06/05/2024 08:31
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Me encantan las mujeres y me han encantado desde que tengo uso de razón. Me llevo de maravilla con ellas y las he conocido – y tratado – de todos los confines del planeta tierra. De hecho, he escrito libros* sobre ellas  y creo que podría escribir hasta un tratado psicológico sobre estas bellas y complicadas criaturas. *(“Seduttori, Uomini che piacciono alle donne”, publicado por Edizioni WE de mi amigo Nicola).

No pretendo dármelas de sabidillo, pero modestamente es la realidad. Desde por haber sido relaciones públicas, portero de discoteca y camarero en mis años mozos, hasta por haber ejercido de fotógrafo de moda para las mejores agencias de modelos de Barcelona y Miami. Por mi ajetreada vida viajera y por mi desmedida afición hacia el otro sexo, he tenido siempre trato con féminas de toda condición, carácter, raza, cultura, religión, status y personalidad.

Las conozco muy bien y por ello voy a hablar de su energía. De la energía femenina y por ende, también de la masculina que es su opuesta. Dos y tan solo dos. Existen dos energías como existen dos sexos que las representan. Dos géneros. De generar, y no degenerado.

Una mujer -como un hombre-, tiene energía femenina y energía masculina. Es lo que la sabiduría ancestral china, denomina el Yin -femenino- y el Yang que es lo masculino. Son opuestas entre sí y a la vez se complementan. Son las fuerzas de la creación, ya que es en ese baile, en esa fusión mágica y sacra, donde se genera el amor y la vida.

Dos energías, dos géneros y no 72 como se empecinan los majaretas de los modernos progres (1).

Las mujeres tienen un porcentaje mayor de energía femenina y por ello son mujeres, y a la inversa sucede con los hombres.

Cierto que esas energías fluctúan como todo en la vida, pero todos tenemos una energía propia que nos define.

Una mujer sana y equilibrada, tiene una energía femenina potente y buscará su opuesto para que la complete. Así mismo sucede con un hombre.

Es entonces cuando comienza ese delicioso y caótico baile entre los dos seres. Un juego sagrado y secreto que hace que la vida cobre sentido.

Cuando un hombre tiene una energía femenina en un porcentaje demasiado alto, no será atractivo para una mujer equilibrada.

Cuando una mujer no tiene un hombre, su energía femenina estará demasiado alta y no se sentirá contenta ni feliz, ya que no estará equilibrada con su energía base.

Las mujeres necesitan de un hombre para deshacerse de ese excedente de energía masculina que les sobra.

La mujer no quiere ser masculina, sino que quiere estar en su energía femenina. El hombre es lo duro y fuerte, mientras ellas son – o anhelan ser – lo flexible, lo liquido, lo voluble.

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El hombre tiene el rol de la dominación, mientras ellas quieren ser dominadas y poseídas.

Sí. Gobernadas y guiadas. Así mismo me lo explicaron unas japonesas, monísimas y delicadas con las que alguna vez intime. “Ya no necesitamos a los hombres porque ahora tenemos dinero”. Esto fue lo que salió del pico de un par de no tan jóvenes chinas que en otro momento me encontré en algún lugar de Tailandia. Eran unos orcos de apariencia lésbica que pretendían hacer un trío.

Nunca se ha tratado del dinero, sino de la seguridad, de la certeza, de la protección, del liderazgo, aunque intenten confundir a todo el mundo. Eso es la energía masculina.

A ningún hombre le gusta una mujer masculina. A ninguno que sea un hombre, claro, porque de todo hay en botica.

De cualquier manera, una mujer con una alta energía masculina, se vuelve lesbiana y busca a una mujer de energía femenina. Lo mismo ocurre cuando un tío tiene desequilibrada su energía femenina. Buscará un mambrú que le dé bambú.

Esa misma lesbiana intentará por todos los medios parecer un hombre, pero aunque lo intente con ahínco, ya te aseguro yo que no se lo hinco. Tan solo era para hacer la rima; lo que quiero decir es que siempre tendrá un trauma por no ser lo que le gustaría.

He conocido lesbianas y he podido ver su sufrimiento. También he presenciado sus peleas y sus histéricos dramas por celos. Imagínate ser una lesbiana y ver como la mujer que amas, se mira de refilón a un hombre que pasaba por ahí. Su ataque de ira es mucho peor que el de cualquier hombre.

¿O te creías que las bolleras no se vuelven locas, se pelean y se tiran los platos a la cabeza? Pues sí. Se matan también (2). Algunas pierden la cabeza de tal manera que hasta asesinan al pobre niño tras amputarle el pene con solo 9 añitos (3).

Violencia machista, berreará alguna descompensada de poca sesera y voz de pito.

En la sociedad moderna, la ingeniería social está intentando modificar los roles. Quieren que las mujeres sean masculinas y los hombres femeninos. Este es el plan y las consecuencias son una sociedad trastornada y enfrentada donde no nacen bebes.

Una sociedad donde no nacen bebes es una sociedad que se está suicidando y supongo que esto hasta un progre podría llegar a entenderlo, o ¿no? En una ocasión conocí dos jóvenes mujeres canadienses que intentaban alardear de su poder masculino. Me comentaba una de ellas como se imponía sobre sus compañeros machos con su actitud masculina. Según ella, para hacerse respetar y en apariencia parecía estar muy orgullosa por haber sacrificado su esencia.

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Mi respuesta la debió dejar helada porque le dije directamente que a ningún hombre le gustan las mujeres masculinas. Simplemente, no es atractivo ver a una mujer comportarse como un hombre. Es desagradable e incluso ridículo.

Al día siguiente apareció con una minifalda, unos pendientes horteras y una actitud totalmente distinta… Ni por esas.

Es igual que ver a un hombre comportarse como una mujer. O como observar a un hombre de 50 años hacer cosas de niños de 11, o ver a un chihuahua con una faldita, un gorrito cónico de cumpleaños y caminando con sus dos patitas sobre un balón de playa multicolor. Una estupidez grotesca.

No te digo yo que no lo hagas, ya que considero que cada quien haga lo que le salga de su conciencia, pero no esperes que me sume a tu circo.

Si un señor de 52 años me dice que es una niña de 9, no le diré yo que no, posiblemente le sonría y me quede a ver el espectáculo hasta que me aburra. Luego haré mi vida y lo catalogaré como un pirado divertido (gay).

Os presento a Steffany o como a ella le gusta que la llamen, “Stef on Knee” (Stef de rodillas):

En términos energéticos lo veré como un señor que casi no tiene energía masculina (testosterona). En términos psicológicos, lo trataré como a un desequilibrado. Como a un pobre tipo que sufre algún trauma. Todo ahí.

De igual forma, pensaría lo mismo si conociera a un tipo que se creyera un dinosaurio, el demonio cojuelo o a una señora que afirmara ser Juana de arco. Aquí os presento a uno de ellos:

https://www.youtube.com/watch?v=WSPvlfnnAcc

Por mí que hagan lo que les de la gana mientras no me “rompan las pelotas”.
Otra cosa muy distinta es cuando toda esta enajenación te la quieren mostrar como si fuera algo equilibrado y sano,  y además convencerte de que también participes de la paranoia colectiva. Ahí ya no. Disfrázate de lo que quieras, haz lo que te venga en gana, pero a mí no me molestes.

Lo dicho. Existen energías femeninas, masculinas, caóticas y descompasadas que es la de los chiflados.

Aquí un «atrolondrado» que dice sufrir la regla…(«trolo» en argentino significa homosexual)

https://www.youtube.com/shorts/RW-jyo8JERA

(1) https://www.medicinenet.com/what_are_the_72_other_genders/article.htm
(2) https://www.elmundo.es/sociedad/2017/04/16/58f393eee5fdea234c8b45ed.html
(3) https://www.elmundo.es/internacional/2019/06/17/5d0766f021efa03e448b466f.html

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