Armand Berger: “Tolkien se inspira en las figuras europeas de nuestros mitos y leyendas más antiguas”. Por Álvaro Peñas

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Entrevista de Breizh-Info al escritor Armand Berger.

Lejos de las adaptaciones wokistas y deliberadamente deconstruidas de la obra fundamental de John Ronald Reuel Tolkien, el nuevo libro de Armand Berger, Tolkien, l’Europe et la Tradition (La Nouvelle librairie éditions), muestra que sólo se puede entrar en la Tierra Media a través de la tradición y la larga memoria europea. Consciente de la necesidad vital de transmitir a las generaciones futuras las tradiciones ancestrales que han forjado nuestra civilización, el autor nos invita a pasear -como él mismo dice- por los bosques y ciudades de la Tierra Media para encontrarnos con nuestros mitos fundacionales. Puedes adquirir el libro (en francés) en este enlace.

¿Puede presentarse a nuestros lectores?

Soy becario de la promoción de Dante del Instituto de la Ilíada. De vez en cuando escribo reseñas de libros para el sitio web del Instituto. Dirigí el número 70 de Nouvelle École dedicado a J.R.R. Tolkien, que tuvo mucho éxito y que pronto se publicará en una traducción al italiano. Colaboré en el segundo volumen de la Bibliothèque du jeune européen, una obra colectiva dirigida por Alain de Benoist y Guillaume Travers, en la que escribí varias notas sobre obras antiguas o medievales. Por último, tuve una educación clásica (latín, griego antiguo, estudios indoeuropeos) y seguí un largo curso de estudios superiores en lenguas germánicas antiguas y modernas.

¿Qué le llevó a Tolkien y posteriormente a estudiarlo con más detalle? ¿Háblenos de la vida de Tolkien?

Llegué a Tolkien varias veces. Tenía diez años cuando leí, en tres días, El Señor de los Anillos. Me dejó una huella indeleble, muy poderosa, y comparo esta obra magna con la Gesta del Nibelungo o las hazañas de los Caballeros de la Mesa Redonda. Vi paralelismos entre este material tradicional europeo y esta saga escrita en el siglo XX. Como acabo de decir, mi formación intelectual y académica me ha permitido profundizar en la obra de Tolkien, en aspectos (el material germánico antiguo en particular) en los que pocos “especialistas”, aunque no me guste la palabra, se han aventurado. La filología y la historia de las religiones arrojan una luz sorprendente sobre la profundidad de las historias de Tolkien. El autor estudió los clásicos y luego pasó a estudiar literatura inglesa y germánica, de la que se convirtió en un reconocido erudito, primero en la Universidad de Leeds y luego en Oxford. Tolkien fue ante todo un erudito, antes que un escritor o un poeta, lo que a veces se olvida. Sin una sólida formación, Tolkien no habría escrito ciertamente El Señor de los Anillos o El Hobbit, que en muchos aspectos se basan en fuentes tradicionales europeas, como describo en este libro. La vida de Tolkien está llena de riquezas, salpicada por dos guerras que le afectaron, animada por un ritmo frenético de trabajo académico y de autoría. Sería inútil resumir una vida así en unas pocas líneas.

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¿En qué sentido se puede considerar a Tolkien como uno de los más importantes impulsores del pueblo europeo del último siglo?

Este autor meditó toda su vida sobre la noción del mito. Desde muy joven, sufrió el hecho de que Inglaterra no tuviera una mitología propia. Tuvo la ambición de dedicar a su tierra una historia original, un texto fundacional, con una apariencia muy imaginaria. Este proyecto animó a Tolkien al menos hasta finales de los años treinta. Para crear su Legendarium, Tolkien se dio cuenta muy pronto de que cuando creó su lengua élfica, el Quenya, necesitaba un pueblo que hablara esta lengua. Cuando se habla de un pueblo, se habla necesariamente del origen de este pueblo, un origen que toma la forma de un mito, de una epopeya, de una historia legendaria que se relaciona con una tradición inmemorial, y que se expresa a través de la poética y la creación literaria. Para crear su universo, Tolkien creó mitos, internos a su obra, que tienen sentido dentro de la obra literaria, y que perduran a través de la cronología de la ficción, a menudo en forma de residuos de leyendas, conservados a través de la poesía y las canciones populares, lo que no deja de ser importante. Para dotar de mayor profundidad a sus historias de ficción, Tolkien también recurrió a diversas fuentes del glorioso pasado literario de la civilización europea, especialmente del mundo germánico y celta, con el que estaba muy familiarizado. Recurriendo al fondo tradicional de nuestra vieja Europa, el autor ha dotado de una prehistoria ficticia a nuestro recinto civilizatorio, que se extiende desde Reikiavik hasta el Valle del Indo pasando por la noble Hélade.

La Tierra Media, cuyo nombre hace referencia al mundo de los hombres de la tradición germánica, es en realidad una proyección de nuestro mundo, el mundo de nuestra Europa, en tiempos anteriores, como escribió Tolkien en una carta de 1958. Para él, estaríamos al final de la Sexta Edad o en la Séptima. Tolkien construyó un tiempo imaginario, pero en cuanto al lugar, “mantuvo los pies en su propia patria”. Por lo tanto, existe un vínculo evidente, y que se asume como tal. La pluma de Tolkien ha conmovido a generaciones de lectores de todo el mundo, no sólo de Europa, que se han identificado con Aragorn, que debe tanto a Hamlet como a Arturo, con Gandalf, que se inspira en Merlín, Väinämöinen y Odín, etc., es decir, con las figuras europeas de nuestras historias mitológicas y legendarias más antiguas. Al leer a Tolkien, un europeo amplía su universo mental, lo que le remite a una tradición que siente que ha heredado, o que está a punto de descubrir, de una forma nueva.

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¿Cuáles son los principales guiños, las principales inspiraciones de la mitología europea, en su obra El Señor de los Anillos?

Es una pregunta muy espinosa la que me hace. Saldré de dudas diciendo que la obra de Tolkien está sembrada de alusiones. En casi todas las páginas. Y nunca dejamos de descubrirlos. Pero tomemos algunos ejemplos: los dragones, los nombres de los enanos, el anillo maldito, el tema del heroísmo, etc., todos estos elementos provienen de lo que podríamos llamar la “materia del Norte”. Estas son las raíces mismas del legendarium de Tolkien. Sin embargo, no es necesario conocer estas inspiraciones para disfrutar de la obra. Digamos que es un placer adicional.

¿Y la serie de Amazon, que parece estar plenamente integrada en la fuerza de ataque de quienes intentan deconstruir, mancillar y dañar nuestra mitología?

Si, no quiero hablar de las películas de Peter Jackson, porque mi opinión no importa al respecto, pero puedo decir lo que pienso de esta empresa. La serie de Amazon, a diferencia de Tolkien, no representará una Tierra Media europea, como debería ser. Será americana, con una buena cobertura furiosa, ya sabe a qué me refiero. Con ella, Bezos -que odia a Tolkien y juzga su obra como racista, según leí en una entrevista hace unos años- ha querido tocar nuestro sagrado, nuestra identidad. El fallo es inmenso. No había otro objetivo que profanar, que buscar destruir lo que somos. Por último, diré algo sobre la naturaleza de esta serie. No es una adaptación más o menos libre de las historias que tienen lugar en la Tierra Media. No. En realidad es una fanfiction, es decir, una pura invención cuya trama se desarrolla en la Tierra Media y sobre la que los ideólogos han proyectado todas sus fantasías. Así, la fanfiction que lleva años proliferando en Internet y que hace que personajes de la Tierra Media, o incluso de minorías, vivan aventuras amorosas o sexuales, se hará realidad en la pequeña pantalla. Hay que hacer frente a este gólem, sobre todo utilizando los libros.

¿Qué otros libros recomendaría sobre Tolkien?

Por Manwë, hay tantos… ¡Invito a los lectores que deseen aventurarse más en la Tierra Media a consultar la bibliografía que establecí en el número de Tolkien de Nouvelle École publicado el año pasado!