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La personalidad de Neila

Manuel Neila Martín había nacido en Béjar en 1897, en el seno de una familia cristiana, en conformidad con las referencias registrales consultadas. Estudió en el Colegio San José, sobresaliendo en geometría, ortografía, gramática, comercio e historia sagrada. Muy pronto su familia se traslada a la capital de Santander, mencionando la prensa local de 1915 su capacidad de liderazgo en el seno de Los Exploradores de España, asociación oficial cuya finalidad era la educación física, moral y patriótica de la infancia y juventud. Nuestro protagonista estuvo influido por esta sociedad paramilitar hasta los primeros años treinta, comprendiendo, por tanto, la época dorada de este movimiento juvenil durante la dictadura de Primo de Rivera.

Neila no sería ningún desconocido en la ciudad cantábrica, pues llegó a ser un famoso deportista de tiro al blanco, ganando varios campeonatos y formando parte de la directiva provincial de los tiradores, siendo seleccionado incluso para competir en algún campeonato internacional. Profesionalmente, trabajó como dependiente en una famosa tienda de tejidos de la capital hasta 1934, abriendo después su propio establecimiento comercial en la calle del Peso, donde ofertaba toda clase de artículos de corte y confección. Políticamente, la comisaría de Policía de Santander catalogaba a Neila como un seguidor del general Primo de Rivera y su particular ideología (no muy distante del fascismo italiano). No obstante, tras la caída del régimen primorriverista, iba a ser proclamado candidato en las elecciones municipales de 1931; pero, sería con ocasión de las elecciones de noviembre de 1933, cuando Neila se decante abiertamente por el socialismo, participando en las actividades electorales del partido y en otras de carácter extremista, apoyando con donativos al colectivo de presos de la fallida revolución de octubre de 1934. Ello no fue óbice para seguir compitiendo como veterano tirador deportivo, siendo directivo de la Escuela premilitar de Tiro Nacional.

La evolución ideológica de Neila no fue nada extraña, habida cuenta las relaciones del socialismo con el sistema político de Primo de Rivera, lo que permitió al sindicato UGT afianzarse en el territorio nacional en detrimento de la clandestina CNT. Lo que sí parece ciertamente paradójico es que el bejarano pudiera evolucionar hacia el socialismo internacionalista y revolucionario, habida cuenta sus antecedentes escultistas y mercantiles.

La checa de la comisaría

Fracasado el Movimiento en la provincia, Neila fue nombrado comisario del pueblo, sin tener ninguna formación policial, salvo la que le hubiera podido ofrecer clandestinamente el servicio de inteligencia del Partido Socialista para fines revolucionarios  e instructivos. Y es que de otra forma no puede entenderse su conducta, pues siendo Neila una persona cabal y honrada en el negocio del comerciante Pablo Nocito se convirtió de repente en un fanático sanguinario.

Como decimos, Neila no era un experto en defensa del orden público pero sí una persona con un carácter enérgico, lo que le hacía acreedor para el cargo que desempeñaba. Se necesitaba un hombre frío e implacable como comisario general y esas características sí casaban con el bejarano. Por tanto, Neila no llegó a dicho cargo por casualidad, sino por causalidad socialista…

Más aún, casi todos los policías que estaban a las órdenes de Neila eran también socialistas –algunos con pésimos antecedentes sociales, ya fuere como antiguos pistoleros de la Vanguardia Federal o como ex delincuentes comunes-, en consonancia con los documentos conservados en la Causa General. Hasta tal punto fue así que la misma prensa provincial reconocería que en aquellos lugares dominados por el socialismo y los sindicatos de clase fueron donde se produjeron mayor número de homicidios y latrocinios. En realidad, como indicaría la Auditoría de guerra, el sistema represivo de terror estaba copiado de los métodos empleados en la Revolución de 1917 y en la guerra civil rusa subsiguiente.

Con todo, ha de quedar suficientemente aclarado la responsabilidad del izquierdismo provincial en los homicidios políticos perpetrados en la provincia de Cantabria durante el dominio republicano: La organización del crimen radicaba casi por completo en la Comisaría del Frente Popular, checa de carácter político en la que ni uno solo de sus numerosos policías eran de profesión. Su jefe lo fue el socialista Manuel Neila (…) La checa de Santander tuvo dos a modo de sucursales, en Reinosa y Castro Urdiales, que acaso aventajaron en crueldad a la del monstruoso Neila. Toda esta organización era la ejecutora de la mayoría de los crímenes, pero obrando en virtud de denuncias o instrucciones de los respectivos Frentes Populares(1).

Así las cosas, el comisario Neila se encontró a su disposición con un poder omnímodo de naturaleza policial, que ejerció de forma cruel y despiadada, sin ningún atisbo de humanitarismo, conducta que algún socialista tristemente célebre de aquella época sí demostró en algunas ocasiones, como fue el caso del lucense Agapito García Atadell. A diferencia del gallego, Neila no mostró ningún comportamiento piadoso –al menos conocido- en relación con sus conciudadanos, ni siquiera de auxilio vecinal habida cuenta que su esposa era natural de Reinosa, donde se cometieron crímenes execrables por los policías de ideología marxista. En absoluto: fue permitido todo tipo de barbaridades a cargo de subalternos y esbirros, participando incluso en los tormentos y palizas infligidos a ciertos detenidos en la comisaría de la capital, como sucedió con un adolescente detenido y su madre(2). Paradójicamente, Neila sí parece haber mostrado profesionalidad en la persecución de la delincuencia común, lo que viene a acreditar la odiosidad de los extremismos políticos de ideología izquierdista.

A mayor abundamiento, sus hombres efectuaron incautaciones y saqueos en numerosos establecimientos mercantiles, propiedades particulares y edificios religiosos de la provincia(3), apropiándose, por ejemplo, de los títulos-valores de la Diócesis santanderina en agosto de 1936 y de las cuentas corrientes de la cooperativa SAM, que englobaba por entonces once mil cooperativistas asociados.

Las atrocidades de Neila

El comisario salmantino era quien resolvía, sin apelación posible, sobre la suerte de los desafortunados derechistas que eran detenidos, merced a los informes efectuados por los distintos comités locales del Frente Popular; los cómplices de tales barbaridades. Era Neila quien decidía si un detenido era liberado, encarcelado o asesinado, y su jurisdicción ad hoc se extendía por toda la provincia, excluyendo quizás el campo de actuación de las tristemente célebres checas de Reinosa y Castro Urdiales, así como las ejecuciones y asesinatos que se cometían frecuentemente en el frente de guerra por indicación de comisarios y jefes militares. No varios, sino bastantes cientos pasaron por las checa del bejarano, siendo muertos al cabo de pocas horas, tras someter a muchos a bestiales torturas. El mismo Neila reconoció que había dado muerte a 1400 personas, según informa la Policía santanderina en un oficio de uno de marzo de 1938. De hecho, sus subalternos recorrían la provincia, practicando múltiples detenciones, cuyos detenidos no llegaban siquiera vivos a la capital cántabra. A mayor abundamiento, el bejarano participaba a veces en los suplicios y tormentos de los infelices detenidos, apareciendo unos ahogados, otros quemados en vida, algunos degollados y hasta se hallaron cadáveres con las orejas amputadas, etc. Por lo demás, fueron Neila y sus esbirros los encargados de dirigir y perpetrar la horrenda matanza de presos en el buque-prisión Alfonso Pérez, que produjo alrededor de 160 víctimas mortales, algunas rematadas inclusive por el susodicho socialista según varias referencias. Y es que Neila no solo persiguió con saña a quienes consideraba adversarios del Frente Popular sino incluso a sus aliados políticos, como no pocos nacionalistas vascos y soldados del PNV, lo que generó protestas airadas de los hombres del lehendakari Aguirre.

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Como botón de muestra, transcribimos lo recogido por la Auditoría de guerra sobre la cremación horrorosa de varios infelices:

Resulta de esta Causa que se han recogido durante la dominación socialista 54 cadáveres quemados, de los cuales tan solo 16 se identificaron; las quemaduras eran producidas impregnando previamente de gasolina las ropas de las víctimas, algunas veces presentaban también disparos de arma de fuego, pero aun en estos casos, casi siempre, las quemaduras fueron causadas en vida de la víctima, y el tiro era el golpe de gracia; así lo sostienen los médicos que hicieron las autopsias (…) el Abogado santanderino don Arturo Casanueva fue detenido el 27 de diciembre de 1936 (…) y tras de robarle una fuerte cantidad que portaba, le quemaron en las inmediaciones del Faro; a los dos días el Comisario Neila, al presentarse en Cabezón de la Sal a practicar unas detenciones, ha manifestado ser obra suya aquel crimen…

En fin, cuantiosos fueron los cargos contra el policía socialista, incoándose varias diligencias judiciales, por determinados asesinatos y robos perpetrados durante su oscuro mandato, llegando alguna causa al Tribunal Supremo(4).

La fuga

Pero la guerra se torcía para los intereses de Neila, preparando su evacuación al extranjero con la suficiente antelación. Así, en la primavera de 1937, había obtenido ya permiso para dedicarse nuevamente al comercio de tejidos, intentando trasladarse a Méjico por asuntos del servicio, siendo tal viaje orillado por los dirigentes santanderinos; incluso, le fue ofrecido un banquete de despedida.

No obstante, el 23 de julio de 1937, salía la familia de Neila de la provincia de Santander, evacuada con los parientes de otros dirigentes republicanos en un buque de guerra francés, el Vauquois, tras permanecer unos días en Solares bajo los bombardeos de la aviación enemiga, arribando a Bayona días más tarde.

Con las tropas nacionales pisándole los talones, aún pudo Neila transferir quince millones a una cuenta del Banco de España, abierta a su nombre en la ciudad de Valencia: sin duda una cantidad fabulosa para la época, trasladándose seguidamente por vía aérea a un punto marítimo desconocido, dirigiéndose después por barco a la costa francesa, de donde emprendería un viaje a Valencia, abandonando con posterioridad la Península.

Recalaría en el sur de Francia, precisamente en el distrito de Bayona, refugiándose con su familia en la lujosa villa vasca “Agur” de la localidad de Anglet, próxima a Biarritz, donde fue detenido junto con su mujer, Pilar Álvarez, el diez de febrero de 1938, pesando sobre él los homicidios de un marista, el padre Aza, del comerciante Georges Hamel y del periodista Pierre Plessis, todos de nacionalidad francesa, detenidos y desaparecidos en el litoral cantábrico. Por su parte, el juzgado militar competente de Santander había iniciado también su busca y captura el 22 de diciembre de 1937, a instancia del juez especial militar José de Castanedo.

Pues bien: al ser detenido por la policía francesa en su chalet alquilado de Biarritz, le fueron ocupados numerosos pasaportes diferentes e innumerables joyas, valoradas inicialmente en más de 200.000 francos franceses, así como 50.000 pesetas en metálico, 12.000 francos en billetes de banco y cientos de dólares, pesos mejicanos y pesetas-oro, según refiere la prensa gala. Parte de las joyas aparecían cortadas, suponiéndose que habían sido arrancadas a los cadáveres y moribundos de Cantabria, víctimas de la persecución socialista; y algunos billetes estaban incluso manchados de sangre(5). El proceso penal duró varios meses, deponiendo incluso varios ciudadanos venidos desde la provincia cantábrica, quienes identificaron a Neila y a dos de sus colaboradores como autores de varios saqueos, tropelías y asesinatos. Curiosamente, no quiso comparecer el gobernador socialista Ruiz Olazarán, a petición de acusado, quien le reprochaba todas las irregularidades cometidas.

Nadie dudaba de la responsabilidad de Neila -exceptuando su círculo más íntimo- en la comisión de múltiples fusilamientos, detenciones ilegales y apropiaciones indebidas, hasta el punto que la propia Generalidad de Cataluña pretendió extraditarlo a España. Incluso, miembros del propio gobierno de la República reconocían en privado la ferocidad del policía santanderino, si bien maniobraron para que el escándalo internacional de sus fechorías pasase desapercibido mediante la propagación de varios comentarios sobre las andanzas del marqués de Portago(6).

Con todo, la defensa de Neila fue eficaz, pues logró que no fuera inculpado por los asesinatos de los súbditos franceses referidos, alegando Neila que quienes cometieron los asesinatos de las personas mencionadas en estrados eran ‘incontrolados’… Comoquiera que la justicia francesa no podía juzgar a nadie por crímenes cometidos en otro país, el ex policía fue procesado por posesión ilícita de dinero y objetos preciosos, cuya pena prevista era la de trabajos forzados, siendo condenado en julio de 1939 a quince meses de prisión por falsificación de pasaportes. Y es que le vino muy bien el procesamiento por entonces del marqués de Portago, sospechoso de haber introducido en Francia unas ampollas de cloroformo, para secuestrar a Neila y traerlo ilegalmente a la España franquista, con el objeto de ser juzgado aquí, pero la misma prensa francesa reconocería más tarde que tales ampollas eran falsas, tras practicarse las comprobaciones judiciales pertinentes(7). Según sus familiares, Neila pasaría después por los campos de concentración, del mismo modo que los restos de las tropas republicanas internadas en Francia en 1939, quedando la familia sin sustento por la reclusión del progenitor.

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Así las cosas, en julio de 1940, entrarían en Méjico la mujer de Neila y sus dos hijos, procedentes de Burdeos, quienes figuran en los archivos norteamericanos de emigración con ocupaciones ficticias(8). Diez meses más tarde, lo haría el ex comisario, constando en los registros como un mero viajante de comercio, resultando confusos los pormenores que le suceden a partir de su estancia en la cárcel de Bayona y su llegada definitiva al país azteca.

Moriría en Oxaca en julio de 1967, alejado de la política y en el seno de la Iglesia.

La posguerra

Cuando se produce el gran incendio de la ciudad de Santander en 1941, la guerra civil estaba en vías de ser liquidada. Ese año, los fiscales de los diferentes Consejos de Guerra no solicitaron ninguna pena de muerte en los procesos que se sustanciaron en la provincia santanderina durante aquel año judicial. No obstante, en 1942, coincidiendo ya con la reorganización de la guerrilla tras el desprestigio socialista, los fiscales pidieron siete penas de muerte para los presos alojados en la Prisión Provincial; y durante el primer semestre del año siguiente, más de veinte.

La etapa bandoleril, que en principio fue de inclinación socialista, comenzó generando unas docenas de latrocinios, algunas agresiones y hasta cuatro asesinatos en los primeros tiempos de la posguerra cantábrica: fechorías atribuidas a las bandas de López Ruiz, Quintana Llamosa, Gil del Amo o José Lavín. Sin embargo, desde 1943 hasta su extinción definitiva, el maquis incrementaría su violencia en la provincia de Santander, contabilizándose 11 asesinatos, 17 secuestros, 25 sabotajes y 242 atracos.

 (1) Informe del Instructor de la Causa General de Santander (1938).

(2) Miguel Crespo de Poo, de quince años, fue apaleado por los matarifes de Neila, muriendo en la misma comisaría. Acudió su madre allí y quedó consternada al comprobar que el cadáver sanguinolento de su hijo aún yacía en la checa santanderina, siendo insultada y menospreciada. El mismo Neila le propinó un fuerte puñetazo que le hizo saltar varios dientes, siendo lanzada escaleras abajo. Pese a la insistencia de la agredida, el cadáver del hijo fue arrojado al mar. Su hermano, Emeterio Crespo, había sido fusilado semanas antes en el frente. Cf. A, Pérez de Olaguer, “Ni ante el dolor de una madre”, La Gaceta de Tenerife, (21.09.1938), p. 3.

(3) Incluso contra personas de izquierda. Consúltese: Informe enviado a la Subsecretaría del Ministerio de la Gobernación sobre la actuación de policías de Santander responsables de saqueos, Barcelona, 1938. Centro Documental de la Memoria Histórica.

(4) Recurso 382/1944, Sala de lo Criminal del TS. Otro procedimiento judicial de la posguerra fue el sumario 490/1944, que se sustanció en el Juzgado Militar nº 1 de Santander.

(5) El Comisario requisaba valores, monedas de oro y plata, etc., parte de lo cual se lo guardaba en beneficio propio. Se ha sabido por la prensa de Burdeos de 11 y 12 de febrero de 1938 que, a causa de no haber cumplido una orden de expulsión dada por la policía francesa, el ex Comisario de Santander, Neila, había sido detenido y encarcelado y registrada su villa de Anglet, donde residía desde la caída de la capital de la Montaña. Allí se encontraron muchos objetos de oro, brillantes, monedas y alianzas cortadas con tenazas. Parte del dinero y de las joyas tenían huellas de sangre. Neila no pudo explicar de un modo satisfactorio la procedencia de todo esto. Esta información forma parte de un dossier del Gobierno Vasco, redactado en 1938 por el antiguo oficial ruso Constant Brusiloff. Cf. Aizpuru, M. (2009): El Informe de Brusiloff, Alberdania, Zarauz, p. 139.

(6) Antonio Cabeza de Vaca y Carbajal, marqués de Portago hasta su muerte en 1942, era descendiente directo del célebre conquistador Cabeza de Vaca y amigo personal de Alfonso XIII. Conocido actor de cine y deportista, este aristócrata se había establecido en el departamento de los Pirineos Atlánticos, presidiendo un grupo de simpatizantes del bando de Franco. El Consulado republicano de Bayona, que había mantenido estrechos contactos con la comisaría de Neila, lo acusó de urdir un plan para eliminar varios republicanos residentes en la zona de Biarritz, argumentando que estaba provisto de unas ampollas para esparcir enfermedades. Por tal motivo fue detenido el ocho de febrero de 1937, siendo condenado a tres meses de cárcel -pero por poseer pasaportes falsos-, por lo que fue puesto en libertad el dieciséis de abril. El marqués siempre negó los cargos que pesaban sobre él, argumentando que se trataba de un complot contra su persona. Era padre del que sería famoso corredor automovilista, Alfonso de Portago, fallecido accidentalmente en 1957.

(7) Grand Écho du Nord de la France, Lille, (13.03.1938), p. 8.

(8) Archivo General de la Nación (2004): Boletín del Archivo General de la Nación, México, p. 79.

 

Fuentes: Biblioteca Virtual de Prensa Histórica; PARES; Presses et revues, Gallica-BnF; Gaceta Oficial de la República de Cuba; archivos y registros personales.

 

Autor

José Piñeiro Maceiras