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Tras el acuerdo de caballeros, sigue la colaboración con los judíos, que persuaden a Stalin para que no cargue la mano contra el Estado Nacional. Los dos siguientes capítulos muestran el poder judío en toda su gloria: capaces de influir con la misma eficacia en el Washington de la “democracia de mercado” y en el Moscú del comunismo estalinista. 

XXI Stalin nos da su palabra (septiembre de 1944-abril 1945)

Tras la muerte de Jordana, Franco busca un ministro de Exteriores. Fue nombrado Lequerica, que ya ha aparecido en estas páginas. Franco le pide a Bedoya que le envié directamente los informes que antes enviaba al ministro de Exteriores.

“Los rusos están invadiendo ya en el centro de Europa y se teme que invadan no solamente Alemania, sino que en Francia se impongan los comunistas. ¿Se pararían en los Pirineos? Aquí también actuaron los judíos. Ante la inversión de Hungría, los judíos consiguen asegurar que la legación diplomática española no sea molestada y que el personal y sus bienes puedan retirarse en orden, junto con varios miles de refugiados judíos, claro está. 

Stalin, según me dice, ha prestado su conformidad y ha señalado a Lázaro Kaganovich, afiliado al Partido Comunista desde 1911 y en la actualidad miembro del Politburó y del Comité de Defensa Nacional, para que salga fiador de sus hermanos de raza asegurando que una reducida unidad móvil, muy especializada entre con las vanguardias en Budapest a fin de salvaguardar las personas y bienes de los diplomáticos españoles y de sus familias, así como de todos los judíos refugiados en nuestros edificios, de cuya ubicación debemos ir dando cuenta, con referencia a un plano de la ciudad, rogando que en las fachadas sean visibles banderas y enseñas de nuestra delegación.” (p. 243)

“Vía Estocolmo y Helsinki, los judíos recordaron a Lázaro Kaganovich el compromiso adquirido, y no olvidaron tampoco en sus apremios a los judíos siguientes: la mujer de Molotov y Laurentis Beria” (p. 244)

“Apenas llegado a Lisboa el nuevo embajador de los Estados Unidos, Hermman Baruch, de una conocida familia judía de banqueros, falleció el presidente Roosevelt, su amigo. El embajador Baruch vino con dos asistentes personales ambos judíos como colabores de toda su confianza” (p. 245).
“ -Tengo noticias de que Hollywood prepara una serie de películas anti alemanas, antijaponesas, antiitalianas y antiespañolas con deseo de explotar el filón del antifascismo y de la guerra. Creo que los judíos están en condiciones de evitar esto en lo que nosotros se refiere.

– Así lo espero, respondí.

Y así fue. Que yo recuerde, jamás a partir de mayo de 1945 salió de Hollywood una sola película contra la España de Franco.” (p. 246)

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Como podemos observar, el poder judío tenía en su bolsillo a Washington y a Moscú.

No podemos dejar de recordar que a este humanitario Kaganovich se le achaca la máxima responsabilidad en la hambruna del Holomodor, que supuso la muerte por inanición de varios millones de campesinos ucranianos. 

XXII Los judíos rezan por Franco y la Acción Católica en el Ministerio de Asuntos Exteriores   (mayo 1945-enero 1946)
Cuando el New York Times publica unos artículos contra el régimen, Bedoya llama a su secretario Bacharach para que intente solucionarlo:

“Schulzberg dice que el New York Times ha sido siempre un periódico antidictatorial y que no puede cambiar la línea de sus editoriales, cómo sucederá a otros muchos diarios, pero que él está dispuesto a hacer a Franco varias ‘interviews’ y a publicárselas cuantas veces haga falta, a página entera y con fotografía. De todas maneras, para recordar a nuestros hermanos, allí donde estuvieren o trabajen, la deuda moral que tenemos como Franco, el Consejo Mundial Judío en la próxima reunión de Atlantic City aprobara una resolución de gracias al Gobierno de Franco y el Comité Sionista ya ha organizado para que el día de la Victoria se rece en todas las sinagogas del mundo por la España de Franco”. (p. 250)

Su secretario Bacharach le también pone en contacto con dos judíos de Turquía, que le exponen sus ideas de geopolítica: 

“El primero de ellos se extendió, con muchos datos, en demostrar que Turquía era clave, y lo había sido siempre, para explicar la conservación y el mantenimiento de los límites que sujetan ese amasijo de pueblos que se llamó imperio ruso y que, posteriormente, pasó a ser la Unión de Repúblicas Soviéticas, haciéndome ver que quien, por lo menos, no aceptase la hegemonía mundial de Rusia tendría que aliarse con Turquía y armarla hasta los dientes, cosa que iba a hacer Truman …” (p. 251) 

Por eso Gran Bretaña nunca dejó a Rusia controlar el estrecho de los Dardanelos. Más: 

“– Procedo de mi casa de Ávila y no voy a engañar a mi buen amigo español. La próxima Guerra Mundial volverá a ser por causa de esa línea Estambul-Teherán-Kabul que ha sido y será, por mucho tiempo, el eje de las fuerzas del mundo… 

… Alemania, en su reacción contra el obstáculo que dificultaba sus planes, la URSS, no fue consecuente, porque una vez declarada la guerra a Rusia, y fijado el enemigo en una Ucrania independiente, tenía que haber cruzado el Bósforo y, a través de la germanófila Turquía y del germanófilo Irán, lanzar el ataque decisivo por los puntos neurálgicos de los que acabo de hablarle: el Cáucaso de los pozos petrolíferos y el Caspio de los pueblos musulmanes, pueblos que están precisamente situados detrás y por debajo de las barreras del Volga y de los Urales; luego, se hubiera vuelto contra un Suez indefenso y sin combustible. Alemania perdió la guerra por un temor teutónico, quiero decir coma bárbaro y primitivo, a los estrechos, al aceptarlos ‘noes’ de Molotov en cuanto al Bósforo y de Franco en cuanto a Gibraltar.” (p. 251)

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“Antes de que terminara el año se presentó Weissman en Madrid. Quería que España cogiese a 2000 niños huérfanos, judíos naturalmente, y que los sacase adelante como buenos ciudadanos de España” (p. 253) 

2000 menas que quería colocarnos el circunciso de una tacada. Aún no era el momento. 

“Le expliqué que, en efecto, la masonería había quedado fuera de la ley hacía varios años, pero que funcionaba en régimen de tolerancia policial a cambio de que su Gran Maestre fuese elegido entre una terna de masones que proponía Salazar, a su vez seleccionados entre sus amigos de Coímbra, naturalmente, profesores todos ellos, con el resultado práctico de que, salvo que ocurriera algo excepcional, el jefe de gobierno almorzaba todos los jueves del año con el jefe de la masonería portuguesa, almuerzo en el que se resolvían, con la mano izquierda, muchos problemas y cuestiones de enfoque que podrían irritar innecesariamente a la izquierda de Portugal.” (p. 225)   

Otros que no dan puntada sin hilo. 

XXIII En campaña, siempre en general sustituye a otro general (febrero 1946-abril 1946)

Se trata de un capítulo corto. La cita del título es de Franco y se refiere a lo que sucedería si se muriera. Esa es su respuesta. 

Hay una frase de Salazar, “todas las victorias inglesas son portuguesas”, que muestra la anglofilia patológica de los portugueses, que es hispanofobia reprimida. Allá ellos. 

Autor

Colaboraciones de Carlos Andrés