08/05/2024 15:40
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Me comentaba un nuevo y joven lector que le había llamado la atención la frecuente alusión en mis escritos a la “claridad de ideas”… Mi respuesta  fue  inmediata, rotunda y de elogio por haber captado rápidamente cual ha sido siempre la columna vertebral de mi larga guerra contra la Sinagoga de Satanás,  de  casi ochenta años. Lucifer -como nos lo explica muy bien el capitán Ignacio de Loyola, herido en la defensa de Pamplona-, ataca siempre al hombre en la niebla y el humo, lo que dificulta mucho la visión del ataque. Soy un “fan” acérrimo de “sus” Ejercicios Espirituales porque son el mejor instrumento conocido de “clarificación de las ideas”.

Precisamente, publiqué mi primer libro “ESTO VIR”—impulsado por la convicción  de que es necesario llenar de practicantes las “casas de ejercicios espirituales—pues, a mi entender,  no hay mejor  regalo para un amigo que convencerle de lo maravilloso y necesario que resulta encerrarse, cuanto antes, y de ese modo enfrentarse con uno  mismo en presencia del Divino Maestro. Me apena ver cómo tantos amigos desaprovechan uno de los mayores tesoros de la vida de un hombre. Pueden estar seguros de que no exagero. Sé de qué hablo, he hecho en torno a sesenta tandas. Me lo agradecerían toda la vida si me hicieran caso.

No tengo la menor duda de que el hombre que no tiene las ideas claras malgasta su vida sin enterarse. Por supuesto para que me den la razón es preciso conocer que entiendo por “tener las ideas claras”.

La expresión sugiera la existencia de una comparación con otras ideas que son confusas. Tener las ideas claras supone desechar otras sin gran sentido. Nuestra mente recibe constantemente abundante información pero no toda es aprovechable ni nos ayuda a elegir el mejor camino.  Tenemos que decidir ininterrumpida e incesantemente, cuáles de esos impactos son buenos para nosotros ya que de la elección que hagamos depende nuestro acierto o nuestra equivocación en el aprovechamiento de la vida.

¿Cuáles son los cimientos de una buena elección? A mi entender sólo hay uno y es la claridad de ideas: La capacidad para entender el origen de tu existencia y la razón de la misma.

Mi larga vida -y mis amplísimas experiencias consecuencia de los años-,  junto con el interés, desde que fui capaz de razonar, por intentar  comprender todo cuanto veo y sucede y el don impagable de unos excelentes maestros,  me han convencido de lo que yo llamaría “razón de la existencia humana” y es simplemente,  la armadura, el esqueleto, la estructura  de tu existencia, de la mía y la de cualquier ser humano,  y que se puede resumir  en  un párrafo no muy extenso: “El hombre fue creado por Dios para gozar a su lado de una felicidad eterna, previo el aprobado -con su ayuda- de una prueba ”.

No creo que sea una noticia nueva para ti porque en España  -por ahora—es aún de común conocimiento para la inmensa mayoría de los ciudadanos no inmigrantes, la teoría católica. Ahora bien, también es cierto que semejante cognición es más bien estéril  pues, a la inmensa mayoría,  les resbala e influye poco o nada en su vida y en su razonar.

Precisamente esa realidad ha sido el motor que me ha movido a intentar cambiarla empujando a mis amigos y a cuantos puedo llegar a la práctica de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, obra genial que, durante cuatrocientos años, ha  vitalizado la Iglesia Católica. No entiendo como la Jerarquía busca descubrir la sopa de ajo, cuando tiene probado y a mano el  plato más exquisito.

Lo he denunciado siempre que he tenido ocasión: considero una traición a nuestra santa Madre la Iglesia, la desaparición de las “Misiones parroquiales” y el arrinconamiento de los “Ejercicios Espirituales ignacianos”. La razón de esta denuncia es muy simple: ambas prácticas son los mejores métodos para “clarificar las ideas”.

La meditación de las postrimerías iluminan las mentes como el sol del mediodía. Es un método excelente la claridad de ideas para no malgastar tu vida.

Para tener claridad de ideas no hay nada mejor que conocer el porqué y el para qué estás en esta vida. Este conocimiento te permite aprovechar mejor tu tiempo. Si haces un viaje a Japón para buscar la última palabra de una técnica empresarial y, una vez allí,  te dedicas a presenciar combates de artes marciales olvidando el motivo de tu viaje… ¿ cómo te calificarías a ti mismo? Lo menos feo sería considerarte un estúpido. ¿Qué pensarás de ti,-cuando veas que la vida se te acabe-  si te fue regalada para conocer a Dios, amarle y servirle al comprobar que te has olvidado por completo de Él y de la razón de tu existencia?

LEER MÁS:  El colmo de la "degeneración". Por Gil De la Pisa

Tenemos ya  en el año de gracia 2023, todo lo necesario para disfrutar de la vida, muy lejos de lo poco que, en comparación,  tuvieron nuestros antepasados,…  pero ellos fueron más felices porque conocían mejor la razón de su existencia: ¡Tenían las ideas más claras!

 

Autor

Gil De la Pisa
Gil De la Pisa
GIL DE LA PISA ANTOLÍN. Se trasladó a Cuba con 17 años (set. 1945), en el primer viaje trasatlántico comercial tras la 2ª Guerra mundial. Allí vivió 14 años, bajo Grau, Prío, Batista y Fidel. Se doctoró en Filosofía y Letras, Universidad Villanueva, Primer Expediente. En 1959 regresó a España, para evitar la cárcel de Fidel. Durante 35 años fue: Ejecutivo, Director Gerente y empresario. Jubilado en 1992. Escritor. Conferenciante. Tres libros editados. Centenares de artículos publicados. Propagandista católico, Colaboró con el P. Piulachs en la O.E. P. Impulsor de los Ejercicios Espirituales ignacianos. Durante los primeros años de la Transición estuvo con Blas Piñar y F. N., desde la primera hora. Primer Secretario Nacional.
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