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Lo nuestro fue siempre poesía, poesía en nuestro credo, poesía en nuestros gestos, poesía en nuestras canciones, poesía en nuestro caminar cruzando los montes y los valles de nuestra amada España en busca de ese mar, a veces lejano, misterioso, eterno, convertido en conductor de nuestros sueños de imperio, un imperio forjado con nuestra cultura, nuestra fe, nuestra legua, con una dimensión universal convertida en unidad de destinos de todos los españoles.

Recorríamos los campos de España con nuestro macuto a la espalda, nuestra camisa azul y nuestro cisne plateado, con yugo y flechas, fijado en el pecho como si hubiese querido detener en cada uno de nuestros corazones su majestuoso vuelo y lo hacíamos cantando, voz en grito, aquellas canciones que nos hablaban de Patria, de pan, de justicia para todos; de orgullo juvenil; de amor; del regreso del Cid cabalgando sobre los campos de una España joven y eterna.

Luego, sentados en cualquier encrucijada de caminos, con nuestros zapatos cubiertos de polvo, hablábamos de esperanza, de la grandeza de la Patria, de nuestra misión como portadores de valores eternos, Sobre nuestros pechos, donde el cisne plateado había detenido su majestuoso vuelo, reposaba también, rampante, el viejo león ibérico sobre la Cruz potenzada de nuestro Santo Patrón, San Fernando, aquel que había tomado Sevilla y había sabido ser generoso con sus enemigos, enseñándonos toda una consigna que nos animaba al perdón, a la caridad con los demás, a tener el corazón siempre limpio.

Sentados sobre aquellas piedras, en mitad del camino, tomando fuerzas para reiniciar la andadura, mirábamos a nuestro alrededor para observar los rostros de nuestros camaradas. Allí, estaban todos, venidos de todos los puntos de la rosa de nuestra amada de España. Nadie preguntaba que profesión tenían nuestros padres, ni tan siquiera en que bando habían combatido en aquella cruel guerra entre hermanos que todos deseábamos dejar muy atrás. Incluso, ni tampoco si éramos ricos o pobres; nadie miraba el color el color de nuestra piel, eran tiempos en que nuestros límites nacionales rebasaban la península y las islas, llegando hasta las tierras desérticas del Sahara o aquellas otras perdidas en el golfo de Guinea que, nuestros camaradas venidos de allí, nos las acercaban hasta casi sentirnos caminando por sus sendas que eran las de España.

Después, reanudábamos el camino. A cada paso, ante nuestros ojos juveniles se alzaba lo que habíamos ganado con el sudor y sangre de nuestros padres, a sabiendas de que nuestras manos, nuestro trabajo, mejoraría aquella herencia que habíamos recibido de nuestros mayores. Estábamos haciendo España a cada paso, haciendo poesía al andar.

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No regateábamos esfuerzos, no abandonábamos a nuestros camaradas, ni tampoco eludíamos nuestras responsabilidades, ni nuestras obligaciones, todos sabíamos cuál era nuestra meta y que, con ella, al llegar la noche, sentados alrededor del fuego de campamento, volveríamos a hablar de lo eterno, de lo que realmente importa, de lo que daba sentido a nuestras vidas; entretanto, el fuego, amigo y compañero, reflejado en nuestros juveniles rostros, no nos impedía mirar al cielo para ver los luceros, sabiendo cual era el mensaje que nos transmitían.

Allí, fuera, al aire libre, bajo la noche clara, éramos más conscientes de que la vida es un ejercicio de permanente servicio, de entrega a unos ideales puros y limpios que debemos servir con abnegación y lealtad. Allí, fuera, abrazados por el firmamento patrio nos sentíamos más cerca de Dios.

Fue así, recorriendo los caminos de la Patria, cantando alegres canciones, como forjamos nuestro espíritu muchos de nosotros, aprendiendo a amar a España porque no nos gustaba, ambicionando la grandeza, la justicia, el pan y la libertad para todos, soñando con metas universales, con unidades de destino, con revoluciones pendientes.

Después, tras la oración de la noche y el emocionado canto de nuestro himno juvenil, el sueño reparador nos acogía en su seno para seguir soñando con un futuro mejor, más digno, donde fuésemos capaces de recuperar la grandeza de otros tiempos. Toda una escuela de vida.

Hicimos poesía al andar, sin descanso, sin rehusar las dificultades; sabíamos que el camino no era fácil, por eso nos gustaba y lo hacíamos cantando, caminando los campos de España con nuestros guiones viejos, los imperiales, de Patria y revolución.

Autor

Eugenio Fernández Barallobre
Eugenio Fernández Barallobre
José Eugenio Fernández Barallobre, español, nacido en La Coruña. Se formó en las filas de la Organización Juvenil Española, en la que se mantuvo hasta su pase a la Guardia de Franco. En 1973 fue elegido Consejero Local del Movimiento de La Coruña, por el tercio de cabezas de familia, y tras la legalización de los partidos políticos, militó en Falange Española y de las J.O.N.S.

Abandonó la actividad política para ingresar, en 1978, en el entonces Cuerpo General de Policía, recibiendo el despacho de Inspector del Cuerpo Superior de Policía en 1979, prestando servicios en la Policía Española hasta su pase a la situación de retirado.

Es Alférez R.H. del Cuerpo de Infantería de Marina y Diplomado en Criminología por la Universidad de Santiago de Compostela.Está en posesión de varias condecoraciones policiales, militares y civiles y de la "F" roja al mérito en el servicio de la Organización Juvenil Española.

Fundador de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña, del Museo Policial de la J.S. de Policía de Galicia y de la Orden de la Placa y el Mérito de Estudios Históricos de la Policía Española.

Premio de narrativa "Fernando Arenas Quintela" 2022

Publicaciones:
"El Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII. 1908-1931" (Fundación Policía Española)

"La uniformidad del Cuerpo de Seguridad en el reinado de Alfonso XIII 1887-1931 (LC Ediciones 2019)

"Catálogo del Museo Policial de La Coruña". Tres ediciones (2008, 2014 y 2022)

"Historia de la Policía Nacional" (La Esfera de los Libros 2021).

"El Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico 1941-1959" (SND Editores. Madrid 2022).

"Policía y ciudad. La Policía Gubernativa en La Coruña (1908-1931)" (en preparación).


Otras publicaciones:

"Tiempos de amor y muerte. El Infierno de Igueriben". LC Ediciones (2018)

"Historias de Marineda. Aquella Coruña que yo conocí". Publicaciones Librería Arenas (2019).

"El sueño de nuestra noche de San Juan. Historia de la Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña". Asociación de Meigas (2019).

"Las Meigas. Leyendas y tradiciones de la noche de San Juan". Comisión Promotora de las Hogueras de San Juan de La Coruña (2011).

"Nuevas historias de Marineda. Mi Coruña en el recuerdo". Publicaciones Arenas (2022). Ganadora del premio de ensayo y narrativa "Fernando Arenas Quintela 2022".
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