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Desde hace años una serie de antiguos falangistas, o así los conocí, disertan y escriben sobre la imposibilidad de aplicar hoy la ideología económica de la Falange, tanto fundacional, como la mas o menos actualizada, obviando cualquier defensa de su probable inserción en los variables capitalismos de hoy. Eso ha sido, cuando sus opiniones vienen de destacados nombres “azules”, – que no voy a señalar por sabidos de todos y por respeto a una discreción que quizá no hayan tenido otros, una pesada losa en la credibilidad y pervivencia del falangismo. Hasta tal punto ha absorbido esta negación a nuestro futuro que, lamentablemente, ha calado ahora en demasiados falangistas, instándoles a no ver salida a su vocación nacional sindicalista.
Y no digo que la idea deba llevarse al cien por cien, por cuanto las circunstancias que vivimos no son en ningún modo, semejantes a la de los años cuarenta o cincuenta, sin embargo el fondo de la teoría nacional sindicalistas creo que podía permanecer en esta sociedad encarada a un Globalismo perturbador. De hecho, nacionalizar determinados sectores industriales: Energías (y no vale los ejemplos italianos), parte de los transportes.- Aves y aviación- la potenciación de las industrias agroalimentaria por medio de las Cooperativas plenas (cultivo, recolección, distribución y venta), todo compatible con un mercado libre y justo, etc., puede ser la base para implantar- democráticamente desde el convencimiento, o la practica, mediante una legislación paulatina y eficaz lo mejor del Nacional sindicalismo.
Asi mismo, las políticas laborales se basarian en la reforma plena de los sindicatos que pasarían a ser, cuando menos, los interlocutores de cada empresa. Sindicatos de empresa, que acogidos a un ejercicio vertical por ramas de producción, vendrían a asumir el concepto primitivo del sindicalismo falangista. Por supuesto, habría que dar a ese sindicato, la función de cogobernantes en una Cámara legislativa que suprimiera el actual Senado que, a ojos vistas, no ha cumplido ni cumple con su misión.
Algo de esto ya lo expuse hace mucho tiempo en mi libro FALANGE FUTURO, que no se le hizo caso. Unos dijeron que la doctrina estaba obsoleta por la realidad del momento y otros, por demasiado revolucionaria en tiempos de siesta. Sin embargo, leyes derivadas del marxismo más radical pululan incluso por las esferas del ejecutivo socio-comunista de España, y países como los encuadrados en el lobby de Sao Paulo: Nicaragua, Venezuela, Cuba, por no decir la Corea del Norte y demás, no tienen empacho en actuar sobre decretos y resoluciones estrictamente comunistas. Por supuesto en absoluto abogo por incurrir en las formas y modos izquierdistas, que las rechazo de plano, sino que insto a los falangistas, no a los seudofalangistas, a servirse de todos los medios éticos y legales, para difundir un mensaje de renovación política que haga posible instaurar en paz y libertad, un Nacional sindicalismo aprobado socialmente. Desde luego algunos de nosotros creemos en la verdad del Nacional sindicalismo, al menos, esta reflexión merecería el inicio de un debate que nos condujera a una conclusión aceptable para los falangistas, y v caigamos de nuevo en adolecer, como dijo Eduardo Alvarez Puga, de una profunda catarsis.
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