06/05/2024 11:55
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Como ya hemos comentado en ocasiones anteriores a propósito de otros grandes artistas del siglo XIX, las razones de su olvido no se deben tanto a la dificultad para reunir sus obras, a menudo dispersas en colecciones privadas, sino, más bien, a los complejos inoculados durante décadas en relación con nuestro pasado. Una intoxicación que, extendida por todo Occidente, ha propiciado que generaciones de europeos renieguen de su Historia y tiendan a ignorarla.

En este difícil contexto merece destacarse el trabajo del profesor Wifredo Rincón García[1] estudiando y reivindicando a Pradilla, y los esfuerzos realizados en los últimos años para dar a conocer la obra del pintor en distintas exposiciones, como las comisariadas en Zaragoza por el citado Wifredo[2]; o las más recientes, en el Museo del Prado[3] y en el Museo de Historia de Madrid[4]. Aunque, como decíamos, los mismos títulos de estas dos últimas muestras manifiesten la pervivencia y dominancia de los mencionados complejos; véase: “Francisco Pradilla (1848-1921), esplendor y ocaso de la pintura de historia en España” y “Francisco Pradilla (1848-1921). Más que un pintor de historia”. Como si, por un lado, no fuese posible utilizar la palabra “Historia” sin asociarla inmediatamente a conceptos negativos como “vergüenza” o “decadencia” –nótese que en ambos casos la palabra “historia” está escrita con la inicial minúscula–; y, por otro,  hubiese que justificar o excusar este género pictórico, aceptando que hubiese “algo” intrínsecamente malo o nocivo en tales motivos[5].

Dicho esto, y aunque para algunos esclavos de semejante prejuicio les impedirá disfrutar plenamente su pintura, lo cierto es que para Pradilla la Historia siempre constituyó un motivo de inspiración y orgullo, y sus obras históricas o historicistas le granjearon el reconocimiento de toda Europa. Quepa recordar aquí sus palabras solicitando al Senado que su “Rendición de Granada” pudiera exponerse en Múnich: “Que el artista no cifra solamente sus anhelos al producir sus obras, en el lucro material, es circunstancia que no necesita demostrarse; aspira también a una recompensa de orden más elevado, al aplauso y consideración de sus contemporáneos. Son los certámenes internacionales codiciado palenque donde lucha la actividad de los pueblos modernos en la más honrosa de las contiendas; en ellos se avivan las nativas aptitudes, se robustece la constancia y nace o cobra bríos el entusiasmo”[6].

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Un texto que no sólo da cuenta de las dotes literarias de Pradilla sino que, así mismo, revela un hondo y sincero patriotismo; virtudes que se aprecian también en esta otra carta dirigida al presidente de la Comisión de Gobierno Interior del Senado, el 11 de marzo de 1889, solicitando de nuevo permiso para llevar “La Rendición de Granada” a la Exposición Universal de París de 1889: “…las inofensivas obras del artista engendran grandes y nobles simpatías hacia el país que logró producirlas”.

Medalla de Honor en la Exposición Universal de París de 1878, con su extraordinaria “Doña Juana la Loca” y Primera Medalla en la citada Internationalle Kunstausstellung (Exposición Internacional de Arte) de Múnich de 1883 con “La rendición de Granada”[7], Pradilla nos dejó otras obras maestras de la pintura histórica, como “El suspiro del moro” (1879-92); “Juana la Loca, recluida en Tordesillas con su hija, la infanta Catalina” (1906); o “Cortejo del bautizo del príncipe Juan por las calles de Sevilla” (1910). Aparte otras obras más modestas como “Alfonso I el Batallador” y “Alfonso V el Magnánimo”, ambas realizadas en 1879 y expuestas en el Ayuntamiento de Zaragoza.

A propósito de su calidad como acuarelista, no es arriesgado afirmar que, junto a Mariano Fortuny, fue el más notable artista en dicha técnica. De ello dan testimonio las magistrales: “El día del apóstol (1889); “Lavanderas en el río” (1913); “El erudito” (1882); “Retrato de un magistrado”[8] (1882); “Caballero veneciano” (1882); “Marin Faliero, Dux LV de Venecia” (1883); “Penitente” (Museo Goya de Zaragoza); “Camino del santuario” (1900) o los magníficos retratos ya citados, titulados “Vejez” (1901) y “El día del Corpus Christi en Italia” (1909).

Y por hoy nada más. Tan sólo animar a nuestros lectores a que disfruten de la pintura de don Francisco Pradilla Ortiz, recordándoles que la exposición en el Museo de Historia de Madrid (calle Fuencarral, 78) se prorroga hasta el 14 de mayo. Porque, frente a las vulgaridades que hoy cautivan los ánimos ociosos, Pradilla nos emociona con obras de calidad excepcional, nos invita a descubrir la Historia, y nos ofrece aquello que sólo el verdadero Arte puede: elevar nuestro espíritu y enseñar deleitando.

[1] Autor de dos monografías de Francisco Pradilla, publicadas respectivamente en 1987 y 1999, y de numerosos artículos sobre distintos aspectos de la vida y obra del artista.

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[2] En La Sala de Exposiciones Cajalón (del 2 de marzo al 21 de abril de 2006), y en La Lonja (del 8 de octubre de 2021 y el 9 de enero de 2021), con motivo del centenario del fallecimiento del pintor.

[3] Exposición comisariada por Javier Barón Thaidigsmann. Celebrada en el Museo del Prado entre el 21 de marzo 2022 y el 23 de octubre de 2022.

[4] Exposición comisariada por Soledad Cánovas del Castillo Sánchez-Marcos. En el Museo de Historia de Madrid, del 14 de diciembre de 2022 al 14 de mayo de 2023.

Así mismo, merece subrayarse la creación del “Espacio Pradilla” en Villanueva de Gállego –localidad natal del artista– por iniciativa del Patronato Teresa, fundado por Domingo, Antonio y Manuela, hijos de Domingo Buisán y Teresa Pérez. Véanse los enlaces: https://www.franciscopradilla.es/ y https://www.franciscopradilla.es/obra/

[5] No se entienda en absoluto esta observación como una crítica a don Javier y doña Soledad, cuya valentía está fuera de toda duda y se manifiesta con creces en su admirable labor para dar a conocer al pintor, sino como la constatación de la existencia de una presión real que impone un marco mental “social” determinado.

[6]  Carta al Senado, 10 de mayo de 1883. P. 104-105. Finalmente, por la mediación de la Infanta Paz de Borbón y Borbón (hermana de Alfonso XII) y con el apoyo de Federico de Madrazo, entre otros, la obra pudo ser admirada en Alemania, recibiendo la Primera Medalla.

[7] Catálogo ilustrado de la Exposición Internacional de Múnich de 1883 (Bayerische StaatsBibliothek): https://opacplus.bsb-muenchen.de/title/BV020284408

[8] Esta obra también se conoce por el título “Cabeza de estudio”. Pradilla se sirvió del mismo modelo para las acuarelas «Caballero veneciano» y «Filósofo» –también conocido por “Erudito”–. Ver Wifredo Rincón. Francisco Pradilla, Publicaciones Aneto, Zaragoza, 1999, cat. nº. 455 y nº. 456.

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