09/05/2024 08:36
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El gran objetivo, ¡el supremo objetivo!,  de Satanás,  perseguido por medio de su Sinagoga –ese super poder  mundial que lleva las riendas del gobierno de España  desde la  muerte del Caudillo– no es otro que eliminar el Valle de los caídos y derribar la Cruz más imponente del mundo pues le recuerda la única derrota sufrida en los últimos siglos… La Cruz del Valle le resulta insoportable por todo lo que significa. Y lo tiene como paso previo –y visible– a la aniquilación de España como nación.  A nosotros nos queda la esperanza y la confianza en el Sagrado Corazón de Jesús pues prometió proteger a nuestra patria como su reino predilecto. No creo, pues, que vaya consentir ni lo primero ni lo segundo y,  tanto la Cruz como España,  seguirán siendo testimonio permanente del poder divino. Eso sí, todo español bien nacido debe ayudar con sus oraciones a que así sea.

 Pero mientras llega esa ayuda  vemos a los hijos de Satanás servir con todo entusiasmo a su padre,  burlándose de los españoles e insultándoles con esa chulería tan propia suya y  haciendo cuanto les sale de las narices sin que,  nosotros,   hagamos nada  para mostrarnos dignos herederos de las generaciones antepasadas,  creadoras del mayor Imperio y civilizadoras de medio mundo. No olviden que fuimos dueños de la quinta parte del globo terráqueo y engendramos veinte naciones tan modernas  y cultas como las europeas.

Los españoles hemos dado muestras de una cobardía y bajeza indignas de nuestro pasado consintiendo la profanación de los restos mortales del Caudillo — salvador de España y, sobre todo, y especialmente de la libertad de la Iglesia Católica. Por eso le postura de la Jerarquía es más digna de Judas que de San Pedro y de los Apóstoles. Lo más sangrante, ver a Roma  vivir ajena al ataque letal contra la Iglesia española por parte del Gobierno comunista.

Con este artículo deseo reprochar a nuestra Jerarquía y al propio Vaticano su incapacidad –o su cobardía– para defender la basílica del Valle de los Caídos teniendo la fuerza de un tratado internacional en vigor que lo hace intocable por parte del Gobierno español. Es incomprensible todo lo que ha ocurrido en ese lugar sagrado como su profanación permitiendo  la exhumación de los restos del Caudillo y de José Antonio Primo de Rivera.

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Desde el primer momento estaban obligados a parar los pies a esos políticos rojos que nos gobiernan, a leerles la cartilla, y negarles toda intervención en un terreno prohibido para ellos. Los españoles, en alguna forma, debemos pedir responsabilidades a la Jerarquía española e, igualmente,  al Vaticano. Han escandalizado tanto su cobardía como su cínico comportamiento. Y lo llamo cínico, a ciencia y conciencia, ateniéndome a la definición del cinismo por la Real Academia de la Lengua Española: “Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”.

 Señores obispos españoles,  el Valle de los Caídos es un lugar sagrado perteneciente a nuestra Santa Madre la Iglesia por donación del Gobierno de Franco, con  un monasterio fiel a su misión. Donde durante más sesenta años han rezado por los españoles caídos durante la Cruzada –en ambos bando–, cumpliendo la misión que se les encomendó y pidiendo a Dios protección para España, para su fe, sus valores, su unidad,  su existencia. Su obligación es plantar cara a los hijos de Satanás que quieren  cerrar el monasterio y derribar la Cruz, y lejos de ello se dan el lujo de no decir ni mu. Y hasta los reciben en Roma con una sonrisa culpable.

Y no será por ignorar su obligación ni  la trascendencia que encierra todo lo relacionado con el tema. Hasta tiene su gracia que estén llevando a los altares a muchos de esos “caídos” –mártires de su Fe—mientras se desentiendan de “canonizar” –en cierta forma—al deslumbrante homenaje a quienes, con su Victoria en la Cruzada devolvieron la Libertad a la Iglesia. ¿No se ven ustedes como unos redomados “cínicos”? ¿Qué da más gloria a Dios, la canonización de un mártir o esa maravillosa Cruz y todo “el complejo sagrado del Valle de los Caídos”? ¿Tan poco inteligentes son ustedes e,  ídem,  los que integran los dicasterios de la Curia romana?

Siempre  tuve claro que para ser obispo, había que ser primero “Vir”, — varón, hombre–. ¿Habrá que cambiar el concepto y pensar que para esa sagrado misión salida de la voluntad del Salvador y Redentor, vale cualquier pelele? ¡Sean dignos del don recibido para que el pueblo de Dios no tenga motivos para perder la Fe y los desprecien!

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Les voy a hacer una confesión: Cuando en mis clases comentaba las palabras de Jesús, a propósito de los doctores de la Ley judía, los fariseos y saduceos: “Haced lo que ello dicen pero no lo que ellos hacen”, les decía a mis alumnos que esa conducta indigna no se podía aplicar a nuestros obispos y sacerdotes, porque tenían claro como detestaba  Jesús la cínica hipocresía,  pero,  siendo ya un adulto mayorcito,   he vivido la realidad de la Jerarquía Modernista que se adueñó de la Iglesia hace ya seis décadas.

Desgraciadamente semejante proceder, está facilitando a Sánchez sus planes sobre el Valle de los Caídos y España. Es el momento de la oración y la petición de ayuda la a Reina del Cielo y a su divino Hijo. 

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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Geppetto

Cundo se mezcla todo sale este tipo de gazpacho
O politica o religion
Y si mezclas las dos hazlo sin que la cosa parezca una homilia

Hakenkreuz

Es muy valiente de su parte citar al Sagrado Corazón de Jesús y confiarlo todo al Señor, que prometió «Reinar en España» al beato Bernardo de Hoyos. Me pregunto, eso sí, si esa advocación es sincera….

No olvide ud. que, de los doce Apóstoles, uno traicionó al Señor y los otros fueron cobardes puntualmente (muchos vertieron su sangre valientemente después), huyendo ante el prendimiento del Señor haciendo cumplir aquello de que herido el Pastor, se dispersaron las ovejas, con la excepción notabilísima del muchacho, el joven San Juan, que lloró amargamente junto a la Santísima Virgen María junto a la cruz, en el momento de la historia de la humanidad en el que más falta hacía la compañía al Señor.

Y como aquel día, la Iglesia ha tenido que padecer desde entonces innumerables y sangrientas persecuciones y opresiones contra las que se ha opuesto de la manera que buenamente ha podido, incluso con la espada (no olvidar las cruzadas medievales contra el enemigo del falso profeta y las del siglo XX contra el marxismo, fracasadas en el este de Europa ambas y gloriosamente triunfantes en España).

Tal vez ud., Gil de la Pisa, y sus compañeros de medio sean los más valientes de España que nunca son ni han sido cobardes y que escriben vendados en sangre sus artículos desde la celda de una prisión por haberse opuesto a las fuerzas gubernamentales rojas, arma en mano y tras una heroica y épica lucha viril de macho español con dos cojones legionarios que todos los españoles deberíamos imitar, a la repugnante profanación de la cristiana sepultura de José Antonio Primo de Rivera.

No obstante, no olvide ud. que desde la bienintencionada pero tristemente hereje Rerum Novarum, que confió plenamente en la política como «forma de caridad», en lugar de confiar solo en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, que es lo que debía haberse mantenido todo prelado siempre inalterable, esos jerarcas y sus predecesores han promovido ingenuamente la politización de los católicos, el mayor error de toda la historia del papado y los obispados, lo que ellos llaman doctrina social «de la Iglesia» (de unos poquitos que mandan mucho en la jerarquía, que la Iglesia vive en centenares de millones de corazones por todo el mundo pese a quien pese, y creciendo en silencio pero robustamente como la semilla de mostaza), la participación el política y, consecuentemente, en la mentira, el engaño, la hipocresía y la apostasía mundana generalizada. Y hoy, actúan en consecuencia en Alemania, en el Vaticano y en todo el mundo, respetando la «voluntad democrática de la mayoría» en unas urnas y sus leyes satánicas aprobadas en los parlamentos, como la de criminalización de los vencedores en la Cruzada, los católicos. Si se apoya la democracia, no se puede uno defender ante sus resultados diciendo como Ortega y Gasset esto no, esto no, y ser tan hipócrita de no aceptar sus consecuencias plenamente. El Señor bien nos advirtió que ancha y espaciosa era la entrada que llevaba a la perdición, y que muchos la seguían. Además, fueron muchos más los que prefirieron el ¡crucifícale! ante la «decepción» de no haberle podido instrumentalizar al gusto de cada cual según intereses políticos.

Pero, siendo fieles a la Santísima Verdad, las jerarquías sí se han opuesto, incluso padeciendo gravemente presiones y persecuciones, al holocausto abortivo que lleva ya desde 1985 en España asesinando millones de niños y niñas asesinados en el vientre materno y ello sin contar las píldoras abortivas y otros métodos abortivos, todo ello porque muchos no ejercen ese santo derecho natural y responsable de mantenerse célibes hasta el matrimonio o de abstenerse de hacer uso del matrimonio por un tiempo tal como nos enseña el mismo san Pablo, que ese derecho jamás ha sido proscrito en lugar y tiempo algunos. Y contra el aborto sí ha alzado una y otra vez la voz la jerarquía, la verdad sea dicha, así como contra otras locuras satánicas, como debe esperarse de un ministro verdadero de Dios. Lástima que sigan erre que erre confiando en la política para eliminar el aborto, es decir, en más gasolina para apagar el fuego. ¿Y cual ha sido el resultado de las denuncias contra el aborto y demás satanadas? ¿Se ha logrado detener el aborto con las protestas de papas, cardenales, arzobispos, obispos, sacerdotes, consagrados y fieles al unísono contra el aborto? Pues no. En absoluto. El resultado es que se sigue asesinando en masa en esas carnicerías satánicas que llaman encima «clínicas» abortivas con el consentimiento de millones de votantes insensatos a reventar de hipocresía farisea marca Caifás puro. Y eso es lo que debería haber movido a confiar en Jesucristo y no en los políticos, porque aunque la inmensa mayoría lo niegue, la oración perseverante, especialmente si se hace por todos los católicos, hace milagros inconcebibles. ¿No se cree esto? Pues prepárense que todavía no hemos sufrido ni un rasguño de lo que vamos a sufrir. A ver si de una santísima vez nos damos cuenta antes de que sea demasiado tarde.

¿Qué se pretende pues, que venga el papa en persona, con Osoro y con los demás obispos al Valle de los Caídos y monten una barricada de báculos y crucifijos ante los siervos de satanás, lanzándoles agua bendita para evitar la voladura de la Cruz, la profanación de cadáveres cristianamente sepultados, la expulsión de los monjes benedictinos, el ultraje al culto y todo tipo de satanadas, cuando los votantes han entregado a la muerte a esos millones de niños y niñas no nacidas y nada se ha podido hacer por salvarles?

¿Sabe ud. qué espero yo de un papa, de un cardenal, de un arzobispo, de un obispo, de un sacerdotes, de un consagrado, de un fiel y de mí mismo? Que sean santos, es decir, lo contrario que políticos. Que sean fieles a la Verdad que es Jesucristo Nuestro Señor, y no fieles a la mentira, es decir, a las ideologías o partidos políticos, aunque nos cueste a todos la vida. Que impartan sacramentos y no mítines para «orientar el voto». Que sean y seamos todos de Dios Nuestro Señor y no de asquerosos intereses mundanos políticos. Porque si confiamos plenamente en Dios, no habrá enemigo alguno que haga daño ni con aborto ni con profanaciones, ni con demoliciones de cruces, al revés, volverán a crecer por toda la tierra para gloria de Dios, como las estatuas del Señor y la Virgen María.

Y con respecto a la virilidad, todavía, gracias a Dios, no se ha vulnerado su Santísima Voluntad tal cual nos la transmite san Pablo en relación al anzuelo que el demonio con su feminismo ha lanzado a las mujeres insensatas en relación al sacerdocio «femenino» y el acceso femenino a cargos obispales, por lo que hombres son los prelados, valientes o cobardes, sabios o necios, santos o políticos, pero hombres. Y hacer pagar la ira ante tamaño atropello marxista, que no eclesial, en el más fiel templo de España a 1000 prelados por cada infiltrado homosexual, admitido en el postconcilio con erróneo sentido de piedad propio de aquellos tiempos confusos en los seminarios cuando sujetos tales no eran queridos ni en su propio hogar, es una acusación espantosamente injusta e inmisericorde que Dios quiera no tenerla en cuenta en su Juicio, por el bien de las almas de los acusadores, por muy «valientes» y «fieles» que sean en sus artículos. La oposición a las profanaciones tendría que venir de aquellos que, como Franco, tienen tropas y armas en su poder para impedirlas, y no de los que no pueden hacer nada porque no se asesine en masa a millones de inocentes en el seno de su madre por asqueroso capricho hedonista demócrata, muy demócrata.

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