18/05/2024 15:32
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La tercera parte de “Esa Europa en la que creemos” (podéis leer los dos bloques anteriores en este enlace) comenzó con la intervención de Andrei Dîrlău, doctor en teología y escritor, que centró su discurso en la soberanía. De hecho, Dîrlău utilizó como guía de su intervención el libro “Soberanía” del vicepresidente de VOX, Jorge Buxadé, que está siendo traducido al rumano: “Desde el Tratado de Maastricht, la Unión Europea se encuentra en una deriva ideológica. Von der Leyen invoca la soberanía europea, un concepto ilegítimo e ilegal, contra los tratados. Sólo los Estados tienen poderes soberanos. La UE no es un Estado y no debe ser soberana… Necesitamos una Europa diferente, que ponga al hombre en el centro de la política, al hombre en su relación con Dios, su familia, su nación, su historia, su tradición y sus antepasados, una Europa anclada en sus tradiciones cristianas”.

A continuación, Tamara Milenkovic Kerkovic, diputada y vicepresidenta del movimiento serbio Dveri, señaló que Europa está en peligro porque la fe cristiana, la familia tradicional y la nación soberana, es decir, sus valores y tradiciones más importantes, están amenazados: “Hoy, ser conservador significa pensar libremente y luchar por la libertad, y estamos aquí para luchar contra un enemigo común. Un enemigo que está unido y, por eso, nosotros también debemos estarlo. Sin una Europa de naciones soberanas, Europa no puede existir… Nuestra tarea no es sólo política. La victoria política debe ser también el requisito previo para la victoria en otros ámbitos, como la cultura o la educación”. El empresario rumano Cornel Petrișor también insistió en la importancia de la unidad: “No es fácil ser conservador en el mundo actual, pero a menudo pienso en los jóvenes, en los que creen en una vida normal, en los principios fundamentales y en Dios… Necesitamos gente valiente que reúna a estos grupos patrióticos y a los partidos conservadores, porque el principio de divide y vencerás está siendo implementado por la izquierda globalista”.

Tamara Milenkovic Kerkovic, movimiento serbio Dveri.

El mundo del trabajo estuvo representado por Francesco Paolo Capone, secretario general del sindicato UGL (Unión General del Trabajo) de Italia, una organización que cuenta con cerca de dos millones de afiliados. Para Capone la única alternativa a la decadencia del multiculturalismo es encontrar una identidad europea, la identidad de las naciones: “El mundo occidental nació en nuestro suelo dando civilización, cultura, solidaridad. Europa tiene en sus raíces todos los recursos que puede ofrecer y puede responder a esta globalización… Necesitamos una Europa que detenga el proceso de descristianización, que ponga en práctica el cristianismo, porque la descristianización significa la muerte de Europa”. Boško Obradović, diputado y presidente del partido serbio Dveri, afirmó en un mensaje de vídeo que los representantes de los partidos conservadores no son “sólo los defensores del pasado”, sino también “los defensores del futuro”. Obradović resaltó la importancia de la unidad de los conservadores: “Hoy asistimos a un ataque a nuestra identidad nacional, a la soberanía de nuestros Estados, sometidos a innumerables experimentos sociales como la crisis provocada por las migraciones o las pandemias. Ha llegado el momento de responder juntos a estos desafíos”.

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Tras la intervención del político serbio, tomó la palabra el General y profesor Chelaru Mircia, que fue jefe del Estado Mayor del Ejército rumano. Para Chelaru, “la Europa profunda es la fuente continua de la civilización universal en su totalidad. Y esa Europa no puede regenerarse a partir de las naciones destrozadas por el huracán del globalismo, especialmente por la pan-ideología del progresismo demoliberal… La Europa del futuro será una Europa de naciones dignas y soberanas y no una de poblaciones errantes de otros lugares, será una Europa de estados nación y no una de regiones creadas por decisión autocrática o por diversos separatismos”.

Carlo Fidanza de Fratelli d’Italia.

El punto final a este tercer bloque lo puso el eurodiputado Carlo Fidanza, jefe de la delegación de Fratelli d’Italia en el Parlamento Europeo. Fidanza fue muy crítico con el funcionamiento de la Unión Europea: “No es una cuestión de unanimidad, es una cuestión de voluntad política, porque no hay misión, no hay identidad. Los señores que nos dicen que hay que sacar la unanimidad de los procedimientos son los mismos que compraron millones de dosis de vacunas, se pusieron de acuerdo en una semana para comprar esas vacunas y le dijeron a la Comisión que comprara esas vacunas, sin tener una competencia establecida en los Tratados. ¿Para qué sirve? Para imponernos medidas, para imponernos esas competencias centrales de Bruselas, para imponer la voluntad de la minoría a la mayoría”. Sin embargo, para el eurodiputado italiano hay esperanza en otra idea de Europa: “Es una Europa de valores, porque Europa tiene una civilización milenaria. Europa no es un consejo de administración que se reúne para tomar determinadas decisiones. Europa debe ser el lugar político que ponga en práctica el sueño de miles de ciudadanos europeos de construir un futuro. Para ello debemos ser fuertes, debemos estar orgullosos de nuestra identidad, nuestra historia, nuestras tradiciones, nuestras raíces… Debemos hacer un esfuerzo por una Europa fuerte”.

La clausura de la conferencia corrió a cargo del senador Claudiu Târziu, que afirmó la idea principal manifestada por todos los partidos conservadores presentes en la Conferencia: No a los Estados Unidos de Europa ni al Estado federal europeo, y sí a la Europa naciones soberanas. “Sí, somos la Alianza para la Unión de los Rumanos, pero juntos podríamos convertirnos en la Alianza para la Unión de los Europeos. No hay más tiempo para ganar la guerra cultural con la izquierda globalista-liberticida, pero sí hay suficiente tiempo para ganar las batallas políticas y, una vez las ganemos, poder empezar a cambiar las mentalidades opresoras actuales. La tradición debe seguir siendo constantemente nuestra fuente de inspiración y fuerza política. Debemos confiar en ella lo más posible en el futuro. Y lo que nos jugamos es el propio futuro, las nuevas generaciones. Para lograr este objetivo debemos ganar las batallas políticas. Ahora”, concluyó Claudiu Târziu.

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De la conferencia de Bucarest han salido dos ideas clave: la unidad de los partidos conservadores y que hay que pelear la batalla cultural. Estas ideas no son nuevas y todos entendemos su necesidad e importancia, pero eso no significa que no haya que repetirlas una y otra vez. Vivimos en una Europa aquejada de nihilismo, egoísmo y pérdida de valores, y es fácil olvidar cuales deben ser nuestras prioridades, es fácil centrarse en la política del aquí y ahora, y olvidar el futuro. Y esa es la cuestión, que nos jugamos nuestro futuro como afirma Claudiu Târziu. La unidad de los partidos conservadores y patriotas es un imperativo, evidentemente hay muchas diferencias entre nosotros e incluso cuestiones históricas que nos separan, pero la situación que enfrentamos hoy día es la supervivencia de la civilización europea como la hemos conocido, de nuestra herencia griega y romana, del Cristianismo como forma de entender al hombre y la vida. Y en ese sentido la batalla cultural es también fundamental, como señalaba André Ventura hay que recuperar las universidades, restaurar esa educación clásica del Bien, la Verdad y la Belleza, frente a la universidad de la cultura de la cancelación, la manipulación y lo grotesco. Esos son los verdaderos valores europeos.

La alternativa es una ideología destructiva y totalitaria que pondrá fin a una historia milenaria en una o dos generaciones; simplemente no lo podemos permitir. No hemos llegado hasta aquí para ser arrastrados al pozo del olvido por la ingeniería social de unos dementes financiados por las élites globalistas. Nuestra civilización, nuestra Europa, la verdadera Europa, merece la pena; debemos luchar por ella.