21/11/2024 14:00
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¿Qué fue del Estado de Derecho?
¿Qué fue del cacareado derecho de igualdad ante la ley?
¿Que fue de la proclamación de la libertad como derecho absoluto?
¿Que fue de la separación de poderes?
No es una declaración de principios propia. Es la declaración de principios, el conjunto de proclamas más importante del sistema democrático, el frontispicio del Régimen del 78, la religión de los autodenominados demócratas.
Y nunca ha sido más falsa que ahora.
En España, gracias al partido gobernante – da igual cuando lo leas – pero especialmente en el último lustro, de las garras de Pedro Sánchez y sus secuaces de cada momento – morados, rojos rojísimos o rosa pimpinela – y sin olvidar la participación estelar de los periferéricos de todo pelaje, incluidos los herederos directos de los asesinos más feroces de las últimas ocho décadas, el Estado de Derecho fue fusilado al amanecer, sin juicio previo, ante un pelotón de milicianos rabiosos y sedientos de sangre que se proclamaron a sí mismos la justicia del pueblo, encarnada en un sinfín de ministerios, secretarías de estado, delegaciones de gobierno, direcciones generales y diversas instituciones de “igualdad”, bajo las que se han cometido las mayores tropelías no ya contra nosotros, los “istas” sino contra el silencioso y sumiso pueblo español.
Convirtieron las instituciones en chekas, a los jueces en monigotes, a las fuerzas del orden en brigadas incruentas – todavía – del amanecer y al pueblo español en masa sumisa y acobardada dispuesta a obedecer sin límite cualquier orden, cualquier instrucción, cualquier restricción o imposición, so pena de aislamiento, persecución, censura, multa y prisión, en función del momento y el grado de “rebeldía”.
Y todo ello gracias a un sistema de alternancia política donde la cheka propone, instaura, legisla e impone y la derecha liberal y cobarde por antonomasia, consolida lustro a lustro, decada a década, hasta la destrucción total de los cimientos de nuestra civilización.
En España – hechos, no opiniones –
los tribunales son elegidos por los políticos de turno, la fiscalía ¿de quien depende?, pues eso, y el Tribunal de Garantías, el Constitucional, guarda resoluciones y sentencias durante 12 años en un cajón – entre otras barbaridades – hasta que la composición del Tribunal les conviene para dar la razón a sus amos sin pero alguno.
En España, es distinto ser un criminal varón o mujer, y se trata distinto al delincuente por razón de su sexo, y de ese nuevo concepto lingüístico llamado Género – que ahora es un constructo social y puede ser autopercibido e impuesto a los demás, como por ejemplo a las cajeras de los supermercados – en asuntos tan graves como la presunción de inocencia, la presunción de veracidad, la carga de la prueba y las propias condenas, que serán distintas para hombres que para mujeres, “autopercibidos” como tales, eso sí.
En España, se pone en libertad a los asesinos que nos golpearon durante décadas con bombas y disparos – da igual cuando lo leas también – hasta hace tan solo 12 años, y sentamos en el parlamento a sus representantes. Les damos la llave de los presupuestos, les otorgamos la capacidad de legislar, aprobamos sus leyes y decidimos que la historia y el tiempo son también constructos sociales. Y si el franquismo tiene que acabar por ley en 1983, pues se acaba en 1983.
Mientras tanto, Franco, Queipo, su mujer, su ayudante, el camarero del bar de la esquina y todo el que huele a viejo régimen sin edulcorar (si te revuelcas en mierda sistémica del R78 igual te libras) son profanados en sus lugares de descanso eterno y mancillados a todas horas.
En España, miles de subvencionadas asociaciones “memorialísticas” buscan denodadamente fosas y huesos previo pago de su subvención y tapan, reentierran, disimulan y corren un tupido velo cuando lo que descubren son sus propios crímenes.
En España se le da categoría de víctima de la guerra a una serie de personas – supuestamente de ambos bandos – con independencia de los crímenes cometidos por la mayoría de ellas, pero se profana, escarnece y viola a la víctima más clara y limpia del siglo XX, asesinada a manos de los precursores de los que hoy gobiernan. Y lo que es peor, se conmina a las autoridades a que sea arrojado a la cuneta: José Antonio.
En España los delincuentes políticos de la corrupción más salvaje, aún condenados, no ingresan en prisión si son colegas. Se rebaja la calificación de sus delitos, se eliminan del código penal la rebelión y la sedición y se modifica la malversación a mayor gloria de sus propios delincuentes, pero se persigue y encarcela a los integrantes de organizaciones políticas que denuncian estos hechos en sus propias cuevas, como en la librería Blanquerna.
En España los violadores son excarcelados por les ministres de igualdad, y se culpa a los jueces de la puesta en libertad y rebaja de penas para todos ellos.
En España un librero es hostigado por décadas, sus librerías cerradas, sus bienes embargados y sus huesos pasan más tiempo en prisión que fuera por vender o escribir libros, pero los asesinos dan conferencias acerca de la tortura policial y presiden comisiones de derechos humanos en Vascongadas. Esta semana, no en el pasado.
En España, un partido político que cumple a su pesar con los requisitos que el sistema le impone para poder actuar en esto que llaman democracia, es perseguido, filiado incluso en plena campaña electoral, algunos de sus miembros detenidos, otros muchos sancionados y acumulan ya hasta seis expedientes en menos de un año, por mor de una ley de Memoria Democrática que solo pretende la criminalización del disidente y su muerte política. Y quizá pronto no solo política.
En España los medios de comunicación del sistema, los autodenominados verificadores y las redes sociales imponen una desacarada censura hacia todo lo que les es molesto, condenando al ostracismo a quienes disentimos de tanta barbaridad.
Puedo estar así durante días y quizá semanas, pero el panorama no cambiará si no cambian los protagonistas.
Fíjate bien, porque la mayoría de esos castigos y persecuciones tienen un único objetivo: los falangistas.
Solo nuestra presencia, anque sea mínima y testimonial, ese pepito grillo de las verdades dolorosas, en esas putrefactas instituciones, puede contribuir a cambiar algo las cosas y a hacer de conciencia colectiva.
El 23J tienes una oportunidad de ser coherente contigo mismo, de romper
el cerco, de dar voz a los silenciados tal y como siempre pensaste que debería ser y desearías que fuera.
Y es fácil. Porque tienes al menos 11 provincias donde hacerlo.
Pero si tienes otras opciones y no las quieres cambiar recuerda también algo importante: puedes ser fiel a tu estrategia general de voto y sin embargo elegir senadores individualmente, otorgando una de tus tres cruces a alguien distinto, alguien que te asegure que, de verdad, habrá una voz disidente en el parlamento.
¿No darías algo por ver, por ejemplo, a un senador falangista en el parlamento? Estoy seguro de que sí.
Martín Ynestrillas
Candidato al Senado por Madrid
Falange Española de las JONS

Autor

Martín Sáenz de Ynestrillas
Martín Sáenz de Ynestrillas
Empresario. Falangista y comunicador.

Dirigió los programas radiofónicos digitales "La Gran Esperanza, La voz de La Falange" y el espacio Somos Libro, en Radio Ya y ha sido analista político en diversos medios (Cadena Ibérica, Radio Ya, Decisión Radio, Informa Radio). Actualmente participa los lunes en las tertulias "En la boca del Lobo", de Javier García Isac (Informa Radio) y colabora con frecuencia en "La hora del Café" de Jesús Muñoz, "La Burbuja" de Josué Cárdenas (Periodista Digital) y Sin Novedad en El Alcázar" de Eduardo García Serrano (Decisión Radio), amen de otras colaboraciones puntuales en otros programas y medios.

Católico en la Fe, falangista, en lo ético - lo que le ha llevado a participar en diversas listas electorales- y madridista en lo trivial.
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Geppetto

Bravo Inestrillas
Los espñoles necesitan gente decente y patriota en el parlamento y en el senado y hora es de que los españoles nobles te apoyen

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