Aprovecho el espacio que me permite este medio ÑTV ESPAÑA para dar las gracias a la Asociación Policías por la Libertad, por concederme el título de socio honorífico. Éste título es, a día de hoy, equivalente, sino superior, a la Gran Cruz Laureada de San Fernando.
Muchos lectores se preguntarán cómo es eso posible, con las críticas tan ácidas que escribo sobre el gremio policial.
Pues bien, ya que el art. 5.2.b de la Ley Orgánica de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad exige a los agentes que “En todas sus intervenciones, proporcionarán información cumplida, y tan amplia como sea posible, sobre las causas y finalidad de las mismas”, me veo en la obligación de dar información amplia y cumplida sobre ese inmerecido honor.
Yo soy uno de tantos españoles que, hasta el año 2020 veía a los agentes – con las naturales excepciones-, con genuina simpatía y aprecio.
Su trabajo me parecía encomiable y necesario.
Desde el año 2020 y hasta ahora, lo que hemos visto es que muchos han traicionado y abandonado a los ciudadanos, pasándose al bando del tirano con armas y bagajes. Una auténtica puñalada trapera en las costillas, procedente, además, de quien debería habernos defendido.
Ello me llevó a escribir múltiples veces a los jefes de cientos de unidades policiales de España, requiriéndoles que retomasen sus deberes y obligaciones.
Por fortuna, cuando ya lo daba todo por perdido en el gremio policial, apareció en mi horizonte Policías por la Libertad.
Su propio nombre debería ser una obviedad redundante, porque la misión que encomiendan la Constitución (art. 104) y las leyes a los agentes de policía es, precisamente, defender los derechos y libertades de todos los ciudadanos.
Paradójicamente, hoy son ellos los que los pisotean y pulverizan.
La importancia y necesidad de Policías por la Libertad es capital, porque los agentes de policía, con sus incontestables medios, son los que desequilibran la balanza del lado de la justicia o de la injusticia.
Si al mal para triunfar, le basta la pasividad de las buenas personas, al bien, para triunfar, le bastaría la pasividad consciente de los policías. Es decir, que se nieguen a cumplir órdenes ilegales.
Es lo mínimo que pide Policías por la Libertad a todos sus compañeros.
La Asociación me ha reconciliado con el gremio policial, haciendo visible lo evidente, que no todos son iguales, y que hay muchos, por fortuna cada vez más, dispuestos a cumplir su obligación.
De los frutos de nuestra colaboración surgió, como resultado más conocido, la octavilla que se repartió en Ferraz a los agentes allí destinados, y que se adjunta como descargable, para que pueda ser entregada por los lectores a todos los agentes que conozcan o se encuentren. En la octavilla los agentes disponen de instrucciones claras sobre sus obligaciones, así como consejos sencillos y eficaces para evitar las órdenes ilegales.
Como socio honorífico de Policías por la Libertad, hoy más que nunca, solicito la ayuda de todos los ciudadanos con la Asociación, para recuperar a los agentes al servicio del pueblo.
Ese pueblo al que pertenecen y que les paga el sueldo, aunque muchos se olviden de ambas cosas.
Mil gracias y un abrazo muy fuerte a mis camaradas de Policías por la Libertad y a todos los demás policías fieles a sus juramentos.
Autor
- Guerrillero insurgente. El sistema lo describe como negacionista, conspiranoico, anticientífico, egoísta e insolidario. Él se cisca en el sistema y no ceja esfuerzos para derribarlo. No usa trabuco, pero a su ordenador lo llama “La MG-42”.
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