04/05/2024 01:42

Esta es la décimo primera parte del repaso al libro Pilar Primo de Rivera: Recuerdos de una vida. Las partes anteriores están aquí.

Quedan tres capítulos para acabar el libro, más uno de despedida y cierre. Son los más tristes porque ahora viene cuando la matan; a la Sección Femenina, por supuesto.

Capítulo XXVII – El Milagro español y la descomposición del Régimen

En el año 61 se consiguió en las Cortes, defendida por mí, nada menos que la aprobación de la Ley de los Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la Mujer, que abría a las mujeres todos los caminos para su promoción.

otro hecho ocurrió por estas fechas que marcaba bien el nuevo camino: el 20 de noviembre del 55 el Caudillo acudió a la misa anual por José Antonio, sin uniforme del Movimiento, que siempre llevaba en esta ocasión.

En 1962 se reunieron en Múnich políticos españoles de distintos colores, entre ellos Gil Robles, Dionisio Ridruejo, Íñigo Cavero… para plantear el futuro de la democracia en España…

El famoso contubernio de Múnich…

En el 69, los signos adversos se iban acumulando; hubo un nuevo cambio de gobierno en el que entró una aportación mayor del Opus, y en unos actos en Guadalajara y en León, presididos por el Ministro Secretario del Movimiento, entonces Torcuato Fernández Miranda, este se presentó sin camisa azul. Se iban eliminando los signos externos de la Falange… se eliminaba a los falangistas de puestos directivos y representativos…; en cambio, la cordialidad y elogios hacia la Sección Femenina iban en aumento….

Entre tanto se iban celebrando los consejos nacionales… El de Medina, celebrado en La Mota, fue también bastante conflictivo, porque se discutió si marcharnos o seguir sirviendo al sistema, como ya se ha dicho en el capítulo XII. Y en el de Logroño, que fue el último, una representación del Consejo fuimos a llevar unas flores a la tumba de mi madre, allí enterrada porque era la madre de José Antonio…

En 1970 se pensó en suprimir el acto del Teatro de la Comedia. Y, el Caudillo encargó a Torcuato que nos consultase a Raimundo y a mí para saber nuestra opinión. Los dos nos negamos a la supresión. En la Comisión Permanente del Consejo Nacional se propuso lo mismo y yo defendí mi posición.

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Este año, pues, no hubo acto público en el Teatro de la Comedia… los actos del 20 de noviembre en Alicante se prohibieron, asimismo, por la Secretaría General…

Por aquellos días dio Fraga una conferencia en el Ateneo hablando de lo que con las mujeres se había conseguido, y nombró a Victoria Kent a mí como promotoras en la defensa de sus derechos. Como ya el ambiente estaba enrarecido, hubo un cierto murmullo entre el público, que solo reconocía mérito a Victoria Kent, pero Fraga, con su valentía y seguridad habituales, afirmó lo dicho, que sostenía los dos nombres.

Y entonces sucedió algo que iba a resquebrajar definitivamente los cimientos del Régimen y torcer la historia de España: el asesinato de Carrero Blanco, en diciembre de 1973… La inesperada eliminación de Fernández Miranda para sucederle en la jefatura del gobierno, ya que era vicepresidente, y, por supuesto, capaz, y el incomprensible nombramiento de Primer Ministro a favor de Carlos Arias, estupendo alcalde de Madrid anteriormente, pero Ministro de la Gobernación en el momento del asesinato, nos asombró a todos….

Para colmo, un gravísimo accidente ocurrido el 6 de junio de 1975 vino a hacer más difícil la situación. Herrero Tejedor como Ministro Secretario General del Movimiento desde el 6 de marzo anterior, había acudido a la inauguración de una escuela rural de la Sección Femenina en Palencia… Terminada la inauguración, al marcharse, como iba solo en el coche, varios nos ofrecimos acompañarle, pero, con una especie de presentimiento, nos dijo que iba a aprovechar el camino para descansar. Le dejamos, pues, y se fue solo, y en un crece de carreteras de la llanura castellana, cuando la visibilidad era absoluta, un camión, parado en una gasolinera, echó de repente a andar y le cogió de lleno, sin que nadie pudiera explicarse como no le había visto el conductor ni cómo pudo suceder; es más muchos llegamos a pensar que no fue un accidente casual.

Tampoco creo hubiera que hubiera cambiado nada. La “democracia” de partidos estaba ya más que decidida.

Capítulo XXVII – La muerte de Franco

Durante más de 48 horas el pueblo, de noche y de día, se aglomeraba en las colas para rendirle el último homenaje. Familias enteras con sus hijos, viejos, jóvenes, niños, tullidos e inválidos… allí estaban todas las clases sociales en un mismo deseo de mostrar su cariño, y en el fondo un enorme sentimiento de orfandad. La gente estaba sin comer, en el frío mes de noviembre, y hablaba en voz baja. Madrid estaba en un luctuoso silencio.

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Bueno, ahora dicen todos que lo celebraron comprando una botella de cava; que por cierto entonces se llamaba champán…

Como procuradora asistí, junto con Teresa Lorín, Mónica Plaza y Ana Bravo, el día 23, a la proclamación de Don Juan Carlos como rey de España. Por supuesto, íbamos con nuestra camisa azul.

Escuchamos sobrecogidas al juramento que el entonces presidente de las Cortes, Alejandro Rodríguez de Valcárcel, tomó a Don Juan Carlos ante las Cortes españolas y el Consejo del Reino. Con la mano derecha sobre los evangelios:

– Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad de los Principios que informan el Movimiento Nacional.

– Si así lo hicieras- contesto Valcárcel con sincera responsabilidad- que Dios os lo premie, y si no, que os lo demande.

Un perjurio en toda la regla (Pilar no se atreve a decirlo…). Delante de toda la nación.

Pilar Primo de Rivera. Recuerdos de una vida –La Falange molesta en la postguerra europea – Parte X. Por Carlos Andrés

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