14/05/2024 09:37
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Cualquier persona que haya utilizado una máquina industrial sabe que disponen de un botón rojo que cuando se pulsa desconecta el suministro de energía para parar la maquina minimizando o evitando, con ello, lesiones e incluso la muerte del operario. 

Me ha venido esta idea del botón rojo para comparar  el periodo de Franco y la democracia. En cuestión temporal, en cuanto a su duración aproximada, pueden asimilarse ambos períodos. Yo nací en el 63 y, al menos durante 12 años, puedo opinar de cómo era aquello. Desde luego me parecen ridículas esas evocaciones de aquella época con el blanco y negro (en el cine y la televisión progre se ha manoseado, en exceso, ese estereotipo), porque la televisión podía ser en blanco y negro, por cuestiones técnicas, pero la vida tenía tanto, o más, color que ahora. 

Creo que nunca he sido franquista, el magma ideológico, y personal, del que he bebido ha sido totalmente antifranquista y mis posiciones han transcurrido por ese camino la mayor parte de mi vida. Sin embargo, el devenir de España, en todos los ámbitos, y la ampliación de mi perspectiva y conocimientos históricos me han llevado a posiciones muy críticas respecto del valor de la democracia española y, también, hacia un reconocimiento de la época de Franco. 

Como todo en la vida ambos períodos tienen luces y sombras, pero en su conjunto considero que hubo luces con Franco y que las numerosas sombras de la etapa democrática han devenido en un sistema fallido y ruinoso.

El 18 de julio de 1936 no fue ni un golpe de estado, ni una sublevación militar, sencillamente fue pulsar el botón rojo. Las consecuencias para el país fueron terribles, pero se había generado una situación insostenible de pérdida de libertades (ya ni se respetaba la vida) y de un proyecto de conversión de España en una dictadura comunista bajo los dictados de Stalin. Creo que esa deriva totalitaria frentepopulista hubiese devenido en un escenario aún más doloroso para los españoles.

Se sabe (estudios muy rigurosos así lo atestiguan) que las elecciones del 36 fueron manipuladas para que el Frente Popular tuviera mayoría y los hechos demostraron una deriva,  inmediata y criminal, hacia una dictadura socialcomunista que ni respetaba las vidas, ni la libertad, ni a la República misma. En aquella época hubo un botón rojo articulado a través del alzamiento militar, y también civil, para impedir la degeneración, y la degradación, de España y las libertades de los españoles. 

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Esta democracia fallida del 78 no dispone de botón rojo. Se fue extremadamente cuidadoso en reconocer las «nacionalidades históricas» y toda clase de prebendas a partidos, sindicatos etc. Pero esos mismos partidos no se preocuparon (por supuesto no les interesaba) de articular un botón rojo para casos de emergencia nacional. Creo que el papel de Juan Carlos I fue totalmente estéril e incluso pernicioso (como en tantas cosas) porque, con tal de asegurar su posición personal y sus espurios intereses, mutilo la posibilidad de que la Corona, como institución,  pudiese ejercer ese mecanismo «anti-desastres».

Se ha comprobado que los poderes Legislativo y Judicial han quedado sometidos a las arbitrariedades del Ejecutivo y carecen de toda capacidad efectiva para tal fin. En los últimos 40 años tal vez no haya habido un cúmulo de situaciones que justificasen dicho mecanismo (aunque aguantar todo este tiempo haya sido a costa del endeudamiento brutal de España, del empobrecimiento de los españoles y de la pérdida de nuestras libertades), pero ahora creo que estamos ante ese escenario. 

Tal vez alguien pueda decirme que ahora no hay muertos por cuestiones políticas, pero dicho argumento es de una ingenuidad o simpleza palmarias porque ¿qué han sido los 50.000 muertos por la gestión criminal de este gobierno, que antepuso su delirante agenda ideológica a la salud de los españoles?  Claro que hay muertos, y claro que se han debido a cuestiones políticas (quien crea que han sido causas sanitarias es un ingenuo o un sectario).

Y, por supuesto que existen motivos justificados para pulsar el botón rojo contra la pervertida estructura de poder que manosean estas alimañas socialcomunistas y separatistas, que han convertido la mendacidad y la hipocresía en el «modus operandi»  de su acción gubernamental, la cual sólo nos ha traído ruina y desolación. Comprobar las acciones y omisiones de este inepto y corrupto malgobierno y la indignidad de todos sus componentes hace que se le remuevan las entrañas al más sereno de los españoles. 

El único atisbo de sensatez (respetuoso, además, con las actuales leyes) fue la propuesta de VOX, al principio de la pandemia, de crear un gobierno de emergencia nacional que sin peajes políticos hiciera lo adecuado para minimizar los estragos del virus chino, para una vez superada la crisis convocar unas elecciones generales. Saben cuantos apoyos tuvo esa propuesta aparte de sus proponentes: NINGUNO (como siempre el melifluo y cobarde PP mostrando su altura de miras y su sentido de Estado, del resto…  sin comentarios). 

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La moción de censura anunciada por Santiago Abascal este miércoles me parece un acierto porque, como mínimo, retratara a los 350 diputados. ¡Ya veremos que ocurre en septiembre!  Si VOX fuese un partido especulativo ya tenía salvada la legislatura y las próximas elecciones solo con esta decisión. Creo, personalmente, que en la mente de sus dirigentes lo que se ha valorado ha sido dar curso al clamor popular contra el desastre creado por estos satrapas de alcantarilla y el tratar de encontrar soluciones paliativas al mismo.

Resulta llamativo que el ministrillo de Transportes (el Abalos que llevo a Delcy Rodríguez en brazos, por todo Barajas para que no pisara suelo español) haya ordenado identificar, por la Policía, a unos pacíficos españoles sólo por llevar la bandera de España. Este hecho es una perfecta muestra de hasta que punto de podredumbre ha llevado a nuestra patria está castuza política, porque en NINGÚN PAÍS DEL MUNDO un hecho así hubiese tenido una respuesta represiva de esta naturaleza. 

No hay botón rojo y la pregunta es ¿si existe en España un sustrato ciudadano (en el noble sentido que se le daba a esta categoría en las antiguas polis griegas) capaz de coadyuvar a su creación y, dadas las condiciones actuales, su activación? 

Yo, me apunto. 

 P.D.: No espero que, en septiembre, haya sentido de Estado entre las «señorias» que habitan cuán zombis, sin voluntad y sin alma, el Congreso de los Diputados. Es como «pedir peras al olmo»