21/11/2024 13:01

J. Piaget definía el egocentrismo infantil como “dificultad para darse cuenta de que el propio punto de vista es uno entre varios”. Se entiende que esta fase se produce entre los 2 y 7 de años de edad.

Resulta desconcertante ver como ese “ego ”infantil es arrastrado por muchas personas hasta su etapa adulta y resulta peligroso cuando se produce en aquellos que se denominan “políticos”.

En España, este egocentrismo está resultando un verdadero problema para nuestra democracia. Tal como dijo Agustín de la Herrán Gascón, el egocentrismo “es el lastre principal de la evolución de la democracia”.

En nuestra actual democracia no somos capaces de reconocer buenas ideas que no vengan de nosotros mismos, ni reconocer la brillantez de los discursos ajenos, no se debate, solo se intenta imponer unas ideas generando un “diálogo de sordos” o de “besugos” que no aporta nada a la solución de los problemas de nuestro país.

Podríamos plantearnos si el origen de este egocentrismo es la inmadurez o es el resultado de ciertas carencias emocionales o afectivas. Sin entrar en temas psicológicos y observando la realidad política de nuestro país, lo que podemos decir, es que el actual “egocentrismo “político, basado en expresar idearios con grandiosidad, queriendo tener siempre la razón y la verdad absoluta, responde más a una estrategia para recibir más atención mediática y seguir en los diferentes puestos políticos.

La egolatría hace que las personas que la padecen busquen la aprobación social, elogios y poder. Si esto ya es dañino para todas las personas, el daño se descontrola cuando se produce en la política.

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Han sido los egos incontrolados de determinados políticos lo que han provocado incontables guerras y conflictos en nuestra historia.

No somos conscientes de la importancia que tiene la política en el momento actual, la cual debería basarse en escucharse mutuamente y potenciar los entendimientos entre aquellos que queremos los mejor para nuestro país.

Hemos de conseguir “bajar los egos” para trabajar juntos, no solo los partidos políticos sino también la sociedad civil. El deseo de protagonismo y el estar constantemente “buscando la foto” no nos ayudan en la defensa de nuestra Estado Democrático de Derecho. No nos ayuda a defender a España.

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Eva Higueras
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Observador

El lastre de la democracia liberal es la propia democracia liberal el propio sistema lle en si mismo el mal gálico en los huesos.

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