10/05/2024 13:03

Contra lo que parece dar a entender, entre bobos anda el juego, es una frase que en nuestro Siglo de Oro se decía cuando los que pretenden alguna cosa son igualmente bellacos y hábiles en la maldad y que con dificultad se dejarán engañar por ser ellos, precisamente, diestros en el engaño, y por esto se solía añadir: y todos eran (nacen) fulleros.

Los nuevos demiurgos, esos genocidas que preconizan la cultura de la muerte, han impuesto en España su infernal ejército de bobos/fulleros -con sus respectivas y abundantes reatas-, todos ellos capitanes negros que en España han hecho y están haciendo cosas estupendas contra la patria y contra aquellos que la enaltecieron y, con ella, la grandeza humana. Diablejos traidores, vendidos a sus amos globalistas, que no estuvieron en su día ni están hoy dispuestos a detenerse en la extensión del estrago, y que utilizan todas sus argucias y vilezas para vencer a los bravos españoles de bien. Y que, contra quienes se les opongan y rebelen, contra aquellos a quienes no hayan podido vencer con artimañas y engaños varios, y persistan en defender y proclamar su patriotismo y su afán de libertad, la venganza elegida será la natural en ellos: matarlos a coces y cornadas, y si aun así no pueden, a base de vacunas.

Y si contra estos enemigos de la vida, de la patria y del pueblo la muchedumbre no abre su boca para tragárselos, menos lo va a hacer su padre Lucifer, pues no se ha visto hasta ahora que el infierno abra su boca para devorar a sus propios diantres. Menos aún si están desarrollando su ominosa misión con destreza. Porque, en contra de lo que nos tiene acostumbrados la historia, hoy, al menos en España, no se percibe ese impulso poderoso y aparentemente ciego que hace el género humano para sostenerse, para ofrecer siempre una resistencia indestructible a los fenómenos que interrumpen el curso de la vida y, con ella, a su propia supervivencia.

Al contrario, hoy, esclavistas y esclavos parecen adorar a Tánatos, personificación de la muerte, hijo de la Noche y hermano del Sueño, que se opone a toda virtud creadora de vida. Hoy la España negra pugna por ser un abortorio, arranca del vientre de sus mujeres los nasciturus y luego se droga, se suicida o baja los ojos para contemplar las tumbas que los esperan. Los españoles, envueltos en hedonismo, en el goce estéril, ansían en realidad regresar al Caos primitivo, al Vacío, a la Nada. Por eso, trémulos y desprovistos de dignidad, inclinan sus cuellos ante los ladrones y criminales que quieren exterminarles, incapaces de oponerse a la amenaza.

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Hoy parece que todos los diablos del infierno han inmigrado a España. Allí, en el tártaro, acusan un déficit de ellos, porque se han venido todos aquí. Pero lo más amargo, lo más desolador, es que sólo unos cuantos espíritus libres demuestran estar hartos de demonios. Sólo una prudente minoría conoce lo imperativo de castigar esta realidad depredadora y tanática. Sólo un puñado de ciudadanos sabe que la condenación de la realidad actual y el ataque que hay que lanzar contra dicha realidad no ha de ir sólo dirigida contra la degeneración de las formas, sino sobre todo contra la decadencia de lo espiritual. Que es esencial abarcar ambos aspectos porque los impulsos que se necesitan en esta hora no pueden ser sólo coyunturales, sino que deben entrañar un acervo de radicalidad, de índole vital y de voluntad imperecedera que vayan desde lo simplemente material y contingente hasta lo más hondo religioso.

Es decir, para los que aún no se enteran, no es suficiente que se vaya Sánchez y llegue Feijóo, porque esa película de la alternancia, ese trueque entre trileros, ya la hemos visto repetida durante más de cuarenta años con los deplorables resultados que estamos padeciendo. Y aunque los millones de ciegos voluntarios aún no quieren o no les interesa ver la invasión microbiana, lo único válido para España en esta hora es darle absolutamente la vuelta al calcetín, una vez se le haya baldeado y desinfectado a conciencia.

Pero lo descorazonador es que la muchedumbre duerme, la chusma se refocila y chapotea en la viscosa gusanera. Y ahora, ante su enésima oportunidad electoral para limpiar la porqueriza, seguirá comprometida con la abyección y persistirá en reelegir en las urnas a sus Pedros Boteros. Demonios cornudos, bien formados, ahumados en las ventosidades de sus corruptelas y siempre dispuestos a disparar insidias, con colas de tigre, tetas de verracos, alas de vampiros y ojos en ristre. Belcebús gotosos que han trasladado sus calderas a nuestros predios. Diablos que se honran de ser cornudos, que presumen de ser putas y putos, que tienen por oficio ser ladrones. Y que, como ejemplares políticos y oligarcas de la Transición democrática, son carcoma, tan ruines que no se sabe cómo destruirlos, porque de puro ruines se desvanecen en su figura humana y pasan a convertirse en estantiguas dispuestas a acabar con el mundo.

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Mientras tanto, el azar se entretiene burlando a confiados, disculpando a necios y engordando a bellacos. El azar nos ignora o nos desprecia y locos seríamos si de él esperáramos que reprendiera los vicios, que aconsejara a los imprudentes o si se compadeciera de los perseguidos por la venal justicia. Son los seres humanos quienes han de distinguir entre el cuero y la carne; cuando sus porfías son estériles o provechosas ¿ cuál es la diferencia entre la razón y el yerro, entre el entendimiento y la discordia? Y ese es el error de nuestra sociedad y nuestra época, que la muchedumbre no sabe lo que es, ni quiere saberlo, ni que camina hacia su extinción; ni sabe destacar a la excelencia de la cochambre. Por eso sigue eligiendo y reeligiendo a los bárbaros y sigue sin ver bestias donde las hay.

Organizaos, pues, de una vez, españoles de bien, ya que en las tierras de España andan ladrones y traidores, pervertidos y psicópatas que lo que ansían es acabar de robar y destruir a la patria entera para robar y destruir así a la excelencia y a los cielos. Armaos bien, analizad bien la situación para abrir por fin una brecha en el Sistema e introducir por ella la tromba regeneradora, pues debéis socorrer vuestras raíces antes de que acaben de pudrirse. ¡Viva España, y viva la vida y mueran los perros de la muerte!

Autor

Jesús Aguilar Marina
Jesús Aguilar Marina
Madrid (1945) Poeta, crítico, articulista y narrador, ha obtenido con sus libros numerosos premios de poesía de alcance internacional y ha sido incluido en varias antologías. Sus colaboraciones periodísticas, poéticas y críticas se han dispersado por diversas publicaciones de España y América.
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