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¡Por amor de Dios! ¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir siendo instrumentos de estos tiranos en su estrategia diabólica de prolongar la tiranía?

Una proporción considerable de los cubanos que durante más de 60 años hemos hecho de la libertad de Cuba el tema central de nuestras vidas padecemos en forma reincidente del virus del apaciguamiento. Un virus que no discrimina, para el que no existe vacuna y que ataca a los cubanos de todas las razas, todas las ideología y todas las agendas. Que castiga con igual intensidad al blanco que al negro que al mestizo, al conservador que al progresista, al patriota que al oportunista. Todo un sancocho de ingredientes patógenos del que se alimentan los infelices que han perdido la esperanza de ver a Cuba libre con la frente en alto y no arrodillados ante los tiranos que los han engañado durante tanto tiempo.
Hace sólo unos días resucitó−en Cuba y en el exterior−la última versión del maldito virus del apaciguamiento. En una carta publicada en La Habana y fechada 15 de febrero de este año, los nuevos y viejos apaciguadores manifestaron: » Como ciudadanos cubanos queremos que el Gobierno avance hacia la normalización de las relaciones con el resto de las naciones, pero, en primer lugar, con los propios cubanos donde quiera que se encuentren. Que Cuba se inserte en el mundo como un país verdaderamente soberano, respetuoso de los derechos humanos y democrático, algo que hoy está lejos de ser una realidad»
Los manifestantes incurren en la peregrina aspiración de que Cuba «se inserte en el mundo» de la democracia y del respeto a los derechos humanos. Y caen en la risible posición de imponer condiciones a quienes se han acostumbrado a imponer las suyas por más de medio siglo. En lo que más bien parece una carta a los Reyes Magos les imponen a los reyes vitalicios de Cuba una «serie de condiciones mínimas e indispensables». La más importante: «Que haya una amplia participación y representación de la sociedad cubana, en toda su diversidad social y política, en el proceso de normalización». 
¡Por amor de Dios! ¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir siendo instrumentos de estos tiranos en su estrategia diabólica de prolongar la tiranía? Una estrategia que les ha rendido fruto desde muy temprano en su régimen alucinante. Por ejemplo, en un artículo publicado por IPS, el 6 de enero de 2015, bajo la firma Robert Kennedy, Jr, sobrino del Presidente John Kennedy, el autor afirma: «El día del asesinato del presidente John F. Kennedy (JFK), el 22 de noviembre de 1963, uno de sus emisarios mantuvo una reunión secreta con el líder cubano Fidel Castro en la playa de Varadero, en Cuba, para discutir las condiciones que pondrían fin al embargo de Estados Unidos contra la isla y comenzarían el proceso de distensión entre ambos países».
http://www.ipsnoticias.net/2015/01/las-negociaciones-secretas-entre-j-f-kennedy-y-fidel-castro/
Andando el tiempo, el 6 de septiembre de 1978, Fidel Castro promovió el diálogo que dio un giro de 180 grados a las relaciones entre los cubanos en el exterior y la tiranía comunista. La primera etapa se produjo entre el 20 y el 21 de noviembre de 1978. La misma contó con la participación de 75 cubanos residentes en los Estados Unidos y en otros muchos países del mundo. Una segunda reunión se realizó el 8 de diciembre de 1979. Esta contó con la participación de 140 cubanos, entre tontos útiles, inadaptados y espías. A partir de ese momento, el calificativo de exiliado no podía ser aplicado a todos los que habían salido del país. Ahora serían exiliados políticos, emigrados económicos o cualquier otro calificativo con peores connotaciones.
Y fue precisamente durante el gobierno del pusilánime Jimmy Carter−1977-1981−que se intensificaron los contactos para normalizar las relaciones entre Washington y la tiranía castrista. Mientras Carter negociaba de buena fe Fidel Castro aprovechó la oportunidad para reducir las tensiones que le ocasionaba una ciudadanía cansada de la escasez  y de la opresión. Puso en marcha lo que se llamó el Éxodo del Mariel, una invasión demográfica de 125,000 cubanos −entre e115 abril y el 31 de octubre de 1980− con un estimado de entre 16,000 y 20,000 criminales e inadaptados que aumentaron considerablemente la delincuencia en el sur de la Florida. Así pagan los demonios a quienes negocian con ellos.
Esa fue la misma época en que actuaban en Miami con total impunidad los facinerosos de las agrupaciones a favor del régimen cubano, entre los que se destacaban la Brigada Antonio Maceo, Alianza Martiana, Coalición de Miami Contra el Embargo de Cuba, Alianza de Trabajadores de la Comunidad Cubana, Liga de Defensa americana-cubana y Rescate Cultural AfroCubano, para nombrar unos cuantos.
Hasta Ronald Reagan, el campeón de la democracia y de la libertad, negoció con Fidel Castro para reducir las tensiones entre los dos países. El 23 de noviembre de 1981, el entonces Secretario de Estado, Alexander Haig, se reunió en secreto con el Vicepresidente cubano Carlos Rafael Rodríguez en la Ciudad de México. Unos meses después, marzo de 1982, Reagan envió a la misma Habana al General Vernon Walters, quién se reunió con Carlos Rafael Rodríguez para hacerle concesiones a cambio de la repatriación de los indeseables del Mariel. Castro rechazó la rama de olivo. Este fue el mismo Reagan que dijo en el Dade County auditórium de Miami «Cuba si Castro no». Una prueba más de cada uno suda su propia fiebre, padece su propia enfermedad y sufre su propio dolor.
Revisando mis artículos me encuentro con uno que dediqué a mediados de 2014 al apátrida Joe García, por entonces miembro de la Cámara de Representantes en Washington. En ese artículo le dije: «Como Obama eres un mentiroso impenitente, un camaleón político y un ideólogo incurable de esa enfermedad diagnosticada como fiebre de izquierda totalitaria…., estoy seguro de que son muy pocas las probabilidades de que retengas tu escaño en estas elecciones de 2014» Mi vaticinio se convirtió en realidad.
El mismo Obama que, cuando ya no necesitaba el voto conservador, decidió salir del closet y hacer causa común con el asesino Raúl Castro. Le otorgó beneficios a la tiranía sin siquiera pedir nada a cambio. Lo mismo que hará este traidor a su Dios y a su patria que se ha prestado a ser el Caballo de Troya de la izquierda vitriólica para robarse la Casa Blanca. Casi antes de tomar asiento en la butaca presidencial ya Joe Biden había declarado que: «Se necesita una nueva política hacia Cuba». Y dando rienda suelta al odio bestial a su predecesor agregó: «Cuba sufrió durante el gobierno de Trump una cascada de sanciones económicas orientadas a perjudicar la economía de la isla».
Por su parte y estimulados por el advenimiento de un nuevo apaciguamiento, los apaciguadores de siempre han salido de la cueva en que estuvieron escondidos durante la presidencia de Donald Trump. Como el sindicato de maestros que dice preocuparse por la salud de los niños como pretexto para no trabajar, estos apaciguadores dicen promover los intereses del pueblo cubano para esconder sus particulares intereses espurios. El interés que esconden personajes como Carlos Saladrigas , Andy Gómez y Joe Garcia es ser los primeros en llegar a una Cuba libre para apoderarse de las principales fuentes de enriquecimiento y poder.
En conclusión, quienes aspiramos a una Cuba como la que nos legaran nuestros mambises, no podemos aceptar una transición obtenida por medio del oprobio, la ambición, la desesperación o la estupidez. En un artículo que escribí hace unos años y titulé «El oprobio de negociar con tiranos», cite al Apóstol de nuestras libertades: «Clava, con furia de mano esclava, sobre su oprobio al tirano»   No hay que decir nada más.  

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REDACCIÓN
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