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Esta frase que acaba de nacer y que trajo el amigo Feijóo no es más que una trampa con «perspectiva de género», otra sandez que no entienden ni las estúpidas extremistas que la inventaron, una palabra que desconocen: «género». El caso es lograr el pandemónium ya conseguido a base de confusión y ruido. Ya lo decía Zapatero a Gabilondo en aquel año que empezaba la mierda: hay que conseguir tensión. Embarrar el río, confundir y desorientar politizándolo todo. Desde entonces empezaron a hablar de política hasta los tontos de los pueblos.
Los promotores lograron sacar y poner en relieve todas las miserias humanas, las bajas pasiones y todo lo peor de las personas que como vemos está ocurriendo en las relaciones humanas, entre hombres y mujeres, profesores y alumnos, etc., a lo que se suma la imposición ideológica del odio y la división que fracturó a la sociedad española, volviendo a la guerra civil de la que ya nadie se acordaba. Crear enemigos como los que nacen de la llamada violencia de género, término imposible de comprender hasta para los perversos, las perversas y les perverses, que lo improvisaron, y que pervirtieron el lenguaje mismo.
La cultura Nacional fue asesinada, y aquella autoridad académica que la ejercía, el maestro Nacional, aunque fuera mujer, fue ahorcado. La formación y la cultura fue desvertebrada para poder eliminarla. Las enciclopedias de Álvarez, también. El «bilingüismo cordial» es la última novedad en la hoja de ruta comunista que consigue acabar con todos los principios y valores, y todo lo que huela a la mejor España tradicional y eterna que tenía a Dios como principio supremo y fin de todas las cosas. Su hueco fue ocupado por la estupidez, compendio de todas las maldades, y aquí tenemos los resultados.
«El bilingüismo cordial» es ir eliminando la lengua madre hasta que no quede ni rastro, como hizo Feijóo en Galicia, autor de la frase que ataca al idioma español. Pobre Cervantes al que Dios dio, según Unamuno, el Evangelio del Quijote. También tiene otra frase famosa e imperdonable aunque en lo político: «Vox no tiene cabida en Galicia». La dijo cuando impidió que Vox fuera allí. Se trata de romper España y su unidad para dejarla cao, amodorrada por los golpes, hecha cenizas tras incendiarla. Eso solo lo hacen los malos españoles. Y los tibios que les siguen.
En Galicia Feijóo no luchó nada por evitar la corriente del río que nos lleva al precipicio, si no que lo aplaudió y al terrorista BNG (Bloque nacionalista galego) y en todos los asuntos oficiales impuso la lengua gallega, hasta en las escuelas donde el español dejó de ser el idioma vehicular. Así creó los mismos problemas de Cataluña. El superponer y exterminar a la lengua madre «oficial» bajo las lenguas vernáculas donde se hablan, que es sólo allí, en la región de que se trate, es aparte del mal para la nación y su unidad que la divide, el rendirle flaco favor a sus habitantes, para estas lenguas minoritarias que no se hablan en España ni en ningún otro lugar del mundo. Que no han servido para nada, más que para arruinar el erario público y dividir a la sociedad. A ver si ahora Feijóo que bajó para acá, nos da la patada, aunque un gallego nunca se sabe si sube o baja, y nos manga también el gallego como lengua oficial en Madrid. Antes se decía, al menos en los pueblos, que el gallego que no da la patada en vida la da en muerte. Hay que ver el taxón al que pertenece según las siete razas que hay de gallegos y que empieza por finos, entre finos…etc., Si es de los primeros, entonces habremos tenido suerte, porque en ese caso pertenecería a los inigualables, como fue Franco. Lo mejor es que hubieran puesto en su lugar a Isabel Díaz Ayuso, así de golpe y sopetón. Hubiera sido la decisión más acertada, pero la derechita cobarde y maricomplejines sólo está lista para bajarse los pantalones ante los depravados progresistas. Cuidado con ellos. Los experimentos con gaseosa. Pobre Isabel, como se hagan realidad todos los desprecios que ya le hizo Feijóo. Ya se tenía que haber ido para Vox, y dejar a todos los miserables entre los que se ha metido, con Casado y su ex secretario murciano que nunca le perdonarán que les hubiera hecho frente. La venganza se sirve en plato frío. Nada más que crezcan los lobos ya sabe lo que le queda. Lo está pensando. Y cuando vea que Vox dejó atrás al pajillero metal del PP, se dará cuenta de verdad.
La dictadura comunista disfrazada de lo que quiera con toda la manipulación y ruptura del lenguaje, la estamos padeciendo sin resignación cristiana porque todo lo que huela a religión, como lo que huela a España es fusilable que diría Paco Umbral. Ya vemos lo que hicieron la otra vez cuando se dispusieron exterminar al clero, hasta que lo cortó Franco, cosa que la Iglesia actual nunca le agradeció, si no fue con un desprecio.
Esta España machadiana, «de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo, y de María, de espíritu burlón y alma quieta», sigue siendo la misma, con el enemigo dentro, por mucho que le manipulen el lenguaje. Ese verbo que en principio se hizo carne y habitó entre nosotros. Si el gallego no nos da la patada, y hace algo bueno por España y su ideal, y nos libera así de esta pesadilla miserable y vergonzante del PSOE, seguro que lo aplaudiremos a rabiar. Que así sea.
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