubiese motivo aparente para ello. 

De resultas de los altercados que se sucedieron entre curiosos y la fuerza pública, resultaron heridos los Guardias de Seguridad Manuel Mullino, Tolsa, Felipe Miño y Manuel Gamón, así como varios de los concentrados. 

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Hubo, vox populi, muchas explicaciones para justificar estos sucesos. De una parte, algunos sugirieron que la autoría podía corresponder al dueño del inmueble con el fin de lograr que algún inquilino lo abandonase; de otra, que los sucesos podían tener como móvil la venganza dirigida a un comprador de una casa limítrofe que la había adquirido, a bajo precio, en una subasta; incluso, otras más descabelladas, los atribuyeron a la existencia de una fábrica de moneda falsa o las señales de alguien que se encontraba secuestrado. 

Lo cierto es que, con ocasión del cese de los golpes y ruidos, aquel asunto se cerró definitivamente sin que jamás fuese aclarado. 

Acompañamos a estos comentarios con una fotografía aparecida en la prensa, en la que se observan a varios Guardias de Seguridad, delante del inmueble, vestidos con el uniforme veraniego que se había declarado reglamentario en Madrid el año anterior, guerrera y pantalón de lanilla gris, si bien en lugar de usar el casco forrado con tela de piqué blanco, reglamentario en la capital de España, siguen usando la gorra de piqué blanco del uniforme estival anterior y que, en plantillas, pervivió varios años más.

El caso del “Duende de la calle Francisco Giner”

Otro fenómeno paranormal al que se vio en la necesidad de hacer frente la Policía gubernativa -Cuerpos de Investigación y Vigilancia y Seguridad y Asalto- destinada en Barcelona en el invierno de 1935, fue el que tuvo como escenario la planta baja del inmueble nº 43 de la calle Francisco Giner, habitada por la familia Montroig, compuesta por el cabeza de familia, Enrique Montroig Mendoza, su esposa, la madre de esta y dos hijos. 

Agentes de Investigación y Vigilancia y Guardias de Seguridad en la calle Aguillers

De estos hechos da cuenta «Crónica», en su edición correspondiente al 24 de febrero de 1935, en un reportaje, con información gráfica, firmado por Ana Mª Martínez Sagi.

Todo comenzó la fría noche del domingo, 10 de febrero de 1935. El citado Enrique Montroig, de profesión vigilante nocturno en la empresa Elizalde, había abandonado su domicilio dirigiéndose a su puesto de trabajo, tras lo cual, la familia se retiró a la cama. 

A eso de las once de la noche, comenzaron a escucharse golpes y ruidos, tanto en las paredes como en las escaleras del inmueble, que fueron en aumento, lo que obligó al mayor de los hijos a levantarse de la cama para conocer su origen. Llegado al comedor, y tras encender la luz, observó con estupor como un cajón se proyectaba contra el suelo. 

Tras dar aviso a su madre, fueron en busca del vigilante nocturno y del sereno a quienes invitaron a acceder al piso para verificar la veracidad de los hechos. Realizada por ambos una inspección en el inmueble no detectaron nada anormal, pese a seguir siendo audibles los extraños ruidos, pero algo más amortiguados. 

Tales circunstancias alertaron a los restantes inquilinos del inmueble que se dirigieron al domicilio de los Montroig para conocer el origen de tales hechos. Sin embargo, con la llegada de los vecinos, tanto los ruidos como los demás sucesos cesaron de inmediato lo que motivó que el vigilante, el sereno y la vecindad abandonasen la casa, tras lo cual los fenómenos volvieron a reproducirse hasta el amanecer cuando Enrique Montroig regresó al domicilio. 

Como quiera que, al día siguiente, los ruidos y demás fenómenos se reprodujeron, Enrique, tomó la decisión de poner los hechos en conocimiento de la Policía quien destacó a un Agente del Cuerpo de Vigilancia y dos Guardias de Seguridad con el fin de que realizasen una minuciosa y completa inspección ocular en el lugar de los hechos, dando resultado negativo. 

Los hechos se sucedieron en los días siguientes, incluso con mayor virulencia que los anteriores. A eso de las siete y media de la tarde del viernes, día 15, todos los vecinos del inmueble salieron despavoridos a la calle, presas del pánico, ya que los fenómenos comenzaron a reproducirse con mayor virulencia, provocando fuertes golpes y ruidos de procedencia desconocida, caídas de objetos, tenedores que volaban, sillas que caían y se volvían a poner de pie sin la presencia de persona alguna, relojes que de repente se paraban y de nuevo comenzaban a funcionar, caída de piedras en el patio de luces, todo ello sin causa aparente que los provocase. Igualmente, todos los cristales de la casa, pese a estar fuertemente asidos al marco de la ventana, comenzaron a tintinear. 

Guardia de Seguridad ente el inmueble nº 43 de la calle Francisco Giner (Carlos Pérez Rozas)

El terror colectivo del vecindario alcanzó niveles de auténtico pavor cuando, algunos de los menores residentes en el inmueble, aseguraron haber visto sombras blanquecinas deambulando por los pasillos. 

Parece ser que, consecuencia de estos hechos, cada noche eran muchos los curiosos, incluida la prensa, que acudían a las inmediaciones de la casa para tratar de escuchar los ruidos lo que provocaría, al igual que sucediera el año anterior en Zaragoza con el caso del “duende” -ya analizado en otro artículo anterior-, que la Policía se viese en la necesidad de reforzar los servicios para evitar desórdenes. 

Cuentan que una parte de los vecinos del inmueble, incluidos los Montroig, lo abandonaron, momento en que cesaron los fenómenos. 

Las sospechas, recayeron en el hijo pequeño de los Montroig que se encontraba enfermo y que pudo haber sido el causante inconsciente de estas extrañas manifestaciones, si bien tal extremo no quedó demostrado. 

En la década de los 90, algún estudioso de temas paranormales trató de encontrar, en la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, el atestado policial, siquiera una minuta dando cuenta de estos ellos, la búsqueda resultó infructuosa.

Según algunos vecinos, de muy avanzada de edad que, por estos años todavía residían en el inmueble y habían sido testigos de algunos de estos hechos, relataron a los investigadores que la Policía les recomendó que no hablasen del asunto y menos con la prensa, quedando todo ello sumido en un misterio insondable. 

Incluso, en las hemerotecas hemos encontrado pocos datos relativos a este asunto y los hallados no tratan el tema con excesiva seriedad, lo que hace sospechar a algunos que, al igual que sucediera en Zaragoza con su famoso “duende”, las Autoridades también invitaron a los medios de comunicación a guardar un discreto silencio sobre todo ello.

El caso del “Duende de la calle Aguillers”

A principios del verano del citado 1935, la calle Aguillers de Barcelona, fue escenario de otro suceso paranormal que también fue judicializado e investigado por la Policía. 

Ana Escó, vecina del inmueble (Mundo Gráfico)

Al parecer, en un inmueble de la calle Agullers, situada en el Barrio Gótico de Barcelona, se materializó la presencia de un fantasma o de un espíritu que fue visto por parte de la familia que allí habitaba. 

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Por lo que refiere la prensa de la época, esta zona de la ciudad condal se encontraba, por aquellos años, muy depauperada, con notable falta de higiene y de limpieza. El establecimiento comercial más popular de la calle era un herbolario que vendía emplastos y sanguijuelas y que era frecuentada por espiritistas y adivinadores. 

Pues bien, en uno de sus inmuebles, concretamente en el 5º piso del número 11 de la citada calle, residía la familia Tobeña, formada por Ana Escó de Tobeña, viuda, y sus cinco hijos; una familia con muy escasos recursos económicos que, un día, se convirtió en el epicentro de este extraño fenómeno. 

Al parecer, la tal Ana Escó, comenzó a comentar a sus vecinas que su casa era frecuentada por un espíritu burlón que les impedía, con su presencia, conciliar el sueño. Sin embargo, a principios de julio, la situación empeoró notablemente. 

Comenzaron a escucharse ruidos de origen desconocidos y algunos de los conejos que la mujer criaba en su casa aparecieron muertos. Todo ello obligó a la cabeza de familia a pedirle a un sobrino que, acompañado de sus dos hijos mayores, pasase la noche en vela, provistos de garrotas, a la espera de la aparición del espectro en cuestión. 

Y así fue, en medio de la noche se reprodujeron los ruidos y, de repente, se abrió la puerta donde se encontraban los jóvenes, instante en el que frente a ellos se materializó una silueta blanquecina que, emitiendo sonidos escalofriantes, huyo hacia el tejado. 

A la vista de esta presencia, los tres jóvenes iniciaron la persecución del espectro, siendo testigos de su súbita e inexplicable desaparición. Al parecer, la cosa no terminó ahí, ya que, tan solo unas horas más tarde, la mesa del comedor de la casa comenzó a moverse, al igual que los cacharros de la cocina. 

La puerta de los Tobeña por la que entró el fantasma (Mundo Gráfico)

Al día siguiente, Ana  Escó, compareció en la Comisaría del Distrito para poner los hechos en conocimiento de la Policía, quien destacó a varios efectivos a su casa para realizar una inspección ocular del lugar de los hechos que dio resultado negativo, viéndose los Agentes en la necesidad de abandonarla y regresar a la dependencia policial para elaborar el correspondiente informe. 

Cuentan que, nada más salir de la casa los policías, los fenómenos descritos volvieron a reproducirse con más fuerza, llegando el espíritu a manifestarse nuevamente junto a la mesa del comedor, desapareciendo seguidamente. Estos sucesos provocaron que la familia Tobeña abandonara el domicilio, mudándose a otro inmueble. 

El Juzgado de Guardia abrió las correspondientes diligencias, recibiendo en declaración tanto a la familia Tobeña, como al propietario del inmueble, vecinos y realquilados sin poder llegar a esclarecer el asunto, aunque sí salieron a la luz las desavenencias existentes entre el propietario del inmueble y la citada Ana de Escó quien había enviudado en fechas recientes, circunstancia que quiso aprovechar el dueño del piso para subirle la cuota de alquiler. 

Merced a este conocimiento, la prensa barcelonesa llegó a preguntarse si la aparición del fantasma, con toda su secuela de ruidos y fenómenos extraños, no sería una argucia del propietario para lograr que la familia Tobeña abandonase el piso como así sucedió. 

Sea este u otro el motivo, el caso es que aquel asunto tampoco pudo esclarecerse debidamente, quedando en los anales de historia de la Policía como otro fenómeno paranormal para el que no se encontró una explicación razonable. 

Sabemos que no solo fueron estos tres los casos extraños investigados por la Policía, de hecho, tenemos constancia de otros como es la aparición en un cementerio de una capital española de un fantasma burlo que trajo en jaque durante días a la dotación policial de la localidad. Tiempo habrá para hablar de todo ello.

Sirva como muestra estos tres casos a los que nos hemos referido para comprobar que la Policía ha estado siempre auxiliando a quien, a lo largo de estos doscientos años de historia, requirió de sus servicios.

Eugenio Fernández Barallobre

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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José Antonio

Menudo rollo…

Intermedia A

Muy interesantes asuntos, pero el preámbulo es más falso que un euro de madera. Es FALSO QUE ESTÉN AHÍ PARA DEFENDER NUESTROS DERECHOS Y LIBERTADES. Están ahí para obedecer al tirano, incluso en las más graves violaciones de nuestros derechos y libertades.
Y como es tan evidente, no me molesto en demostrarlo.
Quien tiene ojos lo ha visto y quien tiene oídos lo ha oído.
¿Por qué está usted paseando? ¿Por qué no lleva bozal?
Lo mejor que nos podía pasar en Españistán es que los disolviesen. Eliminada la barrera entre los ciudadanos y los tiranos (que es para lo que están) ese día se resolverían todos nuestros problemas.
Los tiranos desaparecerían con corbata de cáñamo y ustedes dejarían de ser necesarios. Porque sin tiranos, todo funcionaría mejor.
Para que me quiten de encima a chorizos y carteristas autóctonos, pero me dejen a los vándalos extranjeros y a los verdaderos criminales nacionales con mando en plaza, no les pago el sueldo.
Porque parece que no acaban de entender que ese sueldo que cobran como soborno, no se lo paga Marlaska. Él se limita a firmar la nómina que pagamos nosotros.
!Váyanse a hacer gárgaras!

Alvar

Cualquier policía con un mínimo de entendimiento, debería darse cuenta de que están siendo utilizados para el mal, instrumentalizados para proteger a la casta dominante. Pero como hemos perdido las virtudes, es más cómodo cerrar los ojos y abrir el bolsillo.

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