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El pasado sábado se celebró el Día de la Independencia de Hungría, una fecha que conmemora la revolución de 1956 y la ejecución de sus mártires el 16 de junio de 1958, así como la retirada de las tropas soviéticas el 19 de junio de 1991. Por este motivo se organizó una conferencia en Budapest dirigida por el primer ministro Viktor Orbán, y que, según informa el Magyar Hírlap, contó con la presencia de László Kövér, presidente de la Asamblea Nacional, varios ministros, miembros del Parlamento y embajadores acreditados en Hungría.
La ministra de Justicia Judit Varga aprovechó la conferencia para señalar el modelo europeo que defiende Hungría: “Queremos una Europa en la que el derecho de la UE no sea una herramienta del arsenal ideológico, en la que la frustración política no anule los principios de los tratados. Una Europa que denuncie los incumplimientos de las obligaciones por parte de las instituciones, las violaciones de la ley”. Varga destacó que la familia, la nación, la identidad nacional y la cooperación regional como comunidad natural son los principales garantes de la toma de decisiones soberanas y son la garantía de una Europa fuerte de naciones más fuertes. Añadió que hoy, diecisiete años después de la adhesión a la UE, tenemos los conocimientos y la experiencia necesarios para ayudarnos a identificar las insidiosas ambiciones federalistas “en un caos creado deliberadamente”.
Judit Varga. Foto: MH/Papajcsik Péter
“La serie de respuestas europeas tardías y erróneas a los retos del siglo XXI han dejado claro que la integración ha perdido ya su capacidad de respuesta y se ha convertido en un campo de debate ideológico más que de cooperación pragmática. Europa está dominada por una apisonadora progresista y liberal que ha hecho de la visión de los Estados Unidos de Europa su principal objetivo. Esta Europa promueve el multiculturalismo, acoge la inmigración pero rechaza el modelo de familia tradicional y el patrimonio cultural y religioso del continente”.
Mária Schmidt, comisionada del gobierno para el año conmemorativo de los 30 años de libertad y directora general del Museo de la Casa del Terror, recordó que el artículo 22 del tratado de paz de 1947 que puso fin a la Segunda Guerra Mundial contenía una cláusula que permitía la permanencia de las tropas soviéticas de ocupación, que originalmente iban a seguir estacionadas en Hungría para proporcionar apoyo logístico a las fuerzas soviéticas en Austria. Esta situación se mantuvo con la adhesión al Pacto de Varsovia en 1955 y, tras la sangrienta represión de la revolución y la lucha de liberación de 1956, el acuerdo de mayo de 1957 ya no incluía un límite de tiempo para la permanencia de las tropas soviéticas.
Schmidt enumeró los hechos y acontecimientos que condujeron a la salida definitiva de las tropas soviéticas de Hungría hace exactamente 30 años, el 19 de junio de 1991, tras la llegada al poder del primer ministro soviético Mijaíl Gorbachov. “El 16 de junio de 1989, en el homenaje a Imre Nagy y sus compañeros mártires, Viktor Orbán, hablando en nombre de los jóvenes, hizo imposible que el entierro de los héroes de 1956 siguiera siendo un asunto interno del partido del Estado y que los camaradas hicieran la vista gorda ante los crímenes del resto. Viktor Orbán consideró el homenaje como el entierro del régimen de Kádár y dejó claro que la juventud anticomunista no concedería un rol en la configuración del futuro a los responsables de 1956 ni a sus sucesores”. También señaló que el llamamiento de Orbán no pudo ser ignorado en Budapest, en las capitales de provincia o en Moscú y destacó que la delegación negociadora húngara no pagó por la retirada y se convirtió en el único país de Europa Central y Oriental que no pagó a los soviéticos otro peaje de guerra.
“Entre el 19 de marzo de 1944 y el 19 de junio de 1991, las tropas de ocupación extranjeras estuvieron estacionadas en el territorio de Hungría, y tras la consecución de la libertad y la independencia, las tres décadas transcurridas desde entonces han llevado a Hungría por el camino del éxito, convirtiéndose en miembro de la OTAN y luego de la Unión Europea. Ni Occidente ni la Unión Europea han colmado nuestras esperanzas. Porque los idealizamos y teníamos expectativas poco realistas sobre ellos. Ahora también hemos aprendido a verlos como lo que son. Nos hemos quitado las gafas de color rosa y negociamos con ellos en nombre del interés nacional húngaro. Es un avance prometedor que el interés nacional húngaro coincida cada vez más con el interés de nuestra región”, añadió. “El cristianismo y el ideal nacional pueden crear una Europa fuerte y resistente”.
Por último, Viktor Orbán afirmó en su discurso que “Europa es eterna mientras que la Unión Europea es una construcción política hecha por el hombre, creada por los países para defender sus intereses económicos y militares, para responder al hecho político de que después de la Segunda Guerra Mundial la mitad de Europa fue ocupada por los estadounidenses y la otra mitad por los soviéticos. La Unión se creó para mantener viva la esperanza de que los europeos decidirían algún día el destino de Europa”. Orbán recordó que “la libertad no llegó, la ganamos, el comunismo no se hundió, lo hundimos, el muro de Berlín no se cayó, lo derribamos, los soviéticos no se fueron, se les expulsó”. El primer ministro afirmó que “hoy seguimos siendo los mismos que éramos, los últimos supervivientes de la lucha por la libertad en Europa”, y que “la historia de Europa no ha cambiado, la hemos cambiado nosotros”.
Viktor Orbán. Foto: MH/Papajcsik Péter
El primer ministro húngaro señaló el declive de la Unión Europea. En el campo económico la UE representaba el 25% del PIB mundial en 2008, el 18% en 2019, el 22% del valor añadido industrial total del mundo en 2008, pero el 15% en 2019. Entre las 50 mayores empresas del mundo, 14 eran europeas en 2001, frente a las siete actuales. La UE tampoco cuenta con ninguno de los 10 principales centros financieros del mundo. Hace 30 años, la UE presentaba siete veces más solicitudes de patentes que China, mientras que hoy en día China tiene 14 veces más que la UE. Lo mismo puede decirse del gasto militar, donde Estados Unidos ha aumentado su gasto militar en más de un 30% y China lo ha multiplicado por nueve, pero la UE está donde estaba hace 30 años. Según Orbán, Europa no mejorará ni se transformará, sino que debemos repararla, transformarla y reconducirla por el camino correcto, el que en su día tuvo éxito. La Unión Europea necesita “luchadores por la libertad como nosotros” y enumeró siete tesis para explicar el fracaso del modelo actual.
La primera tesis es que en lugar de una Europa de naciones, se está construyendo un superestado europeo en Bruselas, para el que nadie ha dado un mandato. No hay un demos europeo, sólo hay naciones, y sin demos no puede haber democracia por lo que la construcción de un imperio en Bruselas conduce necesariamente a la falta de democracia. “Lo que queremos es algo muy diferente. Queremos una democracia de democracias, basada en las naciones de Europa. No tengamos miedo de decir que somos demócratas nacionales frente a los constructores de imperios, que de hecho son también los adversarios de la democracia”.
Su segunda tesis es que Bruselas está ahora gobernada por quienes ven la integración no como un medio, sino como un fin en sí mismo, y que por tanto quieren anular todos los intereses nacionales y los valores tradicionales. Por eso, sus oponentes políticos buscan debilitar las comunidades naturales que son la base de la cultura europea. “La nación, las regiones, las iglesias cristianas y judías, y las familias están en el punto de mira”, subrayó.
La tercera tesis es que Bruselas ha externalizado y transferido una parte considerable de su poder a redes organizadas y controladas desde fuera de Europa, principalmente las redes de Soros y los intereses de los Demócratas estadounidenses que están detrás de ellas. Esto se hizo, en primer lugar, sacando a la Comisión, guardiana de los tratados, de su posición políticamente imparcial y convirtiéndola en un órgano político. Esto empezó con un anuncio público del presidente Jean-Claude Juncker y por eso los británicos y los húngaros no apoyaron su elección como presidente, lo que finalmente condujo al Brexit. Después, la Comisión, que se ha transformado en un organismo político, elaboró informes sobre el “Estado de Derecho” en los Estados miembros de la UE, subcontratando este trabajo a las organizaciones de la “sociedad civil” que operan en los Estados miembros, que casi sin excepción pertenecen a la red de George Soros en todo el continente. Y por último, utilizar los datos y opiniones de esas organizaciones para calificar a los gobiernos democráticamente elegidos de los Estados miembros y castigar a los que no les gusten.
La cuarta tesis es que la idea de la Unión se basa en el supuesto de que los Estados miembros pueden lograr un mayor éxito económico juntos que por separado, pero que si resulta que no es así, entonces la Unión Europea está acabada. “Por lo tanto, los que somos partidarios de la Unión Europea sólo debemos apoyar una política que se centre exclusivamente en el éxito económico conjunto”. Por el contrario, Bruselas se pelea hoy consigo misma, con sus propios Estados miembros, sermoneando, amenazando, coaccionando y castigando, abusando de su poder y destruyéndose así a sí misma.
La quinta tesis es que la próxima década será una época de desafíos peligrosos, de migraciones y de pandemias, y en donde debemos crear seguridad y tener éxito en la economía mundial. Orbán subrayó que un requisito previo para tener éxito es la restauración de la democracia en Europa. Para proteger la identidad nacional y constitucional de los Estados miembros, debería crearse una nueva institución en la que participen los tribunales constitucionales de los Estados miembros.
La sexta tesis es que el Parlamento Europeo ha demostrado ser un callejón sin salida para la democracia europea, ya que sólo representa sus propios intereses ideológicos e institucionales, y que el papel de los parlamentos nacionales debería aumentar considerablemente. Orbán sugirió que los parlamentos nacionales envíen representantes al Parlamento Europeo, a semejanza de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, y que los parlamentos nacionales tengan también el derecho de detener el proceso legislativo de la Unión si consideran que infringe las competencias nacionales, es decir, que se introduzca el procedimiento de la tarjeta roja.
La séptima tesis es que Serbia debería ser admitida en la Unión Europea, porque la adhesión de Serbia interesa más a la UE que a los serbios.
Por último, el primer ministro señaló que se ha iniciado el debate sobre el futuro de la Unión Europea, una oportunidad de detener “la degeneración de la Unión Europea y el oscurantismo de Bruselas”. Orbán subrayó que los húngaros conocen el peligro que les amenaza, porque sólo hace treinta años que viven en libertad. Una libertad por la que los húngaros tuvieron que luchar y que Occidente había heredado, y esa es la gran diferencia. Pero los tiempos han cambiado: “hace 30 años pensábamos que Europa era nuestro futuro, hoy vemos que somos el futuro de Europa”.
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