20/05/2024 17:09
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   —“En este mundo no importa demasiado lo que uno haga —replicó mi compañero con amargura—. Lo importante es de lo que uno es capaz de convencer a la gente que ha hecho.”   

              Arthur Conan Doyle, Estudio en escarlata, [Debolsillo, 2012 ,  p. 151.]

 

                       JURIS(DEMASIADA)PRUDENCIA CONTROLADA

   Ignoro (bonita forma de iniciar una columna) las razones por las que el Gobierno Vasco ha presentado fuera de plazo y de oficio (copiada de la anterior, sin actualizar), o sea tarde y mal, la solicitud de prórroga de la exigencia del mal llamado “pasaporte” y peor apellidado “covid” —“certificado QR”, con el que se restringe el derecho de acceso del ciudadano no vacunado a hostelería, centros hospitalarios y residencias de ancianos— y su ampliación hasta Carnaval a hoteles, alojamientos turísticos, salas de juegos y demás.

   Desconozco, igualmente, la razón por la que el Tribunal Supremo del País Vasco, en esta ocasión (una de cal y una de avena), rechaza la prórroga por defecto de forma, de acuerdo con las reglas del juego de la vacunendemia y sus sucesivas mutaciones y sin entrar en honduras, en el fondo del contenido, o sea en la inconstitucionalidad de una “inoculación experimental” de facto obligatoria y la vulneración de derechos humanos individuales en represalia contra quien se niega a ser “solidario” con el amo del señorío foral vasco y su leva vacuna de unas mesnadas que obtienen, con la “pauta completa”, licencia para contagiar a  los solitarios, “insolidarios” aislados por un cordón sanitario.

Todo ello con una sentencia salomónica —más por lo helicoidal de las columnas de tal estilo que por la equidistancia del sucesor de rey Covid —, que bien pudiera tildarse de “salmónica”, por ir a contracorriente del mainstream con que nos inunda el  globalismo. [Banda sonora: “un pasito p’alante, su señoría, un pasito p’atrás, un, dos, tres (dosis)”.]

 

                         CONTARLO EN PRIMERA PERSONA  (DEL PLURAL)

 

 “El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha ironizado [¿con?, ¿sobre?] que al igual que antes de la pandemia cada ciudadano era “un árbitro o un entrenador” que juzgaba cada lance de los partidos de fútbol ahora  se ha transformado en epidemiólogo, virólogo, inmunólogo y gestor de pandemias. “Todos nos sentimos capacitados para hacer valoraciones cuando corresponde en todo caso a las autoridades sanitarias. Dejemos cada uno de nosotros de sentirnos los más expertos en algo que es desconocido” y “dejemos que las autoridades sanitarias nos indiquen el camino”, ha implorado en una conferencia organizada por Deia.”

            Iker Rioja Andueza, elDiario.es, 28 de enero de 2022.

 

   Salta a la vista, ¡y al oído!, que lo suyo, Sr. Urkullu no es ni la retórica ni la oratoria.

   Si ya las comparaciones son odiosas (y más en un tiempo en el que el odio es delito), identificar a quien “se la juega” al rechazar un “fármaco génico experimental en fase 3” (o a ser contagiado por un inoculado), con el futbolero que pontifica en el bar(¿Tzoki?) sobre el partido, es ofensivo para “los hunos y los hotros” (como escribiría Unamuno).

    Primero porque, en su afán casticista de traer al “ámbito vasco” las consignas de la cartilla globalitaria, este Demóstenes de Ajuria (At)enea identifica al ciudadano con el forofo que pone su argumentario al servicio de un irracional “sentir los colores” y que, más allá del dinero que pone en juego y la cohesión del espíritu tribal de la peña, llevado al símil, sería tanto como ignorar que el Partido estaba ya comprado de antemano. Y segundo, porque eso es lo que ve quien sabe que su vida no es un juego (no se debe a un partido, y menos de fútbol)  y no “se ha transformado”, sino  ¡informado! —por otros medios,  de lo que “en la Etebé no se ve”— y ha debido hacerse “epidemiólogo, virólogo, inmunólogo y gestor de epidemias” y urgenciólogo, por libre y en defensa propia.  

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   Y, entonces, el demagogo de Sabin Enea, el  maestro Ciruela—el logopeda Zirullu—que no sabía ni hablar y creó escuela, se instala admonitorio en la primer persona del plural, que es lo suyo, no por mayestática —sin Nos, pues el caudillo marañón no pasa de ser, modestia aparte,  un virrey—, sino por lo colectivo de nación,  de las tribus, del “país de los vascos”, pues nosOtros somos otros, como el mismo (pro)nombre indica —y se muestra en esa parábola de la visión endogámica de Los otros, de Amenábar—. Y se le llena la boca al piquito de oro, a este Crisóstomo de Alonsótegui, porque en todo “nosotros” hay, antes que nadie, un yo, dueño y señor, portavoz y profeta que guía a la grey, a la manada vacuna, más los extras o claque, que sois “vosotros” (yo, el burro por delante para que no se espante, y vosotros, los vascos en común unión conmigo) o yo y “otros” (o sea, yo y los globalistas que hemos decidido que vosotros os vacunéis): “Dejemos cada uno de nosotros de sentirnos los más expertos en algo que es desconocido”, ha sentenciado el maestro amagando un reglazo (reglamentazo, mejor), amenazando con un castigo colectivo, como hace cada vez que el discípulo respondón, díscolo, disrupto, no colaboracionista desobedece su autoridad  paternalista (por las buenas), desafía su poder autoritario (por las malas) y se pira, se va del rebaño y sale a la calle a protestar.

   [Y lo hace con una ironía teñida de sarcasmo en la que se desaconseja a “cada uno de nosotros” la percepción subjetiva de ser “los más expertos en algo desconocido”, como si cada individuo albergara la personalidad múltiple de “los más expertos” (él mismo); como si nos sintiéramos otros en grado superlativo (cuando es obvio que los hay más y menos informados); como si no estuviera poco devaluada la “expertitud” y, para colmo, como si la plandemia  fuera un “desconocido” misterio  mariano (cuando ellos, sicarios del Protocolo en NOMbre de la Ciencia, están más que compinchados con la Big Tech).]

   Porque cualquier nosotros  pivota sobre un yo (y el pivot puede/suele ser un nanonazi cualquiera), en todo nosotros anida un gusanillo con alas de Ícaro, un corpúsculo que es  intersección de la teoría de (dos) conjuntos, vosotros y otros, las alas de un lepidóptero (mariposa o caballito del diablo), y eso es el lindakara Íkaro Urkullu por su cara polita.

   Y, así, dueño del nosotros —a dos barajas: vosotros euskos, ellos globalistarios—, yo, euskoglobalisto, sigo haciendo el numerito de ilusionista, el juego de manos del charlatán de la manipulación identitaria colectiva, y lo mismo usa un nosotros sociativo, quedándose fuera: “dejémonos” (o sea “dejaos”, vosotros, porque yo me excluyo, igual que el camarero, compadreándose con el hincha, “¿qué vamos a tomar?”), que nos encierra en un nosotros inclusivo que no es más que él, y si acaso los otros, “¿qué ponemos?”): “dejemos que las autoridades sanitarias nos indiquen el camino”,  plural de científico o de falsa modestia, mejor dicho, puesto que la primera autoridad del  Comité Asesor del Plan de Protección Civil de Euskadi (LABI) es el propio lehendakari (o sea “yo”), encabezando el comité de expertos (ah, ¿pero existen?, esa docena y media de cargos políticos de su cuerda y oráculos de  la Ciencia (bastaba un poco de conciencia) con el botillero Jonan Fernández, ese monaguillo monigote y “todólogo”, que lo mismo vale para un roto que para un descosido, o sea el LABI: euskal label, labby vasco, eusko labea (el horno de la cocina casera del Bar Tzoki, donde el pinche globalista hace su desaguisado a la vasca y se prepara el chuletón a la brasa, y vaya brasas), y declínese todo seguido…

   ¿No ha nacido aún quien le espete a este urcuYo proteico (enmasca(rilla)do en el protésico nosotros) y polimorfo en sus pseudópodos (de heredero, en esa regresión mítica, no ya de Túbal, sino de la mitosis del protozoo primigenio), ¡Tú mismo!? Pues, si nosotros eres siempre (y los figurantes, a discreción), “dejémonos” de conjugar (a) escapismos y ocultismos, de juegos de palabras y transmutaciones de avatares semánticos y de conductas transpronominales, de (d)efectos para(sub)normales de abducción, de espiritismo, posesión (diabólica) del esférico y ouija de vaso de bar de todo un ¡Fantasma! Y, dejando los valores estilísticos (más de estilismo que de estilística), los antaño “usos desviados”, usemos siquiera una vez el nosotros en el sentido recto del libro de Lengua.

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   Y “dejémonos de jugar a los expertos”, empezando por ti mismo, el Gran Impostor, y “dejemos”, siguiendo por ti, que eres juez y parte, “que las autoridades sanitarias” nos guíen, y (acabando contigo mismo) Dios nos asista…pues si hay que acudir al Sistema Vasco de Salud/Osakidetza, el protocolo establece, previa PCR positiva (a lo que sea), diagnóstico como covid de cualquier patología —“si un paciente ingresado, por ejemplo, con cáncer terminal da positivo a la PCR, se le diagnostica covid”, Dr. Mikel Sánchez dixit —, incluidos repentinitis y/o complicación d epatologías previas, efectos secundarios de la vacuna o reacciones adversas con secuelas de por (co)vida/porca vita.

 

        EN NOMBRE DE LA VIDA/BIZITZA FRENTE A LO INNOMBRABLE

                                                                 O

                                    VIVIRLO EN PRIMERA PERSONA                                                             

 

    «El certificado COVID Digital UE en ningún caso se trata de un certificado de salud.

Por ello su tramitación, generación e impresión se realiza a través del portal del Gobierno Vasco “Euskadi.eus”. […] O bien presencialmente en las oficinas de Zuzenean, previa solicitud de cita.» 

           (Osakidetza. Ambulatorio de Basurto (Vizcaya), año 2022.)

 

  Ignoro (bonita manera de ir terminando un artículo) igualmente las razones por las que el Gobierno Vasco reincide en la “aparente” contradicción” de desmarcar de Salud una medida sanitaria cuasi obligatoria (que, en su neurosis, llama compulsiva), como viene haciendo desde 2021, que nosotros sepamos, por medio del vice-consejero de Sanidad, Dr. Quintas. Probablemente, la incredulidad de la población hace imprescindible reiterar el mensaje de forma periódica (y no sólo a travñes de la prensa periódica) para que vaya calando en la grey que la vacunación no es sino un peaje para un pasaporte verde europeo, de huella digital (que no dactilar) y crédito social, por las autopistas de la Big Tech. Y por eso hay que ponerlo incluso por escrito, como en Basurto, a ver si nos enteramos.    

   Cuadratura del círculo (o del Zircullu) que reclama, avalado por una victoria pírrica de la jurisprudencia, acudir a las delegaciones de Salud de las capitales vascas a preguntar por qué hay que vacunar a los niños si no es su salud lo que está en juego. Y si no fuera allí, dirigirse al “Portal” del GB. Y, si no, pedir cita presencial en Zuzen, directa/mente. todos los castigados, justos/pecadores, justamente la víspera de Santa Águeda, patrona de las “mocedades”, en la tradicional ronda del mocerío con maquilas, cantos y cuestación por el renacer de la vida (y es lo único que sé, “positivamente”), para enterarnos de una vez por todas en manos de quién es esta dichosa (in)competencia y, ya que estamos, preguntarnos a coro “¿quién maneja nuestra barca, quién?, que diría Remedios Amaya. Y que haciendo honor a su nombre, sea mejor la Remedios que la enfermedad. Y ‘Fin’.