09/05/2024 09:19
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El póker mentiroso es un juego de azar y estrategia. Se hizo popular allá por los años 50 entre los militares en sus ratos de ocio y entretenimiento, tomando auge e impulso décadas después en las cafeterías de las universidades.

Imagino a Sánchez jugando al póker mentiroso en aquellos tiempos de universidad, ganando cafés, chupitos y moneda suelta a sus compañeros de clase, qué buen y lucrativo negocio para un joven de aquella época.

Quién nos dice que Sánchez cuando hizo la “mili”, en el caso de que no lo dieran por inútil, lo cual, entraría dentro de lo justo y posible, ya hacía sus pinitos perfeccionando su habilidad en el juego del mentiroso.

Y digo, imagino, pues, en esta fabulación,  hubiera sido una torpeza no exprimir, no explotar al máximo esa innata virtud que, al parecer, le impele con fuerza y ahínco a cultivar y engrandecer su alma, conciencia y espíritu con esa frase de Unamuno que vemos grabada en su casa museo de Salamanca, que dice: “Antes la verdad que la paz”

La pasarela, el espectáculo, el circo mediático en el que este personaje es el principal y único interviniente, es solo apto para ciudadanos en plenitud de las capacidades de discernimiento y madurez cívica y ética que les ayuden a concluir y determinar con meridiana claridad y precisión el cúmulo de trampas, falsedades, engaños y mentiras expuestos sin pudor ni vergüenza al publico en general; en fin, exactamente lo que viene haciendo desde que empezamos a sufrirlo en calidad de presidente del gobierno de España.

El victimismo esgrimido y exaltado hasta la náusea en sus comparecencias, no deja de ser una mezquina defensa llena de invitaciones al asedio; ataque, cerco y bloqueo exigibles a cualquiera que sea un ciudadano responsable y un español de bien y de ley.

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A este circo solo le falta la “mujer barbuda”,  la “mujer cañón” o el “hombre elefante” para que los niños, los cándidos jóvenes y los sectarios mamporreros del sanchismo, gocen, se deleiten y regocijen con la posibilidad de que su líder siga profanando la Democracia, el Estado de Derecho y la Transición.

Sánchez, tomó buena nota de las ganancias que le proporcionó en su día la innata destreza y pericia demostradas en el juego del póker mentiroso, y desde ese instante, con toda probabilidad desistió de sus últimos escrúpulos, dejó a un lado del camino las pieles con que inicialmente se cubría, y en adelante, se dijo, que no tendría más amigos y compromisos que sus sagrados y concretos intereses.

Así como los amantes,— Sánchez y sus votantes,— en la mayoría de los casos son parte de un todo extraviado, un todo que recuperan fugazmente con los abrazos y carantoñas amorosas,—mentiras, promesas, engaños electorales—-con inmediatez vuelven a perder ese siniestro todo cuando se enfrentan a la cruda e inapelable realidad; pero, son tan sectarios, están tan llenos de odio, resquemor y envidia que son incapaces de transformar sus ideologías socio-comunistas en “algo” que repercuta en el interés general de los españoles.

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