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En la historia, a veces las grandes epidemias han tenido importantes consecuencias sociales, económicas y geopolíticas. Un caso clásico fue lo ocurrido en la Corona de Aragón con la Peste Negra, la gran epidemia que arrasó Europa en la Edad Media, en 1348. Cataluña fue una de las zonas europeas más devastadas por la Peste Negra y  quedó arruinada hasta tal punto, que todo el equilibrio de poder en la España medieval cambió para siempre en beneficio de Castilla, como señala el prestigioso historiador John Elliott. Realmente la Corona de Aragón nunca se recuperó de aquel golpe.
 
Desde la perspectiva de nuestra época solemos contemplar la Edad Media como un todo homogéneo, pero lo cierto es que tuvo diversas fases bien diferenciadas. Actualmente historiadores de prestigio, en Europa, como la británica Bárbara Tuchman o el italiano Roberto de Mattei, entre otros, están llamando la atención sobre la extrema importancia del siglo XIV en la historia de Europa.

Así como el siglo XIII había sido una centuria básicamente de paz en Europa y la época de la mayor influencia  de la Iglesia sobre el continente, en el siglo XIV se producen una serie de cambios que traerán grandes consecuencias. Será el siglo en que se producirá el terrible Cisma de Occidente, una época en que llegó a haber 3 Papas al mismo tiempo en Europa. Así mismo a partir de la década de 1330 se desarrollará la herejía del nominalismo, de Guillermo de Ockham, que será la base intelectual para el protestantismo, 2 siglos más tarde (la obra de Umberto Eco «El nombre de la rosa», que no por casualidad se sitúa en el siglo XIV  y la famosa película inspirada en ella, de gran calidad como película, son un alegato sutil en defensa del nominalismo y un ataque muy claro contra la Iglesia).
 
El siglo XIV fue una época de guerra, sobretodo la Guerra de los Cien Años, entre Francia e Inglaterra, que acabó implicando a media Europa. Un siglo en que la Iglesia se vio profundamente humillada además por actos como la coronación del emperador alemán Luis IV en una ceremonia casi pagana en Roma. Fue el siglo, en definitiva que preparó el terreno para el Renacimiento y el Protestantismo.

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Y fue también el siglo de la terrible Peste Negra, en 1348. Se calcula que de los 70 millones de habitantes de Europa murieron al menos 30 millones. En España, Cataluña fue la zona más afectada con diferencia. Se cree que de sus 500.000 habitantes en 1348, 40 años más tarde, la población catalana había bajado a 280.000, casi la mitad. Al ser Barcelona una ciudad de gran comercio portuario, a ella llegó con gran facilidad la Peste, desde el Mediterráneo oriental. Además el clima cálido y el fuerte calor bochornoso de Barcelona en los largos meses del verano y el otoño, era ideal para la Peste.
 
La Corona de Aragón había vivido su mejor momento a finales del siglo XIII y en los primeros años del XIV cuando logró expandir su influencia a Córcega, Cerdeña, Sicilia (Nápoles todavía no) y al menos en teoría a los Ducados de Atenas y Neopatria. Pero la Peste Negra dañó terriblemente a la Corona de Aragón. Castilla también fue muy dañada (de hecho su rey Alfonso XI murió de la Peste Negra y fue el único rey europeo en morir así) pero en Castilla la Peste fue un golpe duro y rápido pero en Cataluña la Peste volvió a golpear muy duramente en 1362, 1371, 1396, y de hecho durante todo la segunda mitad del siglo XIV.

Las consecuencias fueron muy graves, como señalan historiadores como John Elliott o Pierre Vilar. El campo catalán se despobló, los nobles entonces intensificaron su explotación de los campesinos remensas y eso acabó trayendo grandes conflictos en el siglo siguiente, el XV. El comercio catalán en el Mediterráneo entró en una clara decadencia. Los principales bancos de Barcelona quebraron en la década de 1380 y se produjo el auge de Génova, que pronto dominaría económicamente el Mediterráneo mientras Barcelona entraba en recesión y decadencia. Por eso el siglo siguiente, el XV será muy difícil para una Cataluña empobrecida y en convulsión interna, mientras Valencia (que junto a Aragón había sufrido la Peste Negra mucho menos que Cataluña)  se convertirá en el centro económico de la Corona de Aragón.

Además desde el punto de vista político el siglo XIV verá el auge de Castilla, que se convertirá en el reino más poderoso de la España medieval. Esto se percibirá claramente en la llamada Guerra de los Dos Pedros, la guerra entre Castilla y Aragón entre 1356 y 1375, entre los reyes Pedro I el Cruel, de Castilla y Pedro IV de Aragón. Al mismo tiempo fue una guerra civil en Castilla en la que Pedro IV apoyaría al noble rebelde Enrique de Trastamara, hijo bastardo de Alfonso XI, a cambio de entregar Murcia, y otras zonas de Castilla a Aragón.

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Enrique de Trastamara se convirtió en el rey Enrique II de Castilla en 1369 tras matar a Pedro el Cruel pero entonces se olvidó de sus promesas y se lanzó a la guerra contra su antiguo aliado Pedro IV de Aragón. Esta guerra demostró que Castilla era el reino más fuerte militarmente de la Península. La paz se firmó en 1375 y en ella Pedro IV de Aragón tuvo que renunciar a todos sus intentos de expansión en territorio castellano. Además anteriormente en tiempos de Alfonso XI a partir de 1340, Castilla había derrotado definitivamente a Marruecos, que llevaba atacando el reino castellano desde 1275.
 
Castilla tomaría parte a finales del siglo XIV en la Guerra de los Cien Años, apoyando a Francia. La flota castellana, que iba siendo cada vez más fuerte, derrotó a la inglesa en aguas del norte de Francia, en la década de 1370. Castilla se estaba convirtiendo en un poder considerable y su nueva dinastía, los Trastamara, alcanzaría también el trono de la Corona de Aragón a partir de 1412.
 
En definitiva, toda una serie de grandes cambios a todos los niveles, en el origen de los cuales la Peste Negra tuvo una considerable importancia.