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Esta es la quinta parte de la serie de artículos sobre el libro de José Vasconcelos, Breve Historia de México, que se pueden seguir aquí. La frase auténtica es “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”, que se le atribuye al presidente Porfirio Díaz. Pero los mexicanos no tienen derecho a oficial a mencionar a Dios, porque son una república laica, es decir, oficialmente anticatólica, así que no vale lamentarse. La de “tan lejos de España, tan cerca de los Estados Unidos” hace mucho más al caso

En la parte anterior vimos algunas reflexiones de Vasconcelos sobre el desastre que fue para la Nueva España eso que llaman Independencia y que los mejicanos celebran, con sus próceres y todo. Pero el desastre no había hecho sino empezar. México ya es independiente y va de traspiés en traspiés, con traidores y canallas siempre al frente.

El libro de Vasconcelos se aprovecha mejor leyendo antes un resumen de la historia de Méjico, a falta de algo mejor, pongo el de la wikipedia. Eso sí advierto que está escrita como por un profesor de secundaria progre, sabihondo y pagado de sí mismo en su ramplón entendimiento, por ejemplo:

Otro aspecto importante en la política exterior cardenista fue el apoyo que se brindó a los republicanos españoles en la guerra contra los falangistas liderados por el general Francisco Franco. Estos estaban adheridos al fascismo, y recibían apoyo de la Alemania nazi; en cambio, los republicanos obtenían ayuda de la Unión Soviética y de México, el cual les vendió armas y sirvió de intermediario para que otros países les brindaran ayuda militar.

En todo caso, este es el perfil de la historia del Méjico independiente:

Primer Imperio: Con dos regencias tras la independencia y el Gobierno del emperador Agustín de Iturbide (1822-23).

Gobierno Provisional tras una rebelión de espadones (1823-24). Pasaron al emperador por las armas.

Primera República Federal (1824-33)

República centralista (1833-46). Texas, se separó de México en 1836. En el 1843 fue proclamada la segunda república centralista de México, encabezada por el espadón Santa Anna.

Segunda República Federal (1846-1854). Entre 1846 y 1848 México está en guerra con los EE.UU, que toma Méjico. La guerra concluyó con la firma del Tratado de Guadalupe-Hidalgo, en el que México reconocía la frontera texana en el río Bravo y le da el territorio de todos los estados hasta California. Tras otro conflicto político Santa Anna se hace con el poder, entre 1853 y 1855. Santa Anna se autonombró dictador de México y gobernó con el título de «Su Alteza Serenísima».

Guerra de Reforma (1854-1862): Los liberales se alzan apoyados por militares. Se hace con el poder y emprende la Leyes de Reforma (expropiación de la Iglesia y demás)

Segundo imperio (1863-1867): Tras un impago de deuda los franceses ocupan Méjico e imponen a Maximiliano. Otra guerra acaba con él, que es fusilado.

República Restaurada (1867 – 1876): Dos gobiernos liberales, con varias asonadas.

Porfiriato (1876-1911): La presidencia más larga de la república, típicamente tranquila y con amiguismo y corrupción generalizados.

Gobierno de Francisco I. Madero (1911-1913). Levantamiento con asesinato del presidente… Siguen Victoriano Huerta y Venustiano Carranza (1917-1920). A esto le llama el “período revolucionario”.

Sigue el “período postrevolucionario” (1920- 1940), con los presidentes de la Huerta, Obregón, Elías Calles, el Maximato y Cárdenas. El maximiato es el periodo en que Calles se convirtió en el hombre fuerte (Jefe máximo de la Revolución) y fue el Jefe de Gobierno efectivo aun sin ser el presidente de la república.  Calles fue el canalla anticatólico que desencadenó las Guerras Cristeras.

A partir de los 40 empieza el período histórico que llaman “contemporáneo”.


Después del guion de la historia de Méjico, seguimos con los extractos del libro de Vasconcelos.

Esto se refiere a que España se negó a reconocer la independencia, aunque los mejicanos habían pedido que enviaran una persona real para encabezar el nuevo estado.

La situación general se agravo porque en España, los políticos, con su habitual desacierto, se negaron a reconocer los convenios celebrados con O’Donojé. El disparate no pudo ser mayor. No teniendo escuadra ni ejércitos bastantes para reconquistar la Nueva España, lo obvio era reconocer una Independencia consumada con tanta galantería. Y habernos mandado alguno de los idiotas que les pedíamos para rey o no haber mandado a nadie, pero haberse apresurado a entablar relaciones cordiales con la nueva situación. El plan de la destrucción de los españoles tramado por los que habían fomentado la Independencia, no se hubiera podido consumar, si el gobierno español se apresura a retirar las tropas que quedaban en Ulua y manda un Embajador. (p. 294)

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Es decir, tampoco la Madre patria ayudó, al contrario… Y como no envió rey, nombraron emperador. Agustín de Iturbide.

Por su parte, liberales y masones ganaban terreno en la Asamblea de México.

Un D. Lorenzo de Zavala, oriundo de Yucatán, había llegado a  México, se había hecho elegir diputado en Veracruz. En Europa había participado en el intento de coronar Emperador a un descendiente de Moctezuma, noble español avecindado en la Península, Don Alfonso Morcillo de Teruel Unido con Ramos Arizpe, Zavala se ocupo de la instalación de las logias del rito escoces, que fueron el núcleo de la oposición a Iturbide en el Parlamento (p. 295)

Los EE.UU. pasan a ser los amos del Méjico independiente. Destaca el “agente especial en Méjico” Poinsett durante el imperio y el gobierno provisional.

Estando en el poder Iturbide regreso a México el Padre Mier, que fue muy agasajado y obtuvo gran influencia. Desde el principio se colocó el Padre Mier en la oposición contra Iturbide y en favor de la república, Pero la verdadera dirección del movimiento liberal mexicano había de quedar en manos extranjeras; corresponde al representante de los Estados Unidos, don M. J. R Poinsett. (p. 296)

El verdadero director de la política mexicana, don Joel Poinsett, regreso al país con cargo de Ministro Plenipotenciario al  establecerse Guerrero en el poder. La corta presidencia de Guerrero marca, sin embargo, cambios importantes en la política nacional. De Ministro de Relaciones de Guerrero había quedado don Lucas Alamán que represento sin éxito los intereses de la nación frente a Poinsett… (p. 297)

Remate de Vasconcelos:

Nos habíamos separado de la idea imperial española, el mas noble tipo de cruzada humana universal y generosa que jamas haya existido, y nos veíamos englobados en el imperialismo comercial de los anglosajones, cuyo triste epilogo contemplamos hoy en el capitalismo decadente de la actualidad.

El embajador Poinsett sigue mangoneando:

En sus discursos hablaba Poinsett de la igualdad de las Instituciones de Norteamérica y México. En la crónica que da el periódico «El Aguila Mexicana», de la primera recepción de Poinsett, se cuenta que llamó poderosamente la atención que en la primera fiesta de la Embajada de Norteamérica, el Ministro Poinsett había hecho colocar en uno de los extremes del salón el retrato de Moctezuma; en el otro una alegoría de la América*’. (p. 298)

Observese la precisión con que se desarrollaba el programa del nuevo imperialismo. Apoyo al federalismo que aumentaba la dispersión de provincias ya de por si ma! comunicadas. La separación de Guatemala y demás países centroamericanos seria la primera consecuencia del federalismo, el primer triunfo del programa Poinsett. En seguida, el homenaje a Moctezuma ocultaba el propósito de borrar el recuerdo* del gran pasado español, en favor de un cacique indio desventurado. Contra el México grande de Cortes y los virreyes, Poinsett enarbola el México. de Moctezuma que abarcaba apenas el altiplano de Analmac. La política interior la dominó Poinsett por medio de la creación de logias que ya no responderían a la influencia inglesa y francesa, sino directamente a la influencia de Norteamérica. Tal fue el objeto del rito yorkino cuya matriz estuvo siempre en Nueva York. En lo inmediato la misión de Poinsett se dirigía a echar por tierra el tratado de limites celebrado por el Ministro Onis con Washington,, por el cual nuestra frontera llegaba a Luisiana, y a concertar un nuevo tratado de limites que poniendo la frontera en el Rio Bravo nos quitaba de golpe todo Texas, poblado desde hacia dos siglos, per mexicanos.

En las reuniones de la Embajada, Poinsett fungía de maestro de los agitadores y políticos que con el apoyo del «partido americano» llegarían a ser diputados, ministros, presidentes. Poinsett recogía el fruto de los trabajos de su primer viaje. La elección de Guerrero era triunfo de los «americanos».

Aquí hacen un retrato de él. También consigue desactivar la alianza de México con Colombia. A esta política se opone Alamán.

La cizaña introducida por Poinsett comenzaba a dar resultados. Tan notoria era la intervención de Poinsett en los asuntos nacionales que en diciembre de 1827 hubo un pronunciamiento en Otumba encabezado por el general Juan Maule Montano exigiendo la expulsión de Poinsett y la disolución de las sociedades secretas (p. 307)

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Aquí está el Pronunciamiento, con una explicación del contexto: las luchas de las masonerías inglesa y norteamericana por el control de la clase política mejicana.

Uno de los propósitos del Plan de República Federativa que Poinsett había ayudado a imponer, fue facultar a los diferentes Estados de la Union para otorgar concesiones de tierras. A pretexto de colonización se empezaron a dar a anglosajones negociantes, enormes porciones de territorio. Naturalmente, por Coahuila y Texas la demanda de concesiones fue mayor. La proximidad de los Estados Unidos y los derechos que estos alegaban sobre aquella zona mal delimitada eran bastante atractivo para los colonos de Norteamérica. Y se produjo entonces la reversión increíble de la política colonial en estas materias. Mientras los últimos virreyes, con criterio nacionalista, habían visto la conveniencia de fomentar en Texas la colonización con españoles, los gobiernos federalistas poinsetistas, miserables atentos nada mas a conservar el poder y a explotarlo, empezaron a dar concesiones de tierras a los norteamericanos de Texas, al mismo tiempo que los españoles eran declarados enemigos de la patria y como tal desposeídos y expulsados. (p. 309)

Élites traidoras en la nómina de los enemigos extranjeros de su país.

Lucas Alamán. Este personaje, moderado y prudente, recibe grandes elogios por parte de Vasconcelos. Referencia en la wiki.

La plebeyocracia de nuestra política no es sino otra astucia del plan Poinsett que consiste en destruir la aristocracia de una nación a efecto de lograr su degüello. Porque Alamán era acomodado y se educó en la tradición del honor castellano, nunca se le ocurrió robar. Esto no pueden perdonarlo políticos a lo Zavala que se aprovechaban del poder para hacerse dar concesiones de tierras. No pueden tampoco disimular su envidia de la altivez de Alamán quienes han vivido al servicio del plan extranjero. Ni el intelectualismo liberaloide puede perdonarle que pensara como mexicano, cuando tantos otros solo han repetido la doctrina que se les alquila en el exterior. (p. 315)

Ya vimos a Alamán en sus comienzos intentando oponer, a la doctrina Monroe que ha creado el panamericanismo, la idea de una liga aduanera hispanoamericana, con España incluida, lo que nos hubiera salvado la autonomía, nos hubiera dado marina mercante y con ella también marina de guerra, nos hubiera hecho un Imperio en vez de un agregado de satélites del panamericanismo. (p. 316)

Ya Alamán había advertido que el ingles se enriquece y se va y que solo el español se enriquece y se queda* (p. 320)

Haciendo un balance de las décadas que precedieron a la guerra con los Estados Unidos, nos enseña Alamán el estado prospero de la hacienda publica durante la Colonia y nos demuestra el derrumbe a partir de la entrada a México del Ejercito Trigarante. (p. 320)

Se desprende de los cuadros y graficas y estadísticas del libro citado, que la propiedad de la tierra, única que el mexicano había conservado hasta los últimos tiempos, ha pasado en un cuarenta por ciento a poder de extranjeros, sobre todo norteamericanos.

Lo que pasa es que todo lo ahoga…. el grito caníbal. , . . la insolencia del cuartel que, a la postre, se rinde al pequeño banquero y al predicador protestante, los agentes del Proconsul establecido como Embajador del Imperio que ha reemplazado a España en el mando… (p. 322)

Lo dejamos aquí con un buen sabor de boca. Lo que viene es tremendo.

 

 

 

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés
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