27/04/2024 06:32

De modo figurado, la tumba de Sánchez podría ser el Falcon si a los muchos escándalos de corrupción se suma el uso arbitrario de la aeronave, puro cohecho, malversación de caudales públicos, que pagamos con nuestros sufridos impuestos los ciudadanos. Sería sólo un cabo de los muchos que atar por el uso indebido y abusivo, una tumba metafórica si se sentara en el banquillo de los acusados alguna vez para dar cuenta de la ristra de delitos que lleva acumulados, pero también podría ser la tumba literal del cum fraude si de tanto usar el Falcon, al final amaneciésemos con la noticia de un accidente.

La vida está plagada de ejemplos macabros, de paradojas que dan al traste con la vanidad y la soberbia confiada de los hombres. Cuanto más si la soberbia humana está alimentada por un parasitismo carroñero como el que acostumbra el marrullero de La Moncloa, capaz de todo por seguir apoltronado con las exquisiteces que pagan los españoles, además encubriendo el latrocinio del botín que se sospecha acumulado en la República Dominicana. Pedro Sánchez es uno de esos firmes candidatos para que la existencia de confiado y endemoniado tramposo carente de honra, dignidad y de cualquier atisbo de elemental moralidad, le dé una de esas lecciones que hielan la sangre por su aparente paroxismo de inspiración en la anécdota; anécdota epatante de ese tipo que obliga a reflexionar sobre lo efímero de las glorias humanas, sobre todo si son inmerecidas como las del tahúr sin escrúpulos que ocupa mediante múltiples trampas la presidencia del gobierno de España.

El responsable de decenas de miles de muertes durante la plandemia, de tantos perjuicios, males y suicidios; el estafador y propiciador del golpe que pretende aniquilar el Estado de derecho, estuvo a punto de estrellarse con toda su familia en pleno, obligados a un aterrizaje forzoso camino de las vacaciones en Doñana. En diez minutos, Pedro Sánchez y compañía han debido experimentar sudores fríos cuando una avería técnica ha obligado a un brusco descenso de altitud pasando de 9.000 metros de altura a 3.000 de modo vertiginoso y sobremanera angustioso…Y la vida da esos avisos antes de asestar sus golpes definitivos. Un engendro que usa todo tipo de artimañas para asegurarse el poder que no le corresponde en buena lid personal y política, está destinado a que las entrañas del infierno se abran cual infinitas fauces para devorarlo con el peso de las malas siembras terrenas; sólo falta saber cómo se lo llevará Satanás de esta tierra y toma consistencia la fijación abusiva por el vuelo del Falcon. Una aeronave que se ha convertido en el artilugio de un caradura, un sinvergüenza del que además se le sospecha una carrera criminal en paralelo a la de la presidencia desde donde ya no puede ocultar, a nivel mundial, el cariz delictivo de sus más sucias estrategias. Un verdadero problema para decenas de millones de ciudadanos honrados que ven en Pedro Sánchez el núcleo de la malignidad que se padece; una malignidad con innúmeros cómplices de corrupción que quizá un día la paradoja de la vida convierta en una extinción de los daños que aquejan a España.

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Lo cierto es que el orgullo se gasta de tanta usarlo como la mecánica de los aviones y los helicópteros de los que abusa sin decencia un Pedro Sánchez del que hasta el propio Falcon  o Super Puma podrían llegar a cansarse. Por no hablar de los muchos poderosos enemigos cosechados estos años que podrían considerar interesante el hábito de quien vuela sin escrúpulos sin saber dónde va a aterrizar, o a estrellar, metafóricamente hablando que su horizonte penal, a poco que la Justicia actúe liberada de los yugos sectarios, debería ser muy oscuro. Cuidado tenga Sánchez con sus siembras porque todo lo que sube, baja… y cuanto más alto, más dura será la caída, vivo y después de muerto que aquí nada acaba para bien o para mal.

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